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[escepticos] El espanto de los fantasmas de negro



    Bien, ¡he aquí un relato que hará las delicias de seres como mi
amigo Julius alias "The Space Playboy"!
    Versa sobre los famosos hombres de negro y está realizada por un
magnífico y paranoico magufo, llamado Armando Galant.
    Espero que os guste a tod en s y disculpadme por su trascripción pero
a veces es interesante ver que es lo que llegan a pensar los magufos y
como cuentan sus historias. Además, con su lectura seguro que os
conceden puntos para el Jubileo.

Saludos escépticos desde Bilbao.-((;.¬D))))
P.Data: Por cierto Durán, dicen las malas lenguas que tuvisteis la
visita de uno de estos hombres de negro en vuestra reunión
masgufológica de Abadiño. ¿Es cierto que fueron a controlaros y que
tras realizar unas cuantas preguntas desaparecieron sin dejar rastro?
Espero ansiosamente tu respuesta.
¡A ver si esta vez la das hombre!
Copyright © La Corrala 1998-2000 Gargantua-All rights reserved.
Marco Tulio Cicerón-"Dubitando ad veritatem pervenimus"-

http://www.ciudadfutura.com/bitacora/mib/mib.htm

 El espanto de los fantasmas de negro

¿Quienes son y de donde vienen los
"Men In Black"

Por Armando Galant


    Parece que fueron Albert K. Bender y John Keel quienes acuñaron el
término de "Hombres de negro".

    Ha ocurrido muchas veces que, cuando un investigador del tema ovni
ha profundizado demasiado, hasta el punto de hacerse molesto para
"alguien" o incluso en ocasiones cuando cualquiera ha sido
sencillamente testigo de la aparición de un ovni, recibe la visita de
unos hombres extraños que le conminan a que guarde silencio o suspenda
su investigación.

    Se han señalado casos en todo el mundo.

    Los testigos los suelen encontrar a la entrada de sus domicilios;
los investigadores en sus despachos o en los congresos.

    Son de uno a tres hombres, vestidos de negro o de oscuro, que
viajan por lo general en un Cadillac, negro también.

    Demuestran saber en detalle lo que ha visto el testigo - aunque
éste no lo haya revelado a nadie -, y conocer a la perfección la
actividad del investigador, que más de una vez parece haberla pagado
con su vida.

    Gray Barber y james Moseley han registrado más de 600 visitas de
los Hombres de negro, en las que éstos han ordenado el silencio a los
testigos presenciales de ovnis.



¿Quienes son los Men In Black? ¿Qué pretenden?
Muchas interrogantes son las que hay acerca de estos enigmaticos
"seres".


    El primero de dichos investigadores, al saber de ufólogos de todo
el mundo habían recibido la visitas de los Hombres de negro, escribió
en 1956 un libro muy curioso: "They knew too much about flying
saucers" (Ellos sabían demasiado sobre los platillos voladores).

    El Dr. Scott Rogo en "The hauted universe" (El universo
encantado), los define como "presencias que surgen de la nada, tienen
un
conocimiento paranormal de las vidas de sus víctimas y se desvanecen
tan misteriosamente como aparecieron".

    Dice el autor Daniel Guerrero que los hombres de negro no tienen
un aspecto corriente, que su piel es aceitunada o muy amarilla y que,
en una ocasión, testigos presenciales que habían sido visitados por
ellos afirmaron que sus ojos brillaban como las bombillas de las
linternas eléctricas.

    Hay veces que suena el teléfono y un misterioso comunicante ordena
que se destruyan las fotos o las muestras tomadas o que se suspenda
una conferencia, una emisión radiofónica o televisiva.

    En otras ocasiones, tiene lugar la visita. La descripción más
típica es la siguiente: llegan tres caballeros, de 1,80 a 1,90 metros
de estatura, de rasgos orientales, barbilampiños. Van pulcramente
vestidos de negro, con camisa blanca y corbata igualmente negra. Su
ropa parece recién estrenada y llevan gafas oscuras.

    Se ha apreciado que sus trajes parecen pasados de moda, pareciendo
corresponder a la década de los años cuarenta. Se les ha visto salir
de un coche tipo limosina de color negro con matrícula aún no asignada
o que ha resultado ser falsa. Entre las desconcertantes declaraciones
de los testigos los hay quien aseguran haberse dado una
materialización repentina de tales seres ante los ojos del visitado.

    En su obra "Phantome des Schreckens" de 1.980, (Hombres de negro.
Los fantasmas del espanto), Peter Krassa encuadra a estos personajes
en tres grupos fundamentales:

    1. Hombres altos y delgados, de piel clara (en ocasiones sumamente
pálida), con el pelo cortado a lo cepillo.

    2. Hombres de estatura varia, que con frecuencia se presentan en
pareja: uno rubio, alto y delgado, por ejemplo, y el otro moreno y
bajo.

    3. Hombres bajos y de tez oscura, de facciones orientales y que
hablan con un acento que hace difícil comprenderles.

    Llegan con gran corrección, presentándose con nombres y cargos
falsos, como agentes de la CIA o del FBI, diciendo a veces que son
funcionarios de algún país de confusa ubicación geográfica y exigen
firmemente el silencio, el cese de la investigación o la entrega del
material.

    Más de una vez se han hecho pasar por militares, habiéndose
llegado el Pentágono a ordenar una investigación e este respecto en
1.960, cuyos resultados no son conocidos.


¿Ocultan los hombres de negro las pruebas del fenómeno ovni?


    Entre 1.960 y 1.970 hubo una infinidad de casos de visitas de los
"hombres de negro".

    De no obedecerse las instrucciones de estos misterioso visitantes,
puede producirse la enigmática desaparición de la persona, su
inexplicable suicidio, un incendio en su domicilio...

    El investigador Andreas Faiber Kaiser, en su libro "¿Sacerdotes o
cosmonautas?" hace una recopilación de nombres de científicos que han
sido enigmáticamente silenciados en su estudio el fenómeno ovni.

    Figuran en esa lista los nombres de Morris K. Jessup, general
Ailleret, Richard Turner, Albert K. Bender, Edward Ruppelt y James Mac
Donald.

    Es, en efecto, extraña la coincidencia de una serie de
fallecimientos de investigadores del fenómeno ovni en distintos
países.

    Jessup, que había estudiado de cerca las misteriosas
desapariciones registradas en el Triángulo de las Bermudas, murió de
un modo extraño. Parece que poco antes de su fallecimiento se mostraba
taciturno y preocupado. ¿había sido amenazado?. Fue encontrado muerto
el 20 de abril de 1,959, hacia las 6:30 de la tarde, por inhalación de
gases dentro de su coche, justo cuando se disponía a entregar cierta
documentación sobre casuística ovni.

    Richard Turner, célebre investigador británica, muere el 25 de
junio de 1.967, después de haber estado estudiando durante varios años
los fenómenos ocurridos en el golfo Pérsico y siendo presidente del
grupo de estudios sobre los ovnis de la Universidad de Cambrige.

    Siete meses después, fallece el general Ailleret, jefe del estado
Mayor francés, a los cuatro días de declarar su decisión de crear una
comisión oficial para la investigación de los objetos volantes no
identificados.

    En la primavera del año siguiente, muere de cáncer de pulmón el
doctor Olavo Fontes.

    Muere también , en Canadá, Wilbur Smith, uno de los primeros
creadores de la comisiones de información del problema ovni.

    Inexplicable fue la muerte por suicidio del profesor James
E.McDonald, catedrático de la Facultad de Meteorología de la
Universidad de Arizona, que parecía un hombre optimista y con grandes
deseos de vivir.

    Y tal vez el caso más destacado sea el fallecimiento por cáncer
del capitán profesor Edward Ruppelt. Es curioso que haya sido de
cáncer de los que murieron muchos investigadores y amenazas veladas
recibidas de enigmáticos agentes, siguieron sus estudios.

    Ruppelt fue el autor del libro "The report on Unidentified Flying
Objects" y director del proyecto "Libro Azul".

    El escritor Yves d’Alveydre recibió en el año 1.885 una
comunicación anónima por la que se le daba orden terminante de quemar
su último libro, "Mission de l’inde". El autor obedeció pero hubo un
ejemplar de la obra que se libró de la destrucción y muchos años más
tarde la reeditó en Francia la casa Dorbon. Pues bien, ocurrió algo
muy curioso: cuando los nazis entraron en París, un comando especial
procedió a secuestrar y hacer desaparecer todos los ejemplares de
dicho libro que pudieron hallar.

    Paul Schlieman heredó los conocimientos que había logrado su
abuelo sobre la Atlántida. Éste fue el investigador Heinrich
Schiliemann, descubridor de Troya. Paul se dedicó a proseguir sus
estudios, viajando durante seis años por Egipto e Iberoamérica. En
1.912 desapareció misteriosamente.

    El ex ministro estadounidense James Forrestal, que fundó en 1.947
el "Proyecto Sing", la primera comisión destinada a investigar el tema
ovni, después de sufrir una fuerte depresión se suicidó.

    George Adamsky, hoy difunto, se dirigía a una restaurante al pie
del Monte Palomar, donde se encuentra el famoso observatorio
astronómico. Adquirió celebridad por sus informes en los que aseguraba
haber estado en contacto con seres procedentes de otros mundos. Relató
visitas de seres extraterrestre, así como sus viajes en ovnis, hasta
llegar a la luna, que casi nadie creyó. Hoy día, después de tantos
relatos y pruebas, no puede uno ya estar tan seguro de que Adamski no
dijese la verdad. En todo caso, hay algo muy singular: ¿por qué, a
pesar de haber sido considerado como un mentiroso, fue enterrado en el
cementerio de Arlington, reservado a los norteamericanos ilustres?.

    Pues bien, cuenta Adamski que un día tuvo que presentarse
urgentemente en cierto hotel de Los Ángeles. En el vestíbulo se
encontró con unos "extraterrestres",, quienes le hicieron señas para
que les siguiera hasta un coche: era uno de esos automóviles negros de
cuatro puertas que más tarde adquirirían fama con los relatos del
investigador John Keel y otros sobre los "Hombres de negro". Según
Adamski, las conversaciones con sus visitantes tuvieron siempre lugar
en inglés corriente. El que hablaba sonrió y señalando al conductor
del coche dijo que procedía "del planeta que
ustedes llaman Marte. Yo vengo del denominado Saturno".

    En mi opinión, estos hombres o humanoides pertenecen al planeta
Tierra y hacen esas informaciones con la finalidad de mantenernos
ignorantes de la realidad.

    En el año 1.953, el ya nombrado Albert K. Bender, Director de la
"International Flying Saucer Bureau", después de haber declarado en un
número de la revista Space Review que en el número siguiente diría la
verdad, toda la verdad y nada más que la verdad sobre cuanto sabía
respecto a los platillos volantes, recibió la visita de tres extraños
caballeros vestidos de negro, quienes le instaron a abstenerse de toda
revelación sobre el resultado de determinadas investigaciones que
había realizado referentes a unos aterrizajes y despegues en un cráter
de la Luna.

    Nueve años más tarde, publicaba este investigador un libro
titulado "Flying saucers and the three men" (Los platillos volantes y
los tres hombres), en el que narraba aquella visita.

    Bender declararía haber recibido de sus visitantes el siguiente
mensaje: "Estamos entre vosotros y conocemos todos vuestros procesos
mentales. ¡Ten bien presente que estamos aquí, en vuestra Tierra !".

    El ingeniero Julio M. Ladaleto se encontró cerca de Cojutepeque
(San Salvador) el 23 de noviembre de 1.958, a las 11:35 de la noche,
un objeto posado en el suelo sobre tres hemisferios, de unos 12 metros
de diámetro por 7 de altura. Pudo fotografiar a un ocupante, de 2,5
metros de estatura, cuando éste cruzó la carretera, pareciendo que
inspeccionaba la nave. Era calvo y vestía un mono azul y botas
luminiscentes sin tacón... Al siguiente día, antes de que hubiera
hablado con nadie de su extraño encuentro, le visitaron unos
enigmáticos "periodistas", que parecían muy bien enterados del suceso.

    El escritor e investigador James R. Wolfe, que siguió los pasos
del antes mencionado Jessup e hizo pública su creencia de que éste
había sido eliminado por haber llegado a conocer demasiado en temas
prohibidos, desapareció inexplicablemente. Otro caso notable es el del
ufólogo estadounidense Willian Dunn, que había logrado reunir una
importante documentación sobre los ovnis, con descripciones detalladas
de testigos. Tras recibir repetidas amenazas por teléfono, fue
finalmente visitado por los "hombres de negro", que le ordenaron
deshacerse de toda la información. El se negó, y un día ardió su casa
en un incendio a todas luces provocado. Las llamas procedían de su
despacho... Dos sheriffs de Angleton (Texas), llamados McCoy y Robert
Goode, tuvieron el 3 de septiembre de 1.965 un encuentro cercano con
una nave misteriosa de unos 70 metros de largo. Aquella misma noche,
se acercaron a Goode en un restaurante dos desconocidos, que le
describieron con todo detalle la nave y le cominaron a no referir el
encuentro.

    Frank Edwards era un popular comentarista radiofónico, realizador
de un programa sobre acontecimientos misteriosos, entre ellos
inexplicables desapariciones de personas, y autor de varios libros
sobre el fenómeno ovni. Apareció muerto una mañana, en 1.966, en la
habitación de su hotel, víctima de un fallo cardíaco. Ese mismo año,
en Minot (Dakota del Norte), una mujer, asustada por lo que creyó un
intento de ataque por parte de un ser que no parecía de este mundo,
disparó contra él. Antes de haber hablado con nadie del asunto, fueron
a verla los "hombres de negro", indicándole que debía guardar absoluto
silencio sobre lo sucedido.

    ¿Cuál sería exactamente la misión de esos extraños individuos en
los dos sucesos que siguen, que parecen apartarse de los casos
clásicos?.

    A principios de enero de 1.967, un estrafalario hombrecillo entró
en el despacho de la señora Hyre, que trabajaba en el Palacio de
Justicia de Athes (Ohio), estados Unidos. Medía aproximadamente 1,30
metros, tenía unos ojos muy raros, cubiertos por gruesas gafas,cabello
largo y negro y, pese al frío reinante en el exterior, vestía una
camisa azul de mangas cortas y pantalón también azul de tela ligera.
Se dirigió a ella en voz baja y vacilante, pidiéndole le indicara el
mejor camino para un pueblo próximo. La miraba de un modo como
queriendo hipnotizarla y se acercaba a ella progresivamente... En
cierto momento, el misterioso visitante tomó un bolígrafo de la mesa y
lo contempló asombrado, como si fuera la primera vez que veía tal
instrumento. Ella se lo dio y el desconocido lo cogió y escapó. Varias
semanas después, la señora Hyre volvió a ver al hombrecito. Cuando
éste se dio cuenta de que ella le observaba, se dirigió hacia un gran
coche negro, al volante del cual se encontraba al parecer un hombre
muy alto.

    En el mismo año 1.967, Shane kurz estudiaba en la escuela superior
de Westmoreland (Nueva York). Un día, cuando la muchacha se dirigía
allí y estando ya a unos 50 metros de su destino, sintió que alguien
la seguía. Estaba lloviendo ; ella llevaba paraguas. No había visto a
nadie en la calle pero, de pronto, alguien surgió por detrás y dijo:
"hola, Shane, ¿me permites compartir tu paraguas?". Vio que era un
hombre de 1,60 metros aproximadamente, de cabello castaño, vestido con
una camisa a cuadros y un pantalón de pana. Observó con inquietud sus
ojos y sus orejas... Éstas terminaban en punto. Sus ojos eran grises,
rasgados hacia atrás. "Cuando los miré -dijo Shane-, parecieron
vaciarse, como si fuera posible ver a través de ellos. Eran muy
magnéticos...". Su acento parecía oriental.

    Ella le preguntó cómo sabía su nombre, pero el desconocido aludió
la respuesta. Le hizo, sin embargo, toda clase de preguntas, entre
ellas que hacía durante el recreo del mediodía. La joven repuso que
generalmente jugaba al balonvolea o al baloncesto. "¿Qué es el
balonvolea y baloncesto?" e insistió en que le describiera esos
juegos. Entonces la invitó a dar un paseo con él a la hora del recreo.
"¿En qué? - preguntó la chica. - No veo ningún coche". "Tengo mi
vehículo allí - dijo el desconocido, señalando hacia un prado -. Es un
vehículo blanco". Ella rehusó. Observó que el extraño individuo no
sacaba las manos de los bolsillo. "Me alegro de haberle conocido" -
dijo para dar por terminada la conversación. Dio unos tres pasos y al
volver la cabeza por curiosidad, Sahen se quedó helada: su
interlocutor había desaparecido. Retrocedió y le buscó en vano con la
vista. No le vio, ni tampoco al supuesto coche. Algunas compañeras le
habían visto al pasar hablando con un hombre.

    Un mes después, Shane Kurz estaba en una tienda cercana a su casa,
cuando vio a otro hombre que la miraba. Era rubio, de cabello escaso y
de piel muy blanca. Sus ojos eran muy claros. Llevaba un abrigo negro,
que parecía demasiado largo y grande para él. Le sonreía. No parecía
tener intención de comprar nada. La siguió mientras ella elegía los
artículos, sin pronunciar palabra. Ella trató de ignorarle, pero al
volverse de pronto, observó que ya no estaba allí. Muerta de
curiosidad, salió de la tienda para tratar de ver donde estaba, pero
inútilmente, no había rastro de él, y sólo había transcurrido un
instante desde que le dio la espalda. El dueño de la tienda le había
visto igualmente y había comentado con otro cliente la presencia de
aquel hombre raro, que daba vueltas dentro del establecimiento sin
comprar nada.

    Un joven granjero, Carrol Wayne Watts, conducía su coche, de
regreso a casa, el 31 de marzo de 1.967, hacia las 10:30 horas de la
noche. Vivía cerca de Loco (Texas). Se topó con un objeto de unos 30
metros de largo por 2 o 3 de altura, del que se abrió una puerta. Oyó
entonces una "voz impersonal" que le invitaba a someterse a un
reconocimiento. Si lo hacía y aprobaba el test, se le permitiría
realizar un vuelo en la nave. Dentro de ésta había una máquina. Le
dijeron que todo lo que tenía que hacer era permanecer en pie delante
de ella, mientras le hacían el examen. "A unos 60 o 70 cm. Delante de
la máquina había un mapa, de aproximadamente un metro cuadrado,
situado a unos 30 cm. Del piso. Parecía ser un mapa a gran escala de
algún territorio pero no podría decir de dónde". Watts no aceptó. El
objeto se elevó silenciosamente y se alejó.

    Dos semanas más tarde, el 11 de abril de 1.967, Watts vio una luz
cerca de su casa y su camión se detuvo. Descubrió esta vez un objeto
en forma de huevo. Se abrió una puerta y salieron por ella cuatro
pequeños humanoides de menos de metro y medio, musculosos más bien.
Tenían ojos alargados y bocas en forma de hendidura, que no movían al
hablar. Vestían unas prendas que parecían monos, de color blanco.
Nuevamente le invitaron a ir con ellos, y esta vez aceptó. Fue llevado
entonces en vuelo a otra nave mucho más grande, en cuyo interior le
examinaron mediante una máquina, de la cual salían unos cables.

    Parece que en los mese siguientes este testigo volvió a tomar
contacto con los visitantes, de los que tomó once fotografías, así
como de la nave. Seis de estas fotos, según se dice, fueron entregadas
al FBI y una al ufólogo doctor J. Allen Hyneck.



El profesor J. Allen Hyneck.
Uno de los más importantes investigadores mundiales del fenómeno OVNI.


    El caso tuvo mucha resonancia y Carrol Watts aceptó someterse a un
detector de mentiras, ante la controversia que se creó. Pero cuando el
25 de febrero de 1.968 iba en coche hacia Amarillo para someterse a
este test, se encontró cerca de Hedley un Plymouth 1.957 que parecía
estar en apuros. Había una mujer junto al coche y Watts se detuvo por
sin podía ser útil. En este momento, salieron de una alcantarilla dos
hombres muy fuertes, armados con rifles, que le amenazaron y
golpearon, diciéndole que si pasaba la prueba del detector de
mentiras, no volvería a su casa con vida. Watts, asustado, hizo lo
posible por mentir deliberadamente y la prueba resultó negativa. De
regreso a su hogar, observó que un automóvil merodeaba frente a su
casa. Tomó su rifle, y al oír tres disparos procedentes del vehículo,
disparó a su vez. No conozco más detalles.

    También se ha relacionado a los "Hombres de negro" con misteriosas
desapariciones de niños. En el pueblo brasileño de Vila Velha
(Espíritu Santo), durante varios días del mes de agosto,
desaparecieron criaturas aisladamente. Un mes y medio más tarde fueron
reapareciendo, también de modo aislado. Se encontraba a los niños
vagando por el pueblo, con la mirada perdida, como autómatas. No
podían recordar donde habían estado, aunque alguno contó que un señor
vestido de negro le había invitado a dar un paseo en su coche y hubo
una niña que refirió cómo un señor, vestido igualmente de negro, le
había llevado a las afueras insistiendo en que subiera con él a un
extraño y brillante aparato que él dijo que era "su avión", pero que
al negarse ella, le entregó unos caramelos y la hizo volver a casa.

    Algo parecido sucedió en Thomasville (Georgia), Estados Unidos,
una localidad situada en el límite con el estado de Florida y
justamente frente al misterioso Triángulo de las Bermudas. Entre
noviembre y diciembre de 1.976, empezaron a desaparecer adolescentes
de entre 14 y 20 años. Por las noches, se vieron descender luces
extrañas del cielo, que resultaban ser naves de forma ovoide. De ellas
salía una escalerilla, por la que bajaban dos o tres seres de
apariencia humana, altos, vestidos de oscuro. Se les vio pasear en
aquellos días por las calles de la ciudad...

    Después, un extraño jet triangular fue devolviendo a los muchachos
paulatinamente. Su aspecto era igualmente frío y distante... Pero,
atendiendo a la llamada de una sirena, volvían a la nave aérea, que,
sin hacer ruido alguno, volvía a llevárselos, volando en dirección
sudoeste. Ignoro cómo finalizó este ciclo.

    El 23 de junio de 1.971 apareció muerto de un disparo en la
cabeza, en el puente de Canyon del Oro, en Arizona, el conocido
ufólogo James E. Donald. Y el físico Charles A. Maney, del Defiance
College, de Ohio, murió de un infarto después de publicar su libro
"Unidentified Flying Saucers". Acababa de concluir un segundo libro
que, curiosamente, su viuda no llegó a editar.

    Misteriosos fue también el fallecimiento de Wilberth B. Smith,
director del proyecto Magnet (asunto secreto relacionado con los
ovnis), que tuvo lugar por causas desconocidas cuando contaba 52 años
de edad.

    En Gran Bretaña, un hombre que había observado raras luces en el
cielo, recibió varias desconcertantes llamadas telefónicas que querían
se tranqulizadoras y que decían proceder del Ministerio de Defensa.
Tras ello, observó en cierto momento la presencia de dos hombres
extraños apostados frente a su casa en un "Jaguar" negro. Esta
presencia se repitió varias noches. Acudió a la policía. En la noche
del 22 de octubre de 1,971, dos agentes que habían sido destacados al
lugar, recibieron orden de interrogar a los ocupantes del coche. Pero
he aquí que cuando fueron a dar unos golpecitos en la ventanilla, se
produjo un hecho increíble: ¡El automóvil se esfumó delante de sus
ojos !. Así lo dice al menos la información que poseo. Y agrega que, a
pesar de las investigaciones hechas, no pudo hallarse el "jaguar", ni
tampoco sus ocupantes...

    Un empleado norteamericano llamando Tom Willis, de 29 años, vio un
ovni. En su ausencia, se presentaron en su casa, ante su esposa, dos
hombres que, aunque era un día cálido de otoño, vestían abrigos
negros. Su piel era pálida, casi grisácea, y tenían una especie de
joroba. ¿Era realmente una jiba?. Ambos se expresaban con dificultad.
Recomendaron a la señora insistentemente que fuera "prudente" y que
guardara para si aquel "importante tema".

    Un piloto mexicano llamado Carlos de los Santos de Montiel,
encontró en vuelo tres ovnis, el 3 de mayo de 1.975, que el escoltaron
durante cierto tiempo. Cuando fue a tomar parte ene un coloquio por
televisión con importantes investigadores de la casuística ovni, fue
abordado por dos automóviles negros, tipo limosina, del que bajaron
cuatro hombres gigantescos, muy anchos de hombros, de piel sumamente
pálida, vestidos de negro. No pestañeaban y sus miradas tenían un
efecto hipnótico. Le dijeron que si concedía valor a su vida y a la de
su familia, no hablara a nadie de lo que vio. Parece que al final le
hicieron la entrevista pero cuando un día se dirigía a una cita con el
Dr. Allen Hyneck, ya nombrado, quizá el más experto ufólogo de los
Estados Unidos, le cortó el paso uno de aquellos individuos,
conminándole con nuevas amenazas a abstenerse de llegar a su cita.

    Hay un caso muy curioso: el del médico norteamericano Dr. Herbert
Hopkins, de Maine, interesado en el tema ovni y testigo de la
aparición de una de estas naves. El 11 de septiembre de 1.976, a las 8
de la tarde, recibió la visita de un hombre totalmente vestido de
negro, bastante alto. El traje no presentaba una sola arruga. El
hombre llevaba las manos enguantadas y no se quitó los guantes durante
toda la entrevista. Era totalmente calvo y no tenía cejas ni pestañas.
La cara era redonda y barbilampiña ; las orejas y la nariz pequeñas. Y
aquel rostro era blanco como la cal, con labios que parecían pintados
en un color rojo fuerte. La boca era trazo recto. La cabeza de aquel
ser parecía hundida en su chaqueta. No movía el cuello y su aspecto
era rígido y envarado. Parecía un muñeco más que un ser vivo. Su voz
era monótona, sin emoción.

    Aquel personaje amenazó de muerte al doctor si no destruía todo el
material que poseía, fruto de su investigación, sobre los ovnis. Como
para hacerle comprender su poder, le pidió sacara del bolsillo dos
monedas que el doctor llevaba - lo cual adivinó -, e hizo luego
desaparecer lentamente una de ellas ante sus ojos. Después, la voz del
visitante se fue apagando. Se levanto de la silla diciendo: "Debo irme
; se me termina la energía". Y salió lentamente, con paso mecánico.
Parece que en la calle le estaba esperando "un grandioso cono
luminoso".

    En agosto de 1.977, cuando Charles Mudnt, de Flaxton (Arkansas)
regresaba por la noche a su casa, vio unas luces a la altura de las
copas de los árboles que correspondían a unos extraños aparatos
voladores. Vio también a dos hombres , vestidos de negro, bajo el
árbol sobre el que habían aparecido más intensamente las luces. Uno de
aquellos hombres le miraba fija y fríamente.

    De pronto, nuestro hombre sintió como un rayo le atravesaba de la
cabeza a los pies. Cuando corrió a su casa, se produjo algo
sensacional: su esposa Liza no le reconoció y gritó, pidiendo socorro,
al tomarle por un desconocido. Cuando Mudnt se miró al espejo, no se
reconoció tampoco. "Pongo a Dios por testigo - diría más tarde - de
que la cara del espejo no era mi verdadero rostro": Y meses más tarde
afirmaba que él sentía como si la composición de sus moléculas hubiese
sido cambiada, que su cara y su cuerpo eran los de otra persona.

    Roy Thomas, adiestrador e perros, y su esposa Cathy, se
encontraron con una misteriosa nave posada en plena carretera en la
noche del 23 de mayo de 1.978. En el coche iba también su perro pastor
"Duke", que desde ese momento se mostró apático y raro, para morir muy
poco más tarde. Pues bien, dos días después de aquel encuentro,
llegaron a casa de los Thomas dos hombres provistos de tarjetas de
identidad del Ejército del Aire estadounidense. Uno de ellos dijo ser
el mayor Painter. Pretendían llevarse el cadáver del perro, todavía en
manos del veterinario. Habiendo amenazado al matrimonio, así como al
veterinario, lograron lo que querían. Thomas hizo infructuosas
pesquisas sobre sus visitante en la base militar a la que podía
suponerse pertenecían, lo que fue causa de nuevas visitas y amenazas
por teléfono.

    Nuevamente los dos "militares" se personaron en la casa. Roy acabó
impacientándose y les encañono con un arma, diciendo que iba a llamar
a la policía. El acompañante del que se presentaba como "mayor
Painter" salió huyendo y el propio "Painter" trató de seguirle, pero
antes el puño de Roy le dio en plena cara, a lo cual el individuo
repuso con un puntapié, antes de seguir velozmente a su compañero.


Misteriosas historias y datos confunsos acompañan siempre las
narraciones de quienes han entrado en contacto con ellos.

    Al llegar la hora de cierre en la Biblioteca nacional de Paría, el
autor Marius Alexander suspendió su investigación sobre el misterio de
los albigenses y su posible relación con el nazismo y devolvió los
libros que había utilizado. Pero dentro de uno de ellos olvido una
hoja con anotaciones personales sobre el símbolo de la cruz gamada y
la posible vinculación de Hitler y el nazismo con ciertas sociedades
secretas. Al día siguiente, cuando volvió a solicitar aquel libro
había escrito, en letra de imprenta: "Atención. Este tema es
peligroso. Le ordenamos que cese de investigar". Esa misma noche, en
el buzón de su casa, encontró un mensaje idéntico.

    Fabio Zerpa, otro conocido ufólogo e investigador, refiere casos
sorprendentes de los "Hombres de negro" en su libro "Los hombres de
negro y los ovnis". Dice que se ha sentido "observado , estudiado,
analizando, buscado y perdido por alguien o algunos seres extraños" ;
y que sus colaboradores "los localizan y tienen miedo a acercarse ; no
quieren acercarse a indagar, a preguntar".

    La revista norteamericana "Official UFO", tras haber sus
directores amenazas de muerte por teléfono por investigar demasiado
sobre el asunto ovni, fue asaltada el 16 de septiembre de 1.977 por
tres hombres vestidos con trajes oscuros y que llevaban gafas de sol.

    El comandante Bruce Cathie, de la Línea Aérea Nacional
Neozelandesa, descubrió en Nueva Zelanda cientos de antenas cuya
altura y orientación no correspondían a las de los radioaficionados y
observó que había una relación entre el emplazamiento de algunas de
ellas y lugares donde se habían visto ovnis. Cuando hizo una gestión
en el registro de radioaficionados sobre los propietarios de tales
antenas, el resultado fue curiosísimo: le dijo el empleado que
parecían todos parientes, pues todos ellos eran altos, delgados,
pálidos, hablaban con dificultad el inglés y, cuando iban a pagar sus
impuestos, vestían invariablemente de negro.

    Leo el caso de un doctor, conocido científico, que se dedicó a la
observación del fenómeno ovni, y que prefirió guardar el anonimato,
que en el curso de una reunión sobre el tema, advirtió la presencia en
la sala de un hombre extraño, alto y mal encarado, vestido con un
largo abrigo negro y que "actuaba de modo muy peculiar". Nuca se le
había visto en aquellas sesiones. En un momento dado, se puso de pie
se enfrentó al doctor, pidiéndole explicaciones sobre sus actividades
y sus planes, demostrando tener un detallado conocimiento del ellos,
incluso estar informado de un proyectado viaje del doctor, que éste
había mantenido en secreto.

    No concluyo aquí la cosa. Cuando tras la reunión, el doctor y sus
colegas se dirigían en un coche a casa de un amigo, el desconocido les
siguió, en una endiablada persecución y de no haber maniobrado ellos
hábilmente les hubiera hecho salir de la carretera. Después de ello,
el "hombre de negro" desapareció y no se le volvió a ver.

    El empleo del teléfono por lo "Men in Black" merece mención
aparte. Hay veces que el testigo o el investigador del fenómeno recibe
las misteriosas llamadas telefónicas aunque no figure su número en la
guía. Una voz anónima le amenaza. A veces se identifica como alguien
conocido, pero después comete algún error que le denuncia. En
ocasiones, se oyen extraños sonidos al otro lado del hilo.

    Se han dado casos de llamadas a otras personas por una voz que
finge ser la del observador, empleando incluso expresiones habituales
del mismo...

    "En tres ocasiones - dice el D. Scoot Rogo en "The haunted
Universe " (El universo encantado) -, me han ocurrido extraños
incidentes telefónicos en mi casa. No puede explicarlos ni
desecharlos. Frustran todos mis esfuerzos de comprensión.
Precisamente, los cito muy raras veces a causa de su extravagante
carácter".

    ¿Es una secta?, ¿Una organización secreta al servicio de alguna
potencia?, ¿O son habitantes de otro mundo que no desean que los
descubramos y que vigilan hasta donde llega nuestro conocimiento?.

    Esa piel pálida... esos ojos que no pestañean... Pienso si no
pertenecerán a seres e un mundo subterráneo, iluminado por un núcleo
solar mucho más débil y menos ofensivo que nuestro Sol...

    Fabio Zerpa dice que estos hombres tienen el abominable fin de
hacer desaparecer los libros del gran saber universal, las fuentes
desconocidas del saber, latentes en la Humanidad, y que pueden
encontrarse las huellas de esa conspiración tanto en Oriente como en
Occidente.

    Peter Krassa ve la mano oculta de los "Hombres de negro" en
inexplicables asesinatos y desapariciones de personas famosas y en
enigmáticos acontecimientos tendentes desde la más remota antigüedad a
cambiar el curso de la Historia. Y llega a preguntarse si los tres
Reyes Magos, que siguieron hasta el portal de Belén a aquella
sorprendente "estrella" (que ni se llamaban Melchor, Gaspar y
Baltasar, ni eran reyes) era en realidad...¡Hombres de negro !.

    Terminaré contando una extraña anécdota de mi propia vida, aunque
provoque la sonrisa del lector. Nunca sabré si fui objeto de una
broma, si detrás estaban los servicios secretos franceses o si lo
sucedido corresponde al tema de este trabajo. Pero no sabría
silenciarlo.

    Soy traductor y como tal recibo continuos encargos. Una noche,
cuando ya me había retirado con mi esposa a descansar, sonó el
teléfono. La voz del desconocido que a esa hora intempestiva me
llamaba dijo que se trataba de un asunto sumamente especial y urgente.
Mi comunicante se identificó como un comandante francés, de la
Agregaduría Militar de la Embajada Francesa en Madrid. Y dio su
nombre. Parecía hablar muy seriamente. Según el se requerían mis
servicios profesionales con la mayor urgencia. Se trataba de un asunto
de Estado. Tenía que ir a verle en el acto para traducir unos mensajes
por telex de la más alta importancia. Al negarme yo rotundamente a ir
a su oficina a aquellas horas , quiso simplificarlo citándome en la
Gran Vía, en la puerta de la Telefónica. "Me encontrará usted
enseguida - añadió, mido unos dos metros de estatura y soy muy
corpulento". Volví a negarme en redondo diciendo que lo que tuviera
que entregarme lo haría muy gustoso al día siguiente. Pero él insistía
una y otra vez, explicando que tenían mi nombre en sus ficheros como
traductor de toda confianza y me ofreció el precio que yo quisiera por
mi excepcional servicio. Yo continué negándome. Aquello me parecía
rarísimo. ¿Por que se me llamaba precisamente a mí a tales horas?. ¿No
tenían los servicios diplomáticos o secretos franceses personal capaz
de traducir un sencillo telex?. Ante la pertinaz insistencia de mi
comunicante, no tuve más remedio que cortar la conversación y deje
descolgado el teléfono...

    Pasé mentalmente revista a parientes, amigos y compañeros y no
pude encontrar a nadie sospechoso de una broma de ese tipo.

    A la mañana siguiente, hice una gestión personal tanto en la
Embajada de Francia como en la Agregaduría Militar de dicho país,
obteniendo la absoluta seguridad de que tal comandante no existía y de
que la llamada no procedía de ellos.

    Será un misterio que me llevaré a la tumba.