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[escepticos] Mi granito de arena



Hola a todos.
Dentro de poco vamos a editar la revista del Colegio Mayor en el que resido.
Normalmente se proponen una serie de temas de opinión sobre los que redactar
para aquéllos que andan escasos de ideas, y uno de ellos ha sido el de los
reality shows. Podréis comprender que no he podido resistirme a lanzar
dardos venenosos contra nuestra queridísima "Otra dimensión". A contiuación
os pego el artículo que he escrito, por si alguien con suficiente paciencia
(y café...) quiere leerlo y aportar algún comentario o crítica constructiva.
No pretende ser un artículo exhaustivo sobre el escepticismo, ni mucho
menos, simplemente un texto cashondo sobre los magufos.

Un saludo.

P.D.: he incluido en el artículo la frase aquella de "Hay que abrir la
mente, pero no tanto como para que se te caiga el cerebro". ¿De quién es?
Recuerdo haberla leído en algún libro de Sagan, pero no sé si es suya o no.

Juan Carlos Muñoz Mateos
jcmunoz en grupobbva.net
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Decía Groucho Marx: "Encuentro la televisión muy educativa. Cada vez que
alguien la enciende me retiro a otra habitación y leo un libro". No le
faltaba razón, y la cosa no ha mejorado mucho desde entonces. Uno tiene la
sensación de que el lema por el que se rigen las cadenas de televisión es:
"Sí, aún podemos hacerlo peor". La falta de calidad es patente en la mayoría
de los programas, pero es especialmente lamentable en los llamados "reality
shows", programas ante los cuales uno desearía ser autista. Uno de los más
suculentos es "Otra dimensión", emitido en Antena 3, un programa en el que
aprendemos acerca de temas tan interesantes como los curanderos, los ovnis,
la astrología y el mal de ojo. Paso a continuación a describir la fauna que
semanalmente se congrega en el plató del citado programa.

Los charlatanes: su nombre científico es "magufo" (de mago y UFO, ovni en
inglés). Tienen la habilidad de encontrar explicaciones increíblemente
absurdas para fenómenos completamente naturales y cotidianos. Se basan en la
siguiente premisa: "pensar es malo; si no puedes comprender algo, seguro que
es paranormal". Algunos se autodenominan periodistas y colaboran en revistas
como "Más Allá", cuyos artículos le hacen a uno sospechar que los redactores
pasan más tiempo jugando al buscaminas que documentándose sobre las noticias
que publican. Otros poseen extraños poderes: curan con las manos, levitan,
hablan con espíritus... Poderes que, dicho sea de paso, se desvanecen en
presencia de las cámaras (qué lástima, ¿no?).

La presentadora: sujeto que permanece en estado autista durante la mayor
parte del tiempo, y cuya misión principal consiste en sujetar el micrófono a
los invitados y poner cara de asombro ante los disparates que dicen.

Los escépticos: Son bastante más escasos, y además existen dos subespecies:
entera y semidesnatada. Los del primer tipo suelen ser científicos o, en
general, personas con las neuronas a pleno rendimiento. Aportan argumentos
coherentes para apoyar sus afirmaciones y demuestran cómo usar el sentido
crítico para desmontar las absurdas ideas magufas. En otras palabras:
ejercen el sano derecho a la duda cuando la única opción que se les deja es
la de "o te lo crees o no te lo crees". Por desgracia, se encuentran en
peligro de extinción y apenas aparecen en el programa. Los escépticos
semidesnatados son más abundantes, y se llaman así porque pretenden
vendernos ideas magufas bajo la apariencia de algo serio y perfectamente
comprobado. Un ejemplo interesante es Anthony Blake, famoso mentalista (o
eso dice él...) que afirma, por ejemplo, que los fenómenos paranormales no
son debidos a fantasmas, sino a "energías extrañas" que se escapan de
nuestros dedos y que la ciencia aún no comprende. Suele acompañar sus
intervenciones con trucos de Magia Borrás con los que pretende demostrar que
lo que dice es cierto. Sorprendentemente hay quien se lo cree.

Veamos ahora cómo se relacionan estos ejemplares entre sí. Primero, un
magufo afirma algo del tipo "La tierra es hueca". Seguidamente, el escéptico
intenta hacer ver que hay decenas de fenómenos que prueban que eso no es
cierto, y que cualquier estudiante de secundaria puede comprobarlo con una
simple calculadora. Esta afirmación provoca una respuesta hormonal en la
presentadora, que deja de estar en "modo letargo" y se conecta en "modo
sermón". Le dice al escéptico que debería tener una mente más abierta y
mostrar más respeto por las opiniones ajenas. Hala, castigado por pensar. A
partir de entonces, la presentadora procurará que el escéptico permanezca el
mayor tiempo posible en "modo florero": está allí para dar un aire serio al
programa, no para hablar.

De esta forma, los magufos y los pseudo-escépticos pueden enzarzarse
cómodamente en amenas discusiones sin que nadie les moleste. Un individuo
afirma que la humanidad es en realidad un experimento genético de una
civilización alienígena con una inteligencia superior a la nuestra. Bueno,
al menos ya sabemos que superior a la suya sí que es. Otro asegura que es
capaz de predecir el futuro. "¿Puede demostrarlo?" "Hombre, bueno... es que
mis poderes vienen y van... así, sin preparación... me han cogido un poco
desprevenido". ¿Desprevenido? Vamos a ver, criatura, si vas a un programa de
fenómenos paranormales ¿de qué pensabas que íbamos a hablar? ¿De Bisbal?
Otros dicen poder curar con las manos. ¿Puede probarlo? Vaya, pues tampoco,
qué mala suerte tenemos hoy con los invitados. Todo esto y más tiene que
soportar en silencio el pobre escéptico florero, al que ni siquiera le
conceden el placer de cortarse las venas.

De vez en cuando la presentadora nos recuerda que, por muy descabelladas que
parezcan, debemos respetar todas las opiniones. ¿También aquéllas que hasta
mi perro (que no tengo) podría demostrar que son completamente falsas?
Porque no olvidemos que aquí no se debaten opiniones, sino hechos. ¿Qué
culpa tengo yo de que la Tierra no sea hueca? Si usted dice que sí lo es,
demuéstremelo, y si no, cállese. Es así de sencillo. Pero las cosas no
funcionan así en el mundo de los magufos. Dado que no están dispuestos a
someter a pruebas estrictas sus afirmaciones, a sabiendas del estrepitoso
fracaso que les esperaría, sólo les queda apelar al "respeto a las
 opiniones" y a "mantener una mente abierta". Algunos la han abierto tanto
que se les ha caído el cerebro.

Uno podría pensar que tampoco es para tanto, que nadie toma en serio a esta
gente. ¿Seguro? Si los astrólogos, curanderos o ufólogos se ganan el pan es
porque hay gente que llama a sus líneas 906, paga por sus inútiles
tratamientos de medicina alternativa o compra sus libros sobre
conspiraciones gubernamentales secretas. Yo lo tengo bastante claro: si
tengo que elegir entre poner en juego mi salud o mi dinero para no desdeñar
sus "respetables opiniones", o mandarles a paseo, creo que opto por lo
segundo.