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Re: [escepticos] Plutonio y entrega del cascote dorado




Francisco Mercader Rubio ha escrito:

> Ahora entiendo los odios que despiertas en los científicos.  Profieres
> tales atrevimientos musicales que me han dado ganas de viajar a
> Argentina sólo para poder darte una patada.
> ¿Cómo se puede hablar en el mismo párrafo de  Stravinsky  y  Schönberg
> si no tienen nada que ver musicalmente hablando? ¿Y quién se atrevería
> a clasificar al uno como seguidor  del otro? Stravinsky jamás rozó el
> serialismo ni el atonalismo. Lo suyo es el color orquestal con
> construcción estrictamente tonal para tratar motivos populares:
> exactamente lo contrario de Schönberg, parco en instrumentación  y
> aficionado a los cálculos matemáticos para construir sus series.
> Vamos: como comparar a Gardel con la Caballé.
> Saludos.

1º)    Empiezo por señalar, estimado Mercader, que se deslizó un error
al teclear las cifras del ranking de coeficiente intelectual que publiqué,

y donde equivocadamente te atribuí 30 puntos por encima del
resultado que el programa que tengo en el ordenador y que evalúa
las intervenciones de los colisteros en esta corrala.
    Con esto quiero aclarar que esa evaluación es absolutamente
neutral, no está condicionada por la mayor o menor simpatía que
me inspiren los colisteros, porque yo siempre trato de mantener
una actitud científica y fría ante la realidad, sin dejarme llevar por
las emociones. Y en este caso menos que menos, porque es el
ordenador el que realiza la evaluación, yo no tengo nada que ver.
2º)   Sobre la cuestión de Stravinsky creo, Mercader, que te has
dejado llevar por lo que conoces de ese compositor, que es lo
más populachero, esos melodramáticos trompetazos de la
Consagración de la Primavera y del Pájaro de Fuego.
Pero Stravinsky cambiaba de estilo y forma como de nacionalidad,
ya que perpetró la rusa, la francesa y la norteamericana.
Tiene composiciones que hasta podrían clasificarse de cuasi
clásicas, como la que ya señalé, expresionistas (por lo menos
así las veo yo) como la Primavera y el Pájaro, pero, y aquí
viene el pero que hará que la patada que me tenías destinada
no encuentre el blanco de mis posaderas y por el contrario
llevado por el impulso caigas de culo al suelo, pero, vuelvo
a decir, este eterno perseguidor de las novedades que fue
Stravinsky se encontró algo tardíamente, en 1953, con la
música dodecafónica y el serialismo, como en su Canticum
sacrum, Threni y El Diluvio. Sin embargo su afán de
protagonismo le ayudó a que él, siendo un tardío epígono,
llegara a ser el más conocido dodecafonista en ese tiempo.
De hecho yo, en los 60, me creí que Stravinsky era el
gran renovador. Ocurre que en la historia del arte corre
por una vía la de los creadores y por otra la de su
reconocimiento. Algunos tienen la suerte de ser reconocidos
en vida, otros tienen aún mayor suerte, la de ser sobrevalorados
como ha ocurrido con Charles Chaplin. Otros, los que
inspiran el falso mito del artista incomprendido, se murieron
de hambre literalmente, y no pudieron imaginar que sus
obras en el futuro llegarían a costar enormes fortunas.
Desgraciadamente cualquier pintamonas se refugia en
el referido mito del artista incomprendido para justificar
el rechazo que merecen sus cagadas, creyendo que la
historia los absolverá, con la misma pretensión que
Fidel Castro.
Quiero dejar aclarado que no rebajo ni en un tanto la
importancia y la genialidad de Stravinsky, no caigo en
el facilismo de decir que los que tienen éxito son unas
bestias y que aquellos que la fama los ha olvidado son
los geniales. Por esa razón, en la polémica que hubo entre
los pro-windowgates y los pro-linusunixs me inclino más
hacia los primeros, porque me parece que a los otros
les corre en la sangre la bilis de la envidia, porque
Billy es más lindo, mas joven y sobre todo más rico
que todos esos resentidos..
¿Fuiste tú, Mercader, quien dijo que no gusta de la
música flamenca? ¡Qué bestia eres!. Es cierto que mi
nacionalidad española es impostada, y todavía me
deslumbra la España de mantilla y pandereta que
odiaba Machado pero creo que mi gusto por lo
flamenco no está contaminada por mi españolismo.
A ver, Mercader, frunce las cejas para que te entren
estos conceptos en la sesera, haz el mismo esfuerzo
que les he pedido anteriormente a Josep y a J.M.
para que les entrara en la croqueta conceptos algo
abstrusos y difíciles de digerir.
   La música clásica, la verdadera música clásica
(fines del siglo XVIII y primera mitad del XIX) y no
la que vosotros llamáis así, se caracterizaba por su
estructura "racional", como pretendió serlo todo
lo que llamamos clasicismo.
    Para decirlo en forma bruta, era música "cuadrada",
mensurable con un metrónomo.
    Por ejemplo, cuando en la música clásica una
composición está estructurada sobre un 4/4 siempre
el tiempo fuerte del compás es el primero, el secundario
es el tercero y los débiles son el 2º y 4º.
    En las "alegrías" del flamenco, ¡qué magia!
su estructura es de a cuatro compases, en el primero
y segundo de ellos, el tiempo fuerte es el primero,
lo que es normal, pero en el tercero el tiempo fuerte
es el segundo y en el cuarto compás es el tercero.
Esta ruptura de las estructura "racional" nos transmite
ese quiebre, esa inquietud. ¿Sabes tocar música?
Yo me creía, luego de haber tocado Mozart, Chopin
y Mendelsohn que tocar un tango me sería pan comido.
Y me encontré con la enorme sorpresa de que era mucho
más difícil. La síncopa que tiene la música popular
quisiera tenerla para sí la que vosotros llamáis "clásica".
Bueno, reconozco que si la tuviera ya no lo sería.
De la misma manera, el ritmo de las bulerías y alegrías,
no te imaginas qué difícil que es de captar por el que
tiene una formación académica.
    Pasa, Mercader, que tú eres excesivamente racional,
muy cuadrado, pero con los años eso se corrige y ya
te veré provisto de castañuelas lanzándote al ruedo.
                            Héctor W. Navarro
PD: Ten en cuenta, Mercader, que el programa de
evaluación del Cociente intelectual de mi ordenador
te tiene en la mira. Así que cuida tus palabras al
contestarme porque tu caída puede ser vertiginosa.