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RE: Cardumenes





> 
Decía  Francisco Mercader: 
> 
> <<Entonces, quedaban dos opciones: O bien, el cardúmen se movía
> con cierto retraso entre sus miembros -y mi herramienta perceptiva
> no era capaz de advertirlo-, o el cardúmen se movía, efectivamente,
> al mismo tiempo, movido o advertido por una especie de orden 
> transmitida de unos a otros por algún medio que yo no conocía.>>

 Decía Ernesto:
 
> Me inclino por la primera posibilidad. Tengo entendido que el
comportamiento
> del cardumen es el resultado de que cada pez intenta mantenerse lo más
cerca
> del centro del cardumen. De esta sencilla regla podría surgir un orden
> emergente, pero siempre interviene la percepción de los peces y el
retraso que
> esto significa. Además, quizá sea este pequeño retraso el que permita el
> dinamismo del cardumen.

Francisco Mercader:

Por lo que yo sé, ocurren cosas más complicadas en un cardúmen: En un
trabajo de
un tal Partridge que no he podido recuperar, explicaba lo que ocurre cuando
hay sólo
dos peces: Se advierte claramente que uno guía y el otro le sigue. Se
constata porque
los movimientos y la dirección del seguidor se adaptan a los del guía, con
visible desfase
temporal. A su vez, los movimientos del guía no parecen verse afectados en
absoluto
por los del seguidor. 
Cuando hay tres o más peces, ocurre algo asombroso: cada uno de los
integrantes del
grupo se adapta a los movimientos del resto, sin que ya pueda advertirse
quién de ellos
toma decisiones autónomas respecto a los demás.  Podría decirse que el
banco es el 
guía y cada individuo, un seguidor. 
Quien ha visto un banco de estos, tiene la impresión completamente opuesta
a la de una
bandada de patos, en la que, clarísimamente hay un líder. 
Respecto a la presunta tendencia a mantenerse lo más cerca del centro, como
apuntabas,
parece que lo observado es que cada individuo mantiene una distancia
aproximadamente
constante con los demás, distancia que aparece determinada, según la
especie de que se
trate.  
Pero el punto principal que me hizo presentar este asunto es la sincronía
de la respuesta a
estímulos exteriores. Repito: es necesario vivirlo, para poder expresarlo.
Cuando yo nadaba , a unos dos metros de profundidad, hacia una de estas
agrupaciones,
se iba formando en ella una especie de vacuola que, por decirlo así, me iba
engullendo.
Detrás de mi, la vacuola se cerraba  con una regularidad notable. Todo ello
podía
explicarse sin dificultad porque iba ocurriendo lentamente: Sin duda, los
peces me veían e iban
adoptando la posición adecuada para mantener una distancia de seguridad. 

El fenómeno menos explicable ocurría cuando yo efectuaba una brusca
maniobra con 
la mano.  En una fracción de segundo, ocurría una especie de explosión en
el cardúmen,
como si el radio de la esfera formada por los peces, hubiese aumentado en
un par de
metros.  Lo notable es que los peces que había en el exterior del cardúmen,
y que, 
probablemente no me veían por quedar yo oculto a su vista, habían
reaccionado con
la misma rapidez.  Me hacía deducir esto, el hecho de que la densidad y la
posición
relativa de todos los individuos no había cambiado sensiblemente.  No había
habido una
desbandada en desorden.  Al parecer, todos sabían hacia donde tenían que
huir y a qué
distancia, en el caso de una emergencia.

La sensación es que una enorme ameba había reaccionado coordinadamente,
siguiendo
todas sus partes la orden de un centro de mando "virtual" 

Recuerdo de aquel artículo que explicaba el porqué de la tendencia de
muchas especies 
a nadar agrupados. Parecía claro que se obtenían ventajas adaptativas; El
articulista
se refería a la desorientación que, sin duda, sufrirían los depredadores al
tener ante sí
centenares o miles de presas sin poder decidirse por una de ellas.  
Seguramente, el autor no tenía en cuenta que hay depredadores  a los que
parece no
importar el número de sus presas. Todos sabemos el curioso comportamiento
de los
licaones, esos lobo-zorro-perros africanos que fijan su objetivo en uno de
los antílopes
integrantes de la manada acosada  y que no se dejan distraer aunque una
presa mucho
más adecuada acierte a pasar casualmente cerca de ellos, en mitad de la
captura. 

...o esa táctica de las ballenas que consiste en aprovecharse precisamente
de la 
tendencia de sus presas de ir agrupadas para, simplemente, abrir la boca y
pasar
a través de la masa de krill, desayunando.  Ese sería un ejemplo de la nula
utilidad 
como ventaja adaptativa del hecho de nadar en grupo.

Por todo ello, yo tiendo a desechar la idea de que un cardúmen se forma por
la 
voluntad asociativa de sus individuos y querría explorar la idea de los
super-individuos.
¿Algún biólogo querría desengañarme?