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Re: [escepticos] Naturaleza de la credulidad (BIS)



Marcela Brusa wrote:
 

> De acuerdo, pero ni la religion esta ahi para ser contradicha (o incluso
> cientificamente probada o refutada) ni la ciencia esta para que se le
> profese una fe ciega. Cada una tiene su funcion, creo yo.

Bueno, hay consecuencias que se extraen directamente de preceptos
religiosos que se prestan a ser contradichas si se observan con ojo
crítico. El creacionismo es una de ellas, el geocentrismo otra, y así
muchas. Para un religioso de pro el hecho de que el sol se detuviera
durante el transcurso de una batalla (así es el cuento) es prueba
evidente de que es el sol el que se desplaza por el cielo alrededor de
la Tierra y no admitirá ningún argumento en contra porque contradiría su
libro sagrado, la verdad revelada; por otro lado, si la Biblia afirma el
proceso creador no hay que decir más para oponerse al evolutivo, y aquí
se paró el razonar para esta gente, es a lo que me refería. El hecho de
que existan discrepancias entre esos postulados y lo que los hechos con
patente tozudez revelan es una de las causas del abandono de las
religiones por parte de los más perspicaces (si fallan en lo
concreto/terrenal cómo no van a fallar en lo abstracto/trascendente).
 
Lo de profesar una fe ciega a la ciencia no lo he dicho yo, sería algo
contradictorio con su propia naturaleza.

Y puesto que ya me lancé ;o) me atreveré a aventurar una respuesta a las
preguntas que hemos estado elaborando estos días pasados.

Desde mi punto de vista los factores que inciden en el abandono de las
religiones (entiéndase sentimiento religioso que a todos, más o menos,
se nos ha inculcado desde la niñez) son principalmente dos: por un lado,
la ya dicha constatación de que la explicación religiosa no da cuenta de
la realidad tal cual se nos presenta, lo que genera perplejidad y
frustración en el creyente; y, por el otro, el avance del pensamiento
crítico juntamente con la decadencia del principio antropocéntrico (casi
me atrevería a afirmar que ambos se retroalimentan). Me explico: el ser
humano ha tenido que asumir que su privilegiada situación en el universo
no es -ni nunca fue- la que él mismo se autoadjudicó en un principio: la
Tierra dejó de situarse en el centro del universo para pasar a ser una
cagadita de mosca en un rincón perdido del espacio; el hombre ya no es
la cúspide de la creación sino que es un producto más del proceso
evolutivo que pudo muy bien no haberse dado nunca o haber perecido a las
primeras de cambio... Vamos, que estamos aquí de chiripa. Al ir
poniéndonos gradualmente en nuestro sitio se disipaba al mismo tiempo la
vanidad de sentirnos trascendentes, así que, puestos al mismo nivel que
cualquier otra criatura en un mundo diminuto ¿qué lugar ocupamos
entonces en los planes de la divinidad? Desde luego, no parece que uno
muy prominente. Este sentimiento de poquedad nos lleva también a
plantearnos la falacia de una vida más allá de la muerte: si
teleológicamente no nos diferenciamos de una ameba o de un tapir, ¿de
dónde sacamos que poseemos un alma que nos hará vivir eternamente? La
conclusión a la que lógicamente se llega es: de nuestra propia
imaginación, no hay más. Esta es una de las más claras consecuencias
filosóficas del derribo del antropocentrismo.

Todo lo anterior puede además aderezarse con otros condimentos para el
desencanto religioso: la escasa coherencia existente entre lo que
pregonan algunos líderes religiosos y sus hábitos de vida; el
sostenimiento de dogmas, mitos o tabúes muchas veces crueles (postura
sobre el aborto, eutanasia, discriminación sexual, etc.); la poca
adaptabilidad de las estructuras religiosas a los cambios sociales, etc.
etc.

Hasta aquí valdría para ejemplificar la cuestión de la sustitución del
sentimiento religioso por una creencia racional y crítica de nuestro
entorno. Pero, ¿y los que sustituyen una religión por otra? En este caso
está claro (siempre desde mi punto de vista) que no se ha producido
emergencia alguna de pensamiento crítico-racional-científico y lo que se
produce es un desplazamiento de un tipo de pensamiento mágico hacia
otro, bien sea porque este último ofrece una escala de valores más
acorde con la del propio sujeto, bien porque la primera ha terminado
desencantándolo en sus propuestas teóricas o en su plasmación práctica
(Lutero, sin ir más lejos) pero sin que eso haya significado
debilitamiento de la creencia en un más allá o en una divinidad o en lo
que demonios ocupe ese lugar.

> Seria interesante ver una lista de posibles motivos.

Pues hasta aquí los míos; venga, a limar si es menester.

Un saludo

José Alonso