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Muy a menudo se justifica la astrología aduciendo a que
grandes astrónomos, como Copérnico o Kepler, se dedicaron a la elaboración de
horóscopos. Y es cierto. Pero eso no quiere decir que deba considerársela
válida. La ciencia evoluciona y es capaz de comprobar sus propias teorías.
Nuestras ideas sobre el universo han cambiado muchas veces durante los 5.000
años de existencia de la astronomía. Eso no ha ocurrido, ni de lejos, con la
astrología. Ptolomeo, el astrónomo griego que puso las bases de esta
pseudociencia, no encontraría ninguna dificultad en dedicarse a la astrología
hoy, en los albores del siglo XXI. Sin embargo, le sería sumamente difícil
hacer lo mismo en astronomía. Por si esto fuera poco, quienes antes se
dedicaban a la astrología sabían de astronomía, física y matemáticas; hoy, sus
practicantes son una quimérica sombra de lo que
fueron.