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[escepticos] Muy interesante **** Argumentación, paralogismos y falacias.
Sacado de la web sobre el PHN de "La Verdad" de Murcia.
Explica detalladamente, aunque con un lenguaje bastante técnico, el análisis
formal de un texto, qué son los argumentos falaces y en general la propaganda
política.
Realmente muy recomendable, a pesar de su longitud, para no perderte en las
argumentaciones que se dan en el grupo de escepticos.
Yo he aprendido mucho. :-)))
LA DEFENSA DEL PHN Y DEL TRASVASE DEL EBRO EN LA PROPAGANDA POLÍTICA:
ANÁLISIS DE LA ARGUMENTACIÓN.
Mariano Chóliz Montañés
Dpto de Psicología Básica,Universidad de Valencia
Resumen
Nos encontramos en la sociedad de la información. Nunca antes, en toda la
historia de la humanidad, los ciudadanos han tenido la posibilidad de
acceder a tan abundante masa de conocimientos como ahora. Pero la
información también es un instrumento de persuasión y una herramienta con
la que cuenta el poder para convencer a los ciudadanos de la bondad de sus
planteamientos. En este sentido, los mensajes que aparecen en los medios de
comunicación no siempre son neutrales, ni la información que presentan
totalmente objetiva. Es más, en muchas ocasiones los medios de comunicación
son el principal medio de desinformación que sufren los ciudadanos.
El PHN es uno de los proyectos principales del gobierno de la nación, sobre
el que se ha vertido mucha información que a nuestro entender, en muchas
ocasiones es falaz y engañosa.
Una de las principales formas de inducir errores en las conclusiones es
mediante los denominados paralogismos, que son razonamientos que tienen la
apariencia de veraces, pero que inducen conclusiones equivocadas. En este
trabajo analizaremos algunos de los más significativos.
1. Introducción
En la actualidad, especialmente en las sociedades democráticas, cualquier
decisión gubernamental importante, particularmente si es socialmente
controvertida debe contar, si no con el consenso, sí al menos con la
aquiescencia de una parte importante de la población. Y no para legitimar
las propias acciones de gobierno. Desde dichas instancias ya se nos
recuerda muy a menudo que por el hecho de ser nuestros representantes
democráticamente elegidos, tienen autoridad legal para ejercer las acciones
que consideren de interés económico, social, o político. Se trata,
sencillamente de una cuestión de responsabilidad y, de alguna manera, de
respeto hacia los ciudadanos que representan.
No obstante, la divulgación de la información se realiza no sólo con el
interés de que el destinatario conozca una parte de la realidad que quiere
mostrarse, sino con la intención de influir sobre las actitudes y,
eventualmente sobre la conducta de los ciudadanos hacia los que va
dirigida. Se convierte, de este modo, en un instrumento no sólo de
transmisión de conocimiento, sino de influencia social y de ejercicio del
poder, uno de cuyos objetivos prioritarios será la persuasión de las ideas.
Si se consigue que los ciudadanos asuman la bondad de los planteamientos
que se defienden, o al menos simplemente los acepten, se previenen acciones
colectivas en contra de las actuaciones proyectadas. En este sentido, la
propaganda política resulta un instrumento esencial como técnica de
persuasión al servicio de los planteamientos de los gobiernos.
En lo que hace referencia a la gestión y planificación del agua, hemos
asistido en los últimos años a un auténtico ejercicio de propaganda
política, en la que se han utilizado las más conocidas técnicas de
persuasión en el empeño de justificar los sucesivos proyectos de
planificación hidrológica estatal. El análisis de la propaganda sobre este
tema nos revela cuáles han sido las herramientas psicológicas utilizadas
para persuadir a la opinión pública sobre los supuestos beneficios de las
acciones hídricas, especialmente en lo que hace referencia a las grandes
obras de ingeniería.
2. Objetivos
El trabajo que presentamos analiza algunas de las principales técnicas
utilizadas en la propaganda gubernamental para la defensa del actual PHN y,
más en concreto, aquéllas que mediante paralogismos intentan convencer de
la bondad de una serie de obras que, por otro lado, están siendo
contestadas por la comunidad científica, grupos ecologistas, o amplios
sectores de la población, principalmente afectados, o agraviados por
algunas de las obras. Nos centraremos en aquéllas técnicas de persuasión
que, a nuestro juicio, de alguna manera deforman la realidad mediante
diferentes procesos psicológicos.
3. Metodología
La argumentación científica es sólo una de las posibles formas de
confrontar un discurso (Plantin, 2001). Existen otras formas de
argumentación, por otro lado ampliamente utilizadas en la propaganda
política (las falacias por ejemplo), que atentan contra los principios del
método científico, especialmente el que hace referencia al hecho de que las
circunstancias del enunciado intervienen en el valor de verdad del mismo
(Capaldi, 2000).
Una de las formas más comunes de investigar la existencia de paralogismos
en la argumentación es el análisis formal del discurso. En ocasiones, los
discursos utilizados para defender la bondad de los planteamientos se basan
en argumentaciones falaces, que no respetan algunas de las reglas que
aseguran la validez del silogismo. Se trata de un error particularmente
común en el lenguaje utilizado en la propaganda (Durandin, 1982, 1993).
En nuestro trabajo analizamos algunos de los discursos argumentativos que
consideramos más representativos de entre los que se han expresado en la
defensa del PHN y, más en concreto, del trasvase del Ebro. Han sido
realizados tanto por representantes del gobierno, como por interlocutores
muy señalados, tales como periodistas y otros agentes relevantes en la
comunicación social. El resultado final es que los ciudadanos que no tienen
la posibilidad de contrastar la información verazmente adquieren una
representación de la realidad que no corresponde con la misma, lo que no
deja de ser sino una forma de engaño a la opinión pública (Chóliz, 2001).
4. Principales falacias en la defensa del PHN
Las falacias, o paralogismos, son argumentaciones que inducen a
conclusiones falsas por el hecho de no respetar algunas de las reglas del
silogismo. Lo característico de los paralogismos es que el no-respeto de la
regla silogística no es evidente, por lo que se induce a una conclusión
errónea sin que se aprecie la falsedad de dicha deducción. No obstante, la
forma argumentativa recuerda a la de un razonamiento válido. Se trata de
argumentos psicológicamente muy persuasivos, por el hecho de que parecen
correctos, pero cuando se los analiza con detalle se advierte que se ha
producido un error por inadvertencia de detalles relevantes, o por la forma
como han sido presentados. Puesto que las conclusiones falsas se producen
por "errores" en la deducción, se consideran menos ofensivas que lo que se
entiende habitualmente por mentira, es decir, afirmar la existencia de algo
que no existe. No obstante el efecto que se produce con las falacias es el
mismo: el engaño que sufre el receptor del mensaje..
Existen muchísimas formas de llegar a conclusiones erróneas y, por ello,
podríamos describir numerosos tipos número de falacias. De igual forma, una
misma argumentación equivocada puede ser debida al concurso de diferentes
tipos de paralogismos al mismo tiempo, lo que tendrá como consecuencia que
el equívoco será todavía mayor. Es por ello que en este trabajo vamos a
centrarnos sólo en algunas de las más significativas que, por otro lado son
reconocidas por la mayoría de autores como algunas de las más comunes,
analizando de qué manera han sido utilizadas en el discurso de la
propaganda en defensa del PHN.
4.1. Falacia de conclusión inatingente
Se trata, probablemente, del grupo más amplio de falacias, que están
presentes a su vez en otros paralogismos, tal y como veremos
posteriormente. Se produce la falacia de conclusión inatingente cuando un
razonamiento con el que se pretende llegar a una conclusión se utiliza para
probar otra diferente. Es decir, la conclusión no se deriva lógicamente de
las premisas.
Este sofisma se presenta de una forma muy simple. En primer lugar se
establece una premisa indiscutible o difícil de rebatir para, acto seguido,
implicar la conclusión con ella, pese a que ambas no guardan relación
lógica alguna.
Una de las falacias más claras al respecto es la siguiente: El PHN es
necesario porque España necesita una Planificación Hidrológica. Las
premisas son obvias y perfectamente válidas, ya que parece poco
cuestionable la conveniencia (y aún la necesidad) de establecer medidas de
planificación hidrológica (y para muestra, nada mejor que este Congreso).
Para justificar esta necesidad, suelen aparecer con frecuencia en los
medios de comunicación los perjuicios causados por los efectos de desastres
naturales (tanto lluvias torrenciales, como sequía), evidenciándose que se
podían haber evitado si hubiera existido una adecuada planificación.
Pero el que ésta sea necesaria no quiere decir que este Plan en concreto
sea siquiera aceptable. La bondad del mismo es algo que hay que demostrar
para aceptarlo como bueno. Pero estas cuestiones ya trascienden a la propia
opinión pública, que acepta este Plan Hidrológico, simplemente porque se
necesita algún Plan Hidrológico.
4.2. Falacias de ambigüedad
Las falacias de ambigüedad son un grupo muy amplio de paralogismos que se
generan cuando alguna palabra puede tener más de un significado literal y
el uso de la misma a lo largo del razonamiento cambia su significado,
induciendo una conclusión errónea.
Uno de los errores más claros a los que se llega con la falacia de
ambigüedad es la conclusión de que sobra agua del Ebro, conclusión ésta que
no deja de causar estupor a la comunidad científica, por cuanto que el
término de "cuenca excedentaria" es desconocido en la literatura
científica. Así, atiéndase al siguiente silogismo:
a) Hemos calculado la cantidad de agua necesaria para Aragón si se cumplen
las obras del "Pacto del Agua"
b) Hemos retraído dicha cantidad a la que actualmente lleva el río y sigue
desembocando 5.000 hm3 de agua en el mar Por lo tanto, sobra agua del Ebro.
Éste es un argumento claramente falaz, es propio tanto de la falacia de
conclusión inatingente (sofisma que acabamos de describir), como de un
paralogismo de ambigüedad. Concluir que "sobra" agua es falaz porque el
término "sobra" es absoluto, o general, mientras que las premisas son
particulares. Con estos postulados lo único que se podría concluir es que
hay agua suficiente en el río Ebro para satisfacer el denominado "Pacto del
Agua" en las condiciones actuales, pero de ninguna manera que "sobre" agua
del Ebro, ya que ésta puede requerirse para cubrir otras necesidades
actualmente inatendidas, o que deban serlo en el futuro y que van desde las
propiamente agrícolas o industriales, a las ecológicas, turísticas, o
estéticas, tanto de Aragón, como de las demás Comunidades Autónomas de la
Cuenca del Ebro. Simplemente cabría recordar que con las aportaciones
actuales, el Ebro es incapaz de mantener su propio delta.
4.3. Argumentum ad baculum (apelación a la fuerza)
Se trata de la falacia que se comete cuando se apela al poder que se
dispone para provocar la aceptación de una conclusión. La apelación a la
fuerza se utiliza especialmente cuando han fracasado los razonamientos, o
si en verdad no se dispone de argumentos racionales. En situaciones de
confrontación entre naciones, el más radical y evidente es la amenaza de
guerra, pero se trata, no obstante, de una paralogismo que se produce con
mayor frecuencia de la que pueda llegar a parecer. La apelación a la fuerza
induce a aceptar la conclusión y posteriormente a asimilarla
cognitivamente, con independencia de si el poder al que se apela se ha
obtenido legítima o ilegítimamente. Para entender cómo influye
psicológicamente en el engaño, lo de menos es cómo se ha logrado esa
legitimidad: la apelación a la fuerza es una falacia que se comete cuando
se induce a aceptar una conclusión falsa simple y llanamente, por el hecho
de tener el poder, aunque éste se haya conseguido en las urnas.
Desgraciadamente hay demasiadas apelaciones a la fuerza en el tema que
estamos tratando como para describirlas todas. Detallaremos simplemente
unas cuantas. Una de las falacias de argumentum ad baculum que se presentan
con más frecuencia es la de que: "el PHN es una cuestión de Estado. Éste es
un gobierno fuerte y, por lo tanto, ejercerá su responsabilidad de gobernar
ejecutando el plan. Así como la de que: "el Gobierno tiene intención de
llevar a cabo el Plan. Intentará llegar a acuerdos con otras fuerzas
políticas y sociales, pero tanto si consigue dichos apoyos, como si no, el
PHN se ejecutará. Es decir, la determinación de llevarlo a cabo ya está
tomada. Lo único que interesa eventualmente es convencer a determinados
grupos sociales o políticos, si bien el que se llegue a un acuerdo, o no,
no modifica la ejecución del plan.
El proceso psicológico por el que se llega a la aceptación y convencimiento
de un paralogismo característico de argumentum ad baculum tiene dos fases.
En un primer momento existe la característica "obediencia a la autoridad",
que en psicología social experimental se ha demostrado que puede llegar a
límites insospechados.
Posteriormente, y mediante un proceso de "disonancia cognitiva" se produce
la asimilación cognoscitiva necesaria no sólo para admitir la propia
conducta (en este caso la aceptación de la ejecución del plan), sino para
asimilarla cognitivamente, es decir, convencerse de la bondad de la misma
("no existe otro remedio", "es el menos malo de los malos remedios", o "se
trata, en definitiva de una solución a un problema difícil").Es decir, se
llega a aceptar la conclusión, incluso convencerse de la misma, sin que
quien detenta el poder haya tenido que justificarla racionalmente.
4.4. Argumentum ad hominem.
La falacia argumentum ad hominem se comete cuando, para desacreditar una
conclusión, se apela a las características personales (de ahí lo de
hominem) del oponente, pese a que dichos atributos no tengan que ver con la
conclusión. En psicología social experimental se ha analizado mucho este
fenómeno, especialmente en el estudio del prejuicio.
En lo que respecta a la utilización del argumentum ad hominem en el caso de
la defensa del PHN, podemos encontrar destacados ejemplos, como por ejemplo
cuando se señala que "los críticos del PHN son ecologistas radicales". El
calificativo de "radical" tiene para muchas personas una connotación
peyorativa. Para muchos otros, el ecologismo defiende intereses menos
importantes que los valores económicos imperantes socialmente o,
simplemente, pretenden objetivos inalcanzables, por lo que incluso pueden
llegar a ser considerados como ilusos. Calificando de esta manera al
oponente nos ahorramos tener que analizar sus propuestas, porque ya están
descartadas de antemano.
Una de las variedades de argumentum ad hominem más características, y una
de las preferidas en las discusiones de los políticos cuando los oponentes
se enfrentan cara a cara, es la denominada argumentum ad tu quoque. Esta
falacia consiste en rechazar un razonamiento atacando la inconsistencia del
contrario respecto a un tema parecido en el pasado. Con esta falacia se
consigue evitar que se discuta el tema en profundidad, descalificando al
contrario y despreciando las razones del oponente sin llegar a analizarlas.
Uno de los ejemplos más palmarios de esta falacia es la crítica del
Gobierno a las posibles alternativas que realiza el principal partido de la
oposición en esta materia.. El argumentum ad tu quoque, con el que el
Gobierno pretende zanjar la cuestión sin debatir su propio plan hidrológico
se explicita de la siguiente manera: "¿cómo puede el Partido Socialista
proponer un plan alternativo en el que no se planteen trasvases, cuando el
plan de Borrell de 1993 proyectaba la realización de 200 pantanos y 14
trasvases entre cuencas?.
Para no caer en este discurso fala z es preciso distinguir entre tres
cuestiones diferentes en dicha pregunta:
a) ¿Es bueno o malo el proyecto actual de plan hidrológico del PSOE?
Analícese.
b) ¿Fue bueno o malo el plan hidrológico que planteó Borrell? Analícese (si
es que interesa ahora).
c) ¿Es bueno o malo el PHN que plantea el Gobierno?. Analícese.
Mezclar las preguntas y justificar la bondad del PHN del Gobierno por el
hecho de que el anterior del PSOE (versión Borrell) fuera un desatino
(aunque realmente llegara a serlo), es aplicar con todo su rigor el
argumentum ad tu quoque, que es falaz y que, por lo tanto induce a engaño.
4.5. Sofisma patético
Se trata de una falacia que apela principalmente a la emoción (pathos) y no
a la razón. La apelación a las emociones es un recurso muy eficaz, porque
en muchos casos éstas son capaces de movilizar el comportamiento con mayor
eficacia que los argumentos racionales.
Digamos que sirve para que la gente se implique en un determinado asunto y
lo haga, además, de una manera exaltada. No en vano, en psicología se
analiza la emoción como un proceso responsable tanto de la inducción como
de la intensificación del comportamiento. La diferencia entre el recurso
persuasivo denominado "apelación a las emociones" y el sofisma patético es
que, en este último caso, la información que se presenta es falaz, por lo
que resulta muy interesante cuando se carecen de argumentos racionales para
defender los postulados.
Así, mientras que la apelación a las emociones puede ser un recurso muy
útil para favorecer conductas altruistas, por ejemplo, el sofisma patético,
sin embargo, se utiliza cuando, en ausencia de argumentos racionales o
incluso éticos, se apela a las emociones para inducir acciones de otro modo
poco justificables.
La maniobra del sofisma patético es muy simple. Sólo consiste en dar con un
principio sobre el que todo el mundo esté de acuerdo, o que nadie se atreva
a refutar, que forme parte de los principales valores que se comparten
socialmente y que tenga una fuerte carga emotiva. Sin ningún tipo de
justificación se identifica el mensaje que queremos transmitir con dicho
principio, de forma que, al asumir este último, se acepte implícito el
mensaje sin cuestionar que se trata de una relación espúrea producto de una
argumentación falaz. En este sentido, también consiste en una falacia de
conclusión inatingente, pero cargada de apasionamiento.
Uno de los sofismas patéticos más claros en el tema que estamos tratando es
cuando se apela a la necesidad del trasvase del Ebro por una cuestión de
solidaridad. Apelar a la solidaridad conlleva reacciones emocionales
intensas, ya que implica ayudar al desfavorecido, un valor que teóricamente
es necesario que prevalezca para evitarse conflictos sociales. Cuando,
además se acompaña de informaciones que ponen de manifiesto las penurias
que acontecen a los perjudicados, esta reacción se convierte en un
importante factor de persuasión. Así, en este caso se apela a la
solidaridad, al tiempo que se presenta con numerosos detalles abundante
información sobre los efectos desastrosos de la sequía en las zonas
receptoras del trasvase.
Pero el trasvase de agua del Ebro no puede considerarse en modo alguno como
una cuestión de solidaridad, ya que la solidaridad significa compartir
bienes o recursos que uno posee con quien carece de ellos. Es decir, quien
más tiene, comparte fraternamente algo con el desfavorecido, siempre que lo
necesite más que aquél. No obstante, el agua no es un ente abstracto, una
entelequia, sino que en el caso del PHN pretende ser un recurso palpable
para diversos fines económicos. Y el trasvase tiene diferentes propósitos
en función de donde se dirija. Así, en Almería y Murcia se pretende que se
destine principalmente para uso agrícola, en la Comunidad Valenciana para
el sector turístico y en Cataluña su finalidad será la industria.
Por ello no es una cuestión de solidaridad la demanda de agua para la
agricultura de Almería y Murcia, que son las principales zonas
hortofrutícolas de Europa. O para la actividad turística de la Comunidad
Valenciana, que es una de las principales áreas turísticas del Mediterráneo.
Ni para el cinturón de Barcelona, sin duda el de mayor actividad industrial
de España. Especialmente cuando los territorios de la Cuenca del Ebro son
mucho más deficitarios en estas actividades que las áreas receptoras de
agua del trasvase. La solidaridad no consiste en "compartir el agua", que
en este caso es un instrumento, sino ayudar al desarrollo en los sectores
agrícola, turístico, o industrial de los más desfavorecidos en los mismos.
Y no se puede reclamar solidaridad a quien menos tiene, para que se
beneficien los mejor dotados.
Esto, simplemente, es deformación de la realidad. Otro de los sofismas
patéticos que se utilizan con mucha frecuencia es la conclusión de que "el
trasvase es justificable, porque el agua es de todos". Como en el caso
anterior, se trata de un sofisma, porque está basado en la falacia de
conclusión inatingente, a la vez que patético, porque apela a reacciones
emocionales para conseguir que se acepte con mayor vehemencia el
paralogismo.
El agua, efectivamente es de todos, en tanto que es un bien público que
todos tenemos derecho a disfrutar. El paralogismo ocurre cuando se concluye
que, puesto que es de todos, también debe ser mía (al fin y al cabo yo
también formo parte de esa comunidad pública). Si es mía, tengo derecho a
utilizar la que necesite. Y si necesito el agua para criar hortalizas,
justo es que me le lleve el agua donde las tengo plantadas.
Se trata de un sofisma porque el agua, que es de todos, ya cumple una serie
de funciones, que no solamente son las de producir estipendios económicos,
sino también beneficios sociales, ecológicos o estéticos. Y dichos
beneficios se producen allí por donde se encuentra o por donde naturalmente
discurre. Y detraer ese recurso del lugar que naturalmente ocupa de hecho
altera, o incluso destruye, sus actuales funciones, desvirtuándose el
sentido público que se defendía en las premisas. Es patético porque apela a
pasiones. No solamente a la necesidad (en momentos de sequía), sino a las
propias de patriotismo, cuando se asocia la idea de España con la
apropiación de recursos que se encuentran en el territorio nacional.
4.6. Argumentum ad verecundiam (apelación a la autoridad)
El Gobierno ha señalado en numerosas ocasiones que ha apelado a la opinión
de expertos para justificar la bondad del PHN, tales como miembros del
Consejo Nacional del Agua, Comunidades Autónomas, asociaciones de regantes,
etc. Se trata de una falacia conocida como argumentum ad verecundiam, o
falacia de autoridad, que consiste en basar su argumentación en la opinión
de personas de cierto reconocimiento para justificar unas conclusiones que
son falsas.
Para que la opinión de alguien que tiene reconocimiento social sea válida y
no se incurra en la falacia de apelación a la autoridad hay que tener en
cuenta varios requisitos que deben cumplir aquellos a quienes se recurre y
que básicamente podemos reunir en tres puntos:
a) que se trate de personas de reconocido prestigio profesional o
científico en la materia que están informando
b) que no tengan fuertes intereses en esta cuestión (principalmente
políticos o económicos)
c) que su opinión sea representativa de la de otros expertos independientes.
Aunque no sea un requisito imprescindible, debemos intentar contar con la
opinión de varios expertos antes de aceptar las conclusiones.
Podemos ver que en los casos en los que el Gobierno apela a opiniones
cualificadas (de regantes y miembros del CNA principalmente), no se cumple
alguno (o ninguno) de estos requisitos que se consideran imprescindibles
para que dicha opinión sea veraz y que no se induzca al engaño a la opinión
pública mediante la falacia de argumentun ad verecundiam.
Así, el primer requisito establece que la opinión de las personas
consultadas debe referirse a las cuestiones de las que ellos son expertos.
Y no puede concluirse que los regantes, por el mero hecho de ser usuarios
del agua (los principales, puesto que consumen el 80% de la misma), o
algunos miembros del Consejo Nacional del Agua (que están en calidad de
representantes políticos o de colectivos sociales) tengan los conocimientos
científicos necesarios como para ser consultados en referencia a las
cuestiones técnicas de un plan hidrológico. Son los expertos
(investigadores, profesores de universidad, técnicos, etc) de cada una de
las diferentes disciplinas relacionadas con el agua (ecología, hidrología,
economía, sociología, etc.) los que pueden hablar con conocimiento de
causa. Para ello están los foros como este Congreso.
En segundo lugar, cuando se está discutiendo un plan billonario, en el que
hay muchísimos intereses en juego, principalmente económicos y políticos,
se debe exigir que los expertos consultados estén libres de sospecha de
estar influidos o presionados por dichos intereses. Y eso no puede
asegurarse de muchos de los miembros del Consejo Nacional del Agua, que
también son presidentes de comunidades de regantes, o de otras
instituciones que se van a ver muy favorecidas económicamente, cuando no se
trata de altos cargos del Ministerio sobre los que, evidentemente, recae
fundada sospecha de estar influidos por quienes les ha colocado en su
puesto. Además, y para que todo haga más evidente que se trata de una
falacia, los únicos miembros del Consejo Nacional del Agua que lo eran por
su condición de expertos están en contra de este plan del Gobierno y lo
justifican muy detalladamente, lo cual es un argumento contundente en
contra de la credibilidad de quienes abogan a favor del trasvase.
Por último, pero no por ello menos importante, la comunidad científica en
general se muestra en desacuerdo con este plan hidrológico y, muy
especialmente, de determinadas obras, tales como construcciones de algunos
pantanos y el propio trasvase de aguas del Ebro. Y pese a que una de las
mejores fórmulas para informarse apropiadamente de cualquier cuestión es
acudir a la opinión de los expertos, la ciencia no funciona con el
principio de autoridad, sino que las conclusiones que emite siempre han
pasado por el filtro de la comprobación experimental (o al menos empírica)
de sus postulados utilizando, además, cauces de comunicación objetivos y
contrastables, tales como Congresos y publicaciones en revistas de
reconocido rigor científico.
5. Referencias bibliográficas
Chóliz, M. (2001): El lenguaje y las mentiras de la propaganda, Valencia,
Promolibro.
Capaldi, N. (2000): The art of deception, Ney York, Prometeus Books.
Durandin, (1993): L'information, la désinformation et la réalité, Paris,
Presses Universitaires de France.
Durandin, (1982): Les mensonges en propagande et en publicité, Paris,
Presses Universitaires de France.
Plantin, Ch. (2001): La argumentación, Barcelona, Ariel.
"Caer es posible, levantarse obligatorio"