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[escepticos] Sobre PONZI, Camacho y las pirámides



Tomado de
http://www.columbia.edu/~xs23/catala/articles/2001/ponzi/ponzi.htm de
Xavier Sala-i-Martín  Catedrartico de Columbia University y Professor
Visitante de la Universidad Pompeu Fabra

Saludos
Alberto Villa

PD :

“Habló Jehová a Moisés, diciendo: cuando una persona negare a su
prójimo lo dejado en su mano o bien robare a su prójimo, entonces,
habiendo pecado y ofendido, restituirá aquello que robó o el depósito
que se le encomendó y añadirá a ello la quinta parte en el día de su
expiación. Y para expiación de su culpa traerá a Jehová un carnero sin
defecto y lo dará al sacerdote.” Levítico 6,1-7.

Eso era antes. Ahora que la ira de Jehová no intimida a los chorizos y
que la cotización de un “carnero sin defecto” es pequeña comparada con
los 20.000 millones que se pueden acumular con el viejo timo de la
pirámide, quizás es necesaria la actuación de la Comisión Nacional del
Mercado de Valores.

El timo de la pirámide se hizo famoso en 1920 cuando, Carlo Ponzi un
estafador italiano afincado en Boston, dijo haber encontrado la manera
de ganar dinero comprando en Europa unos cupones que se podían redimir
con sellos en Estados Unidos. La diferencia de precios debido al tipo
de cambio permitía, según él, ganar sustanciosas cantidades de dinero.
Ponzi prometía a sus clientes una tentadora rentabilidad del 50% en 45
días. En realidad, nunca compró ni cupones ni sellos. Se limitaba a
pagar a la primera ronda de inversores con el dinero de la segunda
ronda de inversores. Es decir, una pirámide financiera. Pero al ver
que, efectivamente, Ponzi daba un rendimiento del 50%, los clientes
volvían a confiarle sus ahorros. El fiscal del distrito destapó el
caso al ver que, a pesar de que el negoció subía como la espuma, la
compraventa de sellos no había aumentado. ¡Craso error don Carlo! El
fraude acabó arruinando a unos 10.000 clientes de la alta sociedad de
Nueva Inglaterra.

La historia se repite, 81 años después, en España con el caso
Gescartera. El estafador se llama Antonio Rafael Camacho quien decía
haber encontrado sistemas de inversión ultra-provechosos en Estados
Unidos. Prometió a sus clientes una rentabilidad fabulosa y
garantizada, una tentadora oferta para los codiciosos. Unos 2.300
clientes compraron esos “depósitos estructurados de renta fija”, un
burdo producto financiero inexistente que, curiosamente, no llamó la
atención de la CNMV.

¿Qué hacía Gescartera, en realidad, con el dinero? Pues, lo mismo que
Ponzi: una parte era para pagar a los clientes que querían recuperar
su dinero –evitando así las sospechas- y el resto iba al bolsillo del
timador. Una pirámide en toda regla, que se derrumbó el pasado mes de
junio, cuando la CNMV exigió que se documentara el paradero del
dinero. Como no existían inversiones, ¡craso error don Antonio!, se
falsificaron dos certificados de depósito de La Caixa y del Santander
que fueron debidamente rechazados. Y Camacho se fue directamente a la
cárcel sin pasar por la casilla de salida y sin cobrar las 20.000
pesetas...pero el dinero ya había desaparecido.

Lo más extraño del caso es que pasaron los días y fueron pocos los
afectados que denunciaron el timo, seguramente porque parte de su
propio dinero era ilegal. Poco a poco, se fue descubriendo la cartera
de clientes y resultó ser de lo más peculiar: huérfanos de la guardia
civil, armada española, subsecretarios de estado, jugadores del Real
Madrid, toreros, arzobispos, policías nacionales, la ONCE y el
ministerio de defensa. Toda una pintoresca muestra de la sociedad
española de la pandereta y el botijo en busca del dinero fácil. Para
añadir al folklore, resulta que uno de los captadores de clientes era
el cantante Jaime Morey, que quedó décimo en el festival de Eurovisión
de 1972 con la canción “Amanece” -música de Augusto Algueró-, cuyo
primer párrafo resulta premonitorio: “parece que el cielo se nubló
para nosotros”. Me temo que si, don Jaime, parece que el cielo se
nubló para ustedes.

Además de evocar el colorido de la España tradicional, el caso
Gescartera nos recuerda dos lecciones económicas importantes. La
primera es que si una inversión obtiene una rentabilidad
extraordinariamente elevada es porque tiene un riesgo
extraordinariamente elevado. Y riesgo quiere decir que el cliente
puede ganar mucho... pero también puede perder mucho dinero. Toda
rentabilidad por encima de lo “normal” es una recompensa para quien
asume un riesgo (en este sentido, los recientes descalabros de la
bolsa han servido para que muchos de los que se creían infalibles
inversores aprendieran esta lección que se ignora tan a menudo). Y
cuando se prometen retribuciones excesivamente altas y seguras -es
decir, sin riesgo-, es que hay gato encerrado.

La segunda lección es que, para que la economía funcione bien, es
necesario que la sociedad pueda confiar en su gobierno cuando éste se
compromete a supervisar los mercados. Y si no se ve capaz de hacerlo
bien, mejor que no lo haga. Pero si el gobierno quiere jugar a ser
supervisor, deberá restablecer la confianza en la CNMV, y para ello
habrá que investigar hasta el final y castigar a todos los que hayan
infringido las leyes, sean del PSOE o del PP, trabajen en el
ministerio o en la propia CNMV, lleven sotana, tricornio o palo de
ciego.

Por cierto, de lo que dice la Biblia de “restituir aquello que robó
por entero a aquel a quien pertenece”, nada de nada. Hace muchos días
que el dinero descansa, tranquilo, en un paraíso fiscal al cual
viajará Camacho una vez haya cumplido una irrisoria condena. La
canción “Amanece” de Jaime Morey vuelve a resultar sugestiva: “Yo sé
de un lugar, a través del mar, donde el día brilla más cuando amanece”
. Descartada Suiza por falta de mar, la pregunta es: ¿se refería a
Panamá o a Bahamas? Se aceptan apuestas.