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RE: [escepticos] Brutalidad
-----Mensaje original-----
De: Arturo Rios Reyes <arturios en ej-gv.es>
Para: escepticos en CCDIS.dis.ulpgc.es <escepticos en CCDIS.dis.ulpgc.es>
Fecha: viernes 17 de julio de 1998 8:35
Asunto: [escepticos] Brutalidad
Hola:
Ayer, mientras leia la corrala tranquilamente en el sofá de mi casita
Me preguntaba si la brutalidad humana tenía límites cuando nos hechan la
noticia de la red de pederastia en la que vendían violaciones de bebes de
entre 12 y 18 meses.
En fin, planeta...
Arturo.
Hola Arturo.
En verdad que el ser humano es un animal curioso, capaz de las mejores
acciones y de los más execrables actos. Yo también contemplé atónito hasta
donde pueden llegar unos seres, en principio adultos y que de cara a la
sociedad aparentan una total y absoluta normalidad, cuando a la hora de
excitar su líbido son capaces de recurrir a bebés a los cuales según decían
en el noticiero previamente incluso drogaban.
Vamos que mi moral también se encontraba un tanto baja cuando encima
para rematar la faena recibo el siguiente mensaje que por impactante y
conmovedor he decidido transmitiros.
Espero que sea de vuestro interés.
Saludos escépticos desde Bilbao.-((:.-()))))
DESDE OTRA TRIBUNA
El "tigre" Acosta entró a la pieza del fondo de la Pecera
Exultante."ganamos", "Ganamos", gritaba. A las prisioneras nos dio un beso.
A los prisioneros les estrechó la mano y les palmeó el hombro en un amague
de abrazo.
Nosotros ya llevábamos mucho tiempo desaparecidos. algunos, más de un año.
En el sofisticado horror de la ESMA, cientos de hombres y mujeres
permanecían horas, días, semanas,meses, tirados en Capucha hasta que
llegara el momento del "traslado". Unos pocos fuimos elegidos por nuestros
torturados como objetos para un experimento psico-naval: el "proceso de
recuperación" Recuperarlos para los valores occidentales y cristianos,
decían.
Entonces montaron una trama perversa de parodia de la vida allí donde
conmoríamos a diario a manos de los hombres de la Armada. Almirantes,
generales, coroneles, brigadieres, civiles que apludían a los dictadores,
observaban el experimento. Por eso aquella zona se llamó "la pecera". En la
pecera los peces viven como si fuera el mar, pero los cristales que los
exponen a los ojos de los hombres también son el límite a su libertad.
Entre paneles de acrílico , a un puñado de desaparecidos nos mantenían
imitando a la vida.
Por eso, aquella tarde de junio los objetos a recuperar estábamos frente al
televisor mirando el último partido del Mundial. Como habíamos mirado los
otros, hablando con entusiasmo o enojo de los resultados. Como sucedía
afuera. Aunque detrás de esas palabras estuviera lo que escondíamos con
silencios pero buscábamos en los ojos de los compañeros: horror y asco ante
los tres grandes asesinos, Videla, Agosti y Masera, convertidos en hinchada
en la platea de River; perplejidad por la euforia de millones en un país
hecho campo de concentración.
Por eso, cuando el Tigre Acosta dijo "ganamos" la certeza de haber perdido
me cubrió totalmente. "Si el ganó, nosotros perdimos", sentí.
Poderoso interlocutor de Dios, él se fue taconeando por el pasillo, más
convencido que nunca de su cultivada consigna: "esto no tiene límites". Ahí
adentro nada lo tenía, menos aún el dolor, el horror, el desamparo. El
poder para decretar la muerte y disponer la vida. Hace falta un poder más
grande para obligar a vivir que para ordenar morir.
Poco después subió un guardia. Leyó una lista de prisioneros, "prepárense
para salir"reclamó. Nos bajaron hasta el playón y nos fueron subiendo a los
autos. A mí en un 504 verde musgo, donde iba el prefecto Héctor Antonio
Febres, Febres-alias selva, Daniel Orlando-era el oficial designado por el
Grupo de Tareas como responsable de las prisioneras embarazadas. el
vigilaba su estado y les arrancaba los bebés luego del parto. Disponía de
la vida de los hijos y de la muerte de las madres. Así lo preveía la
planificación del terror.
Febres ordenó por radio "abrir la partida con dos de caballo" y la barrera
de la ESMA se levantó. Los autos circularon por Libertador y por
Republiquetas. Hasta llegar a Cabildo. La gente brotaba de todas partes.
Eran miles cantando y bailando. Quién se acuerda de ustedes?, me provocó
uno de ellos.
Pedí que me dejaran asomarme por el techo corredizo del 504. Fue
autorizado. Me paré en el asiento y salí al aire frío de junio. ¿Cuántas
veces había disfrutado con mis compañeros la alegría de la movilización
victoriosa? ¿ Cuántas veces había soñado con el día del triunfo de la
revolución, imaginándolo así: el pueblo avanzando como río imparable, felíz
por la llegada de la gran esperanza que cambiaría la vida del país? Pero
nada de eso había sucedido. Apenas un campeonato de futbol ganado, mientras
la dictadura feroz mataba igual que el primer día. ¿Qué celebraban
entonces? empecé a llorar.
Cuando alguien arroja una piedra al agua, algo se conmueve. La piedra
comienza a hundirse, mientras en la superficie se dibujan círculos. Luego
todo queda como antes. Pero algo sucedió de verdad: el agua se devoró la
piedra. Así era estar desaparecido. Yo era una de miles de piedras. Allí
tan sola. " si
grito que soy una desaparecida, nadie me va a dar bolilla, pense",
desesperadamente segura.
Los autos se atascaban entre la multitudes y Febres ordenó cambiar de
rumbo. Fuimos hacia Martinez, a una parrilla sobre maipú donde tantos
militantes nos reuníamos en citas clandestinas, aprovechando que era casi
un autoservicio com pocos mozos indiscretos rondando las mesas. Quizas
alguno estaba allí.
También ahí todo era una fiesta.
Juntaron varias mesas, y nos sentamos. torturadores y torturados. Ellos
serían doce o quince, nosostros, cuatro o cinco. Vistos desde afuerz, todos
pasados por el rasero del Mundial, iguales a cualquier otro grupo que
celebraba un resultado futbolísitco como algo trascendente y vital.
Entre cantitos y risas victoriosas, sentí que no soportaba más tnata
prisión. Pedí permiso para ir al baño. Allí, en ese cuadrado maloliente y
sucio, recuperé un breve espacio de libertad. A las prisioneras " a
recuperar" nos habían devuelto los elementos de maquillaje que teníamos al
ser secuestradas. Ocuparnos de nuestro aspecto era signo de recuperación
para la alquimia naval. Libre por minutos en ese baño, empecé a escribir
con el lápiz de labios en la pared. Masera asesino, Milicos asesinos, Vivan
los montoneros... Escribí, escribí, escribí. Hasta que el rouge se acabó.
Volví a la mesa. Volvía a la prisión. Volví a la desesperación. ¿ Y si
sospechan porque dardé mucho en el baño? ¿ Y si alguno va a controlar y le
parece que eso que está escrito en la pared es del mismo color que el de mi
rouge y me revisan?¿Por qué no habré tirado el lápiz gastado?
Nada de eso sucedió Una hora después me devolvieron a Capucha. Los
prisioneros que nunca salieron de allí hasta el momento del traslado
supieron de los goles por los gritos que llegaban desde la cancha. River
estaba tan cerca de la ESMA...
Entre esos gritos, también se mezclaban los de Videla, Agosti y Masera.
Graciela Daleo- ex detenida-desaparecida.