El termino psicosomático es la antesala de la
pseudomedicina, y significa que "enfermedades producidas por la mente" van a
tener toda suerte de tratamientos: Terapeutas Corporales, Unidad psíquica de la
mente y el cuerpo, Biosonica Cultura biológica, Dianetica, los Cristales, Las
flores, cirujanos psíquicos y un largo etc..
El cuerpo, reflejo de la mente...y ya tenemos el
Aura
Un escándalo que muchos recordamos fue el caso
Hammer, médico psicosomático que mantenía que el cáncer era causado por noseque
desequilibrio emocional.Acabó en la cárcel.
De la estirpe tenemos los que sostienen que el
virus del Sida no existe, o bien aquellos para los cuales las enfermedades son
causadas por las toxinas del colon(intestino grueso) y nada mejor que conectarte
una manguera por el culito: terapia hidro colonica.
Tiene sus raíces esta medicina en expresiones como
"la mente gobierna el cuerpo".
Es extraordinariamente difícil enfrentarse a estas
practicas, apoyadas por psicólogos, psicoanalistas y tribus afines, al
amparo de un vocabulario cientifico.
La enfermedad psicosomática es el cajón de sastre
del mediocre: todas las enfermedades tienen un componente mental y todos los
pacientes son susceptibles de ser psi-explorados.
Buen negocio, considerando eso si que el 80%
de las enfermedades se curan solas.
Mensaje si breve...
Esteban Comamala
----- Original Message -----
Sent: Sunday, February 11, 2001 5:36
PM
Subject: [escepticos] Medicina
psicosomática
Queridos colisteros:
En mi mensaje Sent: Saturday,
February 10, 2001 1:29 AM Subject: [escepticos] Re: *Es una
tontería,
escribí:
> Lo
primero que aprendes cuando empiezas a ver pacientes es que el 90 % de las
enfermedades son psicosomáticas.
Parece ser que he levantado ampollas en algunos
colisteros. Al menos, dos, me han contestado:
Esteban de Cavalls:
> Total, que las enfermedades no
existen.¡¡¡Magufa!!!
Y Breixo de Compostela:
> Pues ya me dirás en qué servicio estuviste,
porque en mi experiencia directa aún no tuve un solo caso psicosomático. Todos
se han muerto de cáncer y cuando fueron al médico siempre había evidencia
física de que estaban enfermos.
Estas reacciones me llevan a considerar la
posibilidad de que haya en la Corrala más gente que tampoco sepa lo que
significa el término psicosomático (y no se ha molestado en buscarlo en la
enciclopedia). Por ello, y aun a riesgo de ser acusada de sobrecargar el
correo con largos mails, voy a proceder a explicarlo, porque creo que puedo
aportar algo importante al asunto de fondo que nos trae a todos a esta
Lista, es decir:
> Fomentar la divulgación y la educación
científica [...] y
> Desenmascarar a los "magufos"
[...]
Palabra de Borja.... Vale, no es Dios, pero
es "der skeptischgruppenführer". (En efecto,
Breixo. *Das* es el artículo que se usa para cosas. Tal vez lo escribió
así por modestia.) En fin, a lo que iba.
*Psicosomático* no equivale a *inexistente*, o a
*producto de la imaginación*.
Psicosomático es "relativo a lo psíquico y a lo
somático". Una cosa psicosomática es una cosa que participa de un
aspecto psíquico y un aspecto somático.
Aclarado esto, paso a citaros algunos párrafos de
algo mejor aún que una enciclopedia, un libro de texto que hemos estudiado los
médicos durante la carrera, el archifamoso Manual Merck. Están tomados de un
capítulo que podéis consultar completo en http://www.msd.es/publicaciones/mmerck/MM_15_185.htm
Si algún "apretao" lo quiere entero y tiene
problemas para acceder a la página, se lo enviaré por pm (private mail). Mide
24 KB.
La cursiva es mía.
MEDICINA PSICOSOMÁTICA (Medicina biopsicosocial)
(Bonito nombre moderno que le han
puesto para incluir los factores de estrés
psicosocial)
El término «enfermedad psicosomática» abarca las siguientes
posibilidades:
- Los factores psicológicos pueden contribuir
directa o indirectamente a la etiología de diversos trastornos físicos. (Etiología: estudio de las causas de una
enfermedad. También, conjunto de las causas.)
- Los síntomas psiquiátricos pueden ser
la expresión directa de una lesión que afecte a órganos neurales o
endocrinos.
- Pueden presentarse
síntomas psicológicos como reacción ante la enfermedad
física.
- Los síntomas somáticos
pueden reflejar estados psíquicos.
El término «psicosomático» abarca de forma difusa todas esas posibilidades,
pero llama la atención sobre la ubicuidad de los trastornos emocionales y las
interrelaciones psicológicas con la enfermedad y la incapacidad
somática. (¿Véis?: ...ubicuidad de los trastornos
emocionales... Pienso que he sido prudente al dejar un 10 % de las
enfermedades fuera de este concepto. Seían los enfermos inconscientes, en
estado vegetativo o coma inducido en UVI, y algún que otro resfriado de niño
pequeño.)
En un sentido más limitado, «psicosomático» se refiere a los estados en los
que factores psicológicos tienen importancia etiológica, pero incluso estos
trastornos tienen una etiología compleja y multifactorial, y los factores
psicológicos no son los únicos que contribuyen a la enfermedad. Es útil
considerar un componente biológico necesario (p. ej., la tendencia genética a
la diabetes mellitus no insulinodependiente), que, al combinarse con
reacciones psicológicas (p. ej., depresión) y con el estrés social (p. ej.,
pérdida de una persona amada) da lugar a un conjunto de circunstancias
suficientes para producir enfermedad, lo que explica el término
biopsicosocial. Los acontecimientos ambientales estresantes y las reacciones
psicológicas pueden considerarse desencadenantes de la enfermedad. Las
reacciones psicológicas son inespecíficas y se han observado en asociación con
una amplia gama de enfermedades, como diabetes mellitus, LES (lupus eritematoso
sistémico), leucemia y esclerosis
múltiple. La importancia de los factores psicológicos es relativa y varía
ampliamente en diferentes pacientes con el mismo trastorno (p. ej., asma, en
que los factores genéticos, la alergia y la infección, así como las emociones
del paciente, interactúan en grados variables).
Es sabido que el estrés psicológico puede desencadenar o alterar el curso
de enfermedades orgánicas incluso importantes. Resulta evidente que las
emociones pueden afectar al sistema nervioso autónomo (la parte del sistema nervioso que se ocupa
de controlar las acividades automáticas del cuerpo, como la respiración, el
latido cardiaco, la digestión y producción de deshechos, el tono postural,
etc.) y, de forma secundaria, a la frecuencia cardíaca, la
sudoración o el peristaltismo intestinal.
La psiconeuroinmunología ha demostrado la interrelación entre las
reacciones que afectan a la mente (cerebro) y las alteraciones de las
respuestas inmunitarias mediadas por linfocitos y linfoquinas. Por ejemplo, la
respuesta inmunitaria del ratón disminuye por estímulos condicionados; en
humanos se ha demostrado la capacidad de reducir la respuesta de
hipersensibilidad cutánea y la estimulación in vivo de los linfocitos
por el virus de la varicela zóster. No obstante, las vías y los mecanismos por
los que el cerebro y el sistema inmunitario interactúan aún deben dilucidarse,
aunque la conexión viene sugerida por las terminales nerviosas halladas en el
bazo y el timo, próximos a linfocitos y macrófagos que poseen receptores para
neurotransmisores.
(Este descubrimiento, el de que
existen "sinapsis" entre las vías nerviosas y los glóbulos blancos, ha
supuesto una verdadera revolución en el campo de la investigación médica.
Abre la puerta a un mundo de posibilidades terapéuticas de dimensiones
insospechadas.)
Los factores psicológicos pueden influir indirectamente sobre la evolución
de diversas enfermedades. A menudo, la necesidad del paciente de negar la
enfermedad o la gravedad de ésta puede llevar al incumplimiento del
tratamiento médico o a recurrir a medicinas alternativas o complementarias
(¡Ajaaá! Aquí os quería yo
ver). En la diabetes, por ejemplo, un paciente puede deprimirse
por su dependencia crónica de la insulina y por el cuidadoso régimen dietético
y abandonar su tratamiento. El resultado es una diabetes de control
aparentemente difícil, a menos que se resuelvan los problemas del paciente
sobre la dependencia. El mecanismo de negación puede hacer igualmente que los
pacientes hipertensos o epilépticos dejen de tomar la medicación o que otros
pacientes rechacen procedimientos diagnósticos u operaciones.
Cada vez más los médicos tratan alteraciones que producen una incapacidad
crónica o que pueden recidivar; por ejemplo, infarto de miocardio,
hipertensión, enfermedad vascular cerebral, diabetes mellitus, enfermedades
malignas, AR (artritis
reumatoide) y enfermedad respiratoria crónica. El estrés
psicológico y el estrés social se entrelazan con estas alteraciones; no
obstante, causa y efecto son asociaciones difíciles de diferenciar. El estrés
puede alterar la evolución clínica de estos trastornos, al interactuar con la
predisposición hereditaria del paciente, sus rasgos de personalidad y los
efectos autonómicos (relativos al
sistema nervioso autónomo) y endocrinos que surgen como respuesta
a las vicisitudes de cada sujeto.
Síntomas somáticos que reflejan estados psíquicos
El estrés psicosocial que produce conflictos y que requiere una respuesta
adaptativa puede presentarse enmascarado con los síntomas de una enfermedad
física. A menudo, las alteraciones emocionales pasan inadvertidas o son
negadas por el paciente y, en ocasiones, por el propio médico. La causa y el
mecanismo de la formación del síntoma pueden ser evidentes; por ejemplo,
ansiedad y fenómenos mediados por el sistema adrenérgico, como taquicardia y
sudoración. Sin embargo, los mecanismos responsables de los síntomas
psicógenos no están claros, aunque generalmente suelen atribuirse a la acción
directa de la tensión (p. ej., aumento de la tensión muscular) o a través de
un proceso de conversión.
(¡Ojo!: Esto es muy
importante:)
La conversión, el proceso inconsciente mediante el cual los
conflictos psíquicos y la ansiedad se transforman en un síntoma somático, se
ha ligado tradicionalmente a la conducta histérica, pero en la medicina de
asistencia primaria debe considerarse separadamente, ya que ocurre en ambos
sexos y en pacientes con cualquier tipo de personalidad. El proceso
de conversión tiene lugar prácticamente a diario en una consulta
de atención primaria, pero se entiende difícilmente y casi no se reconoce
como tal. (Yo no sé si daré mucho en el
clavo, pero lo que es cierto, es que me esfuerzo en
buscarlo.) Como resultado, los pacientes pueden ser sometidos
a investigaciones múltiples, tediosas, caras y, a veces, peligrosas en busca
de una enfermedad orgánica inexistente.
Prácticamente cualquier síntoma puede aparecer como síntoma de conversión.
El más común es el dolor (p. ej., dolor facial atípico, cefaleas vagas,
molestias abdominales difusas, dolor cólico, dolor de espalda, de cuello,
disuria, dispareunia, dismenorrea, etc.). El paciente puede «elegir»
inconscientemente un determinado síntoma como metáfora de su condición
psicosocial; por ejemplo, una persona puede presentar un dolor torácico tras
un rechazo amoroso («corazón roto») u otra puede sentir dolor de espalda como
expresión de la carga que le supone acarrear sus dificultades.
Alternativamente, el paciente puede «tomar prestado» el síntoma de otra
persona, por ejemplo, el estudiante de medicina que imagina que tiene una
inflamación de los ganglios linfáticos mientras atiende a un paciente con
linfoma o la persona que presenta un dolor torácico después de que un amigo o
familiar haya sufrido un infarto de miocardio. Un tercer grupo de pacientes
habría experimentado previamente el síntoma con una base orgánica, por
ejemplo, una fractura dolorosa, una angina de pecho o una ruptura de disco
lumbar. En un momento de estrés psicosocial, el síntoma reaparece (o persiste
después del tratamiento adecuado) como síntoma psicógeno
(conversión).
La ansiedad y la depresión son afecciones comúnmente
producidas por el estrés psíquico, que pueden expresarse como síntomas en
cualquier sistema del organismo. No plantean dificultades diagnósticas si
están afectados varios sistemas orgánicos y el paciente describe su angustia y
su aprensión personales. Pero si el paciente expresa síntomas a través de un
único sistema y no puede indicar su malestar emocional, aparecen los problemas
diagnósticos. Estos casos a menudo se describen como depresión enmascarada,
aunque en ocasiones un término más apropiado es ansiedad enmascarada. Son
frecuentes los síntomas disfóricos y depresivos, como insomnio, menosprecio de
sí mismo, retraso psicomotor y perspectivas pesimistas, pero el paciente puede
negar una depresión real del humor o bien reconocer la presencia de depresión,
pero insistir en que es secundaria a un trastorno orgánico difícil de
localizar.
Reacciones psicológicas ante una enfermedad física. Muchos pacientes
con enfermedades físicas crónicas o recurrentes desarrollan una depresión, que
agrava la incapacidad y establece un círculo vicioso. Por ejemplo, el
progresivo declinar del bienestar físico propio de la enfermedad de Parkinson,
la insuficiencia cardíaca o la artritis reumatoide origina una reacción
depresiva que a su vez reduce aún más la sensación de bienestar. En estos
casos el tratamiento antidepresivo a menudo favorece la mejoría.
¿Qué significa todo esto? Pues, por
ejemplo, que una enferma de cáncer acude a una reunión multitudinaria de esas
que organizan los telepredicadores, o a un curandero filipino, o a
Lourdes, o a cualquier sitio donde sufra un gran impacto emocional, y no es de
extrañar que experimente una gran mejoría subjetiva... justo antes de morirse.
("Murió muy mejorada"). La gente sólo se fija en la mejoría, los fracasos se
olvidan o no se muestran.
Creo que con esto, ya va bien. Me reitero, pues, en lo que dije:
> Lo primero que aprendes cuando
empiezas a ver pacientes es que el 90 % de las enfermedades son
psicosomáticas. Así que si quieres ser un buen médico, has de tener los oídos
bien abiertos. Yo creo que, en el fondo, aquí estriba el éxito de mucha
pseudomedicina: efecto placebo + tiempo de escucha personalizada + un
poquito de psicología = milagroso,
oye.
En fin, ya seguiremos otro día. Vuestra:
Juana
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