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[escepticos] La "alta" radiactividad del plutonio



Sigo con la transcripción del artículo del Ing. Mario
Bancora sobre el "Impacto ambiental de la energía
atómica" Fue escrito luego de la guerra del golfo, tal como
se evidencia en la parte final. Hace también referencia a situaciones
que debemos soportar en Rosario, tales como los cortes de la
provisión de agua debido a que las industrias petroquímicas
usan al Paraná (pese a ser un verdadero río) como cloaca
de deshecho, o los olores que despide una fábrica de
papel.
                        Abrazos multiplicados por casi 200
                                    Héctor W. Navarro

    Como segunda consideración, la radiación es sólo uno de los agentes
carcino-genéticos identificados. La lista es larga, empezando por el
tabaco. Se ha comprobado que un 90 % del aumentos de muertes
por cáncer de pulmón, registrados en los últimos 50 años, es debido
al hábito de fumar. Sigue el benzopireno, que es un producto normal
de la combustión, ya sea ésta libre o interna en los motores a
explosión. en concentraciones tan bajas como 4 nanogramos
por metro cúbico, ya actúa como agente cancerígeno. En
zonas urbanas de alto tráfico, se ha llegado a medir concentraciones
de 600 nanogramos por metro cúbico. Otro agente, que nos
atañe particularmente, son las nitroaminas, que se generan al
asar bien la carne. Siguen el amianto, el hollín de las chimeneas,
la luz ultravioleta, el alquitrán de carbón, los virus, las toxinas
de algunos hongos presentes en los alimentos, etc. No se
ha hecho una evaluación sistemática de los daños estocásticos
a efectos retardados que provoca la combustión, incompleta
e incontrolada, de miles de toneladas diarias de hidrocarburos.
Pero está registrado el hecho de que, por efecto del "smog"
(niebla contaminada con productos de combustión) fallecieron
en la ciudad de Londres 6.000 personas, entre los años
1.950 y 1.962. La combustión, no sólo contribuye a la
polución química de la atmósfera, sino también a la
polución radioactiva. En efecto, los combustibles
fósiles arrastran consigo los radioelementos presentes
en el suelo, y al quemarlos, éstos se concentran en las
cenizas y luego, de no existir sistemas adecuados de
filtración, las chimeneas los distribuyen, contaminando
los cultivos e irradiando las personas.
    En resumen, la producción de energía en todas sus
variantes implica riesgos. No hay que desconocer
los radiactivos, pero debe admitirse que los efectos que
suponen para el planeta y para la salud de los habitantes,
los agentes descriptos y otros que casi no se conocen,
son mucho mayores. Mucha gente dedica sus esfuerzos
a limitar la polución ambiental producida por la concentración
del anhídrido carbónico (efecto invernadero) y por la
concentración de óxido de azufre y nitrógeno (lluvias ácidas)
Paradójicamente, suele incluir en sus objetivos la eliminación
de las Centrales Nucleares que, precisamente, no aportan
a tales efectos.
    Se plantea asimismo, un problema moral con la generación
nucleoeléctrica. Surge la pregunta acerca de la corrección
de legar a las generaciones futuras, los productos de la
fisión del núcleo, la mayoría de ellos radiactivos y algunos,
por miles de años. Con éstos parecidos argumentos, se
propugna una repulsa a la construcción de sitios destinados
a almacenar tales residuos (Repositorios nucleares) . Prever
qué se hace con los residuos, en cualquier industria, es
fundamental y debe considerarse como una etapa indispensable
del proceso industrial. Por no haber tenido esa previsión en
el cordón manufacturero de Rosario, sufrimos los malos
olores, la polución del río y las periódicas interrupciones
del agua corriente.
    En la industria nuclear, los repositorios se instalan en zonas
desérticas, donde existen formas geológicas estables (sal,
granito o arcilla), donde no fluyan aguas subterráneas ni
exista la posibilidad de movimientos sísmicos. En ellas se
hacen perforaciones a 600 mts. de profundidad y allí se
depositan los residuos previamente encapsulados en vidrio,
en plomo y en acero inoxidable.
    Cuando se extraen los elementos combustibles del
reactor, momento en que poseen la máxima radioactividad,
los operadores se protegen con un blindaje de agua,
proporcionado por piletas profundas, y allí se los almacena
hasta que se reduzca su actividad. Si en estas
condiciones bastan algunos metros de agua para proveer
el blindaje adecuado, es evidente que un espesor de terreno
de 600 mts. cumple con creces su función protectora. Enterrar
los emisores es el método con el cual la naturaleza nos defiende
de aquella. Efectivamente, si consideramos un terreno
sedimentario promedio, y delimitamos en él un lote de tamaño
común, digamos 8,66 x 40 mts., y cavamos hasta l.20 mts. de
profundidad extrayendo todos los minerales radioactivos contenidos,
obtendríamos unos 6 kg. de mineral de torio, 2 kg. de uranio,
y 7.000 kg. de potasio, conteniendo 0,8 kg. de potasio 40 que
es radioactivo. Si estos minerales, en lugar de estar mezclados
con material inerte, estuvieran en la superficie y pudieran
ser inhalados por los habitantes permanentes del terreno,
la dosis recibida por ellos sería aproximadamente 30 millones
de veces superior a la producida por los minerales dispersados.
Pero todavía se puede dar un paso más en materia de
radioprotección. Si en lugar de dispersar los elementos
radioactivos los concentramos, los vitrificamos, los
encapsulamos en metal y concreto y los enterramos a gran
profundidad habremos obtenido un factor de seguridad
mucho mayor que el otorgado por la naturaleza. Esto es
un Repositorio Nuclear.
    Si las generaciones futuras tuviesen que optar entre manejar
varios de estos Repositorios, o ver agotadas las reservas de
combustibles fósiles del planeta, no existe duda alguna sobre
la elección que efectuarían. Quemar en poco tiempo, teniendo
a nuestro alcance los medios para evitarlo, reservas que han
requerido milenios para formarse, y que son insustituibles
como fuentes de materias primas en petroquímica, constituye
un crimen de lesa humanidad que no será perdonado por nuestros
descendientes.
   La decisión debe ser tomada ya. Hay que desarrollar, no
solamente la tecnología de reactores a uranio, sino también,
la de reactores a fusión, utilizando el deuterio. Estos últimos
no producen residuos y la abundancia del combustible usado,
permitirá resolver por milenios el problema del abastecimiento
energético. El año 2000 nos encontrará peligrosamente cerca
del agotamiento de las reservas petrolíferas. Ya en la
actualidad, episodios como la Guerra del Golfo, nos
instruyen acerca del verdadero costo del petróleo. De
todas formas ningún costo de la energía será superior,
para la humanidad, que el de no disponer de ella,
Estamos recorriendo un camino en el cual no es posible
detenerse y mucho menos retroceder.
                                            Mario E. Báncora