[Date Prev][Date Next][Thread Prev][Thread Next][Date Index][Thread Index]
[escepticos] manifiesto contra el día del padre
Es o debe ser sabido por todos que nuestra señora la Virgen María no
requirió de concurso de varón ni de aportación genética alguna para concebir
su engendro; que tampoco avisó a la comadrona local para dar a luz, pues
prefirió ser asistida por un buey, y que San José Bendito estaba de setas en
el momento del alumbramiento.
Según todos los teólogos orientales y occidentales -desde San Zenón hasta
San Pacomio, pasando por los excelsos varones Tesifonte, Torcuato y
Eufrasio -, Nuestra Señora concibió por vía auditiva (dudan estos varones si
el instrumento fue la oreja izquierda o la derecha), por donde el Espíritu
Santo en forma de palomo introdujo su poder genesíaco.
De lo cual pueden y deben colegirse consecuencias trascendentales para los
intercambios comerciales y el consumo en los grandes almacenes.
La primera de las cuales ya se ha producido en el llamado "Día de la madre",
que con gran acierto teológico pasó de ser celebrado no ya el 8 de
diciembre, festividad de la Inmaculada Concepción, sino, como al azar, "el
primer domingo de mayo", es decir, sin patronazgos dudosos ni chorraditas de
santoral. ¡Genial coyuntura! Los hijos compran por la pura y simple
necesidad de comprar, en los colegios se obliga a los niños a hacer
dibujitos horribles con frases que jamás se le ocurrirían a Harry Potter,
por la pura y simple imposición de los maestros...Pero ya sin relacionar la
maternidad con su opuesto biológico que es la virginidad. ¡Cómo debe ser! Y
ha debido ser así porque las mujeres, aunque no se hayan desprendido de sus
defectillos, sí se han desprendido de un santoral ofensivo para ellas/ellos.
Mas ¡oh dolor! , los padres, desprovistos de mínima dignidad o (¡peor aún!)
desinteresados de nuestros intereses, todavía consentimos que las compras de
nuestros hijos -carne de nuestra carne- y la propaganda de las grandes
superficies se asocien con la precaria existencia de un santo que, con todos
mis respetos, quedó reducido por la acción conjunta del palomo, la virgen y
su afición a las setas a una sombra, a un crepúsculo, a una cosa tonta en el
hogar. Yo, por lo menos, voy al fútbol, compro en el Eroski y tengo
ordenador. Pero el tal San José se quedó ahí, plantado eternamente con su
bastón, con cara de imbécil, entre un buey y una mula llenos de cazcarrias,
mientras los ratones le roían los calzones al pobre, cantando esa canción de
Krahe "Yo quiero ser padre, pero sin mujeres" ¡Vergonzoso!
Ya sé que ahora vendrán los/las listillos/as a darme lecciones de que si la
auténtica paternidad es el amor a los hijos, el velar por su buena crianza y
tal y tal, que si un padre adoptivo es tan padre como uno biológico y todas
esas cosas de la paternidad políticamente correcta. Dejémonos, compañeros y
compañeras, de circunloquios: en la sociedad actual uno puede irse a
Colombia o a Etiopía a comprar un niño/a y ser, por su posterior ejemplar
comportamiento, un auténtico padre. Pero es que San José no adoptó, sino que
fue adoptado. Y, además, parece ser que el palomo pasaba una auténtica
asignación en especies al niño, porque salió listo y desenvuelto, y no
precisó, por ende, grandes cuidados. Es más, para una vez que le llevaron a
Jerusalén, parece que se perdió -lo que muestra que la vigilancia paterna
era algo laxa- y lo encontraron discutiendo en el templo. ¡Y ojo al dato: se
perdió porque quiso, también el niño...!
En fin, por no caer en el victimismo, por no excederme en las
argumentaciones racionales (siempre tan molestas), por no abusar de la
blasfemia y porque me voy a la Cuesta Moyano, el caso, en síntesis, es que
no acepto ningún regalo en ese infausto e injusto día. Si mis hijos desean
complacerme, que boicoteen la tal celebración y que la sustituyan por otra
en otro día no sagrado, que consista, por ejemplo, en una tertulia tomando
café en el Eroski, en un paseo a pie o en barca, o en cualesquiera otras
actividades fraternales y asociadas a un honesto alborozo.
Manifiesto dado en Madrid, a 11 de marzo de 2001
¡Tu padre!
Jesús Carmena