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[escepticos] RE: [escepticos] El verdadero disparate S.O.S VOS MAIMÓN
Retiro lo de la prosa, dejelo vuesa merced que me parece aún
más estrepitosa que aquel endeble ripio rimado con el que anteriormente
nos ha inundado. Y como una promesa hecha a vuesa eminencia el no cumplirla
sería mera indecencia bien alto os lo emito para ver si finalmente os
quedais haito y os dais por enteradito:
¡¡¡¡¡BRUUUUUUAGFFFF!!!!!!
- EL VERDADERO DISPARATE s.o.s
vooooooos.
“Luz
del alma, luz divina,
faro, antorcha, estrella, sol...
Un hombre a
tientas camina;
lleva a la espalda un farol.”
Antonio
Machado.
UNA IDEA LUMINOSA.
Cosa fuera de
razón, salida de razón y contraria a ella nos dicen
los
diccionarios que es el disparate. Cosa fuera de razón, que
sale fuera de
razón puede serlo. Pero ¿contraria a ella? El
disparate puede dispararse
contra todo, lo vivo y lo muerto, el hombre o
las cosas; lo único que no
puede hacer es ir contra la
razón de la que sale o que lo dispara.
No se hizo la
razón para el disparate, es verdad: pero sí se hizo, y
se
hace el disparate para la razón: para darle cauce y sentido,
dirección y
finalidad al pensamiento. Por eso, en esta
época de conformismo hemos de
empezar por reivindicar
razonablemente para el disparate aquellas
consideraciones que les
corresponden: las de la primacía del pensamiento.
El
verdadero disparate es atinado siempre. Por razonable o por racional:
o
por razonablemente irracional. Pues el disparate no es ni puede
equivaler
al desatino, y es lo más opuesto, lo más
contrario a la tontería. Aunque en
el lenguaje habitual se suela
confundir.
Generalmente, cuando alguien nos dice que piensa hacer
un disparate, es que
va hacer una tontería. Y efectivamente, el
que tal dice, acaba por hacer lo
que ha empezado por decir una
tontería. El disparate no se dice, se hace,
pues cuando el
disparate se dice, cuando el disparate se puede decir, es
que ya se ha
hecho. Del decir al hacer, en el disparate, no hay trecho
alguno. El
disparate es siempre dicho y hecho. Por eso es poético: creador.
Y
cuando el pensamiento se dispara de este modo, explosivo,
luminosamente
como el rayo, alcanza la máxima velocidad: la de la
luz. Y de ahí, el que
se diga “rápido como el
pensamiento”; como el pensamiento disparatado, que
es el
pensamiento relampagueante, luminoso. Eso otro, que también
suele
llamarse una idea luminosa, es siempre un disparate.
Lo
esencial en el disparate es tener razón: para dispararla. El
disparate
está cargado de razón si no no se
dispararía. Y un disparate que no se
dispara no es un disparate es
un dislate o un desatino o una tontería.
El disparate es,
como si dijéramos, ese disparo de lo dispar que es lo
más
chocante del hombre: lo definitivo del hombre entero y
verdadero; el hombre
único.
En este humano radicalismo
disparatado se encierra el secreto de toda
nuestra poesía
española. Secreto que se encuentra en el disparatado amor de
la
santa escritora de Avila que dice: “Vivo sin vivir en mí / y
tan alta
dicha espero / que muero porque no muero”.
¿Qué disparate mayor que éste?
Morir por no morir.
Vivir muriendo. Morir viviendo. Esta desesperada
espera: esta desigual o
dispar expresión viva de su ser que la disparata en
el tiempo. Es
esta la razón de ser de todas las formas disparatadas de
nuestra
poesía, de todos los disparatados lenguajes poéticos. Del
lenguaje
disparatado de nuestros mejores artistas; en pintura, en
arquitectura, en
escultura, en música. La expresión
disparatada de la vida, en fin, en todo
arte genuinamente español.
Esta humanización del arte es la verdad disparatada que
caracteriza al
verdadero arte español. La verdad humana de nuestro
más vivo pensamiento
que nos aparece plenamente arraigado en el
pueblo. Toda la literatura
española está escrita en la
sangre del pueblo español; y esa sangre, como
decía Lope,
“nos grita la verdad en libros mudos”, y es la misma que
sigue
gritándonos hoy su misma verdad disparatada. La verdad que
salta a los
ojos. El manantial inagotable que oculta su latido como si
fuese un
corazón; y lo es, el corazón lírico de toda
esta viva expresión humana en
que se extrema el lenguaje
disparatado de nuestro más hondo, íntimo,
verdadero
pensamiento. El poeta, puesto ya en el disparadero de este
pensar, que es
un sentir, un pensar y sentir la vida que cala hasta los
huesos; nos dice
este extraordinario, asombroso disparate: “Ven muerte tan
escondida
/ que no te sienta venir, / porque el placer de morir / no me
vuelva a
dar la vida”.
Francisco Arias Solis
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