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[escepticos] De psicosis... (LARGOOO) (ERA: RE: [escepticos] Apostillita sobre psicoterapia y algo más...)
Saludos....
os veo en interesante discusión sobre el tema.... Casualmente (porque estas
cosas son casualidad), un texto mío en cierto modo relacionado con el asunto
se publica en el número de diciembre de la revista ARTyCo. Ahí os lo
lanzo.... perdón porque es largo.
Saludos
javier a.
¿QUÉ SUEÑAN LOS MONSTRUOS?
Un tratado incompleto sobre la psicosis.
Psicosis, o sea "condición de la mente", normalmente mala condición, es
decir, enfermedad. ¿Cuál es el estado normal de la mente, nos podríamos
preguntar? Tenemos siempre la sensación, al hablar o pensar de "la mente"
que se trata de algo ajeno a nosotros. Siglos y siglos en los que nos han
vendido la separación entre cuerpo y alma, o sea, entre cuerpo y mente, que
lo hemos somatizado, y nos representamos una especie de homúnculo viviendo
entre los billones de conexiones neuronales, que se llama como nosotros, que
dirige, a modo de comandante Kirk, el resto de la nave. La psicosis,
tendemos a pensar, es la locura de ese navegante. No la nuestra.
Lo cierto es que psicosis es un término extraño, porque describe un síntoma,
no una enfermedad. Porque son muchas las enfermedades que llevan a
experimentar episodios psicóticos... o a residir de lleno en la psicosis. En
cualquier caso, el problema terminológico no es nada en comparación con el
descriptivo. ¿A qué nos referimos realmente? Por ejemplo, se suelen apuntar
a varias características en los tratados de psiquiatría. Vamos a irlas
analizando porque nos pueden conducir a mundos interesantes...
1. Una falta de percepción sobre el estado mental propio. Se suele
considerar esto como un factor que puede avisar de la psicosis. A veces se
convierte en una sensación de que alguien o algo controla nuestra mente, o
ha colocado esos pensamientos dentro de nosotros, que no podemos hacer nada
para evitarlo.
2. Tener un conocimiento, percepción o interpretación que normalmente no es
compartida por el resto de personas de nuestro mismo entorno sociocultural.
Es decir, podemos tener alucinaciones, percepciones vívidas de que algo
sucede (o nos sucede) que el resto de personas no tiene. Podemos también
interpretar lo que percibimos de una manera diferente. A veces establecemos
nexos de unión, o causalidad, entre sucesos, de una manera que no es "lo
normal". Más aún, podemos tener la sensación de que los locos son ellos, que
no se dan cuenta de lo patente, lo obvio.
Las dos características principales muestran cómo puede ser muy sencillo,
cómo ha sido muy sencillo a lo largo de nuestra historia, interpretar como
psicóticos cualquier comportamiento asocial, o antisocial; en una sociedad
psiquiatrizada la disidencia política podría ser convertida en enfermedad,
por ejemplo. De la misma manera que en una sociedad levítica, la disidencia
se convierte en pecado. Que viene a ser lo mismo, conste. Un análisis de
este problema a lo largo, sobre todo, de los años 50 y 60 condujo a
movimientos antipsiquiátricos, a una interpretación de la locura en términos
sociales y culturales. Los locos no eran sino un residuo estadístico dentro
de una sociedad normal. Su psicopatía no era más que sociopatía, muy
normalmente provocada por circunstancias socioeconómicas. El lamentable
hecho de que los manicomios fueran vertederos humanos, que la atención
médica y asistencial fuera acorde con esos lugares no hacía sino mostrar a
las claras la necesidad de una revolución. Uno no podría decir, visto lo que
fue pasando después, el desmantelamiento de una red asistencial que debería
haber sido mejorada, el soltar a las familias a sus locos sin más... etc, si
la revolución fue en la dirección adecuada. Más bien no, como suele pasar
cuando las cosas se hacen por los dictados de la moda.
Paralelamente, de todas formas, y poco a poco, el estudio de la mente en sus
niveles bioquímicos, iba mostrando otra realidad. De la misma manera que los
conceptos de la mente se iban plasmando en estructuras físicas, en
transportes de sustancias, los neurotransmisores, entre las sinapsis entre
neuronas, la enfermedad mental empezaba a hacerse patente como mal
fisiológico... unas veces como un imbalance en los niveles químicos, otras
veces como funcionamientos anómalos de las estructuras que debían. Poco a
poco, la enfermedad mental ha ido adquiriendo ese carácter de enfermedad
fisiológica. Una vez más, la ciencia ha ido juntando lo que el mito había
separado: cuerpo y alma, mente y cuerpo.
REPERTORIO DE LA PSICOSIS
El término que se nos antojaba impreciso, confuso, o maleable por la opinión
pública, va tomando así una existencia real. Se convierte en un repertorio
de enfermedades, de síndromes, que conviene recorrer.
Esquizofrenia
"Tengo alucinaciones, a veces serpientes me recorren el cuerpo mientras
descanso en el sofá. Otras, me suben hormigas y me rodean la cara. También
puedo oir voces, dentro de mí. Son a veces voces amigas, otras me mandan
hacer cosas. Lo malo es cuando discutenn entre ellas sin hacerme caso. Y no
puedo sacarlas de ahí dentro, ni hacer que se callen. Lo cierto es que a
veces soy Dios, o Dios se apodera de mi cuerpo. Otras son extraterrestres,
fuerzas muy poderosas que toman control de mi cuerpo..." Un 1% de la
población siente alguno de estos síntomas. Son esquizofrénicos, y aún no se
sabe qué lleva a sufrir esta enfermedad. Aparece a menudo en la adolescencia
o hacia los veinte años. Tiene un marcado componente hereditario. Y no se
cura, aunque puede ser tratada y el esquizofrénico llevar una vida normal, a
veces con episodios de demencia solamente, gracias a medicación y también
podría ser que con terapia congnitivo-conductual.
Desorden esquizoafectivo
Sumemos una esquizofrenia a cambios súbitos del estado de ánimo: manías o
depresiones. Lancemos unos días los síntomas de unas, otros días los de
otras, a veces todo a la vez. Tenemos así un complejo cuadro que a veces se
trata con medicamentos antidepresivos, otras ha llevado al paciente a
tratamientos electroconvulsivos (o sea, los llamados electroshocks). Como en
la esquizofrenia, ni el origen ni la cura se conocen. Pero la enfermedad se
logra paliar, al menos en sus efectos más intensos.
Trastorno bipolar (maniaco-depresivo)
Por lo menos he sufrido dos episodios en los que mi estádo de ánimo, mi
capacidad de hacer cosas, se han visto seriamente alteradas. A veces me
siento capaz de comerme el mundo, le llaman manía o hipomanía. Otras el
mundo se me ha comido del todo, la depresión.
Los episodios maníacos suelen durar menos que los depresivos (típicamente,
los primeros entre medio mes y dos meses; los otros medio año normalmente).
Se suelen distinguir seis tipos diferentes de esta enfermedad, según
incluyan o no los diferentes episodos de actividad o depresión. Algunos
aparecen en la infancia, otros durante toda la vida. Lo normal de esta
enfermedad hace que la farmacopea asociada sea muy extensa. Del litio al
Prozac. Antidepresivos, anticonvulsivos, neurolépticos, benzodiacepias...
consiguen disminuir ese porcentaje de un 10% de suicidios entre personas que
sufriendo esta enfermedad no han sido tratadas adecuadamente. Hay causas
físicas, como problemas hormonales (las mujeres suelen tener más ciclotimias
que los hombres, a veces tras el parto, otras en la menopausia, por
ejemplo). Hay una directa conexión con el consumo compulsivo de sustancias
adictivas. ¿Se cura? A veces es difícil decir que no, otras a uno le vuelve
una mirada acuosa y perdida de vez en cuando, tras dejar de tomar los
medicamentos que reponen el trabajo neuronal. Otras veces, esa mirada
aparece cuando se teme que nunca se podrá dejar de tomar la medicación.
Trastornos paranoides
Uno tiene convencimiento de algo que sucede, pero el resto del mundo sabe
que no es real. O eso me dicen. Posiblemente porque me quieren volver loco.
Lo cierto es que no han conseguido encontrarme nada. A veces me temo que
realmente me pasa algo, otras me temo que es mi familia, mis amigos o en el
trabajo donde me están puteando. Cómo no, si a veces siento que es todo el
mundo el que se ha puesto en contra mía.
Se suele estimar que estos trastornos paranoides afectan a 3 de cada mil
habitantes. Son muy variados: el síndrome de Capgras (cuando uno cree que
una persona cercana ha sido "sustituída" por un impostor); el síndrome de
Cotard (cuando uno cree que ya no existen o están a punto de dejar de
existir su familia, su dinero, el resto del mundo o a veces partes de su
propio cuerpo); el síndrome de De Clerambault (la "erotomanía", cuando uno
cree que otra persona, normalmente superior jerárquica o socialmente, o un
famoso, está enamorado perdidamente de él); el síndrome de Fregoli (uno
imagina que una persona cercana ha va a por uno, tomando apariencias o
identidades diferentes para cumplir su fin); la psicosis inducida (llamada
"folie à deux", uno comparte las psicosis de alguien cercano, a quien
considera en cierto modo superior); el celo patológico (uno está convencido
de que la pareja le engaña continuamente); las ilusiones persecutorias
(llamadas "querulantes": uno se siente perseguido o asediado por otra
persona). [Nota: todos ellos son psicosis salvo cuando son reales, algo
obvio que, en cualquier caso, conviene mencionar.]
El tratamiento de estas ilusiones paranoides es tan variado como cada una de
ellas lo es. A menudo el paciente no puede saber que todo es ilusorio, y si
es llevado al médico, todo será parte del complot que cree que existe contra
él. Hay medicamentos antipsicóticos que pueden ser empleados, como
clorpromacina, droperidol, flupentixol, flufenacina, haloperidol,
tioridacina, trifluoperacina, zuclopentixol, clozapina, olanzapina o
risperidona... Qué nombres para sustancias capaces de hacer desaparecer ese
amor patológico que siente por mí Sharon Stone. O no, porque no siempre uno
puede volver de esos síndromes al mundo real.
Conforme extraía el repertorio (incompleto, pero creo que globalmente
correcto) de las psicosis, iba sintiendo -acaso como le haya estado pasando
al lector- que yo mismo había tenido o tenía parte en ello, que había
territorios dentro de mí psicóticos. Si a ello uniéramos otras enfermedades
que también afectan a la memoria, a la capacidad de razonamiento o
percepción, o que provocan ataques durante los cuales desaparece esa razón
navegante que parece llevar todo nuestro organismo adecuadamente, podríamos
empezar a sentirnos un fragil barquito en un mar de enfermedades.
Cuando el sueño de la razón produce monstruos, podemos pensar qué sueñan los
monstruos, qué otros monstruos duermen agazapados ahí dentro. O ahí fuera.
Tantas neuronas como estrellas tiene nuestra Galaxia están conformando ese
preciado don de kilo y pico de peso dentro de nuestro cráneo. Que estiran
sus dendritas tocándose casi unas con otras por esas sinapsis que en número
se nos hacen casi infinitas. Sólo cuando todo va bien, todo va bien. Y
Perogrullo sabe que esta afirmación es terrible, porque significa que cuando
la menor cosa no funciona, todo puede ir mal.
Javier Armentia