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RE: [escepticos] Dinosaurios de moda



Hiperhuracanes y Hell Creek. Más un resumen de la historia de la teoría
catastrófica. Publicados en El Correo el 2 de junio.
Saludetes,

Luis Alfonso

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Se apagó la luz

Nuevos datos confirman que la extinción de los dinosaurios estuvo provocada
por el choque de un gigantesco meteorito con la Tierra

j.c. pérez cobo vitoria

La teoría de que la repentina desaparición de los dinosaurios -y con ellos
de alrededor del 80% de todas las especies vivientes- hace 65 millones de
años se debió al choque de un gigantesco meteorito con la superficie de la
Tierra recibe nuevas confirmaciones. Los geólogos identificaron -hace unos
cinco años- el lugar del impacto: la actual península de Yucatán y el mar
que la rodea, en México. Las dimensiones del cráter permiten suponer que el
objeto celeste tenía más de diez kilómetros de diámetro. La teoría postula
que el impacto levantó una nube de polvo y vapor de agua de tal magnitud que
se oscureció la luz solar, lo suficiente para que los vegetales no pudieran
crecer y, por lo tanto, que se produjera una catástrofe ecológica
descomunal. Las cadenas alimentarias quedaron rotas desde su primer eslabón.

Sin embargo, en su propia formulación, la teoría tiene su debilidad. ¿Cómo
se formaron esas nu bes de polvo que llegaron tan alto en la atmósfera como
para poder permanecer en ella durante unos cuantos años, ennegreciendo el
cielo durante el tiempo suficiente para que cambiara el clima global y
desaparecieran primero las plantas, luego los herbívoros y, tras ellos, los
carnívoros? Porque los modelos disponibles hasta ahora dibujan un esquema en
el que el polvo no llegaba en cantidades suficientes a la estratosfera. Si
las partículas desprendidas por el choque se hubieran quedado en zonas más
bajas de la atmósfera, la lluvia y el efecto de la gravedad habrían sido su
ficientes para aclarar el cielo del polvo en suspensión en un plazo de
tiempo relativamente breve.

Los 'hiperhuracanes'

Kerry Emanuel, del Instituto de Tec nología de Massachusetts y es pecialista
en física atmosférica, y en concreto en el meca nis mo de producción de los
hura ca nes y tornados, da una res puesta razonable a esta cuestión. Habla,
según sus modelos, de 'hiperhuracanes', un tipo de huracanes de fuerza
descomunal, más del doble del más fuerte nunca registrado. Así, el viento
generado en estos 'hiperhuracanes' superaría la velocidad del sonido.

El choque del meteorito con la superficie terrestre y con el mar produciría
una gigantesca liberación de energía. Los cálculos que maneja este
científico establecen que el agua del océano en traría en ebullición y se
produciría una región de muy bajas presiones atmosféricas: menores de 200
milibares -la presión normal es de alrededor de 1.000 milibares y en los
tornados más fuertes se registran caídas de presión hasta los 890-. Esta
'máquina de calor' generaría una serie de huracanes durante unas semanas.

Cada uno de ellos tendría una fuerza descomunal. Serían 'hiperhuracanes' y
podrían elevar a más de 30 kilómetros de altura suficientes cantidades de
polvo y va por de agua co mo para 'apagar' el sol. Los mo delos también
predicen que el polvo y el agua en la es tratosfera cola bo rarían para
destruir la capa de ozono: los ra yos ultravioleta al canzarían la
superficie y ayudarían a aumentar la catástrofe ecológica. Por su puesto,
cualquier dinosaurio, plan ta u otro animal que fuera al canzado por el
huracán moriría arrastrado por el viento. Los cálculos establecen que el
centro del 'hiperhu ra cán' tendría unos 200 kilóme tros de diámetro. Claro
que esto só lo justificaría desapariciones lo cales, no la catástrofe
global: ésta se debe al oscurecimiento del cielo por el polvo y el vapor ele
vados a alturas impresionantes.

Teoría refutada

Al mismo tiempo, la revista 'Geo lo gy' publica en su número de este mes
otra confirmación de esta teoría frente a la alternativa que ha bla de un
declive gradual de las poblaciones. En Montana y Dakota del Norte, en EE UU,
hay una formación geológica conocida co mo Hell Creek, donde no se en
cuentran fósiles en los tres me tros de estratos que son claves para
confirmar la crisis ecológica de hace 65 millones de años. Si esto fuera
cierto, los dinosaurios habrían desaparecido de forma gradual.

El nuevo estudio demuestra, sin embargo, que sí hay fósiles de dinosaurios
en esos tres metros fundamentales y que no los hay más arriba, en estratos
más mo dernos. Por lo tanto, la conclusión es también que algo provocó un
cambio radical en las condiciones ecológicas de todo el planeta, a las que
sólo sobrevivió el 20% de las especies hasta entonces existentes. Entre
ellas, los ma míferos primitivos.


Del subsuelo al cielo

Una capa de iridio en estratos de hace 65 millones de años puso a la ciencia
tras la pista del 'asteroide asesino'

luis alfonso gámez bilbao

«Los astrónomos deberían dejar a los astrólogos la tarea de buscar las
causas de los acontecimientos te rrenales en las estrellas». 'The New York
Times' respondía así, el 2 de abril de 1985, a una hipóte sis que em pezaba
a ga nar terreno en la co munidad científica: que un aste roi de había
acabado con los dinosaurios. Pero el prestigioso diario erraba. Ni los
impulsores de la teoría eran astrónomos; ni ha bían mirado al cielo para dar
con la causa de la extinción de los 'la gartos te rribles'. Se trataba de
tres físicos y un geólogo que siete años antes habían encontrado en el
subsuelo italiano la clave pa ra la solución del enigma.

El físico Luis Avarez y su hijo Walter, geólogo, descubrieron en 1978 en
Gubbio que un estrato de hace 65 millones de años contenía 160 ve ces más
iridio que lo normal. La capa del elemento metálico constituía una frontera
geológica entre rocas cretácicas, con restos de dinosaurios, y terciarias,
más recientes y sin rastro de estos animales. Lo sorprendente era, además,
que el ha llazgo se repetía en todo el mundo: Nueva Zelanda, Dinamarca y los
acanti la dos de Zu maia, por ejemplo.

El iridio es bas tan te raro en la corteza te rrestre, pero co mún en
algunos meteoritos. Por eso, los Avarez y sus colaboradores, dos fí sicos nu
cleares, propusieron en 1980 que los depósitos del metal po dían te ner su
origen en el choque de un planetoi de. Gran actidad de polvo enriquecido con
ma terial procedente del asteroide habría salido lanzada a la at mós fera y,
con el tiempo, se ha bría pre cipitado a la superficie te rrestre dando
lugar a la capa de iridio.

El cráter del juicio final

Desde hace diez años, la hipótesis de los Avarez se ha visto confirmada por
nuevas pruebas: fragmentos de cuarzo deformado -in dicador de impactos- en
el límite entre el Cretático y el Terciario, enormes cantidades de hollín
originadas en incendios devastadores y, por fin, en 1991, un cráter de 180
kilómetros de diá me tro con centro en Chicxulub, Yucatán.

Todo indica que, hace 65 mi llo nes de años, un asteroide de diez ki lóme
tros de diámetro se estrelló en lo que hoy es Yucatán y pro vo có una ex
plosión equivalente a mil millones de bombas co mo la de Hiroshima. Miles de
mi llones de toneladas de polvo, junto al hu mo y las cenizas de los in cen
dios subsiguientes al impacto, su mie ron a la Tierra en una noche de años.
Las plantas suspendieron su actividad, los di no saurios her bí voros
murieron de hambre y los car nívoros les si guie ron.

Fue entonces cuando pros pe ra ron unos pe que ños animales hasta el momento
mar gi nales, los mamíferos. Al asteroide que acabó con unos seres que ahora
nos fascinan, le debemos estar aquí.