Jesús Cancillo escribió
(9 junio 1998):
>> Manuel Borraz Aymerich escribió:
>>Por el contrario, en el >> tipo de experiencias a las que me refiero, al desconcierto que >> suscitan por sus propias características se une el desconcierto que >> produce su novedad, la carencia de una etiqueta inmediata y apropiada. >Perdón???? >Eso se denomina alucinaciones hipnagógicas e hipnopómpicas. >Aunque me parece que lo estás mezclando con la más común Crisis de >angustia. >J. Cancillo ---------------------------------------------
Al hablar de
"desconcierto", de "novedad" y de "carencia de una
etiqueta inmediata y apropiada" me estaba poniendo en el lugar de la
persona que pasa por alguna de estas experiencias, que en la mayoría de
los casos no habrá oído hablar de "alucinación
hipnagógica" o "aluc. hipnopómpica". Estas
últimas son designaciones pertinentes, está claro, pero más
académicas que populares. A la mayoría de la gente le suenan a
chino.
Sobre si se trata de meras
crisis de angustia, puede haber algún elemento común (dificultad
para respirar) pero pienso que la familia de experiencias a que me refiero tiene
características peculiares (parálisis del sueño,
alucinaciones, etc.).
Aprovecho la
ocasión para mencionar algún ejemplo concreto.
En catalán,
la palabra más habitual para significar PESADILLA es MALSON, que no tiene
ninguna connotación de "opresión".
Ahora bien,
según leo en "Màgiques, pors i supersticions" de Carme
Vinyoles (un liviano trabajo antropológico de divulgación centrado
en testimonios orales recogidos en la provincia de Girona), existe una
expresión utilizada en algunas comarcas, estar PRECISAT DEL FOLLET, con
el significado de ser visitado o molestado por el duende ("follet").
La tradición popular consideraría a este último una especie
de espíritu de la casa más juguetón que
maléfico.
Uno de los
testimonios citados indica que el "follet" viene cuando uno
está en la cama, a punto de dormir. En el momento menos pensado se sube
encima y le deja a uno bien abatido, sin poder hacer nada. Ni mover los brazos,
ni gritar, ni respirar. Igual que viene, al poco tiempo se va.
En cierto caso, el
"follet" se presentó "luciendo forma": la de una nube
blanquecina. Los efectos fueron los habituales -se indica-: la asfixia en el
pecho y el cuerpo agarrotado. Una vez recuperada, la víctima
inspeccionó los alrededores sin encontrar huellas ni señales en
los arbustos que denotaran la presencia de algún animal.
Las personas que
han tenido relación con el "follet" -siempre según la
referencia anterior- no aceptan que hayan sufrido una mala jugada de la
imaginación, ni que la culpa sea de una salud precaria o un abuso de la
bebida. Muy al contrario, se muestran convencidas de que el espíritu
existe.
Seguramente
encontraríamos otros ejemplos próximos de tradiciones locales que
han sobrevivido al cambio de sentido que parecen haber experimentado
términos como "pesadilla" y siguen suministrando un marco de
referencia cultural para estos curiosos episodios, a nivel popular.
Saludos,
Manuel
Borraz
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