[Date Prev][Date Next][Thread Prev][Thread Next][Date Index][Thread Index]

[escepticos] ** Lógica (largo pero divertido)



Hola:

El viernes 19 de junio de 1998 Xan M. Cainzos Prieto 
<cainzos en zmat.usc.es> escribió:

     > PD: Recordando a Groucho: ¿quien quiere estar en un 
club que me tenga a mi por socio? ;-)

Eloy Anguiano <Eloy.Anguiano en ii.uam.es> precisó:

     > No. Groucho dijo: "Yo no quiero entrar en un club en 
el que me admitan como socio". Es mas fina.

Y Xan M. Cainzos Prieto  <cainzos en zmat.usc.es> replicó:

     > Eloy, eso ya lo sabia, fijate que dije "Recordando" 
no "Citando". Pero yo soy mucho mas directo y realista. 
Saludos


     En realidad, el origen de esta famosa frase es mucho 
más divertido que una simple "boutade" de Groucho. Él mismo 
lo cuenta en "Groucho y Yo":

     "No soy un individuo especialmente sociable.  Más bien
tiendo para el lado misantrópico.  He intentado ser un 
alegre compañero, pero después de un mes o cosa así siempre 
me duele la boca de tanto mostrar los dientes con una falsa 
sonrisa.  La pseudo-amistad, el apretón de manos flácido, 
así como el extrafuerte (que deberían ser prohibidos por el 
Departamento de Sanidad), no se han hecho para mí.  Esto 
también se aplica a la palamada en la espalda a la que le 
someten a uno los reyes americanos de la pesadez, de los que 
uno huye instantaneamente de no encontrarse atrapado en un club.
     Hace algunos años, después de presiones considerables,
accedí a afiliarme a una destacada organizaci¢n teatral.  
Por una extraña coincidencia se llamaba el Club Delaney.  
[Durante todo el libro Groucho llama Delaney a todo aquel 
con quien ha tenido "roces"]  Allí, entre aquellas sagradas 
paredes dedicadas a Thespis pensé que nos sentaríamos a 
pasar la velada con nuestras copas de coñac y nuestras bien 
cargadas pipas para hablar de Chaucer, de Charles Lamb, de 
Ruskin, de Voltaire, de Booth [aquí hay otra broma, pues 
John Wilkes Booth fue un actor que asesinó al presidente 
Abraham Lincoln], de los Barrymore, de la Duse, de 
Shakespeare, de la Bernardth y de todas las demás figuras
legendarias del teatro y de la literatura.  La primera noche 
que pasé allí encontré a treinta y dos consocios jugando al 
poker con cartas marcadas, a cinco miembros lanzando unos 
dados cargados sobre una alfombra sospechosamente sucia y a 
otros cuatro asociados metidos en sendas cabinas telef¢nicas 
y hablando con mujeres que resultaron ser esposas de otros 
miembros del club.
     Pocas noches después, el club celebró un banquete.  No
recuerdo claramente el motivo.  Creo que era para agasajar a 
uno de los miembros que había conseguido eludir a la policía 
durante más de un año.  Las mesas eran largas y estrechas, y 
a menos que se llegara hacia las tres de la tarde no era 
posible escoger a los compañeros de mesa.  Aquella noche 
concreta me senté junto a un peluqero que me había masacrado 
muchas veces, tanto socialmente como con la navaja.  En un 
momento dado paseó lentamente la vista por el comedor y 
luego se volvió a mí y dijo:
     -Groucho, desde luego, están admitiendo a una serie de
asociados que dan asco.
     Preferí ignorar esta observación y traté de hablarle de
Chaucer, de Ruskin y de Shakespeare, pero él había 
sintonizado para despotricar contra las máquinas eléctricas 
de afeitar, considerándolas un golpe mortal para el arte de 
Fígaro, de modo que me callé y seguí bebiendo.  A la mañana 
siguiente envié un telegrama al club en el que decía:
     RUEGOLES ACEPTEN MI RENUNCIA.  NO DESEO PERTENECER A 
NINGUN CLUB QUE ME ACEPTE COMO MIEMBRO.

     Antes de que la revista Confidential tuviese conflictos 
con las autoridades postales, con la policía y con 
Hollywood, por no decir a la inversa, publicó dos artículos 
respecto a mí.  No eran especialmente malignos, pero he de 
admitir que me molestó el solo hecho de ver mi nombre en 
aquel libelo.
     En el primer artículo me acusaba de ser aficionado a 
las jovencitas.  Yo sería el último en negar tal afirmación. 
 El segundo artículo decía que mi espectáculo de la 
televisión era deshonesto.  Eso era una tontería y no valía 
ni siquiera la pena desmentirlo.  Sin embargo, agotada la 
paciencia, escribí una carta al director en la que decía: '¡Caballero! Si sigue escribiendo artículos desagradables a 
mi respecto, me veré obligado a anular mi suscripción.'"


     Groucho era un tipo muy inteligente y también dijo que:

     "Encuentro la televisión muy educativa: cada vez que 
alguien la enciende me voy a otra habitaci¢n y me leo un libro."

     Adios.
     Ebardo.

     Ebardo en ciudadrobot.com
     Eduardo Giménez González