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[escepticos] Artículo de Javier Armentia



Este artículo de Javier Armentia fue publicado el domingo 14 de febrero en
El Correo, y otros periódicos del Grupo Correo.
Un abrazo,

Luis Alfonso

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Detrás de la vida

El Centro de Astrobiología escudriñará desde España el Universo en busca
de seres extraterrestres

Javier Armentia

Qué tienen que ver unas bacterias capaces de sobrevivir a varios
kilómetros de profundidad en el fondo marino junto a manantiales
sulfurosos con la búsqueda de planetas en torno a otras estrellas? ¿Por
qué investigar meteoritos escondidos en el hielo antártico está
relacionado con la posibilidad de que existan océanos en una luna de
Júpiter? ¿Y en qué manera el estudio de la evolución de la capa de ozono
terrestre puede ligarse a proyectos de sondas espaciales que se
acercarán a cometas? Aunque parezca extraño, todas estas líneas de
investigación intentan responder a las mismas preguntas. Se enfocan en
la llamada Astrobiología, una nueva ciencia de ciencias en la que España
jugará un papel puntero.
Se acaba de presentar en Madrid el Centro de Astrobiología (CAB), una
iniciativa conjunta de la agencia espacial norteamericana ?la NASA? y el
Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial español. Biólogos, geólogos,
bioquímicos, físicos, ingenieros y astróno- mos van a plantearse
cuestiones que hace bien poco parecerían más dominio de la teología:
¿cómo se originó la vida en la Tierra? ¿Cuál será su futuro? ¿Hay otros
mundos habitados?
El físico Juan Pérez Mercader es el alma mater del CAB. Hoy se declara
entre feliz y abrumado: el sueño que le obsesiona desde hace varios años
tiene ya cimientos ?más de 1.000 millones para invertir en las
infraestructuras precisas?, pero ahora comienza el trabajo duro. Debe
conformar el equipo humano, edificar un centro en Torrejón y, sobre
todo, dar a conocer el interés y la prioridad de este proyecto en un
país en el que los presupuestos de investigación siguen siendo los
menores de Europa.
El CAB no parte de cero. España dispone de científicos que ya están
trabajando en líneas de investigación relacionadas con la Astrobiología.
Además, va a funcionar en estrecha relación con el NABI, el Instituto de
Astrobiología que la NASA y once universidades norteamericanas empezaron
a desarrollar hace medio año.
Un origen incierto
Cuando los científicos se preguntan sobre si hay vida fuera de la
Tierra, saben que previamente deben definir con precisión lo que buscan.
Y lo cierto es que el único ejemplo que tenemos a mano es la  propia
vida terrestre. Algo que plantea nuevas y numerosas incógnitas. Pensemos
que, posiblemente hace unos 3.800 millones de años, cuando el planeta
comenzaba a enfriarse (sólo 100 millones de años antes había sufrido un
impacto cósmico que casi lo rompe en dos, cataclismo del que nació la
Luna), algo sucedió en los océanos recién formados que cambió la
historia de la Tierra.
A través de una compleja maraña de reacciones químicas, partiendo de
ingredientes que existían en abundancia ?agua, energía, moléculas
sencillas??, se produjo un suceso cuya probabilidad o improbabilidad se
desconoce. Aparecieron moléculas capaces de replicarse, de reproducirse,
transmitiendo así información de las generaciones precedentes a las
siguientes. Más tarde, esas moléculas aprendieron a protegerse del
entorno cambiante, desarrollando membranas. Unos cuantos pasos más
llevaron a las primeras células, las primeras bacterias, las primeras
algas? La forma tan eficiente de estos seres primigenios para nacer,
desarrollarse, alimentarse, multiplicarse y morir supuso un éxito a
escala planetaria: en unos pocos millones de años, la vida era un
fenómeno global.
Pero en este relato genesíaco hay muchos huecos; factores que
desconocemos, y que bien pudieran ser cruciales. El CAB intentará
avanzar en el conocimiento de estos procesos y en la determinación de
los principios generales que podrían gobernar la aparición de la vida.
En nuestro sistema solar hay cerca de una decena de planetas, un
centenar de lunas, centenares de miles de asteroides y cientos de
millones de cometas. ¿Es la Tierra el único lugar donde se dieron esas
condiciones adecuadas?
Marte, por ejemplo, resulta muy parecido a la Tierra. Aunque, desde
luego, no presente signos de vida a gran escala, por mucho que algunos
iluminados hayan querido ver restos de antiguas civilizaciones en
formaciones geológicas del planeta rojo. La masiva campaña que, desde
hace un par de años, han lanzado diversas agencias espaciales para
investigar a fondo este mundo va a proporcionar numerosos datos, que
podrán permitir conocer si, en épocas remotas, cuando había agua sobre
la superficie del planeta, llegaron a formarse seres vivos.
Tras los pasos de Clarke
Hace tres años, unos restos químicos hallados en un meteorito procedente
de Marte recogido del hielo antártico ?el ALH4001? hicieron creer a la
comunidad científica que contenían la prueba de que eso había sucedido.
El análisis posterior de los datos desinfló por completo la historia,
pero, realmente, no sería extraño que algo similar hubiera ocurrido. Por
el momento, sin embargo, la existencia de marcianos no es más que una
atractiva posibilidad.
Desde hace dos años, una sonda automática que viajó más de mil millones
de kilómetros hasta Júpiter investiga el sistema de lunas de este
planeta gigante. En Europa encontró evidencias de que, bajo su corteza
helada, existe un océano; posiblemente, de agua salada. ¿Se habrán
desarrollado allí seres vivos capaces de utilizar el calor interno del
planeta? Algo así imaginó Arthur Clarke en 2010: Odisea 2, la
continuación de su famosa novela espacial.
En otras lunas de Júpiter, quizá en alguna de Saturno, e incluso, según
los últimos datos, en Caronte, la luna de Plutón, pueden existir algunos
de esos ingredientes que se debieron mezclar en la redoma que era
nuestro planeta para dar lugar a los seres vivos. Fascinantes
posibilidades que, durante los próximos decenios, quizá produzcan la
noticia más importante de nuestra historia: la confirmación de que no
estamos solos en el Universo.
Los astrofísicos estiman que, posiblemente, en torno a la mitad de las
estrellas de nuestra galaxia pueden existir planetas. Y que algunos
podrían ser adecuados para la vida. Aún no se ha descubierto ninguna
Tierra 2. Pero los astrobiólogos pretenden realizar observaciones en
busca de vida exterior.
El CAB se irá constituyendo en los próximos años como un importante
centro investigador. Una de las características que le diferencian de la
anquilosada investigación tradicional española es su clara vocación
divulgadora y social. Algo importante para entender y valorar en su
justa medida en qué se gasta el dinero. Y, por alejado del mundo que
pueda parecer, rastrear la vida en el Universo es algo que realmente
merece la pena.