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[escepticos] Sobre el 11S
Me han pasado esta URL:
http://www.pagina12.com.ar/2001/01-10/01-10-10/pag19.htm, que para
facilitar su lectura reproduzco abajo en texto puro. ¿Alguna
discrepancia?
Saludos
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REFUTACION A VIÑAS, SCHOKLENDER, ZITO LEMA Y PASTOR DE BONAFINI
La alegría de la muerte
Por Horacio Verbitsky
David Viñas, Sergio Schoklender, Vicente Zito Lema y Hebe Pastor de
Bonafini celebraron los ataques terroristas contra los Estados
Unidos. Los interpretaron como parte de la lucha de clases
globalizada y, la señora Pastor de Bonafini, además, sintió alegría
mientras el mundo se paralizaba de espanto. Esta nota sostiene que no
hay que resignarse a elegir entre la limpieza étnica de Milosevic y
los "daños colaterales" de la OTAN, entre las explosiones de Bin
Laden y las de Bush, entre los colonos fascistas de Sharon y los
asesinos seriales de Hamas.
Durante una clase pública dictada en la academia denominada
"Universidad Popular de las Madres de Plaza de Mayo", cuatro oradores
celebraron los atentados del 11 de setiembre. Trataré de sintetizar
sus argumentos con fidelidad y de refutarlos con calma.
El escritor David Viñas dijo que el ataque "a los grandes símbolos
del poder" constituía "una forma inédita de lucha de clases", entre
"la violencia popular y la violencia institucional del imperio", "la
violencia desde abajo contra la violencia enquistada arriba". Estas
"señales inesperadas, inéditas, invictas, primeras de la lucha de
clases en el mundo globalizado por el imperio terrorista del
Pentágono y de Wall Street" provendrían de "los sometidos, los
humillados del mundo". Dijo que debían leerse "dentro del contexto
del proceso general de globalización" . Comparó a sus autores con
Robespierre o Castelli. Evocó los sufrimientos infligidos por Estados
Unidos a Cuba, Chile, Japón, Nicaragua, Panamá, Granada, Irak y
Yugoslavia, y a sus hijos, María Adelaida y Lorenzo Ismael Viñas,
"entre otros miles de compatriotas asesinados por el terrorismo de
generales y de almirantes adiestrados por el Pentágono y sustentados
por Wall Street".
El director de la academia, Vicente Zito Lema, sostuvo que Osama Bin
Laden era "un revolucionario", cuya lucha "es parte de la lucha de
clases" de "los oprimidos de la humanidad contra el imperio". Lo
comparó con San Martín, Belgrano, Artigas, Ernesto Guevara y "mis
compañeros caídos en combate". Además de las "bombas en las ciudades
japonesas" mencionó a los "35.600 niños que mueren todos los días" en
el mundo y dijo que sólo pueden "hablar de derechos humanos" y
lamentar "la muerte de los trabajadores que estaban también en esas
torres gemelas" quienes "siempre alzaron la voz por los caídos en la
humanidad". Buena parte de los intelectuales y de la clase política
de nuestro país "lloran por el poderoso cuando son cómplices
cotidianos de la muerte" .
El abogado Sergio Schoklender afirmó que no fueron actos terroristas
sino "operaciones quirúrgicas" de guerra contra "los centros precisos
de poder", del "enemigo que nos está destruyendo". Se trataría de
"una guerra declarada, de la civilización y de la humanidad contra
Estados Unidos". En cambio, actos terroristas son los bombardeos
indiscriminados de los Estados Unidos e Israel, contra civiles.
Expresó su admiración por los "militantes" que realizaron esas
acciones, a quienes comparó con "el pueblo heroico de Vietnam", que
derrotó al enemigo al "llevarle la guerra a su propio territorio".
Narró un viaje a Irak y su "revolución maravillosa". Dijo que le
dolían "los casos individuales, esas figuras cayendo", pero que le
dio "mucha alegría" saber que "no son tan invulnerables y que tenemos
la posibilidad de resistir y enfrentarlos".
Hebe Pastor de Bonafini contó que estaba en Cuba ese día y que sintió
alegría. "No voy a ser hipócrita, no me dolió para nada", porque
"había muchos pueblos que eran felices" y de ese modo "la sangre de
tantos en ese momento era vengada", entre ellos sus hijos. En esos
ataques "no murieron pobres, no murieron poblaciones". Sus autores
fueron "hombres y mujeres muy valientes", que "se prepararon y
donaron sus vidas para nosotros". Ellos "declararon la guerra con sus
cuerpos, manejando un avión para estrellarse y hacer mierda al poder
más grande del mundo. Y me puse contenta" . El "miedo que nos
metieron a nosotros, con la persecución, con la desaparición y con la
tortura, ahora lo vive el pueblo norteamericano entero. Ese pueblo
que se calló y aplaudió las guerras". Para ella, los blancos no
fueron sólo simbólicos: "En esas dos torres se decidía todos los que
nos íbamos a morir, a quedar sin trabajo, a masacrar, a bombardear".
Igual que Viñas, comparó a los autores con "nuestros hijos","que
dieron y entregaron sus vidas para un mundo mejor", a los que
llamaban terroristas pero eran revolucionarios.
Quien dude de la exactitud de la transcripción o desee consultar los
textos completos, puede solicitarlos al boletín de contrainformación
"Resumen Latinoamericano", a la dirección electrónica
resumen en nodo50.org.
Lucha de clases en el Corán
Nada más curioso que la referencia de Viñas a la lucha de clases. Tal
vez Viñas maneje informes más secretos que los empleados por Estados
Unidos para persuadir a todos los gobiernos del mundo sobre el origen
de los atentados. Mientras no los revele, parecería que sus autores
no han sido proletarios en lucha por la revolución socialista, sino
el régimen teocrático de Afganistán, supresor de todas las libertades
que permitirían vivir y desarrollar su obra en ese país a los
intelectuales críticos, ateos, socialistas y judíos como Viñas. Y a
sus mujeres, detalle no menor. El señor Bin Laden no busca abolir la
explotación ni liberar las fuerzas productivas contenidas por un
régimen de producción anacrónico. Es el heredero de un
multimillonario contratista de obras públicas para la monarquía
saudita y está interesado en el derrocamiento de su casa real, por
considerarla demasiado permeable a la secularización de las
costumbres. Marx debería revolverse en su tumba. También Trotsky,
quien en 1911 fundamentó la oposición de los marxistas al terrorismo
individual. Dice que sólo la clase obrera organizada puede llevar a
cabo una huelga. En cambio, "la fórmula para fabricar explosivos está
al alcance de todo el mundo y uno puede hacerse con un Browning en
cualquier parte". Puede ser "muy impactante en sus formas externas
(muerte, explosiones, así sucesivamente), pero absolutamente
inofensiva en lo que respecta al sistema social". En cambio "una
huelga, incluso de poca importancia, tiene consecuencias sociales:
aumento de la confianza en sí mismos de los trabajadores,
fortalecimiento de los sindicatos e incluso, a menudo, mejoras de la
tecnología de producción". Un atentado terrorista puede provocar
confusión entre la clase dirigente, pero "esta confusión siempre dura
poco". La maquinaria del estado capitalista "seguirá intacta y
continuará funcionando. Pero el desorden que un atentado terrorista
provoca entre las masas obreras es más profundo". A su juicio, el
terror individual es inadmisible "porque devalúa el papel de las
masas en su propia conciencia". Agregaba que "cuanto más 'eficaces'
son los actos terroristas y mayor es su impacto, más limitan el
interés de las masas por su autoorganización y autoeducación. La
confusión se evapora como el humo, el pánico desaparece, un nuevo
ministro ocupa el puesto del asesinado, la vida vuelve a su rutina y
la rueda de la explotación capitalista sigue girando como antes; sólo
la represión policial se hace más salvaje, segura de sí misma,
impúdica. Y, en consecuencia, la desilusión y la apatía reemplazan
las esperanzas y la excitación que artificialmente se habían
despertado". Las circunstancias son hoy otras y Trotsky sólo pensaba
en atentados individuales contra un ministro o un patrón, pero el
razonamiento de fondo no ha perdido vigencia.
Si lo sucedido se lee como pide Viñas dentro del contexto del proceso
general de globalización, el incipiente movimiento impugnador que,
desde Seattle a Génova, había comenzado a echar arena contestataria
en el engranaje del pensamiento único recibió el 11 de setiembre el
peor golpe posible. Es el pretexto que hoy están usando en todo el
mundo, y también aquí, los interesados en reprimir cualquier forma de
lucha popular y restringir el espacio de las libertades en aras de la
seguridad. Porque creemos que la relación de fuerzas vigente sólo
podrá ser modificada por una movilización popular masiva, que amplíe
y no restrinja los espaciosdemocráticos, y no por el foquismo
incendiario de seis encapuchados, no podemos alegrarnos por la
monstruosidad ocurrida el 11 de setiembre.
Robespierre y Castelli fueron los rostros más intransigentes de
grandes movimientos progresistas, basados en la emergencia y
organización de clases sociales cuyo desarrollo era sofocado por las
monarquías absolutas del Antiguo Régimen. Bin Laden y los talibanes
desearían volver el reloj de la historia a mucho antes de 1789, año
inaugural de las revoluciones burguesas. La mención de Viñas a sus
hijos es conmovedora, pero infiel. Como otros intelectuales de la
izquierda, Viñas equipara la decisión militante de aquella época con
un impulso suicida. Eso es ostensible en su obra teatral sobre
Rodolfo Walsh, cuya muerte tergiversa. Walsh murió en la calle,
resistiendo con un arma de puño el intento de secuestro por un
pelotón de la ESMA, en una cita entregada por un compañero caído.
Pero Viñas lo muestra encerrado en una casa que la dictadura conoce,
esperando que vengan a buscarlo después de desafiarla con su Carta
Abierta. En una nota publicada en este diario hace seis años, Viñas
dice sobre Walsh que "el suicidio es el único espacio de decisión
personal". No es cierto. Walsh y los hijos de Viñas no eran
terroristas suicidas como los pilotos de Alá, sino militantes de una
tentativa revolucionaria que fue derrotada y pagaron su heroísmo con
la vida. En forma implícita, Viñas equipara todo recurso a las armas
al terrorismo o el suicidio. Inesperado regalo para quienes
asesinaron a sus hijos, a Walsh y a miles de revolucionarios.
Es cierto que hay quienes tienen atrofiada la mitad de sus
sentimientos. Los muertos en las torres les merecen la piedad que no
tuvieron por tantas víctimas del poder bélico estadounidense. Pero no
hace una persona más completa la parálisis de un lado que del otro.
En cada una de las cien ciudades recorridas durante la reciente
Marcha Nacional contra la Pobreza, los militantes del FRENAPO nos
referimos con dolor al centenar de niños que mueren por día en la
Argentina por la injusta distribución de la riqueza que procuramos
modificar. En su momento, desde distintas organizaciones políticas o
humanitarias fueron denunciados los bombardeos contra ciudades y
poblaciones de cuatro continentes. Quienes "siempre alzaron la voz
por los caídos en la humanidad", como es el caso de Zito Lema,
deberían estar en mejores y no peores condiciones para sentir el
espanto por lo sucedido el 11 de setiembre.
Personas, no figuras
Que el doctor Schoklender hable de "operaciones quirúrgicas" para
referirse al asesinato de 6000 personas en pocos minutos y
contabilice a los talibanes en el bando de "la civilización y de la
humanidad" no requiere refutación. Son enormidades que se
descalifican solas. Pero la equiparación con el pueblo de Vietnam y
sobre todo el modo en que derrotó la agresión ignora los hechos
centrales de aquel conflicto. Todos los análisis, dentro y fuera de
Estados Unidos, indican que fue la movilización del pueblo
estadounidense, dividido respecto de la legitimidad de la guerra y de
la posibilidad de ganarla, la que impidió el despliegue completo de
la maquinaria bélica que el Pentágono deseaba. Lo contrario ocurre
hoy, gracias a la brutalidad del atentado contra las torres, donde lo
que caían no eran "figuras" ni "casos individuales" sino personas, de
ochenta nacionalidades. El general Westmoreland nunca contó con un
frente interno como el que hoy respalda a Bush y hace temer por toda
clase de abusos.
La alegría de la señora Pastor de Bonafini no fue compartida por
ningún pueblo del mundo, apenas por pequeños grupos sometidos al
oscurantismo de la teocracia. El mismo boletín electrónico que
consigna sus palabras incluye la condena de la Asamblea Nacional del
Poder Popular de Cuba, que expresó sus condolencias al pueblo
estadounidense y repudió los "métodosdeleznables" empleados. La
literatura revolucionaria mundial no registra casos de contento ante
la muerte atroz de otros seres humanos. El Che llegó a teorizar sobre
la conversión del ser humano en una fría máquina de matar, pero jamás
expresó sentimientos tan ruines como el júbilo. Los de la señora
Pastor de Bonafini se parecen a los que expresó el piloto del
bombardero norteamericano "Enola Gay" luego de la destrucción de
Hiroshima. La idea de que el 11 de setiembre fue destruido el poder
más grande del mundo es, además, de una patética ingenuidad. El
software que mide el riesgo país ya fue instalado en otro edificio.
Ni Bin Laden ni Bush
En los años de la dictadura y los primeros posteriores la señora
Pastor de Bonafini enfrentó a los represores y denunció a sus
cómplices civiles, en un pie de igualdad con sus compañeras y con los
demás organismos de derechos humanos. En los últimos años la
organización que dirige ha llamado "prostitutas" a las Madres de
Plaza de Mayo que cobraron indemnizaciones por la desaparición
forzada de sus hijos; "pagados por el imperialismo" a los científicos
del Equipo de Antropología Forense que están reconstruyendo la
historia de las víctimas del Estado terrorista; "fascistas" a quienes
afirmaron que en Colombia las violaciones a los derechos humanos las
comete no sólo el bando sostenido por Estados Unidos sino también las
FARC; "fascista" otra vez al sistema democrático español, que
responde dentro del estado de derecho a los atentados de ETA. En los
últimos años ha propiciado en discursos públicos la violencia
foquista y ha estimulado el desprendimiento de un minúsculo núcleo de
la organización HIJOS, que para fomentar la confusión decidió
utilizar el mismo nombre. Ninguno de estos exabruptos autoritarios
tuvo mayor trascendencia, por la marginalidad del grupo que los
sostiene, por el desinterés de los aludidos en amplificar voces cuya
impotencia no les permite llegar más allá de un núcleo ínfimo de
iluminados y por no polemizar con una persona más proclive al insulto
que al razonamiento. A lo sumo, cuando se han expresado en un ámbito
colectivo estas posiciones han sido sometidas a votación y
derrotadas, como en la última asamblea nacional piquetera. Estas
nuevas definiciones, en un momento en que el mundo se acongoja ante
la provocación siniestra del 11 de setiembre y las represalias
terribles contra personas tan indefensas como las asesinadas aquel
día, obligan a la respuesta de quienes no creemos que haya que elegir
entre la limpieza étnica de Milosevic y los "daños colaterales" de la
OTAN, entre las explosiones de Bin Laden y las de Bush, entre los
colonos fascistas de Sharon y los asesinos seriales de Hamas, sobre
todo en este diario, que con tanta generosidad abre sus páginas cada
viernes para algunas de las enseñanzas que se imparten en esa
academia.
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