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Re: [escepticos] Feminismo?



Sacha Marquina Reyes ha escrito:

> O yo me estoy volviendo loco o todos dicen lo mismo:
>         "Existen diferencias, y no justifican ninguna discriminación".
> Si es así, sigo sin ver pq este hilo se autoperpetúa indefinidamente...
> Por cierto, ya he visto en un par de mensajes lo del derecho de decidir
> sobre su cuerpo. ¿Soy yo el único al que le parece raro que la (futura)
> madre pueda decidir si aborta o no, pero en caso de que no lo haga las
> obligaciones para con el hijo recaigan en los dos progenitores?
>                                                             Sacha

Apunto este nombre de Sacha como un espécimen raro.
Ocurre que el sentido común es el menos común de los sentidos.
Encima se da el lujo de ejercerlo en una lista como esta,
repleta de gente irracional, de creyentes en las pseudociencias
y de quienes se enojan cuando la realidad no responde a sus
preconceptos. Confieso que yo estoy en el primer grupo,
pero espero que podamos ver a algunos que empiecen a
golpearse el pecho y expresen su compunción por haber
cometido pecadillos atingentes a los otros dos grupos.
Y eso te lo digo a vos, NN, que te estás haciendo el
tonto y estás mirando para otro lado con cara de nada
que ver, y a vos también, ZZ, que te lo digo y me la
aguanto. Solamente espero que fijes fecha y lugar
para que me pueda dar el gusto de romperte la jeta.
A usted no, Sra. XX, que la adoro pese a todo.
                                Héctor W. Navarro
A Sacha: Te pido perdón, Sacha, por no poder ser
tan conciso y certero como tú.
A Josep: Te cuento una de mis sufridas anécdotas:
Llevo 28 años de abogado. En uno de mis primeros
casos le redacté a un esposo una carta documento
en la cual se oponía al aborto que su esposa quería
provocarse. Pese a que esa actitud precipitó su
divorcio y tener dudas de ser el padre del bebé en
gestación, Oscar (de quien me hice un gran amigo
a partir de eso) contribuyó puntillosamente a los
alimentos de la niña y siempre
le brindó mucho afecto. Muchos años después
Oscar se volvió a casar. En su casamiento bailé
con su hija, entonces ya señorita. No podía dejar
de pensar que yo había ayudado a su existencia.
Pero la niña nunca supo ni nunca lo sabrá, espero,
que su madre proyectaba abortarla.
Confío en tu discreción, Josep, por eso te conté
este secreto.
Junto ahora unas cuantas observaciones a distintos
emails, con la advertencia que mi servidor me los
entrega en forma errática, y suelo leer la respuesta
a emails que recién recibo el día siguiente o nunca,
en tal sentido no recibí la propuesta de Santi sobre
la redacción de cuentos por ordenador, que me
interesa mucho ¿Me lo podrías reenviar, Santi?
A Miguel Ángel: Tú eres otro de los que ejerce el
raciocinio. Muy buena tu refutación a José Alonso.
A Ernesto: (el homo webensis) Recuerdo que tú,
de un plumazo, me corregiste de mis apostillas
machistas calificándolas de etología pop
En mi remoto pasado machista, hace dos meses,
yo decía que le había exigido a mi mujer que ella
amamantase a nuestros hijos. He engordado, y
me salieron algo así como tetas. Ya no sería
tan inflexible como antes.
Pero es cierto, Ernesto, he abandonado mis
anteriores apostillas y me he pasado en esto
al bando de Marcela, Teresa y Miguel Ángel.
En tal sentido aporto con esto: En la Escuela
para padres, del psicólogo yanqui Adler se
analiza muy bien qué es lo que determina
que un varoncito patee la pelota y una niña
acune su muñeca. No es más que una
acumulación de críticas y felicitaciones
que incentivas o desaniman determinadas
actitudes y tendencias..
En primer grado de la escuela me pareció
natural incorporarme a una ronda que
hacían mis compañeritas. La maestra me
retó diciendo que ese no era un juego
para varoncitos y nunca más lo hice.
Esa maestra es la culpable de esto
que tenéis que soportar ahora.
A Mercader, siguiendo la línea de lo anterior:
     Fidel Castro cuenta en sus
memorias que en una ocasión se desmarcó
del grupo de estudiantes con los que estaba
haciendo un día de campo y decidió ascender
un cerro. Como le llevó mucho más tiempo que
el que había calculado volvía temeroso de que
sus profesores jesuitas lo retaran por el hecho
de que habían tenido que esperar su vuelta largas
horas. Por el contrario, nada le dijeron, y hasta
intuyó que valoraban su hazaña. Dice
Fidel que ese hecho lo marcó para toda la vida
y que siempre apreció que que los curas promovieran
el arrojo y el valor. Te pregunto Mercader:
¿Harán lo mismo las monjas con sus alumnas?
Yo creo que por el contrario les exigen que
aprieten las piernas, no vaya a ser que se les
caiga el sexo al suelo para escándalo general.
Conclusión sobre Fidel: Los jesuitas tienen la
culpa de todo lo que tienen que soportar los
cubanos.
A Don Pedro Luis Gómez Barrondo: Le digo
que no creo para nada su historia de que tres
chavalas lo quisieron violar. Sólo se trata de
una nueva provocación para que Marcela
chille. O una provocación para que tres
chavalas repitan el intento. ¿Sabe lo que pasa,
don Pedro Luis? Los viejos damos buenos
consejos porque ya no podemos dar malos
ejemplos.
    Que yo sí los doy y los daré porque me la
aguanto. Vale