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[escepticos] Sancho III (4/4). Era: Nacionalismos y varas de medir



---------- Principio de la cuarta parte ----------
(45) «Navarra?», pág. 45. Todo el estudio de estos autores está dedicado a justificar este juicio. la propia estructura social del Reino de Pamplona en la época de Sancho III no parece distinta de la del Occidente de la época.


(46) 'La Navarre?', pág. 16. Afirmación que demuestra sobradamente a lo largo del más de medio millar de páginas siguientes. Sería precisamente la feudalización del reino, que tuvo sus jalones decisivos en el asesinato de Sancho IV en 1076 y en la muerte sin descendencia de Alfonso I 'el Batallador' en 1134 (lo que permitió a la nobleza navarra en medio siglo disponer dos veces del trono, fenómeno sin parangón en las monarquías occidentales, y entronizar dos reyes nuevos, hechura suya, particularmente en el caso de García Ramírez, miembro de la propia aristocracia y de familia de origen bastardo), la que posibilitaría introducir una estructura pactista, que limitaba los poderes de la realeza a favor de la nobleza, y que ha sido malinterpretada como el legado de una supuesta democracia que no pudo existir en Navarra (como en ninguna otra parte del mundo).

(47) 'Ibid.', particularmente pp. 213-279 y 303-337. Por razones de espacio, no he podido justificar algunos juicios, por lo que me remito a las argumentaciones realizadas en 'Orígenes hispanogodos del Reino de Pamplona'.

(48) Este argumento debería de ser muy importante para los que siguen otorgando a la raza tanta importancia (v. la frase de *A. de Ortueta* reproducida en la nota 88). Sabido es que el nacionalismo creado por Sabino Arana se fundó exclusivamente en la raza, pues en su época no había otro elemento que pudiera justificar su nueva doctrina. Tras la Segunda Guerra Mundial este planteamiento, por razones obvias, fue abandonado y sustituido por un nacionalismo étnico en el que la lengua se convirtió en el elemento esencial. Pero *A. Elorza* ha demostrado por extenso que este cambio sólo es formal ('Un pueblo escogido', Crítica, Madrid, 2001, 502 pp.) y cualquiera puede comprobar, si lo desea, que el factor racial sigue siendo decisivo en amplios sectores del nacionalismo vasco.

(49) *A. Cañada Juste*, «Un posible interregno en la monarquía pamplonesa (1000-1004)», 'Primer Congreso General de Navarra, Príncipe de Viana', anejo 8, 1988, vol. III, PP. 15-18.

(50) *C. Orcástegui* y *E. Sarasa*, 'Sancho Garcés III el Mayor (1004-1035), Rey de Navarra', Mintzoa, Pamplona, 1991, 2ª ed., pág. 68.

(51) Sancho III ya había tenido un hijo, Ramiro (nombre germánico muy utilizado ya en la familia), con Sancha de Aibar. Probablemente esta unión es equiparable a un 'Friedelehe', matrimonio privado y provisional entre los germanos, que se ha pretendido traducir por «matrimonio de amor», que «sólo era posible en situaciones de fuerte desnivel social, cuando un poderoso tomaba a una mujer de familia mis modesta con el consentimiento de sus familiares, contentos de una amistad, pero sin asumir todas las formalidades jurídicas y económicas previstas para el auténtico matrimonio y que no sustraía a la mujer a la potestad paterna para transferiría a la del marido: en consecuencia, podía ser disuelta sin demasiadas formalidades cuando el interés familiar o, en el caso de un soberano, la razón de Estado lo requiriera» (*A. Barbero*, 'Carlomagno', Ariel, Barcelona, 2001, pág. 128). Por eso resulta aún mis significativa la boda concertada con la hija de su poderoso vecino, pues en esta época, para los reyes, el matrimonio era ante todo un medio para estrechar alianzas.
El hecho de que Ramiro, pese a su origen, diera lugar a la primera dinastía real aragonesa explica la aparición de una leyenda que en los últimos siglos de la Edad Media se convirtió en el asunto que generalmente más espacio consumía en los relatos del reinado de Sancho III. Según esta leyenda, García 'el de Nájera', por despecho, y ayudado por sus hermanos Fernando y Gonzalo, habría acusado injustamente de infidelidad a su propia madre, que habría sido hecha presa. En esas circunstancias Ramiro se habría ofrecido a salvar el honor de su madrastra (y de su padre) en un juicio de Dios, que milagrosamente se evitó.


(52) *J. Pérez de Urbel*, 'Sancho el Mayor de Navarra', pág. 67. Opina este autor que la cercanía a su querido santuario de San Millán de la Cogolla y su mejor situación estratégica contribuyen a explicar este cambio.

(53) *M. Watt*, 'Historia de la España islámica', Alianza Editorial, Madrid, 2ª ed., 1974, pág. 96.

(54) No está de más aprovechar la ocasión para destacar la importancia de las mujeres navarras. Así, por ejemplo, Abderramán III tuvo una madre vascona y su padre también, de tal manera que tres de los cuatro abuelos del primer califa de Córdoba eran vascos, es decir, todo lo contrario de lo que sucede con Sancho III, lo que es una prueba más de la irrelevancia de la raza.

(55) Pese a las guerras que emprendió, *E. Sarasa* y *C. Orcástegui* estiman que Sancho III «fue un rey poco dado a las armas» ('Sancho Garcés III el Mayor', pág. 19). También le han considerado el «primer monarca perceptor de parias de la Península» (pág. 39).

(56) La insistencia por extender la dominación de Sancho III al País Vasco francés tiene que ver con la necesidad de presentar al País Vasco unido por una vez (al menos) en la Historia bajo un Estado vasco (realmente esa unificación sólo se produjo con el Imperio Romano). De otra manera no se entiende semejante perseverancia (que, a veces, sólo se manifiesta en mapas que incluyen Gascuña en los dominios del rey navarro, con la indicación en la leyenda de territorios ambicionados, hecho que no se hace con las pretensiones de otros monarcas), cuando el asunto está suficientemente claro. V. *J. M. Lacarra*, 'Historia política del Reino de Navarra desde sus orígenes hasta su incorporación a Castilla', Aranzadi, Pamplona, 1973, I, pp. 199-203. Para la Baja Navarra, *S. Herreros Lopetegui*, 'Las tierras navarras de Ultrapuertos (siglos XII-XVI)', Gobierno de Navarra, Pamplona, 1998, 358 pp.

(57) Deliberadamente he omitido la situación de este territorio, que corresponde a los valles centrales del Pirineo aragonés, y que en parte pudo haber tenido alguna vinculación al Reino de Pamplona desde el reinado de García Sánchez I (hacia el 931-937) o quizás del de Sancho Garcés I. Y es que de Sobrarbe no se sabe nada con certeza, pues «no nos ha llegado documentación de ninguna clase» de los siglos IX y X (*J. M. Lacarra*, 'Aragón en el pasado', Espasa-Calpe, Madrid, 1972, pág. 50), aunque sí leyendas posteriores que nos hablan incluso de un reino (cuando ni siquiera puede afirmarse que el condado que pudo formarse en la primera mitad del siglo IX se perpetuara). Así, en la historiografía actual podemos encontrar afirmaciones tan diversas como las que siguen- «Sobrarbe constituye un islote musulmán durante una buena parte de los siglos comprendidos entre el 714 y el año 1000» (*E. Sarasa*, 'Historia medieval de la España cristiana', Cátedra, Madrid, 1979, pág. 239). Sobrarbe fue un pequeño condado, que era «una Isla rodeado de mar musulmán» (*A. Duran*, 'Aragón de condado a Reino', vol. III de la 'Historia de Aragón', dir. por *Antonio Beltrán*, Guara ediciones, Zaragoza, 1985, pág. 34); «de lo que no hay ninguna duda es de que la dominación franca en la región fue muy intensa y dejó una impronta mucho más marcada que en Aragón» (*J. Ángel Sesma*, «Aragón medieval», en 'Aragón en su historia', vol. dir. por *Ángel Canellas López*, Caja de Ahorros de la Inmaculada, Zaragoza, 1980, pág. 111).

(58) *J. Pérez de Urbel*, 'Historia del Condado de Castilla', CSIC, Madrid, 1944, vol. II, pp. 920-921; *J. M. Lacarra*, 'Historia política?', II, pág. 204.

(59) El asesinato, que dio lugar a cantares de gesta, fue protagonizado por miembros de la familia alavesa de los Vela, exiliados en León, que guardaban un gran rencor a la familia de Fernán González, a la que consideraban que les había despojado del condado de Álava.

(60) *J. Pérez de Urbel*, 'Historia del condado?', II, pp. 945 y ss., *J. M. Fernández del Pozo*, 'Alfonso V (999-1028). Vermudo III (1028-1037)', La Olmeda, Burgos, 1999, pp. 240 y ss. En cambio, *J. M. Lacarra* consideró que el proyecto matrimonial fue impulsado por el propio Sancho III para mejorar la situación tanto de Castilla como de león ('Historia política?', II, pág. 208).

(61) *J. Pérez de Urbel* apuntó la idea de que ésta fue una solución impuesta por los castellanos, que temían una integración en el Reino de Pamplona ('op. cit.', II, pág. 1.007).

(62) El monarca navarro era el esposo de Muniadonna, padre del conde Fernando I y pariente y protector del rey Bermudo III. Además, la madrastra de Bermudo III, que tutelaba su trono, era hermana de Sancho III, la hermana de aquél, la novia frustrada del infante García, casó con Fernando I, y probablemente el rey leonés se convirtió en yerno del monarca navarro, pues su esposa Jimena -según *Jaime de Salazar Acha* (que ha realizado el único estudio monográfico sobre la cuestión) sería una hija desconocida del rey pamplonés («Una hija desconocida de Sancho 'el Mayor', reina de León», 'Príncipe de Viana', anejo 8,1988, pp. 183-192; esta hipótesis, muy razonable, ha sido aceptada por *A. Martín Duque*, 'El Reino de Pamplona', pág. 130).

(63) A los elementos que unían a la población de Álava con la del Reino de Pamplona hay que añadir los vínculos e intereses que seguramente creó la participación de sus habitantes en la repoblación de la Rioja conquistada por los navarros. A todo ello hay que sumar la política de atracción realizada por Sancho III sobre la nobleza local y los nombramientos de personas fieles.

(64) Hay que tener en cuenta que Vizcaya, que no aparece en la documentación entre el 930 aproximadamente (cuando la regía un conde leonés) y el 1041, quedó rodeada por las posesiones de Sancho III 'el Mayor'

(65) Así lo han defendido, entre otros, *J. Pérez de Urbel* ('op. cit.', II, pp. 1.007-1.009) y *G. Martínez Díaz* ('op. cit.', I, pág. 94).

(66) Ésta es la fecha que prefiere *A. Sánchez Candeira*, que consideró que entre 1029 y 1035 Fernando sólo fue conde nominal de Castilla ('Castilla y León en el siglo XI. Estudio del reinado de Fernando I', Real Academia de la Historia, Madrid, 1999, pág. 72). También ha pensado así *F. Miranda García*, «Del apogeo a la crisis», en 'Historia de Navarra, Diario de Navarra', Pamplona, 1993, vol. I, pp. 84-85.
La cuestión es aún mis complicada, pues Fernando I -como sus demás hermanos- pudo haber quedado bajo la dependencia de García 'el de Nájera', el primogénito y único miembro de la familia con el título de rey. Así lo consideró *A. Ubieto Arteta*, que ha sido el autor que más ha estudiado la controvertida cuestión de la herencia de Sancho 'el Mayor' («Estudios en torno a la división del reino por Sancho 'el Mayor' de Navarra», 'Príncipe de Viana', 21, núms. 77-78, pp. 38-39, donde aporta pruebas documentales),


(67) Tampoco *J. M. Lacarra* pudo escapara la imprecisión con la que se ha abordado la cuestión de la integración de Álava en el Reino de Pamplona. Tras comentar la remodelación de fronteras del 1037, escribió lo siguiente: «Detrás [de las nuevas fronteras] quedan los territorios netamente vascos de Álava, Vizcaya y Durango, que antes habían fluctuado [?] en la esfera de los condes de Castilla, y también Guipúzcoa, cuyas primeras noticias seguras son de esa fecha y están en relación con el Reino de Pamplona y el Monasterio de San Juan de la Peña. Así pues, y por primera vez entran a formar parte de los dominios del rey de Pamplona todos los territorios cispirenaicos de habla vasca, mas una marca fronteriza, que era la que constituía el núcleo originario de Pamplona» ('Historia política?', II, pág. 236, interpretación que sigue *J. I. Fernández Marco*, 'De García «el de Nájera» a Alfonso «el Batallador»', Mintzoa, Pamplona, 1987, pág. 39). En todo caso, la idea de que ahora fue el momento en que se produjo la integración de las Vascongadas en el Reino de Pamplona la podemos encontrar claramente expresada en obras de síntesis, como la de *E. Sarasa*, que ha estudiado monográficamente a Sancho III ('Historia medieval de la España cristiana', pág. 267).

(68) De hecho, la posterior integración de las tierras de Ultrapuertos en el Reino de Navarra es también una historia compleja que comenzó por vía de hecho.

(69) Eso sucedió también en los cambios de soberanía que conocieron las Vascongadas en los siglos XI y XII hasta quedar definitivamente integradas en el Reino de Castilla. Precisamente los derechos que pudieron alegar entonces las monarquías castellana y navarra derivan de la compleja situación del territorio en la época de Sancho III 'el Mayor'.

(70) *J. M. Lacarra*, 'Historia política?', pág. 208.

(71) El dominio del territorio comprendido entre los ríos Cea y Pisuerga constituyó un largo contencioso entre castellanos y leoneses. Precisamente una de las medidas que permitieron a Sancho III asentar su autoridad en Castilla fue la campaña que emprendió para recuperar el control castellano de este territorio.

(72) Un documento aragonés de esas fechas le reconoce reinando desde los límites de Ribagorza hasta Astorga (*J. M. Lacarra*, 'Historia?', II, pág. 227.

(73) Es de reseñar que Fernando I acabó tanto con el uno como con el otro en sendas batallas: Tamarón (1037) y Atapuerca (1054). Por su parte, Ramiro I se vio favorecido por la enigmática desaparición de Gonzalo (en la que pudo tener algo que ver). Y es que con la muerte de Sancho III comenzaron las guerras fratricidas, que continuarían con sus nietos.

(74) 'Introducción a la historia de España', Teide, Barcelona, 12 ed., 1979, pp. 145-147.

(75) *J. M. Lacarra*, 'op. cit.', II, pág. 220

(76) «Es por mí que los reyes reinan y por lo que los legisladores ordenan lo que es justo, por mí por lo que los príncipes mandan y por lo que los poderosos hacen justicia» ('Libro de los Proverbios', 15-16). «Toda alma sea sumisa a las autoridades superiores, porque no hay autoridad que no provenga de Dios, y las que existen han sido instituidas por Él. Así, cualquiera que resiste a una autoridad resiste al orden establecido por Dios» ('Epístola a los Romanos', XIII, 1-2).

(77) *J. M. Lacarra*, 'op. cit.', II, pág. 225.

(78) A este respecto recuérdese que, como hemos visto, en un poema árabe contemporáneo Sancho III aparecía como un sucesor de los soberanos romanos.

(79) Así, por ejemplo, en 1269, «Teobaldo II firmaba una donación a la Orden de Grandimont en Tudela 'apud Belin in Basconia', localidad del distrito de Burdeos» (V. 'Huici et alii, Historia de Navarra', Txertoa, San Sebastián, 2ª ed., 1982, pág. 67).

(80) Esta confusión propició la teoría del vascocantabrismo, que sirvió, con otras historias del mismo tenor, para justificar los privilegios de los regímenes forales vascos hasta mediados del siglo XVIII, cuando el *P. Flórez* la refutó en su célebre obra 'La Cantabria', que inútilmente fue criticada por algunos autores vascos.

(81) «Imagen histórica medieval de Navarra», 'Príncipe de Viana', 211,1999, pp. 407-409. En este sentido conviene recordar que la excepcional expresión utilizada por un clérigo pamplonés en 1167 de 'lingua navarrorum' -que en ciertos ambientes trata de presentarse como sinónimo de 'euskera'- equivale al 'sermo rusticus' o fórmulas análogas empleadas muchas veces en la Cristiandad latina o al 'Basconea lingua' y similares de otros documentos navarros. A partir del siglo XIII aparecen los términos 'basquenz' ('basconcius', en latín) y 'bascongado' ('basconciatus') para referirse al idioma vasco y sus hablantes (algo que también sucederá en las Vascongadas), mientras el adjetivo navarro (idioma de Navarra, 'ydiomate Navarre') se reserva para la lengua romance propia, convertida en la lengua oficial (como se ve en la redacción del Fuero General de Navarra), con la intención de distinguirla de las otras lenguas que se hablaban en un territorio que desde el 1235 tendrá reyes de origen francés: 'euskera', latín, occitano y árabe ('ibid.', pp. 447-454). Conviene señalar que esta situación no era nueva, pues en la historia de Navarra -que desde el Neolítico (por lo menos) tiene una población mediterránea (probablemente mayoritaria), a la que hay que añadir posteriormente la indoeuropea- no se puede testimoniar en ninguna época una situación de monolingüismo.

(82) los gentilicios «pamploneses» y «navarros» aparecen por primera vez en las fuentes francas del siglo VIII, que parecen distinguirlos. También, como vimos, el corónimo «Navarra» apareció por primera vez en Francia en el siglo XI.

(83) 'El concepto de España en la Edad Media', Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 3ª ed., 1981, pp. 431 y 432.

(84) No obstante, se sigue admitiendo la posibilidad de que la moneda sea de Sancho III (*C. Orcástequi* y *E. Sarasa*, 'Sancho III el Mayor (1004-1035)', La Olmeda, Burgos, 2000, pág. 70).

(85) Según *Sánchez Candeira*, el propio Sancho III reconoció el título de emperador de Bermudo III, que era su yerno ('El «regnum-imperium» leonés hasta 1037', CSIC, Madrid, 1951, 71 pp.).

(86) *Teresa Abajo Martín*, 'Documentación de la Catedral de Palencia', nº 4: «Que fue un gran rey, en todas sus cosas sagacisimo, de regia prosapia y criado en la región de Pamplona. Que no se conoció varón mejor en la guerra, ni más clemente y constante, blando de condición, temeroso de conciencia en las cosas sagradas que por estas cosas mereció justamente ser llamado 'rex Hispanorum regum'» (pág. 14).

(87) Si se tiene alguna duda, véanse las 517 páginas de 'El concepto de España en la Edad Media', de *J. A. Maravall*.

(88) Si el lector desea confrontar las afirmaciones que he realizado con la interpretación nacionalista de la figura de Sancho III le recomiendo la obra escrita por *Anacleto de Ortueta*, facultativo en Minas y destacado político del PNV, que participó en las negociaciones del pacto de Santoña, por lo que «fue molestado y detenido por los franquistas» (datos de la 'Enciclopedia General Ilustrada del País Vasco', de la Editorial Auñamendi, calificada por su actual directora como «una enciclopedia de tipo nacionalitario»). Y es que se trata de un extenso libro, iniciado en 1934, publicado en Buenos Aires en 1963 y recientemente reeditado: 'Sancho el Mayor, Rey de los Vascos', Mintzoa, Pamplona, 2002,380 pp. Su interpretación aparece sintetizada en este juicio: Sancho III es uno de los «hombres que la nacionalidad creó como fruto de selección, y han hecho honor a su raza» (pág. 6). Y su objetivo aparece claro en este pasaje: «Pongamos nuestro afán allí donde está nuestra conveniencia. Continuemos siendo vascos. Dios ha creado nuestro pueblo, y de nosotros depende su perduración en la Tierra. Y no olvidemos jamás que en Cristo se personifica la libertad del hombre. Ahora [?] le pido a Dios que mi trabajo no resulte indigno ni del patriotismo ni de la ciencia» (pp. 8-9). Estimo que este reconocimiento justifica sobradamente la rotundidad de la frase que apostilla esta nota.

------------- Fin de la cuarta parte -------------
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