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[escepticos] La guerra santa de Bush(3)
> Perdon, el enlace del anterior mensaje estaba mal :-(
Despues de tropezar 2 veces en la misma piedra :-( Os copio el texto, para
no daros más la lata. Mil perdones, la informática no es lo mio :-)
Vicente
http://www.lavozdegalicia.es/especiales/guerra_irak/noticia.jsp?TEXTO=157501
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ANÁLISIS
La guerra santa de Bush
-Numerosos analistas coinciden en que los vínculos del presidente con
movimientos de la ultraderecha cristiana están detrás del ataque a Irak
La borrachera de su 40 cumpleaños fue tan gorda que al finalizar la fiesta,
una juerga de varias semanas, George W. Bush (1946) cayó de rodillas sobre
la alfombra de su casa en Odessa (Tejas) e imploró a Dios que le sacara de
aquello. A punto de divorciarse, con dos gemelas de corta edad, un padre en
plena carrera por las presidenciales y una colección de negocios ruinosos en
su cartera, aquella fue la primera vez en su vida que sintió tocar fondo.
Donald Evans, un amigo del alma, había superado un problema similar, así que
se fio de él cuando le pidió que le acompañara a un grupo de estudio de la
Biblia.
Ocho años después, aquel despojo humano se había convertido en el gobernador
de Tejas. Fue «una llamada divina», según le confesó a Bob Woodward, autor
del libro Bush en guerra. La misma conexión supraterrenal que en noviembre
del 2000 le aupó a la presidencia de la nación más poderosa del mundo pese a
obtener menos votos que su rival. La misma señal del cielo que el 11 de
septiembre del 2001 le indicó el sentido de su mandato.Los intelectuales
estadounidenses reflexionan desde el comienzo del ataque a Irak sobre las
razones del presidente. De un lado están los intereses de la industria
petrolífera, encarnados en el vicepresidente Cheney y la asesora Rice; de
otro, las necesidades de alimentar a una industria armamentística cuya punta
de lanza es Donald Rumsfeld. Los geoestrategas del Pentágono estarían
luchando por un nuevo orden mundial, el denominado «fin de la historia», que
garantizaría la inmortalidad del imperio. Numerosos analistas -el asesor
presidencial William Polk, el historiador Gabriel Jackson o el escritor
Norman Mailer, entre otros- se inclinan sin embargo por una motivación
última, encarnada por el mismísimo presidente y el lobby de la ultraderecha
religiosa vinculada al sionismo: el retorno a la tierra prometida -la
recuperación del Estado de Israel- como paso previo al Apocalipsis, la
segunda venida del Mesías y el Armagedon. O sea, la batalla final entre el
bien y el mal, tras la cual el reino de Dios se instalará definitivamente en
el mundo. Para ello, el primer paso es derrocar a Sadam. Después, a los
palestinos no les quedará más remedio que aceptar la paz según los términos
israelíes.«Con el mismo ímpetu será derribada Babilonia, la gran ciudad, y
nunca más será hallada» (Apocalipsis 18,21). El presidente de la nación más
poderosa de la tierra está a la cabeza de un poderoso grupo de presión, la
Coalición Cristiana o Religious Right, que ha llegado a conformar el ala
fundamentalista del Partido Republicano. Son los cristianos renacidos, cuyo
núcleo más duro cree haber encontrado en Bush al líder davídico capaz de
unir su visión política a sus anhelos espirituales. Interpretan la biblia
literalmente y están convencidos de la legitimidad exclusiva de su causa
aunque hasta el Papa de Roma se haya opuesto a esta cruzada -«Hermanos míos,
no os extrañéis si el mundo os aborrece», San Juan-. Las constantes
referencias de Bush al eje del mal no son fruto de la casualidad. La Casa
Blanca se ha convertido en una sede más de las congregaciones evangélicas.
En el despacho anexo al del presidente se ha situado Michael Gerson, un
teólogo que le escribe los discursos. Entre la nómina de secretarios y
subsecretarios florecen ministros metodistas y predicadores.Y. sobre todos
ellos, George W. Bush, el paradigma del cristiano renacido. El hombre al que
Dios rescató de las tinieblas para encumbrarlo a lo más alto. El gobernador
que jamás suspendió una ejecución. El padre de familia que se levanta a las
6 de la mañana para leer la Biblia y se acuesta a las nueve y media
invariablemente, aunque esa misma noche haya declarado una guerra al margen
de la ONU. «Si no hubiera sido por Dios», les dijo hace meses en el Despacho
Oval a cinco líderes religiosos, «yo no estaría hoy aquí con ustedes, sino
en un bar de Tejas».
Tomás García (redacción)