O Martes, 3 de Maio de 2005 ás 12:09:29 +0200, GOYODIAZ escribía:
Sí, supongo que es lo que se pretende. Pero me parece que normalmente
esa valoración no está asociada al nombre sino a su referente. Por eso
empeñarse en cambiar el nombre resulta no sólo ridículo sino
perjudicial, porque puede distraer la atención del verdadero problema.
Sin contar con que es inútil, pues los eufemismos suelen terminar adoptando
las connotaciones que poseía el nombre que se sustituye.
Por ejemplo, el paso de "idiota" o "estúpido" a "subnormal" (que hoy en día
es más fuerte, como insulto, que la palabra a la que sustituye), de ahí a
"deficiente mental" y ahora "discapacitado intelectual" (y supongo que
dentro de diez o quince años dirán "persona con capacidades no
desarrolladas", o algo así de estúpido).