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[escepticos] Internet, el genoma y nosotros...




Hay una palabra que ronda como la mosca de los tontos alrededor de mi cabeza, y esa palabra es "batiburrillo". No es una gran palabra leída así, a sotavento, pero tiene sinónimos más elegantes: "miscelánea", "caldo de cultivo", "de todo mezclado", o sea: batiburrillo.


Internet y el genoma humano tienen en común algunas cosas, y una sobre todo entre ellas: la basura. Sólo sé lo que he leído en los periódicos y lo que he escuchado en la radio, y ahora mismo estoy navegando a través de mi memoria (que no es demasiado buena, tengo que decirlo). Según parece, algo así como el noventa por ciento del material genético de nuestras células es basura, cadenas de ADN sin progresión, restos de cromosomas, migas de experimentos del pasado (y quién sabe si del futuro) producto de la irrupción de virus y bacterias y mutaciones a lo largo de la historia de nuestra presencia como seres vivos sobre la tierra. Sólo un pequeño porcentaje de esa materia pequeña que late en las piezas más pequeñas del puzzle que somos parece tener alguna utilidad, y esa utilidad es todo lo que somos orgánicamente. Son el porcentaje necesario para que exista el bazo, las uñas, las neuronas, el pelo, etcétera.

En la elucubración que me estoy cocinando sin ningún pudor, internet tiene bastantes concomitancias con todo aquello. Es una red, una red de comunicación e información y desinformación construida con miles, millones de voluntades de estar presentes en ella. Páginas personales, grandes corporaciones, islas piratas, pornografía refinada, pornografía vulgar, universidades, chats de amor, chats de odio, periódicos, radios irlandesas y taiwanesas, búsqueda de vida extraterrestre? Todo busca unirse a algo, comenzar alguna cosa y mantenerse. Saltando como si nada sobre autopistas y montañas, sobre países y continentes, algunos millones de personas comienzan a creer que la soledad será a partir de ahora algo elegido, una opción. Las cadenas de información se unen y se desunen, y a la vez que empieza a amontonarse la basura, otros logros comienzan a asentarse, lentamente, pulso a pulso: una red de comunicación planetaria por fin, como habíamos leído en las novelas de ciencia ficción hace sólo quince o veinte años.

Estamos asistiendo al nacimiento de un genoma muy gordo, pero igualmente inextricable. Igualmente lleno en su mayor parte de basura. Igualmente creador de órganos que a partir de ya serán obviamente necesarios para la evolución de nuestra especie en este planeta, con faltas ortográficas de por medio, con la generación de nuevos lenguajes mestizos, con la aparición de nuevas formas de contacto entre los seres humanos, con la intromisión de los cromosomas de la nueva red en los terrenos hasta ahora patrimonio de las instituciones, los puestos fronterizos, las murallas chinas.

No quiero ni puedo olvidar que la primera gran muralla china es la de la miseria, pero quiero creer que este nuevo genoma humano, hecho no ya de la materia que encierran las células sino de la actividad que la suma de esas células, individuo a individuo, da, acabará por cambiar las cosas. Así como el peor enemigo del racismo es la información y el conocimiento, el peor enemigo de la pobreza es la comunicación. E internet es un virus de comunicación, de comparación, de posibilidades.

Nosotros somos los tatarabuelos. Nosotros somos los pioneros en esta experiencia anónima, y es excitante, ¿no os parece? Aunque dentro de un siglo, o dos, o cuarenta, o cien, acabemos formando parte de la basura del contenido genético donde finalmente apareció algo útil -una vez más. Cuando ya el genoma humano de nuestro interior esté archisabido, y empiecen a dibujar el mapa del genoma exterior de nuestra especie en este planeta. Cuando todo continúe, como así ha sido siempre.

Abrazos.

María.