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RE: [escepticos] Protohominoides Bipes



Tal como lo describen, me da la sensación de que descendemos de
Mortadelo...



-----Mensaje original-----
De: owner-escepticos en dis.ulpgc.es [mailto:owner-escepticos en dis.ulpgc.es]
En nombre de Gerardo
Enviado el: martes, 13 de abril de 2004 2:14
Para: Lista Escéptica
Asunto: [escepticos] Protohominoides Bipes


Haaaaala, que hacía tiempo que no os ponían algo de humor. Y mirad más
artículos de la página porque son sssstupendos:

http://www.tendencias21.net/index.php3?action=page&id_art=75861

      Estudios anatómicos desvelan que el hombre no bajó de los árboles.

        Un primate bípedo que vivió hace 15 millones de años originó a
los humanos, a los grandes simios y a los australopitecos

      La teoría de que los primeros homínidos eran descendientes de
grandes monos que vivían gran parte del tiempo en los árboles ha sido
contestada por una paleontóloga francesa. Estudiando la anatomía de
nuestra especie, y sin ninguna evidencia fósil, ha determinado que el
antecesor más antiguo del Hombre fue un primate bípedo vertical, que
ostentaba una cabeza más o menos esférica y una anatomía general muy
próxima a la de los humanos. Vivió hace 15 millones de años, pero ocho
millones de años más tarde se separaron de este ancestro común los
grandes simios, los australopitecos y los futuros humanos. Por Eduardo
Martínez.

      El ser humano nunca bajó de los árboles, ya que no tiene relación
directa con un cuadrúpedo ni con un australopiteco, el primer primate
que logró caminar en posición erecta y con sus manos libres. En
realidad, el Hombre es la versión moderna de un primate ancestral que
siempre fue bípedo y que vivía sobre la superficie, no en las ramas de
los árboles.

      Esta es la teoría que sostiene la paleontóloga del Centro de
Investigaciones Cioentíficas de Francia (CNRS), Yvette Deloison,
explicada en un libro que acaba de aparecer en Francia, titulado
Prehistoria del peatón. La tesis está recogida también en un ilustrativo
artículo difundido por el CNRS.

      La teoría de Deloison se basa únicamente en argumentos anatómicos
y científicos, como la Ley de Dollo, para llegar a este conclusión, ya
que no existe de momento ningún fósil que pueda apoyar su hipótesis.

      La Ley de Dollo sostiene que un órgano que haya perdido algunos de
sus elementos a lo largo del tiempo, no retrocede ni recupera nunca su
anatomía original.

      Evolución irreversible

      Eso quiere decir que todos los organismos muestran,
experimentalmente, que la evolución es irreversible, si bien en
ocasiones aparecen derivas genéticas reversibles dentro de una especie,
que constituyen la excepción de esta ley.

      Estudiando la anatomía humana, la antropóloga ha descubierto que
las manos humanas nunca han podido servir de pies y que nuestra especie
nunca ha caminado de cuatro patas, como pretenden las actuales teorías
científicas.

      Según estas teorías, el ser humano procede de una clase de
homínido cuadrúpedo que evolucionó a partir del momento en que, por
diversas circunstancias relacionadas con la supervivencia, comenzó a
caminar erguido.

      Según la anatomía, el origen de nuestra especie debía buscarse más
bien en un antepasado no especializado, un vertebrado muy antiguo que no
se parecía ni al hombre ni al mono, pero que presentaba características
comunes al grupo.

      Protohominoides bipes

      El antecesor que reúne estas características, según Deloison, se
llama Protohominoides bipes, un bípedo vertical con una cabeza más o
menos esférica y una anatomía general muy próxima a la de los humanos.

      Este Protohominoïde, al ser bípedo, conservó su mano primitiva y
no especializada. Por el hecho de caminar erguido, su pie fue el que se
adaptó hasta perfilarse como soporte de toda la estructura corporal.

      Los datos genéticos permiten suponer que este ancestro común de
los grandes simios y del hombre vivió hace 15 millones de años y que
probablemente fue también el origen de los australopitecos, los cuales,
así como los grandes simios (gorilas, chimpancés, orangutanes), se
separaron de esta línea evolutiva unos ocho millones de años más tarde.

      Sólo la hipótesis de un ancestro común, el así denominado
Protohominoide, es compatible con el conjunto de datos anatómicos
observables en los homínidos fósiles y actuales.

      Híbrido simio y humano

      El Protohominoide debía tener necesariamente una mano no
especializada y un pie indiferenciado, ni simio ni humano. Su carácter
bípedo es el que permitió el desarrollo de su cerebro, ya que al ser más
vulnerable que los cuadrúpedos, necesitaba recurrir a sus facultades
mentales para sobrevivir.

      Ello no impidió que algunos Protohominoides menos capacitados
buscaran refugio en los árboles, evolucionando hacia la anatomía
conocida de los grandes simios y de los australopitecos, que de esta
forma emergen como primos lejanos de la especie humana.

      El origen y evolución de los homínidos es un proceso reciente: los
hallazgos de los más antiguos progenitores directos del hombre, los
Australopitecos, que vivieron en las sabanas africanas, permiten
situarlos hace cuatro millones de años.

      Según las teorías convencionales cuestionadas ahora por los
estudios anatómicos, los primeros homínidos del género Australopiteco
eran descendientes de grandes monos parecidos a los actuales chimpancés
que vivían gran parte del tiempo en los árboles.

      Estos homínidos sufrieron una serie de adaptaciones evolutivas,
entre ellas la adquisición de la locomoción bípeda y de la postura
erguida. Merced a estos cambios, se inició el progresivo desarrollo del
cerebro de los hombres del Paleolítico y el desarrollo de las
propiedades intelectuales humanas, origen remoto del Homo Erectus,
responsable de la primera gran expansión geográfica de nuestra especie.