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[escepticos] mas sobre vacas locas



Hace muchos dias que no hablamos de las vacas locas, los medios de comunicacion se han calmado un poco, pero aunque sea pesado  os envio un articulo  (espero que sin patas de mosca ) que se ha publicado hoy en el diario El Mundo.Cuando un  "Dotor" y "Pofesor" opina de algo que no  domina, aunque trabaje en el hospital "La Pa" y en la "Computense" pues .... eso.
Deciais algo estos dias  de los profesores de ciencias, pero ¿que pasa  con los "pseudoexpertos" titulados y graduados?.
 
 
 
 
Domingo, 18 de febrero de 2001

TRIBUNA / CRISIS DE LAS «VACAS LOCAS»
UNA FACTURA QUE PAGAMOS TODOS
El autor desmiente muchos de los tópicos en relación con la
enfermedad de Creutzfeld-Jacob y afirma que no hay ningún caso
demostrado científicamente que pruebe la intoxicación de humanos
a través de las «vacas locas».

LUIS ENRIQUEZ

Una nueva variante de la enfermedad de Creutzfeld-Jacob fue
anunciada por el Gobierno británico en 1996. Esta entidad
corresponde a un grupo de enfermedades que son conocidas como
encefalopatías espongiformes y que han sido observadas en
humanos y en algunos animales, fundamentalmente rumiantes.

En 1986, patólogos-veterinarios ingleses describen en el
cerebro de dos vacas la Encefalopatía Espongiforme Bovina, mal
de las vacas locas. Es preciso señalar aquí que las vacas habían
sido alimentadas con piensos fabricados con harinas de restos de
animales, violentando la cadena alimentaria, es decir,
utilizando productos cárnicos, «proteínas animales» (tóxicos
para herbívoros).

Se ha intentado relacionar estas dos enfermedades, animal y
humana, desde el punto de vista epidemiológico. Estas
enfermedades ya eran conocidas desde la antigüedad. Plutarco,
Colmuela y Plinio el Viejo se referían al hecho de que, cuando
las vacas comían restos de animales, se volvían raras y se
morían.

En 1732 se descubre una enfermedad veterinaria (Scrapie) en
ovejas y cabras, llamada también tembladera o prúrigo maligno y
que es idéntica a la de las vacas inglesas. Primera precisión:
no hay un solo caso en la literatura médica que demuestre el
contagio entre oveja y persona.

En 1921, Creutzfeld (un caso) y Jacob (cuatro casos) describen
en humanos la enfermedad que lleva su nombre (CJD) y que también
es una encefalopatía espongiforme. Esta tiene una frecuencia de
un caso por millón en Estados Unidos y un caso por 500.000 en
Inglaterra. Tiene un componente genético en el 15% de los casos
y es idéntica a otras dos (el insomnio maligno y la GSS, que son
genéticas en el 100%). Por no dejar ningún cabo suelto, conviene
recordar otra enfermedad humana, el KURU (enfermedad local de
Nueva Guinea que se acabó cuando se controlaron los hábitos de
canibalismo en la región).

El conjunto de todas estas enfermedades son producidas por
priones. La palabra prión fue creada en 1982 para dar nombre al
agente causal de las encefalopatías espongiformes. El prión es
una proteína desprovista de ácidos nucleicos (DNA y RNA)
presente en todos los vertebrados, con peso molecular preciso,
que contiene alrededor de 250 aminoácidos; pero no se conoce su
función. Se distinguen dos moléculas posibles, una llamada PrPc
(no tóxica) y PrPres (resistente a la degradación proteolítica)
que causa estas enfermedades.

Por los datos de que disponemos en la actualidad, no hay en la
literatura médica ni un solo caso demostrado científicamente por
el cual se pueda justificar o relacionar infección-intoxicación
a humanos a través de las vacas locas.

En Inglaterra, desde 1994 al año 2000 hubo 75 casos en humanos
(Andrews, 2000), más dos casos franceses y uno irlandés, sin
variación significativa actual.

La mayor ingesta de harinas animales y despojos para la
alimentación de las vacas es anterior a julio de 1994.

Sin duda, las vacas han sido intoxicadas por la ingesta de
harinas de animales y despojos utilizados para fabricar piensos.

Se ha conseguido reproducir las lesiones anatómicas de la
enfermedad en animales de laboratorio y chimpancés, siempre
previa manipulación genética.

No está demostrado el contagio de humano a humano a través de
transfusiones de sangre. Aquí quiero referirme a un hecho: en
Irlanda se han preparado 189.000 dosis de vacuna antipolio, con
un pool de sueros entre los que había alguno procedente de
enfermos con CJD, y el Gobierno los ha autorizado.

No existe en la actualidad ningún test que detecte la
enfermedad prácticamente en ningún estadio que no sea el estudio
anatomopatológico post mortem.

Finalmente, los toros bravos han sido criados con pastos y con
la garantía de que los ganaderos no han utilizado harinas
animales para fabricar sus piensos. Sus carnes no son tóxicas,
de manera que esas medidas excepcionales por las que hay que
pagar mucho dinero son una barbaridad que no se fundamenta en
ningún hecho científico.

Luis Enríquez es doctor y profesor de Medicina en la
Universidad Complutense de Madrid.