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[escepticos] El trapo Santo



Hola, a todos.
Hoy, un cristiano lector se ha desahogado conmigo y, de paso, sin
querer, me ha hecho el favor de incluir en su mensaje el texto íntegro
de un artículo que creía perdido.  Loado sea San Procopio.
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En http://www.iponet.es/casinada/13trapo.htm Fco. Mercader dice:
"EL SANTO TRAPO

Análisis de la Sábana Santa (Una visión artística)
Desde hace tiempo conocía yo esa discusión sobre la dichosa Sábana Santa
acerca de si era más o menos antigua.... si el carbono 14 era más o
menos  fiable para medir cuándo estaba fabricada o "impresa".... Pero,
claro:
mis  conocimientos técnicos no llegaban hasta ahí y yo no podía tener
una
opinión válida al respecto. Además era muy posible -y legítimo- que los
seguidores de un personaje que ellos considerasen importante hubiesen
recogido cualquier lienzo que hubiese estado en contacto con su sudor
y -no  digamos- con su sangre.

Así que, de momento, estaba a la expectativa.

Un día, pude ver por mis propios ojitos una fotografía -en una revista-
de dicho sagrado lienzo. No daba crédito a mis ojos. Por poco me tienen
que
llevar a la UVI del dolor de tripas, de tanto reirme. Y aquí hago un
inciso. Por mi actividad, (Bellas Artes) he estado en contacto con
cientos de alumnos que aspiran al noble arte de pintar o dibujar. Los
hay de
todos  los niveles de competencia: desde los que muestran facultades más
que
notables para la representación de la Realidad hasta los que
(pobrecitos)
no pueden encontrar la manera de encajar un dibujo dentro de los límites
del papel.

Por otra parte, en el proceso de aprendizaje de las disciplinas de
representación, parece haber una constante que se repite
invariablemente:
Los errores de proporción o de apreciación se presentan en un orden
similar en todos los seres humanos; los tópicos pictóricos aparecen y se
desvanecen  con una regularidad casi matemática en el transcurso de la
formación de  todos los alumnos. Quizá sea debido a que todos (salvo los
genios, claro
está) emplean un cerebro organizado de manera similar en cuanto a la
representación espacial.

Todo esto sirve para que un observador medianamente entrenado en la
calificación de aspirantes a artistas pueda, con un error despreciable,
determinar cuál es el grado de competencia del autor de una obra. Fijáos
en  que los expertos en el análisis de un determinado artista llegan al
extremo  de poder descubrir, dentro de una obra, cuál de las pinceladas
corresponde al maestro y cuales a sus discípulos.

Pues bien: con los antecedentes expuestos, podría asegurar (dentro de
los márgenes razonables que ha de dar la humildad) que la impresión que
aparece  en el lienzo llamado Sábana Santa no es la de un cuerpo humano,
sino que  es el torpe dibujo de un pintor o dibujante, impregnado de
todos los  tópicos pictóricos de un aspirante con pocas cualidades para
la representación.
Naturalmente, no puedo pronunciarme acerca de la técnica empleada,
porque de unas fotografías sacadas de una revista no se pueden
entresacar datos
suficientes.

Sería oportuno discutir -por alguien más documentado que yo- si el hecho
de
que, al parecer, ninguno de los expertos escépticos consultados hayan
hecho
hincapié en el aspecto gráfico y sólo en el aspecto químico se debe a la
falta de formación artística de los intervinientes y a su falta de
costumbre de valorar los elementos espaciales, circunstancia que ha sido
muy bien aprovechada por el o los caraduras que han propiciado semejante
burla. Reconozco -todo hay que decirlo- que mi razonamiento carece de
argumentos objetivos que lo respalden. Que estoy refiriéndome a "olfato"
más que a método científico, pero recordad que, por ejemplo, en una
materia
tan decisiva como la Justicia existe algo también algo así como la
"Convicción Moral" que es lo que usan los jueces para, en casos
determinados, enviar a un individuo a la cárcel y quedarse tan frescos.


Lo primero que llama poderosamente la atención en la Sábana Santa es la
inusual simetría de la imagen que aparece en ella. Por lo general, un
cadáver (alguno he visto) no se caracteriza por la armonía de su
postura. A
tal punto debe de ser cierto lo que digo que en las funerarias de los
Estados Unidos (perdón, si estáis cenando) en los casos en que un
fiambre
ha de ser velado o expuesto por cualquier razón (ya sabéis la obsesión
por
lo aparente de esos yanquis), preparan unos ataúdes con apoyos
interiores
bajo las axilas y alrededor de los tobillos para forzar la colocación
"armoniosa" del cuerpo. Sin ellos, y debido a la formación de gases y
otros
procesos poco estéticos, podría ser que, al cabo de media hora, el
cadáver
estuviese retorcido... o sentado...o vaya Vd. a saber de qué inoportuna
postura.

Sumemos a esto que la muerte de Jesucristo, como la de cualquier
ajusticiado por aquel método, debió de ser bastante traumática para la
mecánica corporal. Además de la tensión anormal por la suspensión por
los
brazos, que debía de someter a la musculatura a un proceso de distensión
con microdesgarros, estaba esa graciosa costumbre de romper las rodillas
del homenajeado con un mazo, a mitad de la ceremonia, seguramente para
acelerar el proceso y poderse ir pronto a casa, a cenar.. Luego sumemos
la
famosa lanzada en el costado que, seguramente, no se limitaba a ese
estético cortecito en la piel que vemos en las estampas piadosas sino a
una
verdadera escabechina en los tejidos que rodean la jaula torácica, con
el
inevitable neumotórax que vacía de aire la cavidad pulmonar, forzando y
encorvando hacia adelante la columna vertebral.

Con todo ello, era de esperar que lo que bajaron de la cruz fuese algo
más
parecido a un trapo que a un cuerpo humano con su correspondiente tono
muscular .

Pese a todo, pudo ser cierto que los encargados de envolver el cuerpo en
el
lienzo que debía servir de sudario, estuvieran todo el tiempo necesario
tirando de este hombro o empujando aquella rodilla hasta conformar la
silueta absolutamente simétrica que pude ver en la reproducción
fotográfica
de la Sábana. Pero no veo la necesidad de tal ocupación, a no ser que
estuviesen preparando la calcomanía del cuerpo de su Maestro para
nosotros,
un montón de años después.

También debió de ser minuciosa su preocupación por que TODO el cuerpo y
el
rostro quedase perfectamente calcado en el lienzo. Cuando yo he
preparado
moldes de arcilla o de fibra de vidrio en el estudio, después de toda
una
tarde de apretar con ganas, casi siempre me ha quedado, por descuido,
algún
centímetro por asegurar. No parece que tuvieran tal fallo los
confeccionadores del Santo Paquete.

Lo siguiente que llama la atención es la exagerada longitud de las
manos.
Siempre se puede argüir que Jesucristo era bastante alto para la
estatura
media de la época (qué bien viene ese argumento para reforzar lo
mayestático del personaje) y que tal estatura viene, por lo común,
ligada a
unas manos estilizadas. Pero, casualmente, ese también es un error
típico de
dibujante inexperto cuando se trabaja en una imagen de tamaño natural:
Al
tener que trabajar muy cerca, se pierde con facilidad la sensación de
proporción.

Lo tercero -y más gracioso- es el gesto de tristeza de la imagen. Cuando
se
han visto pocos o ningún cadáver, debe de ser inevitable seguir, de
manera
inconsciente, los estereotipos aprendidos por la contemplación de la
obra
de otros artistas (O, actualmente, el cine, como, acertadamente, ha
dicho
alguien al hablar de la errónea interpretación del movimiento de la
cabeza
de Kennedy al recibir el disparo que le asesinó). Existen, entre los
dibujantes, unas convenciones gráficas para simplificar y realzar las
expresiones del rostro. Por ejemplo, se eleva levemente la parte central
de
las cejas para expresar asombro, se baja un par de milímetros la parte
interior para evidenciar ira o enfado, se elevan las comisuras de los
labios para denotar placer o felicidad....la combinación de estos
elementos
de manera adecuada, multiplica convenientemente las posibilidades.

La imagen aquí tratada presenta -de manera muy pertinente- una ligera
inflexión hacia abajo de las puntas exteriores de las cejas. El occiso
está
triste. Pero la realidad no siempre coincide con lo que esperamos: es
muy
frecuente que el gesto de un cadáver adquiera, por la retracción de los
músculos bucinadores (los que rodean la boca) un rictus levemente
parecido
a una sonrisa, debido a la apertura de la boca. (Recordad las imágenes
de
cadáveres que vemos en la tele, tirados por las cunetas y con la boca
abierta, con gran contento de las moscas) El presunto artista debió de
pensar que ese gesto era muy poco solemne y procuró evitarlo presentando
una boca elegantemente cerrada. No sé si alguno recordáis esas imágenes
de
muertos célebres, expuestos con una venda rodeando convenientemente su
barbilla para evitar que contemplemos las interioridades de su esófago.

Bueno; me voy a merendar, que me ha entrado apetito. Bye!

Francisco Mercader"