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[escepticos] Brutalidad.




[Rafael Díaz]
> Considero que es esta discusión primero habría que acordar qué
> es un instinto. Si entendemos como tal una pauta de comportamiento
> que obliga a todos los individuos de una misma especie a actuar
> de manera similar ante un estímulo similar, no puedo más que
> dudar del instinto agresivo del que habla mercader. Existen
> elementos culturales que permiten explicar las acciones
> violentas en la mayoría de los casos, al mismo tiempo que la
> agresividad no es nota común de todos lso indivioduos, ya que
> existen personas radicalmente pacíficas por naturaleza
> (o como dicen algunos,m por carecer de ella).

[Mercader]
Gracias, hombre. Acabas de abrirme los ojos sobre la posible causa de la
dificultad que casi toda esta corrala encuentra en admitir la
importancia de los instintos en el comportamiento humano.

Creo que, como tú dices, la imagen que se tiene de un instinto es de
algo que obliga a comportarse uniformemente a todos los individuos de
una especie ante determinado estímulo. Eso es correcto entre las
hormigas o entre los galápagos. El comportamiento de una actinia cuando
se le acerca un dedo es tan previsible que podría uno apostar su sueldo
del mes, sin riesgo alguno. No hay actinias con 'personalidad' tan
definida que vayan a tener un comportamiento distinto al de sus
congéneres, ante ese estímulo. Pero según va uno examinando a los
animales más complejos, esas pautas van quedando más disimuladas y más
entrecruzadas. Llega uno a la especie humana y ya no puede apostar su
sueldo por la previsibilidad de un comportamiento, porque nos
encontramos ante la especie en que sus individuos son más heterogéneos.
El margen de comportamientos ya es algo más ancho que el de una actinia.
Supongo que el tamaño del cerebro tendrá algo que ver en ello.

 Desde que nuestro cerebro es capaz de analizar -en cierto grado-
nuestro propio comportamiento, podemos influir en él, sólo por esa
posibilidad (igual que se interfiere en la trayectoria de una partícula
subatómica sólo por intentar observarla). Así que podríamos creer en la
facilidad de conducir nuestro comportamiento a golpe de batuta. Añádase
a esto  una curiosa soberbia antropocéntrica  (Que no parece lógica en
un círculo escéptico y mayoritariamente ateo) y tendremos la consabida
resistencia a admitir que las raíces de nuestros comportamientos tengan
un porcentaje de coincidencia con el de nuestros primos los bichos,
parecido a ese noventa y tantos por ciento que se admite sin reservas en
cuanto a la genética de nuestro 'físico'.

Naturalmente que, entre las personas, hay multitud de individuos
pacíficos por 'naturaleza' entre otros que no lo son. Esa variabilidad
puede haber sido debida al cambio de forma de vida, favorecido por  la
explosión cultural del último medio millón de años. La Selección ya no
ha necesitado eliminar a esos individuos pacíficos que podían sobrevivir
en condiciones sociales impensables hasta entonces, al abrigo del grupo
o refugiadas en asentamientos  agrícolas pero que habrían sido barridos
sin misericordia, si la especie hubiera tenido que seguir defendiéndose
de los depredadores en campo abierto. (enseñadme a un babuino pacífico,
queriendo hacer las paces con los leopardos, que durase más de diez
segundos).
Pero al lado de los humanos pacíficos están los tipos que, enjaulados en
ciudades y manteniendo intacta toda la predisposición violenta de que la
Evolución les dotó con fines utilitarios, tienen que ejercerla -a falta
de guerras de conquista- en la caza del zorro, las corridas de toros,
los insultos al árbitro en el fútbol,    o las carreras de motos  a las
dos de la mañana.
Creo, firmemente, que el deporte más pacífico no es más que una
sublimación del instinto violento, reconducido por los vericuetos más
insospechados.
Y si no, escuchad los golpes de las fichas del dominó contra el mármol,
en cualquier casino de abueletes.

[Rafael Díaz]
>Vuelvo a decir que lo del mono asesino al estilo de R. Ardrey
>estaba pasado de moda.

[Mercader]
No he leído a Ardrey pero, si lo que dice es que nuestra especie es más
asesina que algunas de monos, no dejaría  de ser una 'boutade'.   Los
chimpancés, por ejemplo, pueden capturar a otros monos más débiles y
comérselos a pedazos tan ricamente, igual que debieron de hacerlo
nuestros antepasados no demasiado lejanos cuando tenían hambre. Además,
meter con calzador elementos éticos como el del 'asesinato'  me parece
una sonora  valoración antropomórfica,  útil para vender ejemplares de
libros.
Saludos.