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[escepticos] *** Yo también confieso
El 05/02/2001 20:48:05, en el msg. <002001c08fce$5adad660$594b253e en p3i3z7>,
Juana Mª Ojeda declaró lo siguiente:
[Recortada una confesión de su pasado crédulo]
Ante todo, la bienvenida de parte de un insolente que el 99% del tiempo
lee y muy de vez en cuando escribe, así que no represento a nadie más
que a mí mismo (y eso cuando estoy de buenas ;-) ).
Bien, debo decirte que no estás sola. Yo fui magufo mucho tiempo.
Felizmente no entré a las legiones de los cirioadictos (si bien me
bautizaron por mero formalismo, en mi casa no se practicó jamás religión
organizada alguna), pero respiré credulidad a troche y moche. Se me
propinaron librejos de Allan Kardec, sesiones espiritistas con
personajes de lo más variados, rezos a una deidad no muy clara (aunque
con claras trazas judeocristianas) y últimamente ciertas ceremonias
pseudomédicas estrafalarias, como la muy famosa en Argentina (no sé en
otras partes del mundo) de hacer rodar barritas de azufre sobre las
espaldas doloridas para hacer salir "el aire" infiltrado (a propósito,
si alguno sabe la explicación física de por qué las malhadadas barritas
de azufre se rompen, la agradeceré para ilustrar magufos). Era crédulo
zodiacal, crédulo ovni, leí convencido a von Däniken, y a Pauwels y
Bergier. En un momento dado, no recuerdo bien por qué razón, empecé a
intentar venderle a una chica a la que quería impresionar una complicada
y burda mentira que era de todo punto imposible (prefiero pasar del
detalle, es demasiado vergonzosa para mencionarse en público). Una amiga
suya replicó con una mentira aún peor, la que creí con igual facilidad.
En un momento dado caí en la cuenta de que esa mentira era tan mentirosa
como la mía (la cual yo mismo había empezado a creer, tanto era mi deseo
de que fuera verdad).
Creo que en ese momento se cayó todo a pedazos. Desde entonces, una
saludable duda se enseñoreó de mí. Empecé a exigir pruebas de todo.
Asimismo en el secundario empecé a tener trato con materias físicas. En
Merceología veíamos la estructura interna del átomo, las pruebas que se
habían realizado para descubrir las partículas subatómicas, cómo ciertas
leyes regulaban la materia y los fenómenos físicos. Causa y efecto.
Prueba y error. Falsación. El bichito me picó y ya no me soltó más. Y
aunque no conocía la navaja de Occam, ya aplicaba una "versión
cortaplumas" en mi vida diaria. Empecé a perseguir con refutaciones a
los horoscoperos, a los tarotistas y a los supersticiosos. Desafiaba a
mis compañeros abriendo paraguas en clase y saludándolos antes de sus
cumpleaños (esa superstición de que hacerlo trae mala suerte no sé de
dónde salió).
Así que, si se quiere, soy un converso. Eso sí, esta vez las evidencias
parecen ser bastante más firmes, y el Equipo de Detección de Camelos es
bastante sólido :-D
Por cierto, que lo mío es mucho más inocente que lo tuyo y se hubiera
resuelto si en casa hubiese habido muchos más libros científicos y muchas
más revistas de divulgación y muchos menos tabloides. Pero hubo lo que
se pudo. Felizmente mi contenido intracraneano sobrevivió a la
experiencia. Creo :-)
Perdón por la lata y nuevamente bienvenida. Tu mensaje resulta sumamente
inspirador.
Escépticamente,
o-=< Marcelo Huerta >=-o