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[escepticos] Elemental, querido Darwin



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Eduardo Giménez González.
ebardo en zaragoza.net

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ELPAIS.ES
SOCIEDAD Martes, 22 de octubre de 2002


Elemental, querido Darwin

EE UU acepta una prueba evolutiva en un caso de contagio deliberado de sida

JAVIER SAMPEDRO | Madrid 

En enero de 1995, una enfermera de Lafayette (Louisiana, EE UU) descubrió que era positiva para el virus del sida y acusó al doctor Richard Schmidt, un gastroenterólogo de la misma ciudad, de haberla contagiado cinco meses antes. El médico y la enfermera habían mantenido numerosas relaciones sexuales, pero eso no explicaba el contagio, puesto que Schmidt no era portador del virus. Según la demandante, el médico la había infectado a propósito mediante una inyección intramuscular 'durante una discusión'. Él lo negó, y la policía de Lafayette no sabía cómo seguir adelante. O el médico era inocente, o había descubierto una versión biológica del crimen perfecto.

Pero si la enfermera decía la verdad, ¿de dónde había salido el virus? La discusión entre el médico y la enfermera había tenido lugar el 4 de agosto de 1994. Curiosamente, el libro donde se anotaron las extracciones de sangre de esa fecha se había perdido. Y el detective Keith Stutes, de la oficina del fiscal del distrito, no creía en casualidades. Obtuvo del juez una orden de registro y encontró el libro en el despacho de Schmidt. Uno de los últimos nombres anotados en él era el de un paciente de sida. La sangre la había extraído Schmidt.

Con otro agente infeccioso, el paso obvio hubiera sido comparar el ADN del virus del paciente con el del virus de la enfermera. Pero la misma razón que ha impedido hasta ahora encontrar una vacuna contra el sida convertía esa estrategia policial en una vía muerta. El virus del sida evoluciona tan rápido que, incluso dentro del cuerpo del mismo paciente, hay miles de variantes en todo momento. ¿Se acabó aquí el caso del detective Stutes?

No. Stutes y su jefe, el fiscal Michael Harson, pensaron que ante un problema evolutivo lo mejor sería poner el caso en manos de un experto evolutivo, y tuvieron la suerte de dar con Michael Metzker, del departamento de Genética Molecular Humana del Baylor College of Medicine (Houston, Tejas). Metzker hizo exactamente lo que se espera de un evolucionista: tomó decenas de variantes del virus del paciente, otras tantas de la enfermera, otras 32 muestras tomadas de pacientes de la misma zona de Lafayette, y secuenció el ADN de todos. El virus, en efecto, reveló miles de variantes, pero cuando Metzker las organizó en un árbol genealógico -como hubiera hecho con las distintas especies de primates para deducir su historia evolutiva-, pudo demostrar con claridad que las variantes de la enfermera habían evolucionado a partir de un subconjunto de las variantes del paciente de Schmidt. La prueba es muy similar a la que demuestra que la humanidad actual se diversificó a partir de una p!
 equeña población africana.

Las evidencias darwinianas de Metzker han resistido las apelaciones ante el Tribunal Superior del Estado de Louisiana (hace dos años) y el Tribunal Supremo de Estados Unidos (el pasado 4 de marzo), por lo que constituyen ya un sólido precedente jurídico. Los detalles técnicos se publicaron ayer en Proceedings of the National Academy of Sciences (edición electrónica). 'Es irónico', escribe Metzker, 'que este caso se originara en Louisiana, un Estado que en 1982 aprobó una ley para que el creacionismo se enseñara en las escuelas junto al darwinismo'. Esa ley fue declarada inconstitucional en 1987 por el Tribunal Supremo. Mala suerte para Schmidt.

© DIARIO EL PAÍS, S.L.