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Ser buen catalán



Titular el "El País" Catalunya:
"Pujol reclama en Montserrat la idea de patria y fe como eje de 
Catalunya"

Hace unos días ya reclamaba "el nostre president" la necesidad del 
"mito" como elemento integrador de cualquier sociedad y su 
asunción una condición indispensable para todo aquel que quiera ser un 
catalán de pro.Las proclamas de las hojas parroquiales en favor de la 
obligación del uso del catalán por parte de todos lo que viven y 
trabajan en Catalunya, ha producido respuestas muy aprecialbes por parte 
de mis queridos Victoria Camps y Félix de Azúa y algunos otros.

Pero en general, no parece que el personal esté muy por la labor. Todo 
el mundo a lo suyo, algún comentario por aquí y pr allá pero nadie 
quiere mojarse demasiado.

¿Es que a nadie le importa? ¿Hay que aguantar esta apología de la 
patría, el rebaño, la fe; del mito frente a la diversidad, el individuo, 
el ciudadano? Y yo sólo puedo quejarme aquí, esperando que mi alcalde  
no esté interesado en esta lista.

En ningún momento niego la labor que este gobierno pueda haber realizado 
en favor de una recuperación histórica y una corrección de agravios 
sufridos en contra de nuestra cultura y lengua. Pero esto es demasiado. 
Estamos padeciendo una sofocante ola 
tradicionalista-conservadora-fundamentalista-llena de valores 
eternos-ista que no hay quien respire. ¿Donde están los "progres" o lo 
que sea? Sólo machaca Albert Boadella de tanto en tanto, uno de mis 
catales de pro favoritos.

Estamos ahogándonos con tantas mayúsculas, Verdades Últimas, Nación, 
Patri, Fé, Catalanidad, Españolidad,Lo Vasco..Había una vez una 
izquierda, pero se ahogó en sus mayúsculas también.

Y la idea de individuo languidece, sólo priva lo orgánico, la tierra y 
la sangre. Se nos quiere imponer, se nos ha impuesto, un repliegue al 
tiempo cero del mito y de la fé como única manera de dar sentido a la 
realidad. Esto es un avasallamiento de lo privado  con la pretensión de 
convertirlo en público. Aquí manda  la norma del grupo (del grupo en el 
poder, claro), la dictadura blanda pero determinada del ethos colectivo 
frente al "hecho diferencial" *individual*.

Cada vez más descaradamente. Esto es como "el silencio de los borregos". 
Por lo menos, no hay bombas. No se de que me quejo.

Teresa

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