Rubén Villoria ha escrito
Dentro las innumerables vías y sistemas de contaminación, la llamada transnacional -es decir: la que se origina en un lugar/Estado y va a otro que nada tiene que ver con el desaguisado- es la que, de siempre, complica más las cosas. En este sentido, la Biblia nos descubre el primer mangante responsable de este tipo de contaminación "silenciosa". Fué Abel, el niño bonito.Y si repasas la historia de Caín y Abel, nunca puedes dejar de pensar "pero qué cojonazos tenía el tal Yahvé, oye".
En efecto: explica la Biblia que el humo de sus fogatas de sacrificio al dios todopoderoso subían hacia el cielo, y, por consiguiente, luego se dispersaba hacia otros lugares sin culpa. En cambio, el humo de las del malvado Caín se esparcian por el suelo. Vamos, que su contaminación se
quedaba en casa, que es lo mínimo que puede pedirse. Saludos. Josep Català