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[escepticos] RE: [escepticos] [escépticos] Yo confieso, a mi manera



    Juana ¡Bienvenidísima! ¡menudo mensaje el tuyo!
    Sencillamente una confesión  de esas que consiguen, amén de quitar el hipo, la indulgencia plenaria.
    Para finalizar, permíteme que ejerza de pedigüeño ¿podría utilizar tu mensaje para el boletín de El Escéptico Digital? Si tomas en consideración mi petición házmelo saber (gargantua en correo.cop.es) así como si estarías dispuesta a retocarlo, ampliarlo, ponerle un título, etc... De cualquier modo considero que el contenido del mismo, tal y como está, es sencillamente apabullante.
 
    Por cierto... nos has dicho que tu nombre es Juana pero el apellido ¿no será de Arco en lugar de Ojea? ;.¬D)))
 
Saludos escépticos desde Bilbao.
Capital del mundo mundial y alrededores.-((;.¬D))))
Marco Tulio Cicerón-"Dubitando ad veritatem pervenimus"-
 
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----- Mensaje original -----
Enviado: martes, 06 de febrero de 2001 00:48
Asunto: [escepticos] [escépticos] Yo confieso, a mi manera

Hola, amigos, me llamo Juana. Llevo ya varios meses en la Lista, de "oyente", y creo que ya es hora de presentarme.

Aunque actualmente me puedo calificar de escéptica, debo confesar que he sido magufa casi toda mi vida.

Yo siempre había creído que por encima del mundo material o físico que podemos ver, existía un mundo inmaterial, sobrenatural, espiritual, que era "el verdadero" y era donde estaban las causas de todo lo que pasaba en el mundo físico. Poco más o menos como lo que explicaba Platón en el mito de la caverna. Esta creencia era el eje de mi vida, mi garantía contra la muerte, mi esperanza de que todo responde a un "orden", a un plan maestro diseñado por una inteligencia que lo tenía todo controlado, y que después de todo el sufrimiento, la estupidez, las injusticias de este valle de lágrimas, al final todo acabaría bien.

Cuando era pequeña, en vez de leerme cuentos, me contaban la historia sagrada y vidas de santos –mis padres son muy religiosos, católicos-. A los seis años ya tenía yo la firme intención de ser santa para que dios me concediera el don de curar. Ser una niña buena, a esa edad, era bastante fácil.

A los catorce años leí "El retorno de los brujos" y aquello me marcó. Empecé a dejar de ser religiosa y de rezarle a dios, para volverme, digamos, parapsicológica. Por aquella época pensaba que dios no era tanto un ser personal, como más bien una representación de lo numinoso, y que las religiones eran formas sistematizadas de canalizar esas fuerzas sobrenaturales que si no se controlan pueden hacer mucho daño. O sea que para adquirir el don de curar, lo que había que hacer no era rezar mucho sino practicar ciertos entrenamientos físicos y mentales.

A los diecisiete empecé a hacer yoga y me volví vegetariana. Al poco tiempo ya era un monstruo de las disciplinas iniciáticas. En una ocasión, después de tres días de ayuno total y meditación intensa, conseguí realizar un viaje astral que fue todo un éxito (a ver si os lo cuento alguna vez, para que me expliquéis qué fue lo que pasó en realidad). Sin embargo, en cuanto al poder clarividente de diagnosticar con un golpe de vista o de curar por imposición de manos, yo seguía teniendo tantas capacidades paranormales como una mesa camilla.

Mis amigos me decían que yo era "mujer de poca fe", tanto preguntar, tanto escudriñar los detalles... La verdad es que siempre he sido una magufa muy escéptica. Ya de joven me peleaba con las monjas. Os pondré un ejemplo: En nuestro libro de Historia de segundo de bachiller (1968, once años), que era de SM, nada más empezar se podían leer cosas como que el Hombre de Neanderthal era el producto de una degeneración. Le pregunté a la monja que por qué había degenerado la humanidad y ella me contestó que dios había creado a Adán y Eva perfectos, pero que al irse reproduciendo sus hijos y nietos, teniéndose que casar hermanos con hermanas y otros parientes próximos, pues empezaron a salir hijos tontos y defectuosos. Entonces yo hice alguna observación sobre la falta de previsión de dios, que ya podía haber creado a varias familias para que un muchacho no tuviera que emparejarse con su propia hermana. La monja me regañó diciendo que si yo me atrevía a criticar las acciones divinas, estaba pecando de soberbia, y que los caminos del señor son inescrutables. Ni qué decir tiene que me fui convirtiendo en una gran pecadora...

Cuando en tercero empezamos a estudiar Física y Química y nos explicaron el Método Científico, yo me encontraba en mi salsa. Aquello era absolutamente gratificante para mi intelecto. Todos los misterios estaban a nuestro alcance: sólo era cuestión de ponerse. Lo que no se sabía era porque "aún" no se había descubierto, pero sólo era cuestión de tiempo. Dejé de leer vidas de santos y me puse a devorar biografías de descubridores, investigadores, premios Nobel. Me propuse llegar a ser una científica y encontrar los remedios para todas las enfermedades que faltaban (antes de empezar Medicina, yo creía inocentemente que ya casi todas las enfermedades se podían curar).

Quería aplicar el método científico a todo, pero especialmente, a los más misterioso, a lo paranormal. Me metía en todas las sesiones de espiritismo que pillaba, pero cuando empezaba a comprobar las patas de la mesa, que nadie tocara el vaso, por favor la luz encendida, y "preguntad cosas que nadie sepa la contestación pero que se puedan verificar después",... en fin, el espíritu cabreado siempre acababa echándome del cotarro. Grabé psicofonías con los amigos por la noche (bueno, lo intenté: cuando yo estaba presente nunca pasaba nada). Construímos una cámara Kirlian. Hice estadísticas con monedas y con cartas Zenner, al más puro estilo J.B.Rhine. Entrevisté a gente que había visto ovnis (yo nunca conseguí ver ninguno). Visité curanderos y estudié a sus pacientes. Acudí a todos los lugares donde tuve noticia de algún suceso paranormal.

Nada.

Ningún resultado positivo, objetivo, concluyente. Antes al contrario: mucha superchería, charlatanería, ignorancia científica, cuando no intención directa de engañar.

Mientras estudiaba Medicina y después, he asistido a todos los cursos a mi alcance sobre terapias alternativas: naturismo, acupuntura, homeopatía,... Siempre lo mismo: muchas promesas y pocos hechos, falta de rigor científico, estudios clínicos sesgados, mal hechos o inexistentes, falta de base lógica-biológica... Desesperante. (Os tengo que contar también la peleita que tuve con los profesores de un curso de homeopatía, que por cierto, trabajaban para el mismo laboratorio que fabrica "los medicamentos" homeopáticos, Boiron, y que provocó mi expulsión del citado curso. Yo siempre tan soberbia. Y eso que aún no era Escéptica).

Sin embargo, yo continuaba buscando, inasequible al desaliento. Tenía a gala poseer una mente abierta: que yo no lo haya encontrado, no quiere decir que no exista; que haya mucho charlatán de feria, no quiere decir que no haya alguien con poderes de verdad.

¡Qué pérdida de tiempo y de esfuerzo! ¡Qué imbécil he sido!

Hace unos meses vi en el Discovery Channel un artículo sobre James Randi, llamado "Guía para escépticos", dentro de un magazine titulado "Desengaño" (Deception) donde también se desmitificaban las fotografías de fantasmas, los ovnis y la sanación por toque curativo. Fue como una bofetada gigantesca. Una bofetada de esas que se le dan a los histéricos para que reaccionen. La bofetada mental que me tiró del burro y me dejó noqueada durante tres días, como al tipo aquél de la biblia.

Busqué Randi en Internet y me encontré con la Fundación, con el CSICOP, con Gardner y Sagan, con Klass y Shermer, con vosotros y el anillo: la Red Escéptica. Después de mucho leer y reflexionar, he tenido que reconocer que la única razón para seguir creyendo en la existencia de fuerzas sobrenaturales era mi propio deseo, mi propia necesidad de creer. Y ésta no es una razón racional. Parece un trabalenguas, pero ya me entendéis: que yo necesite mucho una cosa no garantiza que esa cosa exista. (Ja! Con la suerte que tengo, más bien lo contrario)

Así que... aquí estoy, elaborando mi duelo. Ahora sé que no hay un Gran Arquitecto ni vivimos en un universo de diseño; que el ser humano no es la meta de la evolución sino que más bien estamos aquí por pura chiripa; que no hay vida eterna: adiós, ¡ay!, a mi alma inmortal. Nada de "puedes conseguir todo lo que quieras, sólo has de tener fe". No habrá un final feliz con un Juicio Universal donde Papá Dios hubiera premiado a los buenos y castigado a los malos (creo que esto ha sido lo peor, me consolaba tanto...) ¿Os dáis cuenta? No hay Justicia, sino supervivencia de los más fuertes, ¡qué asco de vida! Estamos solos y encima nos peleamos.

No me extraña que la gente se aferre a sus creencias como un perro a su hueso (la analogía es de Asimov). Hay mucho en juego. Despertar a la realidad real es como perderlo todo, una especie de muerte. Cuando a Neo lo desenchufan de Matrix y lo dejan caer a la cloaca, se me saltaron las lágrimas, tan identificada me sentía.

Ahora que ya no me sostienen los ganchos celestes, debo salir del pantano tirándome de los pelos hacia arriba (la analogía es del Barón de Münchhausen). Así pues, estoy investigando sobre ética laica, buscando principios morales que puedan ser racionalmente justificados, estudiando la lucha por la dignidad a lo largo de la historia. Ya que la vida no tiene sentido de por sí, pero el ser humano necesita darle sentido a su vida, tendremos que inventárnoslo. Creo, con J.A.Marina, que la ética es la máxima expresión de la creatividad humana. He leído a Savater, por supuesto, y a Jose Antonio Marina ("Ética para náufragos"), pero acepto -y solicito- agradecida vuestras sugerencias.

Bueno, ya me he despachado a gusto. Pido perdón a la audiencia por un mensaje tan subjetivo y tan largo, pero conste que lo he resumido, ¿eh? Podía haber sido peor. ¡Ah! Termino de presentarme: tengo 43 años y soy médico de familia, aunque ejerzo también de pediatra, en el SAS, en Málaga. A vuestra disposición para cualquier tema de medicina.

Desde que recibo los mensajes de esta lista Escéptica, he admirado –y disfrutado- vuestro olímpico sentido del humor. ¿Cómo sobrelleváis tan alegremente el ser escépticos? ¿Lo habéis sido siempre? ¿Ninguno tiene el trauma de haber pasado de magufo a escéptico? Me daría con un canto en los dientes por conocer vuestras peripecias durante "el paso", aunque reconozco que esto es una cosa muy personal.

A propósito de humor, por si alguno piensa meterse conmigo, os ruego no seáis muy crueles, que aún estoy de medio luto.

Vuestra:

Juana

"Buscad en la piel de un escéptico, y casi siempre hallaréis debajo los nervios doloridos de un sentimental" (Daniel d'Axe)