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RE: El Trapo Santo
> Reconozco -todo hay que decirlo- que mi razonamiento carece
> de argumentos objetivos que lo respalden. Que estoy refiriéndome
> a "olfato" más que a método científico,.........
En la justicia no sé, pero por estos lares preferimos la evidencia a la
"convicción moral".
Touché. Pero pensé que el título "escepticos" no obligaba necesariamente
a
entrar con el metro en la mano.... En fin: si aguantais las subjetividades
de un
practicante de la menos objetiva de las actividades (el Arte), os puedo
servir de
contrapeso unos dias.
¿Porque no nos cuentas con un poco más de detalle esas desproporciones o
lo que sean?
Pues como sigue: Lo primero que llama poderosamente la atención en la
Sábana Santa es la inusual simetría de la imagen que aparece en ella.
Por lo general, un cadáver (alguno he visto) no se caracteriza por la
armonía de
su postura.
A tal punto debe de ser cierto lo que digo que en las Funerarias de los
Estados
Unidos (perdón, si estais cenando) en los casos en que un fiambre ha de ser
velado o expuesto por cualquier razón (ya sabeís la obsesión por lo
aparente de
esos yanquis), preparan unos ataúdes con apoyos interiores bajo las axilas
y
alrededor de los tobillos para forzar la colocación "armoniosa" del cuerpo.
Sin ellos, y debido a la formación de gases y otros procesos poco
estéticos,
podría ser que, al cabo de media hora, el cadaver estuviese retorcido o
sentado
o vaya Vd. a saber de qué ridícula postura.
Sumemos a esto que la muerte de Jesucristo, como la de cualquier
ajusticiado
por aquel método, debió de ser bastante traumática para la mecánica
corporal.
Además de la tensión anormal por la suspensión por los brazos, que debía de
someter a la musculatura a un proceso de distensión con microdesgarros,
estaba
esa graciosa costumbre de romper las rodillas del homenajeado con un mazo,
a mitad
de la ceremonia, seguramente para acelerar el proceso y poderse ir pronto a
casa..
Luego sumemos la famosa lanzada en el costado que, seguramente, no se
limitaba
a ese estético cortecito en la piel que vemos en las estampas piadosas sino
a una
verdadera escabechina en los tejidos que rodean la jaula torácica, con el
inevitable
neumotórax que vacía de aire la cavidad pulmonar, forzando y encorvando
hacia adelante
la columna vertebral.
Con todo ello, era de esperar que lo que bajaron de la cruz fuese algo más
parecido a un
trapo que a un cuerpo humano con su correspondiente tono muscular .
Pese a todo, pudo ser cierto que los encargados de envolver el cuerpo en
el lienzo que
debía servir de sudario, estuvieran todo el tiempo necesario tirando de
este hombro o
empujando aquella rodilla hasta conformar la silueta absolutamente
simétrica que pude
ver en la reproducción fotográfica de la Sábana. Pero no veo la necesidad
de tal
ocupación, a no ser que estuviesen preparando la calcomanía del cuerpo de
su Maestro
para nosotros, un montón de años después.
También debió de ser minuciosa su preocupación por que TODO el cuerpo y el
rostro
quedase perfectamente calcado en el lienzo. Cuando yo he preparado moldes
de
arcilla o de fibra de vidrio en el estudio, después de toda una tarde de
apretar
con ganas, casi siempre me ha quedado, por descuido, algún centímetro por
asegurar.
No parece que tuvieran tal fallo los confeccionadores del Santo Paquete.
Lo siguiente que llama la atención es la exagerada longitud de las manos.
Siempre se puede argüir que Jesucristo era bastante alto para la estatura
media de la
época (qué bien viene ese argumento para reforzar lo mayestático del
personaje) y que
tal estatura viene, por lo común, ligada a una manos estilizadas.
Pero, casualmente, ese también es un error típico de dibujante inexperto
cuando se
trabaja en una imagen de tamaño natural: Al tener que trabajar muy cerca,
se pierde con
facilidad la sensación de proporción.
Lo tercero, y más gracioso, es el gesto de tristeza de la imagen.
Cuando se han visto pocos o ningún cadáver, debe de ser inevitable seguir,
de manera
inconsciente, los estereotipos aprendidos por la contemplación de la obra
de otros
artistas (O, actualmente, el cine, como, acertadamente, ha dicho alguien
por aquí al hablar
del movimiento de la cabeza de Kennedy al recibir un disparo).
Existen, entre los dibujantes, unas convenciones gráficas para simplificar
y realzar las
expresiones del rostro. Por ejemplo, se eleva levemente la parte central de
las cejas para
expresar asombro, se baja un par de milímetros la parte interior para
evidenciar ira o enfado,
se elevan las comisuras de los labios para denotar placer o
felicidad....la combinación de
estos elementos de manera adecuada, multiplica convenientemente las
posibilidades.
La imagen aquí tratada presenta -de manera muy pertinente- una ligera
inflexión hacia abajo
de las puntas exteriores de las cejas. El occiso está triste.
Pero la realidad no siempre coincide con lo que esperamos: es muy frecuente
que el gesto de un
cadáver adquiera, por la retracción de los músculos bucinadores (los que
rodean la boca) un
rictus levemente parecido a una sonrisa, debido a la apertura de la boca.
(Recordad las
imágenes de cadáveres que vemos en la tele, tirados por las cunetas)
El presunto artista debió de pensar que ese gesto era muy poco solemne y
procuró evitarlo
presentando una boca elegantemente cerrada. No sé si alguno recordais esas
imagenes de
célebres muertos expuestos con una venda rodeando convenientemente su
barbilla para evitar
que contemplemos las interioridades de su esófago.
Bueno; me voy a merendar, que me ha entrado
apetito. Bye!