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[escepticos] (3/6) ¿POR QUE LAS PSEUDOTERAPIAS PARECEN QUE FUNCIONAN?



1)  Tratar enfermedades banales, enfermedades que  de  todas
formas iban a curar por sí solas, sin médicos ni  medicinas. 
El  cuerpo humano se cura por sí solo en un buen  número  de 
casos y cuando esto ocurre, el enfermo atribuye la  curación 
a  cualquier cosa que estuviera practicando en ese  momento. 
Ejemplo  de ello son cuadros febriles  virales,  infecciones 
agudas benignas, diarreas agudas por protozoos, bacterias  o 
virus,  ingesta alimentaria, dolores musculares  agudos  por 
esfuerzos  físicos intensos no habituales, herpes  zóster  o 
"majá", infecciones urinarias agudas, y otros. Una  neumonía 
en una persona joven o adulta cura por sí sola, sin antibió- 
ticos ni médicos en la mayoría de los casos, y si ese  joven 
fue atendido por un curandero o se le aplicó una pseudotera- 
pia le atribuye su curación a su poder. (Pero en un  anciano 
o en un diabético o en alguna persona que tenga otra  enfer- 
medad  que disminuya su defensa inmunológica o se  complique 
con  otra enfermedad, puede tener consecuencias  peores,  en 
este caso puede fallar el curandero en un gran porcentaje). 

  Muchas  enfermedades  tienen su propia  duración  y  puede 
haber  seguido  su curso normal y dada la situación  no  son 
crónicas  ni fatales, los propios procesos  de  recuperación 
del cuerpo generalmente restauran la salud del enfermo. Para 
que  una terapia sea calificada de curativa,  sus  creadores 
deben demostrar que el número de enfermos curados exceden la 
proporción de los que se recuperaron sin ningún  tratamiento 
(o que se recuperaron más rápido que los sin tratamiento).

2)  Enfermedades crónicas que se manifiestan en crisis y  la
mayoría de las veces mejoran por sí solas (crisis  transito- 
rias).  Por ejemplo, el gran mal epiléptico, las crisis  del 
asma bronquial. En estos casos, no abortar o interrumpir  la 
crisis  de  inmediato con el  tratamiento  científico,  trae 
progresivamente  a  largo plazo malas consecuencias:  en  el 
epiléptico, deterioro cerebral, y en el asmático, el enfise- 
ma.

Muchas  enfermedades son cíclicas. La artritis,  lumbalgias, 
la esclerosis múltiple, alergias, trastornos  gastrointesti- 
nales, son ejemplos de enfermedades cíclicas que normalmente 
alternan dos fases: la activa o sintomática y la  silenciosa 
o  asintomática.  Como es de esperar,  los  enfermos  buscan 
tratamiento  durante  la fase activa.  Un  pseudotratamiento 
tendrá  repetidas  oportunidades de aplicarse  en  esa  fase 
activa la cual de todas formas evolucionara a la silenciosa. 
Tanto  el  enfermo como el curandero están propensos  a  mal 
interpretar esas recuperaciones naturales como si fuese  una 
curación por la pseudoterapia.

3) El efecto placebo. El mayor motivo para que los  remedios
fraudulentos  sean  acreditados con  mejorías  subjetivas  y 
ocasionalmente objetivas, es el efecto placebo. La  historia 
de la medicina esta llena de ejemplos de lo que, en  retros- 
pectiva  parecen  procedimientos  excéntricos  que  una  vez 
fueron aprobados con entusiasmo por médicos y pacientes a la 
vez.  Erróneas atribuciones de este tipo surgen de la  falsa 
presunción  de  que un cambio en los síntomas  luego  de  un 
tratamiento,  debe  ser una consecuencia específica  de  ese 
procedimiento.  Mediante  una  combinación  de  sugestiones, 
creencias,  expectativas, reinterpretaciones, y  distracción 
de  la  atención,  los pacientes a los que se  le  han  dado 
tratamientos biológicamente inútiles pueden luego experimen- 
tar  alivio.  Algunas respuestas  placebo  producen  cambios 
reales en la condición física, otras son cambios  subjetivos 
que hacen que los pacientes se sientan mejor aunque no  haya 
ocurrido ningún cambio objetivo en la enfermedad.

A través del contacto repetido con los procedimientos  tera- 
péuticos científicos todos nosotros desarrollamos, semejante 
a  los perros de Pavlov, reacciones condicionadas en  varios 
sistemas  fisiológicos. Luego, dichas respuestas pueden  ser 
disparadas por la situación, rituales, ambientes, o informa- 
ción  verbal que señala el acto de "estar  siendo  tratado". 
Entre otras cosas, los placebos pueden causar la  liberación 
por parte del cuerpo de analgésicos tipo morfina o  endorfi- 
nas. Debido a que estas respuestas condicionadas pueden  ser 
paliativas,  aun  cuando un tratamiento por sí mismo  no  se 
relaciona fisiológicamente con la fuente de enfermedad,  las 
supuestas  terapias deben ser probadas contra un  grupo  con 
similares pacientes que reciben un tratamiento simulado  que 
se  parece  al "real" excepto que  el  supuesto  ingrediente 
activo se oculta, este es el llamado grupo control placebo.

Es  esencialmente  importante  que los  enfermos  en  dichas 
pruebas  sean asignados al azar a sus respectivos  grupos  y 
que ellos estén a "ciegas", lo cual significa, que no  saben 
a cuál grupo pertenecen, si están recibiendo el  ingrediente 
activo o el placebo. Debido al poder de lo que los  psicólo- 
gos  llaman expectativa y efectos de adaptabilidad,  es  tan 
fuerte, por lo cual los terapeutas también deben estar a
ciegas como los pacientes de cada grupo. Por lo tanto, el
término a doble ciego es el estándar de oro de todo resulta- 
do investigativo. Tales precauciones son necesarias porque
cualquier sugestión escasamente perceptible no intencionada 
puede ser  expresada por los realizadores del tratamiento que
no estén a  ciegas, lo  cual perjudica los resultados de la
prueba. Igualmente, aquellos quienes evalúan los efectos del 
tratamiento también deben  estar a ciegas, ya que existe  un 
gran  número  de "experimentos  perjudicados", demostrando
que  profesionales honestos y bien entrenados pueden incons- 
cientemente  "entre leer" los resultados que ellos esperan 
obtener cuando  ellos intentan valorar fenómenos complejos.

Cuando  se  completa el ensayo clínico, la  condición  de  a 
ciegas  se  rompe para realizar  comparaciones  estadísticas 
entre los grupos activo, placebo y sin tratamiento. Sólo  si 
las  mejorías observadas en el grupo con tratamiento  activo 
exceden  las de los dos grupos de control por  una  cantidad 
estadísticamente  significativa,  es que  la  terapia  puede 
llamarse efectiva.

Actualmente  el  Dr. Victor Herbert ha  comprobado  que  los 
niveles de endorfinas suben por cualquier estímulo irritante  
como un pellizco en cualquier parte, o por varias  activida- 
des como correr, meditar, y otras, por lo tanto, la  acupun- 
tura no es la única. Se ha verificado que el lugar exacto de 
insertar agujas de acupuntura no se relaciona con el  alivio 
del  dolor u otros efectos clínicos obtenidos (Richardson  y 
Vincent 1986). Otros investigadores han fallado al  reprodu- 
cir  con rigor la reversión de la analgesia acupuntural  por 
la  naloxona, antagonista de la morfina. Debe señalarse  que 
el papel de las endorfinas en el alivio del dolor  constitu- 
yen  asuntos polémicos debido a que las  concentraciones  de 
endorfina en el plasma no se relacionan de forma consistente 
con  los  niveles  de dolor experimentado  por  los  humanos 
(Skrabanek 1985). Y finalmente, una elevación transitoria en 
los  niveles  de endorfina podría no  representar  de  forma 
razonable  el  alivio prolongado del dolor como  claman  los 
acupunturistas,  ni otras curas reconocidas en los  sistemas 
de  órganos que no se afectan las endorfinas. Añade  el  Dr. 
Herbert que el pellizco es menos invasivo que la  acupuntura 
y  carece  de riesgos de transmisión de  hepatitis  y  SIDA. 
También  la inmovilización necesaria para insertar la  aguja 
en los animales se ha demostrado que produce una especie  de 
catatonia/analgesia por sí misma.

(continuará...)

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