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My first bow



Disculpen ustedes mi presencia en esta prestigiosa corrala, se muy
bien que no es posible y contradice todas las reglas de la ciencia,
en resumen que yo no puedo estar aquí.
Sin embargo, tampoco pueden estar aquí, y sin embargo están
esporádicamente, otros personajes que ya no están en el único sitio
en el que se puede estar.
Cierto es que ellos fueron y yo no he sido -al menos en el único
sentido en que se puede ser- pero reconocerán los contertulios que
menos probable que yo es cierto convecino que grita, amenaza e
insulta por doquier y atemoriza a las criaturas ... y al fin y a la
postre yo soy -nunca dejé de ser desde que fui por vez primera- mejor
investigador que él y, por ende, escéptico reconocido.
Y, disculpen el aspecto jactancioso de la proposición, soy el
investigador escéptico más conocido y traducido.

El motivo de mi visita es la invitación de cuatro amiguitos (fieles
lectores de mis aventuras con los que comparto la práctica musical)
bien conocidos por ustedes, que habitan en la nevera de uno de los
convecinos de esa prestigiosa corrala.
Mis amiguitos, atemorizados por los modos y maneras del mencionado
matón de la corrala, han sometido a mi experimentada consideración
diversos casos que excitaron mi natural curiosidad puesto que todos
ellos presentan aspectos que implican dos de mis grandes aficiones:
las matemáticas y la biología acerca de las cuales es motivo de gozo
departir con amigos fabulosos como Pitágoras o el Dr. Watson y amigos
eternos como el Dr. Doyle (quien ha tenido tiempo sobrado de
reconciliarse conmigo tras muchos años de desarrollar una fobia
contra mi que lo llevó a arrojarme por una catarata).

Por lo que me han contado mis amiguitos, existen en la corrala varios
misterios sin resolver a causa de la incapacidad expositiva y
discursiva de quien inventó las historias que se tornaron
misteriosas. Es decir:

Un triángulo rectángulo de forma estrambótica, de número
indeterminado de lados pero siempre distinto a tres, en cuya
configuración intervienen exclusivamente catetos.

Una mandíbula abandonada en un coche y recuperada milagrosamente en
Rumanía gracias a un fraude a la Seguridad Social.

Un vehículo extraterrestre que se metamorfosea de bólido para engañar
al Observatorio Astronómico de Santiago de Compostela.

Un buceador que no encuentra trabajo puesto que dice llamarse 
Francisco pero sus documentos de identidad acreditan que se llama
Juan y no puede darse de alta en la Seguridad Social.

Y un sinnúmero de personas frustradas (meteorólogos que desean ser
fotógrafos, letrados que aspiran a ser documentalistas, periodistas
que creen haber seducido monjas, novelistas que sueñan con ser
amantes de humanoides, asesores policiales que acosan sexualmente a
sacerdotes en programas de tele-basura, notarios que opinan de
química analítica, alcaldes que se consideran autoridades en
psicología colectiva, ...) que son retratadas con mal estilo
literario, peor ortografía e imaginación desatada por el antedicho
matón de barrio.

Les he aconsejado a mis amiguitos que no se preocupen por estos
temas, que ocupan su tiempo, desasosiegan su ánimo y les hace
arriesgar una agresión de tan violento y pendenciero personaje.

Sherlock Holmes
holmes en doyle.fabula.com