[Date Prev][Date Next][Thread Prev][Thread Next][Date Index][Thread Index]

[escepticos] Pierce (y Carmen Llamas)




Os pego una web sobre Pierce: http://www.antroposmoderno.com/biografias/Peirce.html
Y seguido un estudio al respecto de Carmen Llamas.


_____________________________________

LA RECEPCIÓN DE PEIRCE EN LA LINGÜÍSTICA ESPAÑOLA

por Carmen Llamas

1. Introducción.

El desarrollo más reciente de la semántica y de la pragmática ha propiciado
el acercamiento entre la lingüística y la filosofía. En este sentido, el
pragmatismo y la semiótica de Peirce proporcionan un marco amplio de estudio
en el que es posible resolver algunos de los problemas que el lenguaje
plantea tanto a la lingüística como a la filosofía. Sin embargo, es escaso
en lingüística el número de investigadores que ha intentado asimilar las
teorías del pensador norteamericano.

Como es bien conocido, Peirce es el fundador del pragmatismo y de la
semiótica contemporáneas, y algunos consideramos que en su pensamiento
pueden encontrarse algunas de las claves de la filosofía analítica. En las
últimas décadas asistimos a un proceso de aproximación temática de la
lingüística y la filosofía, en particular porque la filosofía del lenguaje
ha centrado su atención más en los aspectos comunicativos del lenguaje que
en los aspectos lógicos de las décadas anteriores. En mi contribución
estudio las aportaciones del pensador norteamericano Charles S. Peirce a la
lingüística española del siglo XX1, pues su recepción apenas está comenzando
a producirse.

El estudio del lenguaje no debe abordarse desde una sola perspectiva, ya que
esto daría lugar a teorías lingüísticas unilaterales. Un enfoque
multidisciplinar, en cambio, permite conocer con mayor profundidad el
lenguaje. Si en los últimos años la lingüística se ha aproximado a la
antropología, la sociología o la psicología, entre otras ciencias, no debe
olvidarse que la filosofía se ha preocupado siempre por el lenguaje, y muy
especialmente lo ha hecho en nuestro siglo, en el que se ha producido un
"giro lingüístico" de la filosofía, como lo denominó Gustav Bergmann. Es
preciso hacer hincapié en aquellos elementos que unen a ambas disciplinas, y
no en los que las separan. Lingüística y filosofía del lenguaje poseen
perspectivas o enfoques distintos, pero eso no significa que su objeto de
estudio no sea el mismo, el lenguaje2.

La lingüística puede acoger las teorías de Peirce si abandona la pretensión
de concebir el lenguaje exclusivamente como un sistema formal abstracto: en
el fondo, ni el análisis de la langue de Saussure ni la exposición detallada
del funcionamiento de la estructura profunda del lenguaje elaborada por
Chomsky habían conseguido desentrañar la naturaleza del lenguaje humano. Los
lingüistas reconocen hoy que explicar la naturaleza del lenguaje exige
analizar su uso, puesto que una de sus principales funciones es la
comunicación. Es decir, ya que la concepción del lenguaje como un sistema
formal se declaraba de hecho insuficiente en el análisis profundo de éste,
ha cobrado nuevo vigor la consideración del lenguaje como un sistema de
comunicación. Y es en esta línea de estudio donde tienen cabida la semiótica
y, especialmente, la pragmática.

El presente trabajo se divide en tres partes: 1) en primer lugar se señalan
las principales aportaciones de la semiótica y el pragmatismo a la
lingüística general; 2) se describe el lento descubrimiento de Peirce en
España a través de un recorrido por algunos manuales de lingüística
española; y finalmente, 3) se avanzan algunas claves de aplicación de las
teorías de Peirce al futuro desarrollo de la lingüística.

2. Aportaciones de la semiótica y el pragmatismo a la lingüística general.

Dentro de la semiótica general de Peirce tiene cabida el signo lingüístico,
con sus características propias. No me parece exagerado afirmar que la
semiótica peirceana enriquece el enfoque de la lingüística cuando ésta
considera el lenguaje como un fenómeno comunicativo, porque en la
comunicación tanto el hablante como el oyente interpretan constantemente
signos. Este rasgo no debe pasar inadvertido, pues resalta que la atención
se centra en la interpretación de signos y no en su mera descodificación. Si
nos comunicamos y conocemos el mundo a través de signos, quiere decir que
los seres humanos están constantemente interpretando signos. La
interpretación de un signo desvela su significado y forma parte de un
proceso que Peirce denominó semiosis y que se explica a partir de la
concepción triádica del signo. La semiótica, pues, no estudia solamente la
naturaleza de los signos sino también los procesos significativos. Como
consecuencia de esto, la semántica o ciencia del significado podría
construirse desde unas bases diferentes si se tiene en cuenta el papel del
interpretante que aparece en la semiótica de Peirce.

A pesar de que la semiótica del pensador norteamericano podría renovar la
perspectiva de algunos campos de la lingüística, en esta disciplina Peirce
fue reconocido solamente por algunas divisiones que realizó del signo y de
la propia lingüística. Peirce distinguía tres tipos de signos: 1) iconos, en
los que el signo y su objeto se relacionan por su semejanza: 2) índices,
signos que representan al objeto porque están conectados de algún modo
físico con él; 3) símbolos, cuya relación con el objeto se debe a una
convención. Sin embargo, el estudioso de la obra de Peirce no puede
limitarse a exponer y aplicar este tipo de divisiones a la lingüística, ya
que el pensador norteamericano pretendía ir mucho más allá. El lenguaje no
es algo separado del resto de actividades humanas, sino una realidad que
permite al hombre conocer y progresar en el conocimiento adquirido. La
semiótica es una disciplina en la que trabajan tanto lingüistas como
filósofos. Por una parte, los investigadores del lenguaje enriquecen su
estudio gracias a las aportaciones de la semiótica en el plano de la
comunicación; por otra parte, los filósofos analizan el modo en que
conocemos a través del estudio de los procesos de interpretación de signos,
dentro de los cuales los signos lingüísticos forman el sistema simbólico de
mayor perfección.

Una de las aportaciones más originales de Peirce a la semiótica en general y
a la lingüística en particular es la concepción triádica del signo. Frente a
Saussure, quien consideraba el signo lingüístico como una entidad compuesta
de dos caras: significante y significado, Peirce basa la noción de signo en
la interpretación de éste. En este sentido la semiótica de Peirce se
relaciona con las actuales teorías de lingüística pragmática que conceden un
papel fundamental a la interpretación de los enunciados al distinguir
significado e interpretación 3.

El número de lingüistas que han intentado asimilar la teoría semiótica de
Peirce al estudio del signo lingüístico ha sido hasta el momento muy
reducido. Todavía no se ha producido lo que David A. Pharies denominaba
"revolución semiótica" en la teoría lingüística4. En primer lugar porque los
escritos de Peirce resultan "demasiado oscuros, tanto por su estilo, como
por su contenido" para aquellos lingüistas poco acostumbrados a la
terminología filosófica. En segundo lugar, porque la semiótica de Peirce
puede aplicarse a la lingüística, pero dentro de un marco más amplio como es
la teoría del conocimiento, que la explica y enriquece. Por último, a causa
de que ha habido grandes confusiones entre la semiología de Saussure y la
semiótica del pensador norteamericano 5. Ambas, sin embargo, poco o nada
tienen que ver. Saussure estudia los signos en el seno de la vida social,
mientras que Peirce se ocupa de los signos porque son la materia del
pensamiento y del conocimiento. Para Saussure el lenguaje es un sistema de
elementos y la lingüística es la ciencia que se ocupa de estudiar las reglas
que hacen posible el funcionamiento del sistema. los elementos que componen
ese sistema son los signos lingüísticos. Con el nombre de semiología,
Saussure creó una disciplina que se ocupaba de la vida de los signos en una
sociedad. Sin embargo, el lingüista ginebrino no elaboró una completa teoría
de los signos y de su funcionamiento como lo había hecho Peirce.

Por otra parte, aunque la semiótica sea quizá una de las ramas de estudio de
Peirce que más aplicaciones tiene para la lingüística, también su
pragmatismo puede relacionarse con el actual desarrollo de la pragmática.
Peirce, fundador del pragmatismo, concibe éste como un método para
clarificar y determinar el significado de los signos, cuyo objetivo es
facilitar la comunicación, gracias a la cual el conocimiento humano
progresa. La pragmática no recibió aportaciones directas del pragmatismo en
aspectos particulares de su método científico o de su objeto de estudio. Sin
embargo, pueden descubrirse puntos de contacto entre el pragmatismo y la
pragmática.

La insistencia de Peirce, y más adelante de James o Dewey en la importancia
de la acción en la formación y desarrollo de la mente, se encuentra en el
origen del nacimiento de la filosofía de la acción o pragmatismo. De este
modo, surgió también una filosofía del lenguaje que centró su atención en el
uso que el ser humano hace del lenguaje. J. L. Austin, con su libro How to
Do Things with Words, inauguró en Europa una variante del pragmatismo
llamada filosofía del lenguaje ordinario. La descripción de cómo usamos los
seres humanos nuestro lenguaje puede descubrirnos qué clase de relación
existe entre nuestro pensamiento y nuestras acciones. El trabajo de Austin y
el de su discípulo Searle en filosofía del lenguaje fue de enorme
importancia para lo que hoy se conoce como teoría de los actos de habla, que
es uno de los principales objetos de estudio de la pragmática. La pragmática
no estudia el lenguaje en sí mismo sino la relación que existe entre el
lenguaje y el empleo que de él hacemos. Es evidente que usar el lenguaje
conlleva un proceso cognitivo que tiene lugar en una sociedad concreta con
sus propias características culturales. La pragmática, pues, tiene un
enfoque multidisciplinar.

Como algunos autores señalan, no debe existir un conflicto entre el estudio
de carácter abstracto del lenguaje, que es propio de la lingüística
estructural, y el estudio de tipo práctico, que se enmarca dentro de la
moderna pragmática. Las tendencias de tipo realista o práctico no se oponen
a la lingüística pura, cuyo objeto de estudio es el lenguaje en sí mismo. La
lingüística, incluyendo la pragmática, es una ciencia que no admite
divisiones sino enfoques distintos en el estudio del lenguaje. La pragmática
constituye hoy una de las ramas más florecientes de la lingüística, quizá
porque "la pragmática considera el lenguaje de una forma dinámica, no como
un conjunto de oraciones, sino como un conjunto de situaciones comunicativas
en las que lo que se dice, lo que significa lo que se dice y lo que
presupone lo que se dice son una función de hablantes-oyentes, con
intenciones o creencias"6. La lingüística estudia la información codificada,
sin embargo, la pragmática pretende explicar no sólo los aspectos
codificados, sino también los que se transmiten por vía
ostensivo-inferencial. Porque en muchas ocasiones usamos el lenguaje
indirecto, las ironías y las metáforas (aspectos que no codifica la
expresión lingüística) para enriquecer la información en nuestras
comunicaciones.

Muchos investigadores del lenguaje no reconocen una deuda directa de la
lingüística actual con las enseñanzas de Peirce. Sin embargo, dos de sus
teorías más célebres: la semiótica y el pragmatismo, han marcado el nuevo
rumbo de la filosofía del lenguaje y, en parte, de la lingüística. La teoría
general de los signos o semiótica puede sustituir la concepción diádica del
signo por una concepción triádica que enriquece su interpretación semántica.
Al hablar de interpretación semántica los límites entre filosofía del
lenguaje y lingüística no se aprecian de manera clara, de ahí que se trate
de una área de confluencia entre ambas ciencias.

La semiótica de Peirce pretende explicar la manera en que los seres humanos
conocemos el mundo. Pero esta teoría del conocimiento no se puede desligar
de su pragmatismo, ya que solamente a través de situaciones reales conocemos
el mundo. El conocimiento de un objeto es, según Peirce, el conocimiento de
sus repercusiones prácticas. La interpretación de signos, que nos permite
desarrollar nuestro conocimiento, se relaciona así con su pragmatismo. Este
pragmatismo tiene puntos de contacto con la pragmática. Esta última ciencia
aplica en cierta manera algunos principios del pragmatismo a la lingüística.
El lenguaje no sólo se estudia en sí mismo sino que se presta más atención a
sus consecuencias prácticas. Para el lingüista son relevantes las
situaciones comunicativas reales en las que el hablante-oyente produce o
recibe mensajes sirviéndose del lenguaje.

3. El lento descubrimiento de C. S. Peirce en la lingüística española.
Los manuales y estudios de lingüística general más empleados en España
apenas tienen en cuenta las teorías de Peirce. Sin embargo, a partir de las
referencias ocasionales al filósofo norteamericano que realizan algunos
investigadores, he podido vislumbrar alguna conclusión reveladora acerca del
nuevo rumbo que ha tomado la lingüística en las últimas décadas, y de la
relevancia de Peirce en esta renovación. En particular, quiero fijar mi
atención en tres publicaciones que me parecen significativas: la colección
de ensayos de Roman Jakobson titulada Fundamentos del lenguaje, el libro de
Malmberg sobre los nuevos caminos de la lingüística, y el manual de
pragmática de Schlieben-Lange Sin embargo, las conclusiones a las que he
llegado pueden dar algunas pistas reveladoras y dejan abierto el camino para
posteriores investigaciones.

Roman Jakobson, al estudiar la lengua como un sistema semiótico, cree que el
lingüista debe recordar la figura de F. de Saussure, pero "primero, y sobre
todo, el trabajo de toda la vida de su contemporáneo, no menos eminente
(...), Charles Sanders Peirce. Peirce no solamente indicó la necesidad de la
semiótica, sino que, además, esbozó sus líneas esenciales. Sus ideas básicas
y sus procedimientos relativos a la teoría de lo símbolos lingüísticos (...)
nos proporcionarán unas bases fundamentales para la investigación del
lenguaje con relación a los demás sistemas de signos"7. Es más, la semiótica
de Peirce no estudia sólo la naturaleza de los signos sino también su
función en los procesos significativos.

Se debe hacer hincapié en el carácter intrínsecamente lingüístico de la
semántica. El significado no debe ser apartado cuando se estudia el
lenguaje. Jakobson reconoce con Peirce la existencia del interpretante.
"Según Peirce, la función de tal interpretante la realiza otro signo o
conjunto de signos que se da conjuntamente con un signo dado, o que podría
darse en su lugar. Esta es la base de nuestras reflexiones ulteriores sobre
las operaciones lingüísticas con los significados, y no dudo de que
constituirán nuestra preocupación en el futuro próximo"8. La semiótica
peirceana, pues, sirve de base tanto a los estudios semánticos, que gracias
al filósofo norteamericano conceden un nuevo estatus al significado, como a
la moderna pragmática lingüística.

Por otra parte, Jakobson, adelantándose a la moderna lingüística (el ensayo
del que tomo las citas es un discurso pronunciado en la Universidad de
Indiana en 1952), destaca la importancia de la teoría de la comunicación
para la lingüística. "Creo -afirma Jakobson- que la realidad fundamental con
la que el lingüista se enfrenta es la interlocución (....). Es más, el
diálogo se halla en la base incluso del discurso interior, como se ha
demostrado, de Peirce a Vygotski"9. Y es aquí donde tiene cabida el
pragmatismo peirceano, que puede relacionarse con el posterior desarrollo de
la pragmática lingüística. Esta disciplina estudia el lenguaje en el marco
de la comunicación, es decir, de las acciones o hechos lingüísticos.

En general, los primeros estudios del significado se limitaron casi
exclusivamente a "una clasificación de múltiples cambios de significado,
pero apenas tocaban el problema de explicar qué es el significado, o sea la
relación entre el significante y el significado" 10. Los primeros lingüistas
que se ocuparon de esto fueron C. K. Ogden y I. A. Richards en su libro The
Meaning of Meaning, publicado en 1923. Estos autores creen que el problema
del significado no solamente atañe al lingüista. Malmberg señala cómo para
estos autores, la semántica debe intentar resolver el problema de "qué
ocurre en el individuo cuando se comunica con el mundo que lo rodea, de por
qué lo hace y de cuáles son los mecanismos psíquicos envueltos". Es más, en
semántica hay -según Ogden y Richards- "un aspecto lógico-filosófico, que
incluye los problemas de las relaciones entre signo lingüístico y la
'realidad', de la función simbólica, del modo como el lenguaje se usa para
adquirir y transferir conocimiento, y de la dependencia del pensamiento con
respecto al sistema de expresión lingüística"11.

Ogden y Richards definen el significado basándose en estudios lógicos, entre
ellos se encuentran los realizados por C. S. Peirce. Es importante destacar
cómo estos autores se sirven de la definición peirceana del significado en
términos de una relación triádica. Ogden y Richards trabajan con una
relación triple entre símbolo, pensamiento o referencia y referente. La
semántica se define como el estudio de las condiciones que debe satisfacer
un signo para ser portador de significado. Como afirma Malmberg, "es esto lo
que constituye el objeto de la moderna semántica, la cual, sin embargo, ha
sido y sigue siendo llevada por dos caminos distintos: el lógico filosófico
y el lingüístico. (...) La semántica es una típica ciencia fronteriza" 12.

En los manuales de pragmática no siempre se hace referencia a Peirce.
Algunos autores, como Schlieben-Lange, sí analizan la relevancia de C. S.
Peirce para la lingüística. En su obra La pragmática lingüística
Schlieben-Lange demuestra que cuando la pragmática investiga acerca de sus
orígenes y de sus métodos, se encuentra con las teorías del pragmatismo
americano, cuyo máximo exponente fue Peirce. La autora de este manual
explica brevemente el pragmatismo y la semiótica del filósofo
norteamericano, centrándose no en la división icono, índice, símbolo sino en
las tres categorías peirceanas (primeridad, segundidad y terceridad) y en la
concepción triádica del signo. Al final se concluye que "toda reducción de
la relación triádica del signo a una relación diádica, o, dicho de otro
modo, todo olvido de la categoría de triplicidad como 'intermedio'
significaría (...) una concepción inadecuada de la significación y, con
ello, de toda la esfera del pensamiento"13. Aunque se considera a Peirce
como el fundador del pragmatismo americano, sin embargo -afirma la autora-,
"en la base de la tradición pragmática lingüística residen no sus escritos
pragmáticos, sino la doctrina triádica de los signos, en un principio casi
inadvertida, si bien en una forma modificada por Carnap y Morris, en la cual
la relación pragmática de los signos está coordinada en vez de subordinada a
las relaciones semántica y sintáctica" 14 La consideración de la figura de
Peirce en el desarrollo presente y futuro de la pragmática es, como vemos,
de capital importancia.

En resumen, se podría afirmar que un estudio del lenguaje a la luz de las
teorías de Peirce, permite revisar la consideración de los sistemas
comunicativos como meros códigos. Además, Castañares sugiere que "la
concepción peirceana del interpretante como efecto producido por un signo y
al mismo tiempo como regla de interpretación, permite explicar cómo es
posible conciliar lo general (regla) con lo particular (uso)" 15. Es decir,
gramática y pragmática son formas distintas de analizar una misma realidad,
el lenguaje.

4. Claves de aplicación de las teorías de C.S.Peirce al futuro desarrollo de
la lingüística.
La filosofía de Charles Sanders Peirce no ha sido suficientemente estudiada
en España, sin embargo, su pragmatismo y, especialmente, su semiótica están
ejerciendo un lento pero progresivo influjo en la lingüística española.
Durante la primera mitad de este siglo, en España incluso hasta los años
ochenta, el estructuralismo y, posteriormente, el generativismo -corriente
que también puede considerarse formalista- dominaron los métodos de análisis
lingüísticos. La insuficiencia de estas teorías que, a pesar de considerarse
muy científicas, no explicaban la complejidad que encierra el lenguaje, hizo
que nuevas corrientes lingüísticas llenaran el vacío teórico que iban
dejando algunas concepciones del lenguaje ya superadas. Estas nuevas
corrientes se caracterizan por prestar una atención especial al sujeto que
emplea el lenguaje. La lengua es, ante todo, comunicación y, por ello, el
hablante-oyente cobra un primer plano que antes se le había negado. Si la
comunicación es importante, lo es porque hay dos o más sujetos que se
comunican, pero también porque estos sujetos tienen algo que contarse. De
este modo la lingüística recupera el estudio del significado comunicativo,
aspecto que tan olvidado había tenido la lingüística de corte
estructuralista.

El futuro desarrollo de la lingüística se centra, pues, en el estudio de la
comunicación humana -entendiendo ésta en un sentido amplio, es decir, aquí
tienen cabida ciencias como la psicolingüística, la sociolingüística o la
lingüística aplicada- y en el análisis del plano significativo del lenguaje.
El estudio de los diversos aspectos del lenguaje, no sólo de su expresión
formal, ha favorecido la apertura de la lingüística hacia otras disciplinas
que le son afines y que también comparten con ella la preocupación por el
lenguaje. Así, la antropología, la sociología o la filosofía, especialmente
esta última, intentan también desentrañar la naturaleza del lenguaje y la
manera en que éste es usado por los seres humanos.

El influjo de Peirce en algunos campos de la lingüística ha sido posible
gracias a la importancia que durante este siglo ha tenido la filosofía del
lenguaje. Ambas disciplinas no siempre han trabajado al unísono, sin
embargo, cuando lo han hecho, la figura de Peirce hacía posible la relación
estrecha de lingüística y filosofía del lenguaje en el estudio de algunos
temas como el análisis del significado y del uso del lenguaje.

Los seguidores de Saussure aplicaron los métodos estructuralistas al estudio
del significado. De este modo el significado queda desconectado de la
realidad y lo que se estudia son una serie de sistemas, la "forma del
contenido". En el fondo esta concepción del significado proviene de la
consideración del signo lingüístico como una entidad diádica en la que se
separa la expresión lingüística de la realidad sin que se establezca un nexo
de unión entre ambas. Este dualismo cartesiano no hace sino empobrecer
nuestra caracterización del lenguaje. Ni Saussure ni sus seguidores se
enfrentan directamente a la genuina cuestión de una ciencia que estudia el
lenguaje: ¿qué relación existe entre la realidad y nuestro lenguaje?

La semiótica de Peirce ofrece una teoría de los signos y de su
funcionamiento que permite explicar algunos puntos que el estructuralismo
consideró poco importantes para la lingüística pero que de hecho son
fundamentales para comprender el lenguaje humano. La concepción triádica del
signo por parte de Peirce permite comprender mejor la estructura del
significar, es decir, que el significado no es algo que se añade a un signo
sino algo inherente a él. Y lo que hace a un signo ser signo no es que esté
compuesto de significante y significado sino que sea interpretado como tal
signo. La mente une la expresión lingüística con la realidad. El hombre
puede conocer el mundo a través del lenguaje, que es un sistema de símbolos.
Mediante continuas interpretaciones de esos signos el hombre desarrolla su
conocimiento: por ello, el significado es algo dinámico y no un sistema
estático de relaciones.

En el marco de la semiótica peirceana el significado cobra de nuevo
importancia porque es parte constituyente de nuestro lenguaje. Esta nueva
concepción del significado se encuentra en un terreno fronterizo: algunos
investigadores la consideran una teoría lingüística y otros una teoría del
conocimiento. Creo, sin embargo, que lo verdaderamente importante es que
esta semiótica enriquece la comprensión de nuestro lenguaje al ofrecer una
perspectiva nueva de estudio. Peirce tuvo importancia en el desarrollo de la
pragmática lingüística a través de su pragmatismo, aunque no sea directa la
relación entre pragmatismo y pragmática.

Es evidente que los actuales problemas de la ciencia del lenguaje no sólo
atañen al lingüista y que una comprensión total del lenguaje pasa por el
esfuerzo común de los investigadores de diversas ramas del saber hacia la
conexión de sus teorías. En esta encrucijada en la que la lingüística se
debate entre mantener su autonomía o acoger dentro de sus teorías las
aportaciones de otros saberes acerca del lenguaje, una figura como la de
Peirce ofrece un marco amplio de desarrollo en el que ambos aspectos pueden
conjugarse. En este sentido, la semiótica peirceana puede arrojar mucha luz
sobre algunos aspectos de las actuales teorías lingüísticas hasta ahora poco
desarrollados. Sin embargo, queda todavía un largo camino por recorrer en lo
que respecta al estudio y comprensión profunda de la obra de Peirce para una
aplicación sistemática de sus teorías a la lingüística.



Carmen Llamas
Universidad de Navarra
31011 Pamplona España
e-mail: cmllamas en unav.es


Notas 1. Este trabajo tuvo su origen en el estudio que realicé, bajo el mismo título, en el último añ de mi Licenciatura gracias a una Beca-colaboración del Ministerio de Educación y Ciencia.

2. J. Nubiola, La renovación pragmatista de la filosofía analítica, Eunsa,
pamplona, 1994, 82.

3. M. V. Escandell, Introducción a la pragmática, Ariel, Madrid, 1996, 37.

4. D. Pharies, Charles S. peirce and the Linguistic Sign, Benjamins,
Amsterdam, 1985, 5.

5. D. Pheries, 6.

6. J. J. Acero, E. Bustos y D. Quesada, Introducción a la filosofía del
lenguaje, Cátedra, Madrid, 1989, 28.

7. R. Jakobson, Fundamentos del lenguaje, Ayuso, Madrid, 1984, 15-16.

8. R. Jakobson, 20-21.

9. R. Jakobson, 30.

10. B. Malmberg, Los nuevos caminos de la lingüística, Siglo Veintiuno,
México, 1971, 139.

11. B. Malmberg, 139.

12. B. Malmberg, 140.

13. B. Schlieben-Lange, La pragm´tica lingüística, Gredos, Madrid, 1987, 32.

14. B. Schlieben-Lange, 37.

15. W. Castañares, "Algunas consecuencias de dos principios peirceanos",
Signa, 1992 (1), 135-142.
--


Saludos


María Folco