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[escepticos] Política sorpresa / Opinión en el Deia



http://www.deia.com/17-3-2004/DeiaOpin.htm


Política sorpresa 
Kepa Landa
 

Un cambio de gobierno en un Estado mínimamente democrático supone
siempre un desgaste de quien detenta el poder, y un cambio paulatino de
la opinión pública que pasa, normalmente poco a poco, a bascular su voto
hacia otra u otras formaciones políticas. Esto no es lo que ha ocurrido
en el Estado español el 14 de marzo. 

Los resultados del PSOE y la aparente debacle del PP no pueden leerse al
margen del aterrador atentado múltiple de Madrid del pasado jueves. Sin
su intervención en la vida de toda la ciudadanía, y por ello en la
campaña electoral, hoy estaríamos comentando una victoria más o menos
amplia del partido de derechas. 
El PSOE está donde está, porque el PP ha perdido las elecciones. Y las
ha perdido, porque su forma de hacer política ha chocado esta vez con la
sensibilidad de una parte determinante de votantes, que le ha castigado
con su voto. 
Esta coyuntura no puede impedir pensar que a pesar de la gestión del
naufragio del ??Prestige??, de la invasión de Irak, de la utilización de
las leyes para recortar derechos fundamentales, de la manipulación del
Poder Judicial, de los ataques a las estructuras más básicas de un
sistema democrático, esos votos no estaban movilizados para desalojar a
la derecha del poder. 
Ha sido necesario primero un trauma colectivo de dimensiones tan
gigantescas como el de Atocha y sus cercanías, y luego una descarada
manipulación de la verdad y de los medios de comunicación por parte del
Gobierno. La suma de dolor e indignación han motivado una reacción en
cadena, que ha posibilitado al PSOE subir casi tres millones de votos
respecto a las elecciones del año 2.000. Y esta cosecha de votos no se
puede apuntar ni al buen hacer de los socialistas, ni al tirón electoral
de su líder y las propuestas presentadas en campaña. 
Tampoco se puede dejar de constatar, que nueve millones y medio de votos
siguen apuntalando al PP. Apoyando una forma de hacer política que
entronca en las más profundas raíces del fascismo español. 
Rodríguez Zapatero llegará a la Moncloa esclavo únicamente de su propio
futuro. Porque en el pasado poco o nada ha hecho para contestar las
políticas del Gobierno de Aznar. No se le va a medir por la forma con la
que ha conquistado el poder, sino por el método usado al administrarlo.
Y no va a tener demasiado tiempo para empezar a actuar. 
Primero va a tener que solucionar un grave problema de posicionamiento
internacional de España. Y no lo va a tener fácil. Le van a presionar
desde EE.UU. y sus círculos de influencia, que son muchos y poderosos.
Le van a presionar también desde los aparatos del poder español. Y no va
a contar con mucha ayuda desde los círculos de opinión internos. Porque
no hay más que ver las reacciones ante las explosiones ocurridas en
Madrid. 
Se habla de dolor, tristeza y brutalidad. No se escatiman adjetivos.
Pero nadie pone el dedo en la llaga. Parece que el atentado se ha
producido en el limbo. Que no tiene causa alguna digna de mención o
análisis. Nadie quiere enmarcarlo en una guerra en un país extranjero,
en la que España está presente como parte activa. De ello escribiré otro
día. Pero el PSOE tiene que dar una respuesta contundente en este tema.
La salud futura de la ciudadanía española depende de ello. 
Luego va a tener que enfrentar un problema de estructuración política
interna. Catalunya y Euskal Herria (con perdón del Virrey) están
cuestionando un concepto único y uniforme de España, que choca con los
derechos más elementales de ciudadanos y pueblos. Y que hasta ahora ha
sido relegado. Primero so pretexto de una transición cogida con
alfileres, apoyada por el nacionalismo conservador de cada una de esas
colectividades. Luego por una política autoritaria, que ha negado la
existencia como pueblos a estas dos nacionalidades. 
En esta política de negación, el PSOE ha dado malas señales de
consistencia, coherencia y visión propia. Y han tenido que ser chispazos
de audacia política, procedentes de Catalunya, unidos a la necesidad de
Rodríguez Zapatero de respetar la autonomía del PSC, los que le han
sacado de la estela del PP. Habrá que ver si ahora que se ha soltado de
esa rueda, tiene fuerza y visión para esprintar con audacia y criterio
propio. 
Va a tener que enfrentar peticiones políticas claras procedentes de
catalanes y catalanas. Modificación del Estatuto de Autonomía, y nuevo
sistema de financiación autonómica. Y de su respuesta, del apoyo que
reciba de las fuerzas políticas catalanas, va a depender,
previsiblemente, la estabilidad de su gobierno. 
Y desde ese horizonte, debería contemplar sus relaciones con el País
Vasco. Porque los votos de las diferentes fuerzas políticas vascas se
han vuelto innecesarios para gobernar en Madrid. Pero parece evidente
que Rodríguez Zapatero se verá tentado a escenificar un acercamiento al
PNV, a cambio de convertir reivindicaciones soberanistas en reformas del
Estatuto de vascongadas. Y ése no es el mensaje que ha recibido desde
Catalunya. 
Jugar a conservar el poder le ha provocado un descalabro de grandes
proporciones a CiU. Y si las ??barbas del vecino?? se han pelado de
semejante manera, el aviso debe ser captado por todos. 
El PSOE en su acercamiento más que probable al nacionalismo vasco hoy
legal, puede apostar por repetir esquemas que tan flacos resultados han
dado en el pasado. Y la tentación de aceptar estas políticas desde
instancias de poder vascas puede abundar en ??años de nada?? a la hora
de avanzar en soluciones para este conflicto cuasi eterno en el que
hemos nacido y vivimos. 
Es momento de audacia política. Deben surgir retos originales desde la
izquierda nacionalista. Y se deben superar inercias y miedos desde la
derecha. Enfrente, el PSOE y su nuevo liderazgo, tienen que saber
administrar el mayor número de votos obtenido por un partido político
desde el franquismo. Si de verdad los políticos no son todos iguales,
ahora estamos ante una posibilidad de que se demuestre. 
Una acción armada tremenda que ha venido desde el exterior del Estado,
ha creado condiciones nuevas que no se deben desaprovechar. Porque aquí
y en Madrid, tenemos experiencias recientes de mala gestión de
escenarios políticos. Y echarse las culpas unos a otros no soluciona los
problemas. Nunca. 
Lo que no supo hacer Felipe González en 1982 puede hacerlo Rodríguez
Zapatero ahora. Su talla política depende de ello. Y lo mismo se puede
decir de políticos y formaciones políticas de nuestro ámbito.

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Pedro Luis Gomez Barrondo
Saludos escépticos desde Bilbao
Gargantua