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Re: [escepticos] Naturaleza de la credulidad (BIS)



	Pues sí, todos hemos conocido a algún mentiroso compulsivo. Yo he
conocido dos casos de cerca. 

	Uno era un amigo de cuando teníamos catorce años; creo que su 
imaginación desbocada era consecuencia de un deseo de evasión de la 
realidad. Y no, no es que este chico tuviese horrendos problemas 
familiares... creo que simplemente le gustaba más creerse sus fantasías 
sobre aventuras cósmicas los fines de semana, debía encontrar su vida
aburrida y quería ponerle algo de emoción. Me ahorraré unas historias 
larguísimas, baste decir que un adulto poniendo esos mismos desbarres por 
escrito en la web superaría en delirio a casi todo lo que hemos visto. Este
caso es interesante porque este chico tenía unos amigos que le creían
algunos desbarres... algo así como un gurú y sus seguidores, pero en 
simpático porque éramos adolescentes.

	El otro caso fue una amiga de cuando teníamos veinte años. Su 
mentir patológico era obviamente la consecuencia de su necesidad de
autojustificación, y no hacía falta ser un psicólogo para darse cuenta de
esto; bastaba observar cómo sus embustes compulsivos conseguían "demostrar"
que la culpa de todo era siempre de los demás. Lo gracioso del caso es que
esta chica andaba siempre metida en complicadísimos problemas, precisamente
por sus mentiras, y ella tan convencida de que era la única comportándose
decentemente. Consiguió desbandar un par de pandillas de amigos con sus
intrigas. Era un círculo vicioso; cuantos más problemas, más necesidad
de autojustificación, luego más mentiras y más complicadas, luego más
problemas. En la lista tenemos ahora un caso vagamente parecido.

	Cuento esto porque también he conocido a varias personas con 
imaginaciones desbordantes que parecían estables. Siguiendo el hilo de
Mercader, a lo mejor hace falta algún mecanismo de canalización para que esa
imaginación constructiva degenere en un mentir compulsivo. O a lo mejor
basta con ser autosugestionable, con tener la capacidad de creerse las
trolas que se inventa uno mismo, para encontrarle luego las aplicaciones
(evasión, autojustificación, etc)


> Siempre me ha parecido que la división, efectuada en esta lista, entre
> crédulos y magufos, entendiendo por lo primero a los que creen de buena fe
> y por lo segundo a los que buscan sacar partido de la credulidad de los
> primeros, estaba sacada por los pelos.

	Bueno... yo creo que no, que la diferencia es más bien el grado de 
actividad. Por ejemplo, en el caso de mi amigo adolescente, él era el magufo
líder que activamente se inventaba cosas y yo era el crédulo seguidor que 
pasivamente las encontraba interesantes. No es que él buscase ningún
provecho, sino que era el organizador. Un poco como los curas y los 
creyentes; un monje por ejemplo desde luego que no busca beneficio personal 
en el sentido económico de la palabra.


> Creo que la inmensa, inmensísima mayoría de los crédulos lo son de buena 
> fe y que no sufren más que una hipertrofia de la cualidad que tantas 
> ventajas provee a la humanidad en su conjunto: La imaginación. ¿Cómo si 
> no, iba la gente a creer con tanto empeño en los mil curiosos detalles de 
> cada una de las pintorescas culturas?

	Creo que no... la mayoría de los crédulos no tienen demasiada
imaginación, ésa es precisamente la razón por la que se creen el cuento que
les proporciona otro (el magufo) en vez de inventarse ellos el suyo. Lo que
cuentas de las siete serpientes me parece un ejemplo estupendo, solo que 
no todos los creyentes van y se sacan nuevas versiones con volcanes que 
paren dioses; hay cuatro iluminados con demasiada imaginación, los que ven
apariciones y demás, y luego miles de crédulos con más confianza que 
imaginación dispuestos a tragar lo que sea. De vez en cuando se junta la 
imaginación salvaje con las ansias de liderazgo y entonces aparece un 
mesías o un profeta.


> No podemos cercenar la credulidad porque, probablemente, nos 
> cargaríamos al mismo tiempo el motor que nos mueve hacia adelante.

	Esto sí que puede ser muy cierto.

	Un abrazo,

	Santi