Saludos desde Atxondo:
Bien, sigo admitiendo que hubo mala fe y siempre la habrá cuando se trata de determinados personajes, al igual que siempre la hubo y siempre la habrá cuando esos determinados personajes hablen de algunos escépticos en concreto. Os escudáis en estas historias para alentar disputas personales que vienen del pasado, tanto vosotros como ellos. No he dicho de qué investigador se trata, es cierto, el texto es una crítica sobre vuestra mala fe, sobre la falta de tacto del propio Antonio Salas, sobre el silencio incluso en círculos cerrados de los investigadores, sobre la exageración a la hora de aplaudir al infiltrado, y poco más.
Internet está plagado de artículos que hablan sobre su doble personalidad, a ellos remito al interesado, me preocupa más que en algunos foros se considere tabú este tema o que incluso se cierren los debates… ¿Por miedo a qué?.
En fin, que me da igual. Yo seguiré intentando explicar en la medida de mis posibilidades cómo hay que leerse estos libros, me da igual descubrir su otra personalidad, a fin de cuentas comprendo que todo esto es una operación de marketing con un único objetivo y eso es lo que me interesa hacer llegar, me da igual que Antonio se llame Pepito o Joselito, sea arquitecto o investigador de fenómenos anómalos.
El viernes pasado me pidieron “Diario de un Skin” y hoy se lo llevo a un compañero de trabajo, ya le he advertido.
Un abrazo de JmD
De: owner-escepticos en dis.ulpgc.es
[mailto:owner-escepticos en dis.ulpgc.es] En
nombre de Luis Alfonso Gámez
José Manuel,
Me alegra de que por fin te hayas dado cuenta de cuál es la auténtica razón de la existencia de Antonio Salas -algunos la dedujimos al día siguiente de presentar su primer libro-, pero me decepciona que no te atrevas a dar su verdadero nombre y desenmascararle. Sigues el juego a un pseudoinvestoigador y te atreves, sin embargo, a hablar de mala fe en quienes hemos desenmascarado a ese engañabobos y hemos dicho lo mismo que tú, pero sin tapujos, sin miedos. ¡Manda narices! ¡Cómo está el mundo del misterio!
Saludetes,
Luis
Alfonso Gámez
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