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[escepticos] fin de los dinosaurios



El geólogo, el astrofísico y el fin de los dinosaurios

No se trata aqui de verter lágrimas de cocodrilo por la
catástrofe que les ocurriera a estos pobres animales hace
65 millones de años, a finales del Cretácico (que también
señala el término de la era secundaria). Se trata en realidad
de intentar comprender por qué más de una cuarta parte
(o, quizás, la mitad) de las especies vivientes animales o
vegetales desaparecieron de la superficie del globo en menos
de un millón de años.

Una desaparición súbita

Una de las características fundamentales de este fenómeno
es la casi simultaneidad con la que han sido afectadas las
diferentes especies. Por ejemplo, los foraminiferos (protistas
marinos que constituyen una gran parte del plancton) y los
dinosaurios han debido des parecer en menos de cien mil, o
aún en menos de diez mil años, lo cual es muy poco tiempo
si lo miramos desde esta escala. En los sedimentos analizados
en Gubbio en la Umbria (Italia), se verifica de este modo la
desaparición brusca de numerosas especies, entre los sedimentos
cretácicos y terciarios, como el gran foraminifero Globotruncana
contusa. Estas discontinuidades van asociadas a
notables inversiones del sentido del campo magnético terrestre
cuya importancia veremos en seguida. Hace dos decadas, en mayo
y junio de 1980, un grupo de científicos, que participaron en el
proyecto de perforación de los fondos marinos profundos (del
Instituto Oceanográfico de Scripps), analizaron las testigos
extraídos de una cresta volcánica a 4,200 m en el fondo del
Atlántico, no lejos de las costas de la República Sudafricana
En estos testigos de 300 m de potencia, la extinción de las
especies animales y vegetales correspondientes a la
discontinuidad Cretácico-Terciario ocupa 8 m; se puede
correlacionar también con una inversión del campo magnético
terrestre. Análisis semejantes se han realizado con los
protistas en Dinamarca, en Nuevo México y en Alberta para
determinar el momento exacto en que desa parecieron los
dinosaurios.

En todas partes, encontramos la misma simultaneidad.

Teorías «terrestres», teorias «extraterrestres»

Estas nuevas evidencias parecen reforzar la credibilidad de las
teorías «extraterrestres». Para comprender la desaparición de
los dinosaurios y otras especies, se pueden proponer dos tipos
de explicaciones: Las teorías «terrestres» y las teorías
«extraterrestres». Entre las teorías «terrestres», citemos en
primer lugar un movimiento brusco de las placas que constituyen
la superficie de la Tierra. Estos movimientos habrían podido
engendrar cambios en el nivel del mar lo suficientemente
importantes (varios centenares de metros) para afectar de
modo significativo la evolución de la flora y de la fauna.
Una intensa actividad volcánica habría podido destruir igualmente
numerosas especies. Alteraciones de la flora habrían inducido
importantes trastornos intestinales en los dinosaurios. La
alteración de la flora habría modificado también el ciclo
del carbono y aumentado la tasa de gas carbónico en la
atmósfera. Esto se habría traducido en un aumento de
la temperatura que hubiera afectado también la de los
dinosaurios, animales poiquilotermos (cuya temperatura
varia con la del ambiente), y, en consecuencia, habría
disminuido de manera sensible su capacidad de reproducción.
También se ha hecho mención a una dilución de la salinidad
del agua de los océanos por agua casi pura proveniente de las
regiones árticas, que habria tenido efectos devastadores
sobre la flora marina y, por consiguiente, habría producido
la extinción de los animales que se alimentan de ella.
Los argumentos sobre los que se basan las explicaciones
«extraterrestres» parecen más convincentes.  La presencia de una
nube interestelar bastante densa y polvorienta en el interior
del sistema solar entre el Sol y la Tierra, puede perturbar
sensiblemente el clima de ésta. El encuentro de la Tierra con
una nube cometaria, en la cual se desarrollaran moléculas
orgánicas complejas, podría haber contaminado la atmósfera
terrestre con virus nocivos vectores de enfermedades.
Investigadores como F. Hoyle y N.C. Wickramasinghe, no tienen
reparos en relacionar el desarrollo de epidemias de gripe con
la caída de meteoritos supuestos portadores del virus de la gripe.

Es cosa sabida que uno de los grandes enigmas de la astrofísica
moderna radica en el pequeño número de neutrinos solares detectados
en comparacion con los que los teóricos esperaban. Una manera de
reconciliar el flujo de neutrinos observado con el predicho, seria
su poner que ciertas propiedades del Sol varian algo, como por ejemplo
su luminosidad. Esta ligera variación del flujo solar podría afectar
a los climas. También pueden ser alterados por la actividad del Sol,
es decir por el conjunto de fenómenos que se producen en su su-
perficie, como las erupciones solares que lanzan partículas de
elevada energía. Los meteorólogos parecen hoy en día convencidos
de la influencia de la actividad solar sobre las condiciones
climáticas. Se podría imaginar que estas variaciones hubieran
alcanzado una amplitud anormal en la época a que nos referimos.

¿La explosión de una supernova cercana?

Por último, dos explicaciones «extraterrestres» merecen más
atención. La primera atribuye la catástrofe del final del Cretácico
a la explosión de una su pernova cercana. Esta supernova habría
emitido rayos gamma y rayos cosmicos. Estas partículas rápidas habrían
disminuido considerablemente la capa de ozono que protege a las
especies vivien tes de los nocivos efectos de la radiación
ultravioleta (destrucción del ácido desoxirribonucleico,
mutaciones genéticas, efectos cancerígenos, superproducción de
vitamina D, etc.). Además, la capa de ozono ejerce un efecto de
invernadero sobre la radiación solar, que queda aprisionada
parcialmente en la baja atmósfera; su adelgazamiento podría
inducir cambios climáticos al disminuir la temperatura media al
nivel del suelo. La destrucción del ozono por estas radiaciones
energéticas ha sido probada en gran parte por el contenido en
óxido de nitrógeno (producto de esta reacción de destrucción)
que aumenta con el flujo de las mismas. Dicho contenido se
correlaciona con el flujo de radiaciones cósmicas que recibe
la atmósfera, que fluctúa notablemente durante el ciclo de
once años de actividad solar y con la intensidad variable de las
erupciones solares medibles.
De idéntica manera, se ha medido el contenido de ozono de la
atmósfera, antes y después de una erupción solar importante, y
se ha visto que hay una disminución notable en las regiones de
latitud elevada, allí donde el campo magnético terrestre no
es lo bastante fuerte para impedir la penetración en la atmósfera
de las partículas rápidas de la radiación cósmica solar. En el
mismo contexto, señalemos el método propuesto por R.T. Rood y
sus colaboradores (10) para datar las explosiones de las super-
novas cercanas buscando las máximas concentraciones de nitratos
contenidos en los hielos antárticos.
Es fácil comprender ahora la importancia de la inversion del
campo magnético terrestre, que ha sido advertida en los sedimentos
donde se han producido las modificaciones de las poblaciones de
foraminíferos, de radiolarios o de algas que señalan la
discontinuidad entre el Cretácico y la era terciaria. Cuando
el campo magnético terrestre sufre una inversión, su valor
medio es muy débil, puesto que pasa por el valor cero: durante
casi mil años el valor del campo magnético terrestre es casi nulo.
Sin embargo, esto no impide que las particulas de la radiación
cósmica penetren en la atmósfera, engendren óxido de nitrógeno
y disminuyan el contenido en ozono.


La caída de un meteorito gigante o de un asteroide


En caso de que haya estallado una supernova potente muy cerca
del sistema solar (lo que puede producirse aproximadamente cada
cien millones de años) en el momento de una inversión del campo
magnético terrestre, su efecto sobre el ozono atmosférico habria
permitido a la radiación solar ultravioleta perturbar las moléculas
biológicas, lo que podria explicar a su vez la extinción de los
dinosaurios y de otras numerosas especies biológicas.
Esta explicación tan plausible rivaliza en la actualidad con una
teoría que hace referencia a la caida de un enorme meteorito
-o asteroide- (de unos treinta kilómetros de diámetro), que
habria producido un cráter de impacto del orden de 500 km,
desprendiendo una energia equivalente a 36 mil millones de
megatoneladas de TNT. Tales caídas pueden producirse con una
periodicidad del orden de cuatrocientos millones de años. El
suelo se pulveriza de tal modo que el cataclismo inyecta en
la atmósfera una cantidad de polvo aproximadamente igual a
sesenta veces la masa del meteorito. Una notable fracción de
este polvo permanece mucho tiempo en la estratosfera, oscureciendo
considerablemente la radiación solar. Este oscurecimiento suprime
práctica mente la fotosintesis, lo que explicaría por qué los
vegetales con flores y ciertos organismos unicelulares marinos,
que se alimentan de pequeñas algas, habrían desaparecido al mismo
tiempo que los dinosaurios, los monotremas y los marsupiales
(pues algunos eran herbívoros y de pequeña talla), mientras
que otras especies animales mejor protegidas, como las serpientes,
los cocodrilos o las tortugas, habrían logrado subsistir durante
esta catástrofe. Esta teoría, que explicaría mejor que los mecanismos
de destrucción del ozono la resistencia de algunas especies en
comparación con otras, acaba de ser respaldada por los análisis de
la composición química de los sedimentos que han sido mencionados
al comienzo. Estos análisis de los sedimentos de Gubbio en Italia,
de Stevns Klint a 50 km al sur de Copenhague y en Nueva Zelanda,
han sido realizados por L. Alvarez (premio Nobel de Física en 1968), y
por su hijo W. Alvarez, geólogo, por dos químicos, F. Asaro y
H.V. Michel; todos trabajan en Berkeley.
Estos investigadores han utilizado el hecho de que las rocas de
la corteza terrestre tienen un contenido extraordinariamente
bajo en algunos elementos químicos, como el iridio por ejemplo
(una parte de iridio por cada diez mIl miIlones en estas muestras,
mientras que su proporción resulta unas diez mil veces mayor en
los meteoritos). El análisis de los sedimentos marinos italianos,
daneses y neozelandeses ha revelado que el contenido en iridio era
respecti vamente de 30. 160 y 20 veces mayor que en las rocas
ordinarias en el momento exacto del paso entre el Cretácico y
la era terciaria.
Sin embarço, podria replicarse que el exceso de iridio observado
en estos sedimentos es debido a la explosión de una supernova.
Alvarez y sus colaboradores rechazan esta posibilidad, al
comprobar que en estos sedimentos no hay un exceso de plutonio
244, muy fácil de detectar en este tipo de roca con los analizadores
de que disponen, y que debería formarse en gran cantidad si el ex-
ceso de iridio fuese debido a la expIosión de una supernova. Esta
conclusión está por regla general aceptada en la actualidad. Por
tanto, la teoría según la cual la caída de un enorme meteorito
seria el origen de la catástrofe biológica que señalaria la
transición del Cretácico al Terciario, parece muy plausible a
causa de estos enriquecimientos en iridio. No obstante, dos tipos
de objeciones se plantean con el mismo virgor que antes. En primer
lugar, la observación de la inversión del campo magnético favorece
una expicación relacionada con a variación del ozono, y, por tanto,
de una radiacion de particulas rápidas, quizás de origen solar.
El grupo de Alvarez replica indicando que los dinosaurios de
a cuenca de San Juan han desaparecído cuando la polaridad del
campo magnético no estaba invertida.
Objeciones mucho más serias y muy recientes se refieren a
las implicaciones que determinan estos enriquecimientos en
iridio. Si nadie pone en duda el origen meteórico de estos elevados
contenidos, la importancia misma de estos aumentos crea dificultades
a la teoría de la caída de un asteroide: incluso en la Luna,
constantemente bombardeada por meteoritos, los enriquecimientos
en iridio no sobrepasan el 4% lo que está muy lejos de las observaciones
del grupo de Alvarez. Sin embargo, no aparece con claridad el mecanismo
que habría podido enriquecer en tal medida el contenido en iridio.
Todas las explicaciones dadas hasta el momento (efectos de selección
debidos a las corrientes marinas, concentracón del iridio en el
interior de los organismos vivientes o aumento del iridio cuando
el depósito de carbonato disminuye) son objeto le serias criticas
por parte de los geólogos.
La situación presente en lo que concierne a este problema, que a
primera vista parece sólo una diversión para la comunidad cientifica,
es bastante confusa. Por un lado, los geoquimicos tendrían tendencia
a favorecer la teoría de la caída de un asterode, en razón de los
argumentos de orden químico. Por el otro, la mayoría de paleontólogos
aborrecen estas teorías catastrofistas, por lo que prefieren (con
sólidos argumentos fundados en la paleontología de las plantas o en
la comparación de las extinciones entre diferentes especies incluso
las teorias de una desaparición gradual de las especies al final del
Cretácico, Por tanto, se observa una gran abundancia de ideas y de
trabajos sobre este tema tan palpitante, que hace intervenir a
especialistas de todas clases, desde el astrónomo al biólogo.

saludos
illu


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