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[escepticos] Artículo de Pedro Caba en El Correo



Artículo publicado por Pedro Caba en El Correo hoy mismo
(http://www.diario-elcorreo.es),

Las otras medicinas

Pedro Caba

El éxito que alcanzan actualmente las llamadas medicinas alternativas y sus
técnicas derivadas constituye un fenómeno social que es necesario analizar y
explicar sin eludir el debate. El trato sesgado de algunos medios de
comunicación, en ocasiones rábulas de estas actividades, promueve las
paramedicinas. Ultimamente, se ha difundido una sorprendente noticia
referente al Servicio Andaluz de Salud que propone que las consultas de los
centros públicos compartan la medicina actual con procedimientos ancestrales
que corresponden a periodos históricos de culturas precientíficas y que son
favorecidos por el pensamiento acrítico predominante. Del incuestionable
carácter incompleto del saber científico, se benefician pseudociencias que
ofrecen a la opinión pública una respuesta global y asequible sobre la
enfermedad y el sufrimiento humanos. Asistimos a una confusión terminológica
no siempre desinteresada, en la que no se diferencia la medicina tradicional
de la  alternativa, la medicina popular de las paralelas y los tratamientos
avalados científicamente de las pseudoterapias.
Las medicinas primitivas son innumerables, difieren según el lugar
geográfico y el patrimonio cultural de cada sociedad, y se fundamentan en
elementos comunes: religión, mundo sobrenatural y tabúes. La enfermedad es
consecuencia de fuerzas maléficas que requieren la intervención del chamán o
hechicero. Restos de antiguas supersticiones que formaron parte de estas
medicinas primitivas todavía persisten parcialmente en el imaginario de
nuestra época.
Las medicinas tradicionales son un conjunto de saberes empíricos y creencias
religiosas , y disponen de un corpus doctrinal constituido por conceptos
derivados de la observación y la experiencia; junto a tradiciones
mágico-religiosas, utilizan conocimientos y técnicas terapéuticas que, en
algunos casos, han precedido a la medicina moderna. Estas medicinas
populares fueron la única respuesta ante la enfermedad y el dolor en las
antiguas culturas, donde tuvieron su vigencia histórica. Su carácter
precientífico hay que examinarlo desde su propia racionalidad. Constituían
sistemas coherentes que integraban los conocimientos de su época. Las
medicinas tradicionales hay que situarlas en relación disimétrica con las
corrientes alternativas actuales a la medicina oficial. En la transición de
la medicina popular a la ciencia moderna, es cuando se formalizan y
dogmatizan sus principios teóricos. Así, la medicina ayurvédica, la
acupuntura o la homeopatía, entre otras, fueron prácticas médicas en unas
civilizaciones con exiguos conocimientos científicos.
Las medicinas populares son apoyadas por la Organización Mundial de la Salud
como terapias tradicionales de relativa eficacia mientras no logren los
pueblos un desarrollo social que les permita disponer de los avances de la
medicina científica. En muchos países de Iberoamérica, Asia y Africa,
coexisten ambas prácticas sanitarias, aunque a la medicina popular recurren,
en su mayoría, las clases desfavorecidas y a la moderna, los privilegiados.
La esperanza de vida de estos últimos casi duplica la de los primeros,
aunque la causa no sea sólo la atención médica.
Las medicinas alternativas son, por su parte, prácticas sistematizadas de
terapias no verificadas que constituyen la expresión dogmática de doctrinas
vigentes en su tiempo, derivadas de concepciones precientíficas. En general,
se basan en el efecto placebo -al que también recurre la medicina
científica, en ocasiones- de determinados procedimientos o en la
administración de sustancias inertes. Pueden mejorar algunos síntomas
subjetivos asociados a la enfermedad: ansiedad, aflicción, temor al dolor y
la muerte. Son medicinas alternativas la homeopatía, la acupuntura, la
osteopatía, el naturismo, la fitoterapia, la medicina robótica, la
iridología, la quiropraxia, la reflexoterapia y otras muchas.
La acupuntura, por ejemplo, es una práctica empírica milenaria china
derivada de su visión cosmogónica, según la cual el universo surgió de la
acción recíproca entre el principio activo, caliente, masculino, positivo
(yang) y el principio pasivo, oscuro, femenino, negativo (yin): la dualidad
básica. El equilibrio entre el defecto y el exceso, lo negativo y lo
positivo, el yin y el yang, es el tao. La medicina antigua está asociada al
taoísmo, que fue adoptado por Confucio (siglo V a.C.) y cuyos preceptos,
descritos en el texto Nei Ching (2600 a.C.), son la base teórica de la
acupuntura. La energía se desplazaría por doce canales o meridianos
simétricos y dos impares. En 1973, China comunicaba a la OMS que había
erradicado la viruela y el cólera y casi eliminado las enfermedades
venéreas. Estos resultados se obtuvieron no con la acupuntura, sino con
vacunas y antibióticos.
La homeopatía, asimismo, se basa en el concepto «lo semejante se cura con lo
semejante». Fue el lema de Hahneman, su creador. Utiliza sustancias diluidas
en dosis infinitesimales mediante una enérgica agitación en el plano
vertical con choque contra un tope elástico, y así treinta veces en
sucesivas diluciones de una en noventa y nueve partes. Lo más probable es
que un producto homeopático no contenga ni una molécula del elemento que
anuncia o, en todo caso, trazas infinitesimales. La homeopatía tuvo su
justificación en sus comienzos (siglo XVIII) como reacción a una práctica
médica académica en la que se usaban con profusión sangrías, crísteles y
purgas. Hoy, ha derivado hacia una impostura ineficaz y charlatanesca.
La integración en la red pública de la sanidad española de estas prácticas
médicas fraudulentas, según ha anunciado el portavoz del PSOE en el
Parlamento andaluz, José Caballos, con el pintoresco argumento de que los
andaluces gastan anualmente 4.000 millones en las medicinas alternativas,
conmueve por su ingenuidad o ignorancia. El Ministerio de Agricultura
debería, siguiendo este razonamiento, patrocinar el Calendario Zaragozano;
en los viajes espaciales, habría que tener en cuenta el horóscopo; el éxito
electoral y el posible acceso al poder tendría que vaticinarse no según las
encuestas de opinión, sino consultando a Rappel y Aramis Fuster. ¿Y por qué
no introducir en la Seguridad Social los productos milagro: pulseras para
curar el reuma, píldoras rejuvenecedoras, plantas exóticas laxantes,
lociones anticaída del pelo, chicles antiasténicos y muchos otros?
Cualquier procedimiento o fármaco financiado por la Seguridad Social debe
tener probada efectividad, y no hay que introducir terapias con fines
electoralistas o políticas populistas. La medicina, como toda ciencia, es
fragmentaria, provisional en sus conclusiones y transitoria hacia el
progreso. El objetivo de la ciencia consiste en elaborar teorías fiables
para predecir hechos y codificar experiencias. Si el pensamiento científico
se dogmatiza y se proclama poseedor de la verdad absoluta, ya no es ciencia.
Ciencia y creencia son esencialmente distintas e irreductibles.
La única alternativa a la medicina es una medicina más científica, eficaz y
humanizada. Es decir, una medicina mejor. Como dice Saramago, «no se puede
permitir que la mentira universal sustituya a las verdades plurales».

Pedro Caba es médico, ex vicepresidente de la Organización Mundial de la
Salud y miembro de ARP-Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico.