| Oye, farsante cobarde:
 
 Yo nunca he escrito ningún libro. ¿ De donde has sacado eso?. Tú si que acabas de mentir, y gravemente.  Como te atreves a decir que " El sr Jiménez acuso al editor de su libro de manipular el título del mismo": ¿ tu deliras? ¿ te drogas?. Tio no inventes las cosas que ya me estas empezando a mosquear de verdad y vas a tener que responder en serio de lo que estas diciendo.
 
 Si te da rabia lo que he escrito sobre tu vergonzante mensaje , no salgas a la defensiva diciendo MENTIRAS como puños. ¿ Así que yo he escrito un libro? Pues dime cual . Y dimelo ya. Y responde como me has hecho responder a mi con lo de copiar tu mensaje. Yo he respondido. Responde a que editor he acusado yo de titular mal un libro mío.
 
 A mi no me hace falta decir eso de que " si no lo haces demostraras que eres un farsante" yo ya sé lo que tú eres. Pero espero que demuestres lo DEL LIBRO QUE CAMBIÓ DE TÏTULO Y LO DEL EDITOR ACUSADO POR MI...
 
 Me parece que ya nos estas cabreando demasiado con MENTIRAS y CALIFICATIVOS.
 
 
 Responde, anda....
 
 
 Atentamente
 IKER JIMENEZ
 
 
 
 
 
 
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 De: Xoan M. Carreira <xoanmc en lix.intercom.es>
 A: Escepticos. <escepticos en correo.dis.ulpgc.es>
 Asunto: Iker, el canalla
 Fecha: miércoles 19 de marzo de 1997 23:52
 
 Hasta ahora, en la corrala escéptica habíamos comprobado que Iker
 Jiménez se caracteriza por su incapacidad para interpretar
 correctamente un texto escrito, por su incapacidad para redactar un
 texto sencillo sin agredir a la gramática y a la ortografía así como
 por su incapacidad para el razonamiento lógico y para la
 contrastación entre sus creencias y los hechos. Según quedó probado
 en un mensaje anterior, estas incapacidades se deben a que Iker
 Jiménez es un analfabeto funcional y un necio.
 
 En ese mismo mensaje probé que a Iker Jiménez no le era de aplicación
 el calificativo de "cretino" en ninguna de sus acepciones
 convencionales.
 
 Por otra parte, varios de los convecinos de esta corrala digital han
 demostrado que los mensajes y las publicaciones del Sr. Jiménez se
 caracterizan por el falseamiento o la deformación sistemáticos de los
 hechos. Igualmente, han puesto de manifiesto la incapacidad del Sr.
 Jiménez para asumir sus propias responsabilidades, así como su
 tendencia a responsabilizar a sus amigos y superiores inmediatos de
 sus propios actos; muchos de los lectores de este mensaje recordarán
 como el Sr. Jiménez acusó al editor de su libro de manipular el
 título del mismo y al director de la revista en la cual trabaja de
 manipular los titulares, ladillos y pies de foto de los artículos
 firmados por Iker.
 Ha quedado pues probado a la sazón que Iker Jiménez es un mentiroso.
 
 En el tiempo en que lleva conviviendo con nosotros, el Sr. Jiménez ha
 demostrado poseer un enorme talento para el insulto, la injuria, el
 recurso ad hominem y la amenaza. Todas ellas características
 convencionales de vileza.
 
 El pasado lunes, tras unos días de ausencia, el Sr. Jiménez regresó
 entre nosotros con un mensaje de enorme violencia en el cual entre
 insultos y amenazas se me imputaban incomprensibles responsabilidades
 en el accidente habido entre un conocido mercader de fantasías y un
 conductor al que se le imputaba un avanzado estado de intoxicación
 etílica.
 Asimismo me imputaba una no menos incomprensible responsabilidad, o
 al menos una cierta complicidad, con la triste situación de los
 hospicianos rumanos.
 Todo ello salpicado de consideraciones vejatorias hacia mi persona
 como, por ejemplo, la afirmación reiterada de que mis actos le
 producen asco.
 El acusador mensaje del Sr. Jiménez aludía a un mensaje mío de fecha
 15 de febrero que, por medios que el Sr. Jiménez no manifestaba, le
 había sido revelado un mes después de su distribución a la corrala
 escéptica.
 
 Puesto que la Constitución garantiza tanto mi derecho a la presunción
 de inocencia como mi derecho a la integridad moral, requerí del Sr.
 Jiménez la presentación de las pruebas de sus tremendas acusaciones,
 así como que cesase en sus insultos que, evidentemente, atentan
 contra mi integridad moral.
 La legitimidad de mi pedido es evidente: al acusador compete la
 presentación de las pruebas, sin embargo la respuesta del Sr. Jiménez
 fue un nuevo insulto: afirmó que no le apetecía enviar el mensaje y
 que yo era un *chulo* por exigir que presentase sus pruebas.
 En este mensaje incluyó la siguiente frase: *Yo no tengo que
 presentar pruebas de nada*.
 Ahora bien, poca vileza puede ser mayor que la de aquel que acusa sin
 prueba.
 
 Esta mañana requerí por tercera vez al Sr. Jiménez para que
 presentase sus pruebas, advirtiéndole que de no hacerlo, aquellos que
 defendemos el estado de derecho nos veríamos en la necesidad de
 postular que el Sr. Jiménez es un canalla.
 
 El Sr. Jiménez no respondió a mi mensaje por lo que me veo en la
 necesidad de cumplir mi compromiso.
 
 Como ha quedado probado, algunos de los actos del Sr. Jiménez son
 acreedores al calificativo *viles*.
 Las personas que cometen actos viles son acreedores del calificativo
 *canallas*.
 Por lo tanto, Iker Jiménez es un canalla.
 
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