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[escepticos] La Cladística o Reclasificación de los organismos vivos / otra polémica de Darwinismo-creacionismo



    Rebuscando en una de mis unidades zip he rescatado este texto,
sacado en su momento del diario el País.
    En él se habla de la taxonomía Cladística como un nuevo intento de
recatalogación de los seres vivos.
    Entre los apartados que desarrollaba el mencionado artículo se
encontraban:
                Gráfico: 'Aves y reptiles más allá de las apariencias'
                Fotonoticia: 'El lío del oso pardo y el oso polar'
                Algunos científicos, apoyándose en la evolución,
quieren abandonar el sistema tradicional de las especies de Linneo.
    Curiosamente el segundo punto me ha recordado cierta controversia
suscitada hace un tiempo por el abogado de los ríos verdaderos. Al
intentar ampliar la noticia me he encontrado con que en los archivos
del periódico el País el apartado correspondiente a dicho argumento
había sido removido del resto de la noticia.
    ¿A alguien se le ocurre cual ha podido ser el motivo?
    ¿Alguno de nuestros expertos tiene más información al respecto?
    Pues eso, gracias y a la espera...

Saludos escépticos desde Bilbao.-((;.¬D))))
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Marco Tulio Cicerón-"Dubitando ad veritatem pervenimus"-

Hacia la reclasificación de los organismos vivos
HENRY GEE ( 03-05-00)

El orden de la naturaleza o la búsqueda de lo imposible

En la taxonomía tradicional, establecida por el botánico sueco Linneo
hace 250 años y seguida por todos los taxonomistas desde entonces, una
especie se define con referencia a un único espécimen tipo depositado
en un museo. Pero F. Pleijel, del Muséum National d'Histoire Naturelle
de París, y G.W.Rouse, de la Universidad de Sidney (Australia),
cuestionan abiertamente esta tradición.

En la revista Proceedings of the Royal Society of London (22 de
marzo), Pleijel y Rouse declaran: "Hacer que los taxonomistas decidan
que unos cuantos especímenes muertos representan a una especie es una
extrapolación absurda que no tiene sitio en la ciencia". Según ellos,
los taxonomistas se ven "obligados por los códigos de nomenclatura
existentes a describir organismos como especies, cuando en general no
tienen idea de lo que pasa en la naturaleza". En el tranquilo mundo
científico de los museos, esto es una declaración de guerra.

Pleijel y Rouse pertenecen a un grupo pequeño, pero creciente, de
científicos que creen necesario modernizar la taxonomía; pretenden
resolver una contradicción que afecta al corazón de la biología
moderna y que pocos parecen dispuestos a afrontar.

El problema es que la taxonomía de Linneo se creó más de un siglo
antes de que las ideas de Darwin demostrasen que las especies son
entidades fluidas que pueden cambiar a lo largo del tiempo. La mayoría
de sus colegas pueden considerar a Pleijel y Rouse terroristas
taxonómicos, pero su objetivo es crear un sistema de nomenclatura que
refleje los conocimientos actuales sobre las relaciones evolutivas, no
adaptarse a un código establecido 100 años antes de la biología
evolutiva.

Este ideal, denominado taxonomía filogenética, ha sido promovido
principalmente por los biólogos estadounidenses Kevin de Queiroz
(Smithsonian Institution de Washington) y Jacques Gauthier
(Universidad de Yale).

Método pragmático

Pleijel y Rouse abogan por un método pragmático. En primer lugar,
consideran a las especies como entidades provisionales denominadas
unidades taxonómicas menos inclusivas (LITU, siglas en inglés). La
clasificación de grupos de organismos como LITU, explican los
investigadores, "es una declaración del actual estado de conocimiento
(o desconocimiento)" sobre una especie. Estas clasificaciones estarían
sujetas a cambios cuando se conociesen mejor las relaciones evolutivas
de las LITU; la propia idea de relaciones evolutivas entre especies
fluidas y cambiantes habría sido anatema para Linneo.

En el caso de los osos, la especie Ursus arctos se dividiría en varias
LITU (a lo mejor en este caso poblaciones geográficas de Ursus
arctos), de cada una de las cuales se podría deducir que forman un
grupo natural. Se detectaría la ascendencia común mediante
características que los individuos actuales tienen en común y que no
se puedan encontrar en otras poblaciones. Esto es fiel al espíritu de
la idea de Darwin de descendencia común y hace que la idea de especie
tenga más sentido desde el punto de vista biológico.

La taxonomía filogenética es una extrapolación lógica de la
sistemática filogenética, o cladística, en la cual los científicos
organizaron el patrón de relaciones evolutivas mediante un sistema de
grupos que refleje la verdadera relación evolutiva, más que por
autoridad o convención.

La cladística cuajó entre los paleontólogos que intentaban solucionar
los problemas de trabajar con la ascendencia humana en el registro
fósil. El problema es el siguiente: un paleontólogo encuentra en
África el cráneo de un simio fósil de 10 millones de años y se
pregunta si el fósil es de un antepasado humano lineal. Podría serlo
pero nunca podría establecerlo con seguridad.

Linaje de antepasados

Por extensión, no es válido extraer una serie de fósiles, disponerlos
en orden cronológico, y presentarlos como un linaje de antepasados y
descendientes. Nuestros antepasados están por ahí, pero nunca se
sabría quiénes son. La cladística reconoce esto y pone de manifiesto
que todas las historias sobre ascendencia y descendencia
evolutiva -peces que se arrastran a la orilla para convertirse en
anfibios, simios con aspecto cada vez más humano- no son más que
cuentos.

Como los cladistas socavan las apreciadas nociones sobre cómo
aparecimos, han sido tachados de iconoclastas, traidores o incluso
creacionistas. Nada más lejos de la verdad: ellos mantienen una forma
pura de darwinismo, en particular las ideas de descendencia común (en
lugar de ascendencia reconocible) y el carácter aleatorio (no
dirigido) de la selección natural. La taxonomía filogenética tiene
unos objetivos igualmente puros, pero superar 250 años de tradición y
renombrar millones de especies es muy arduo.


El orden de la naturaleza o la búsqueda de lo imposible
CATHERINE VINCENT
Antiguamente era todo tan sencillo... Hacer el inventario de los seres
vivos se reducía a enumerar el conjunto de formas presentes en el
momento de la Creación. Las especies no podían evolucionar. Pero llegó
Darwin - El origen de las especies (1859)- y con él la teoría de la
evolución, que permitió comprender que todos los organismos estaban
emparentados. Desde entonces, la sistemática, ciencia que se dedica a
identificar y ordenar la variedad de los seres vivos (1.400.000
especies descritas hasta hoy), cambió de objetivo. Más que clasificar
de forma racional animales y vegetales, se esforzaba ahora por
reproducir el árbol genealógico del ser vivo. Y ahí empezaban las
dificultades.

A primera vista, el hilo conductor era sólido: las especies eran tanto
más parecidas cuanto más próximo era su ancestro común. Si el hombre
se parece más al ratón que a la bacteria, es porque el ancestro común
de los dos primeros vivía hace sólo algunas decenas de millones de
años, mientras que para encontrar el ancestro común de mamíferos y
bacterias, hay que remontarse varios cientos de millones de años.

La idea era buena, pero le faltaba sutileza. El pensamiento
cladístico, aparecido en los años sesenta, la perfeccionó.
Conceptualmente su planteamiento era nuevo: no consideraba a priori
una especie como ancestro de esta o aquella otra, y proponía traducir
la historia de los seres vivos por un conjunto de "hipótesis
refutables, y por lo tanto científicas, sobre las relaciones de
parentesco de los organismos o de los grupos".

Lazos de parentesco

En el plano metodológico aportaba un cambio esencial a la forma de
comparar las especies. "La cladística pretende identificar los lazos
de parentesco entre las especies o los grupos de especies, a partir de
la identificación de los rasgos evolutivos que comparten", dice Pascal
Tassy, del Museo Nacional de Historia Natural (París), "mientras que
hasta entonces, se colocaban en un mismo grupo especies que compartían
un rasgo del tipo que fuera". El método cladístico confirma que la
evolución no se da a escala de los organismos enteros y que los rasgos
individuales evolucionan independientemente los unos de los otros.

En este contexto movedizo, ¿qué ocurre con la especie? "Un concepto
abstracto", afirma Simon Tillier, del Museo Nacional de Historia
Natural, para quien "la definición de especie descansa sobre una
necesidad de nomenclatura, y no sobre una realidad biológica". ¿Pero
cómo establecer un nuevo sistema de clasificación sin tomar una
decisión sobre la necesidad o no de la noción de especie, o sobre la
forma de definir los grupos?