Un inciso para comentar una
cuestión de propaganda, y de paso referirme a otro tema que sale al paso,
aunque no tenga relación con este debate.
En el último boletín de
Greenpeace, en la última página, aparece una parodia de anuncio
con la foto caricaturizada de Manuel Toharia enfangado en un lodazal
(Doñana) diciendo: "Nada de lodo tóxico... ¡Abono para
las plantas!"
Asimismo puede leerse:
"¡empresario! ¿su
empresa contamina? ¿envenena el medio ambiente? ¿amenaza la salud
pública? ¿le vigilan los ecologistas...? NO PASA
NADA.
MANOLO TONTARIA, S.I. (suciedad
ilimitada).
MANIPULAMOS AL SERVICIO DE SU
EMPRESA."
En las páginas interiores no
encuentro mención a ninguna declaración que sobre el desastre de
Doñana haya podido hacer este conocido divulgador científico (y
asesor de ARP, si no recuerdo mal) -quizás algún colistero
esté más informado al respecto-. Personalmente, la página a
la que me refería -que evidentemente apela más a la irracionalidad
del lector que a otra cosa- me parece de mal gusto. Pero aún me parece de
peor gusto que no se acompañe de algún artículo donde se
discutan argumentadamente las declaraciones de Toharia. De haber sido
así, la ilustración podría haberse tomado como un toque de
humor para acompañar el texto. Pero así aislada, es puro panfleto
(algo así como: "coread todos: ¡Toharia
manipulador!"...).
Y al hilo de este asunto, aprovecho
la ocasión, para dar un toque de atención sobre el poder del
chiste, del sarcasmo, de la parodia. Somos bastante conscientes de la facilidad
con que el pensamiento se ve atrapado en falacias y anclado en creencias.
¿Pero no es impresionante la capacidad de distorsión que tiene,
por ejemplo, la imitación paródica de un personaje?
¿Cuántos personajes (individuales o colectivos) no acaban siendo,
en la mente de muchos, una especie de estereotipo ridículo sin ninguna
relación con la realidad? ¿Por qué cuesta tanto pensar en
determinados políticos o famosos, por ejemplo, sin que nos venga a la
cabeza tal o cual chiste (algunos se lo han ganado a pulso, pero eso es otro
asunto)? Me imagino que, si esto es así, es porque nuestro cerebro
favorece en general este tipo de simplificaciones (el manejo de estereotipos
puede ser ventajoso hasta cierto punto para enfrentarse a algunas situaciones).
En el caso de los estereotipos sarcásticos, quizás puede haber
además contrapartidas emocionales (otorgar superioridad a quien lo
aplica, etc.).
Por descontado que, en algunos casos,
el estereotipo paródico está lejos de ser una broma inocente y
puede ser fomentado muy interesadamente.
¿Alguien conoce algún
estudio de psicología social sobre esta cara perversa del
humor?
Saludos,
Manuel
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"El que plegunta pasa pol
necio,
el que no plegunta lo es"
(
Plovelbio chino esteleotipado)
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