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Antiguo estudiante en colegio de curas...
Amigos escépticos,
Era un joven estudiante en un colegio de curas. Durante años le fueron
enteleñando el cerebro con creencias más o menos noñas e infantiles, con
solera las unas, más recientes las otras. Las cosas que le contó un cura un
poco sobón en un "viaje de estudios" a Garabandal (con parada y fonda para
ver el Cristo lloroso de Limpias y el puente del sireno de Liérganes) le
parecieron demasiado fuertes, probaban demasiado. La divulgación histórica
que hacía el profesor de filosofía, antiguo clérigo que había conocido
hembra, no sirvió para resolver sus dudas, ni tampoco la mística del pater
sobón, el que daba clase de religión. En clase de matemáticas todo parecía
más firme, pero en el fondo no era capaz de alcanzar en realidad qué fuera
una derivada, una integral o una raiz cúbica (aunque fuera brillante
resolviendo los consabidos problemitas). La física y la química recreativas,
le mostraban cómo funcionaban las cosas, eso sí que eran saberes reales y
seguros. Ahora podía observar y analizar, controlar la realidad, advertir la
maravillosa armonía impuesta por el gran relojero del Universo, y la
despreciable tarea del maligno, que todo lo mezcla y confunde.
Un determinado número de meses más tarde, el antiguo estudiante en colegio
de curas es ahora un brillante informático, firme en el positivismo
cientista que le asegura el conocimiento preciso de sus técnicas. Ahora es
agnóstico, y, por si acaso, los domingos, cuando acompaña a misa de doce a
su mujer, que es neocatecumenal, no tiene inconveniente en comulgar (que al
fin y al cabo una cosa son las creencias religiosas y otras las científicas,
que entre la ciencia y la fe ni hay, ni puede haber, ni habrá conflictos,
que eso son cosas del pasado, de los volterianos racionalistas materialistas
decimonónicos). Sus hijos van a un colegio del Opus (pues dicen que en la
enseñanza pública hay maestros abducidos y profesores discípulos de Sánchez
Dragó; y los frailes siguen organizando "viajes de estudios" a Garabandal).
Y desde la superioridad que le transmite la firmeza tecnológica de su saber,
dedica el tiempo de ocio a luchar contra molinos de viento, a desfacer
entuertos irrelevantes: ese olivo que no llora, tal cuchara que no se dobla,
un ovni que es en realidad un ovi o mero sapo batracio... ¡¡¡ Ahora es
escéptico !!! Los domingos, en misa, mientras hace la cola para socializar
por ingesta la hostia, nuestro informático se acuerda a veces de Garabandal,
del terrible oscurantismo del que su victoriosa razón ha sabido liberarle,
de su mucha sabiduría y prudencia al invertir un poquito, por si acaso, en
Dios...
Dudemos
Pedro Belarmino
pbelarmino en arrakis.es
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