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[escepticos] 11 de sep (3)



... y la 3º...

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Entrevista con Ralph Shoenman (III)

Los intereses de los Bush

Continuamos aquí la conversación con el controvertido activista Ralph Shoenman, quien afirma que los atentados del 11 de septiembre fueron una operación destinada a servir como pretexto a una guerra ilimitada para nutrir la vorágine del complejo industrial militar estadunidense.

-¿Qué piensa usted de la reacción del presidente Bush el día del ataque?

-Cuando ocurrieron los eventos del 11 de septiembre es claro que el presidente fue informado del ataque al WTC pero permaneció en la escuela en la que estaba hablando a un grupo de niños. Después se lo llevaron a una base estratégica de la fuerza aérea en Louisiana y de ahí a otra base en Nebraska y no lo llevaron a Washington sino hasta mucho después. El columnista conservador de The New York Times, William Safire, escribió que lo que le perturbaba de la explicación del gobierno para mantener a Bush en esas bases era que supuestamente los secuestradores se habían comunicado con el avión presidencial para amenazarlo. Safire se preguntaba por qué los secuestradores previnieron al presidente si realmente pensaban atacarlo, pero además cómo habían conseguido los secuestradores los códigos secretos para comunicarse con ese avión y determinar su posición. Safire escribió que seguramente había un espía en la Casa Blanca, la NSA, la CIA y el FBI: "Lo primero que necesita esta guerra contra el terrorismo es una operación de inteligencia para localizar a los espías."

Hay un aspecto particular de la relación de Bush con los eventos. En 1992 el Houston Chronicle publicó un reportaje acerca de una investigación criminal realizada por la división de fraudes financieros del Departamento del Tesoro y el FBI, acerca del lavado de dinero y del pago de enormes cantidades de dinero a corporaciones estadunidenses con la intención de manipular e influir en políticas gubernamentales. Los fondos en cuestión eran nada menos que de la familia Bin Laden y quien los recibía era George W. Bush, a través de sus compañías Hurricane Energy y una entidad llamada Arbusto (por Bush en español), las cuales recibieron cantidades enormes de dinero. Esta información la retomaron el Wall Street Journal y Judicial Watch, quienes hicieron un análisis de Bush, sus compañías y la red Bin Laden. Los fondos en cuestión fueron mediados por James R. Bath, un socio del bcci (un banco que lavaba dinero del tráfico de drogas para operaciones secretas de la cia a una escala enorme y que fue objeto de uno de los peores escándalos bancarios de la historia) involucrado con Jalid Bin Mahfouz, quien se dedicaba a transferir los fondos de Bin Laden a las compañías de George W. Bush. Y de aquí salió el grupo Carlyle, una institución de inversión valuada en catorce mil millones de dólares, en cuya junta directiva están Bush padre, el ex secretario de estado George Shultz y Frank Carlucci, ex secretario de la defensa y compañero de dormitorio en la Universidad de Donald Rumsfeld; un verdadero who’s who del Partido Republicano. Esta compañía, con su enorme capital y relaciones con 240 jefes de gobierno, es un vehículo para comprar empresas que tengan cualquier relación con la industria de la defensa y después conseguirles contratos maravillosos que inflen sus acciones de manera gigantesca dejando ganancias de miles de millones de dólares. El Carlyle Group [ver la revista Red Herring, diciembre de 2001] no solamente controla contratos militares, sino que tiene enormes subsidiarias como United Defence y está profundamente involucrado con la industria farmacéutica: Carter Wallace, Endo, Kelso, Unilab y Eli Lilly. ¿Qué tiene que ver esto con las circunstancias del 11 de septiembre? El grupo Carlyle (http://www.guardian.co.uk/wtccrash/story/0,1300,583869,00.html) está tan asociado con los fondos de Bin Laden que prácticamente existe gracias a ellos; además está relacionado directamente con la compañía que tiene el monopolio para producir la vacuna en contra del ántrax, Bioport. Esta supuesta vacuna fue dada a quinientos mil soldados y trataron de dársela a la fuerza a 2.6 millones de miembros de las fuerzas armadas estadunidenses. La Asociación de Veteranos de la Guerra del Golfo ha establecido que la supuesta vacuna es tan sólo un experimento y es totalmente inútil. Más de cien mil soldados padecen enfermedades neurológicas, deficiencias del hígado y una plétora de enfermedades relacionadas con la vacunación obligatoria de Bioport. El director de Bioport es William J. Crowe, ex director del Estado Mayor, quien fue embajador en Londres durante el gobierno de Clinton. En Londres, Crowe colaboraba con Fouad al Jibri, quien junto con Ibrahim al Jibri son los principales accionistas de Bioport. Fouad era asociado de Jalid bin Mahfouz y estuvo involucrado en la privatización de Porton Down, la base donde el gobierno británico producía armas biológicas y fabricaba ántrax.

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