| [Manuel Borraz Aymerich] Y al hilo de este asunto, aprovecho 
la ocasión, para dar un toque de atención sobre el poder del 
chiste, del sarcasmo, de la parodia. Somos bastante conscientes de la facilidad 
con que el pensamiento se ve atrapado en falacias y anclado en creencias. 
¿Pero no es impresionante la capacidad de distorsión que tiene, 
por ejemplo, la imitación paródica de un personaje? 
¿Cuántos personajes (individuales o colectivos) no acaban siendo, 
en la mente de muchos, una especie de estereotipo ridículo sin ninguna 
relación con la realidad? ¿Por qué cuesta tanto pensar en 
determinados políticos o famosos, por ejemplo, sin que nos venga a la 
cabeza tal o cual chiste (algunos se lo han ganado a pulso, pero eso es otro 
asunto)? Me imagino que, si esto es así, es porque nuestro cerebro 
favorece en general este tipo de simplificaciones (el manejo de estereotipos 
puede ser ventajoso hasta cierto punto para enfrentarse a algunas situaciones). 
En el caso de los estereotipos sarcásticos, quizás puede haber 
además contrapartidas emocionales (otorgar superioridad a quien lo 
aplica, etc.).  [Mercader] Para mí 
está claro que uno de los recursos de la supervivencia es la 
simplificación de los datos ingresados en función de esquemas 
previamente organizados. No podríamos ni andar si tuviésemos que 
ir decidiendo, paso a paso, si queremos -o debemos- dar el paso siguiente;  
Así que abandonamos las tareas a subsistemas más o menos 
automáticos.  La asignación de caras de personajes a 
estereotipos previos es debido, sin ninguna duda, a un mecanismo parecido, que 
debió de tener su utilidad cuando todavía estábamos subidos 
a los árboles. El reconocimiento de una cara en función  de 
si era hostil o amigable, debía de ser tan importante que pudo 
desarrollarse la habilidad de almacenar, de forma subjetiva,  ciertos 
patrones fisonómicos en alguna base de datos para evitarse sustos 
futuros. Añádase a esto una predisposición previa -en 
contra- y ya tenemos al simpático Sr. Toharia (No se lo digais, pero a 
mí también me parece que tiene cara de chiste) almacenado  en 
la base de datos de algún malintencionado, en el cajón de 
víctimas propiciatorias.  [Manuel Borraz]  Por descontado que, en algunos casos, 
el estereotipo paródico está lejos de ser una broma inocente y 
puede ser fomentado muy interesadamente.    ¿Alguien conoce algún 
estudio de psicología social sobre esta cara perversa del 
humor?      [Mercader] Yo no creo que sea posible un estudio fiable 
sobre una materia tan subjetiva como ésta, aparte de la opinión 
personal de cada uno de nosotros.   Saludos. 
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