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COMPLEMENTO HISTORICO- ERRORES DE LA FISICA
HISTORIA DE LA LUZ
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COMPLEMENTO HISTORICO DE "LOS ERRORES DE LA FISICA"
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Por Gines Conesa Solano y J. Romualdo F. Tapioles
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Estimados amigos y compa¤eros de comunicaciones digitales:
Muchos de vosotros, pioneros en un medio de
comunicaci¢n,
por ordenador y radio, curiosos por naturaleza y
experimentadores
natos, estoy seguro os habr interesado la lectura, de "Los Errores
de
la F¡sica", cuyos dos primeros temas acabo de mandar a traves de
Internet, y
que tratan de desprestigiar una teoria tan arraigada como la
de
Relatividad, del siempre admirado (aunque creamos
equivocado)
Sr. Einstein.
Tras mandar pues los dos primeros temas y antes de mandar otros
dos,
los mas importantes, vamos a dar aqui un somero repaso a la
"Historia de la Luz"
Ocurre, que el estudio de la Historia de la Fisica, asi
como
la de cualquier actividad humana, tiene una importancia crucial a
la
hora de enjuiciar el por que‚ en un determinado momento se acepta
una
teoria y no otra. Muchas veces la acertada es la que no se
acepta,
incluso sabeis que hace tan solo unos siglos, acertados y
grandes
cientificos acabaron en la hoguera por decir la verdad.
Sin llegar a tales extremos, los
condicionantes
socioeconomicos, culturales, religiosos, de prestigio personal,
etc,
etc, han sido, y siguen siendo aun hoy dia de una vital
importancia
para aceptar una u otra teoria en un determinado momento.
La LUZ, consideranto tal a cualquier
emision
"electromagnetica", es en Fisica, la piedra angular de todas
las
cosas. Su comprensi¢n y naturaleza es vital para entender al resto
de
la Naturaleza.
Creo que procede contaros como se
desarrollaron
historicamente los hechos y porque‚ esta teoria de Einstein
(algunos
dicen que tambien de su mujer) termino por ser aceptada, durante
los
primeros años de este siglo.
Hablar de la Relatividad y de la luz es practicamente lo
mismo;
asi que veamos entonces una muy resumida historia de lo que
parece
haber sido el pensamiento sobre la naturaleza de la luz, segun nos
lo
cuentan los libros, que espero sea suficiente para entender mejor
el
estado actual sobre la cuestion.
BREVE RESUMEN SOBRE LA HISTORIA DE LA NATURALEZA DE LA LUZ.-
A fin de no alargarnos demasiado, empezaremos por una
‚poca
reciente: ...los griegos...
De estos solo decir que seg£n algunos escritos nos
cuentan,
determinadas escuelas griegas supon¡an que la luz eran como unos
rayos
que sal¡an de nuestros ojos y rebotaban en los objetos para
regresar
de nuevo al punto de partida y as¡ era como pod¡amos ver. Visto
as¡,
es natural pensar que su velocidad deb¡a de ser poco menos
que
infinita, por aquel entonces, porque tardamos lo mismo en ver
esta
revista, que en observar las lejanas estrellas. Existen tambi‚n
otras
ideas de tipo pseudo corpuscular, etc. Entre los griegos
podemos
encontrar muchas de las ideas que todav¡a hoy nos guian.
Dando el reglamentario salto hasta el renacimiento,
nos
encontramos con las primeras teor¡as
cientifico-experimentales
"serias" que aparecen en nuestra cultura y que podemos suponerlas
a
partir del siglo XVII con:
Ren‚ Descartes, en su Dioptrica de 1637, supone a la luz de
todas
las formas posibles al proponer tres similitudes para explicar
su
naturaleza. Dice que percibimos la luz de la misma forma que un
ciego
detecta los objetos cuando los golpea con su bast¢n, ya que
las
"ondas" se transmiten instant neamente a trav‚s del bast¢n hasta
su
mano: as¡ es como nosotros detectamos la luz que nos llega del
Sol
"como ondas que nos llegan procedentes del astro y que se
transmiten a
trav‚s del medio que existe entre este y nosotros, con
velocidad
infinita". Tambi‚n dice que viaja en l¡nea recta; y para
explicarlo
hace un s¡mil con el caldo de la uva cuando se pisa en un pisador
que
tiene el fondo lleno de orificios; "pues de la misma forma que
el
caldo se filtra desde el grano de uva reventado a los
distintos
orificios del fondo, as¡ la luz llega desde el punto de origen,
en
l¡nea recta, a todos los puntos que ilumina". Por £ltimo,
para
explicar la reflexi¢n y la refracci¢n compara el comportamiento de
la
luz con el de una pelota que rebota (reflexi¢n) o bi‚n pasa del
aire
al agua (refracci¢n), aunque en este caso con efecto contrario.
La conclusi¢n que yo saco de todo esto es que Descartes
supone
que la luz se comporta como onda (bast¢n) con velocidad infinita,
o
bi‚n como corp£sculo (pelota), seg£n sea la circunstancia.
Descartes
es uno de los £ltimos fil¢sofos que no se define por una respuesta
u
otra sobre la naturaleza de la luz. Poco despu‚s, a partir de
Hooke,
cada fil¢sofo de la ciencia tomar una u otra postura ante el
tema,
como veremos a continuaci¢n, y tendremos que esperar hasta
el
nacimiento de nuestro siglo XX para que, precisamente de la mano
de
Einstein, Plank, y otros, se regrese a la ya vieja idea de la
doble
naturaleza de la luz, que a£n hoy los cient¡ficos no saben
como
resolver.
Robert Hooke, en su Micrograf¡a de 1.665, nos dice que la luz
es
un movimiento pulsante. Fu‚ hasta su muerte (1.7O4) rival de
Newton.
Olaf Roemer en 1676 midi¢ por primera vez la velocidad de la
luz
observando los tiempos de las ocultaciones de "Io", que todos
sabemos
que es el sat‚lite m s pr¢ximo de J£piter. Seg£n parece calcul¢
un
valor de unos 22O.OOO Km/s. No he tenido ocasi¢n todav¡a de leer
la
historia de este compa¤ero de fatigas, pero ya me gustar¡a
poder
hacerlo en alguna ocasi¢n.
Christian Huygens, en su Tratado de la luz de 1.69O, defiende
la
idea ondulatoria de esta, explicando de forma convincente
la
propagaci¢n, la refracci¢n y la reflexi¢n. "La luz es una
vibraci¢n
que se propaga en el medio de forma similar a como lo hace el
sonido".
Disc¡pulo de Descartes que asume el aspecto ondulatorio de la luz.
Isaac Newton publica su Optica en 1.7O4 y trata la luz como
si
esta tuviera naturaleza corpuscular. Supon¡a, por ejemplo, que
su
velocidad en el agua era mayor que en el aire; hip¢tesis contraria
a
los que manten¡an la idea ondulatoria. Apoyan a Newton otros
grandes
hombres como el astr¢nomo Bradley, que descubri¢ el efecto
de
"Aberraci¢n Estelar" de las estrellas en 1.728 (tema muy
relacionado
con el arrastre parcial de Fresnell y con la relatividad de
Einstein,
que dejo para un pr¢ximo art¡culo), y lo explic¢ suponiendo
una
composici¢n de velocidades de la luz y la Tierra, de la misma
forma
que las gotas de lluvia al caer sobre los cristales de un
autom¢vil.
As¡ que se reforz¢ la idea corpuscular de Newton que
prevaleci¢
durante todo el siglo XVIII.
Ya que estamos con Newton quiero se¤alarles algo que resulta
muy
curioso; al final de su Optica, en las famosas cuestiones, dice as¡
en
la N§1: "¨Acaso los cuerpos no actuan a distancia sobre la luz, y
con
su acci¢n, doblan los rayos, no es esta acci¢n mas fuerte a
menor
distancia?.....". En mi opini¢n, Newton se refiere al efecto que
hoy
conocemos como DIFRACCION. Pero si suponemos que la luz pueda ser
un
corp£sculo con cierto tipo de masa y le damos a la masa esa
propiedad
atractiva que Neuton le otorg¢ (y que tan bi‚n a funcionado
para
explicar la m quina del Universo), entonces no tendremos
inconveniente
en interpretar esta primera cuesti¢n como atracci¢n entre la luz y
la
masa. Es decir lo que Einstein denomin¢ efecto de campo
gravitatorio
sobre la luz, en su teoria general de la relatividad y que llev¢ a
la
postre a la idea de agujero negro.
M s adelante en la cuesti¢n n§ 3O dice: "Acaso los
cuerpos
grandes y pesados y la luz no son convertibles unos en otros, y
no
pueden recibir los cuerpos gran parte de su actividad de
las
part¡culas de luz que entran en su composici¢n?.. la transformaci¢n
de
los cuerpos en luz y de la luz en cuerpos se compadece muy bi‚n en
el
curso de la naturaleza....". Pensando con ideas del siglo XX,
esto
encaja a la perfecci¢n en la famosa idea einsteniana de
la
equivalencia entre masa y energ¡a E=MúCý. Como estamos viendo
existen
en la optica de Newton algunos indicios de algunas de las
ideas
revolucionarias que Einstein aporta en su famosa Teor¡a de
la
Relatividad. Y no son estas las £nicas cuestiones de la Optica en
las
que podr¡amos pararnos.
Siguiendo con la naturaleza de la luz, diremos que durante
todo
el siglo XVIII estuvo de moda el modelo corpuscular newtoniano a
pesar
de la oposici¢n de muchos grandes cient¡ficos como: Herschel,
Euler,
Laplace, y otros, que defend¡an la idea ondulatoria de
Huygens.
Llegamos as¡ al siglo XIX con:
Thomas Joung en su "Analog¡a de la luz y el sonido", publicada
en
1.8OO, apoya con toda claridad la naturaleza ondulatoria y as¡
mismo
en su "Filosof¡a Natural" (18O7), discute su famoso experimento
de
interferencia luminosa por una doble rendija y resulta evidente
la
sencillez con que se puede explicar el resultado, suponiendo que
la
luz se comporta como lo hacen las dem s ondas. (Esta experiencia
es
probable que la hayan hecho todos los estudiantes que hayan tocado
un
l ser. Al menos quienes realizan las pr cticas de F¡sica General
de
primer curso en la Escuela de Ingenier¡a T‚cnica de Cartagena,
lo
hacen; lo s‚ porque soy uno de los profesores.)
Despu‚s de todo esto, Young tratar de explicar el efecto
de
aberraci¢n estelar y para conseguirlo, asume que la Tierra no
arrastra
al ‚ter. (Cuando nos ocupemos de este tema veremos el porqu‚
del
error).
Dominique Francoise Jean Arago, en 18O8, realiz¢
unos
experimentos, con prismas, encaminados a medir el diferente ngulo
de
refracci¢n que deb¡an de tener los rayos de luz procedentes de
dos
estrellas, seg£n la Tierra se aleje de una y se acerque a la
otra.
Arago part¡a de la ideas de Newton y result¢ que el ngulo
de
refracci¢n era el mismo en ambos casos, lo que equival¡a a que la
idea
corpuscular no se pod¡a seguir defendiendo y por el contrario
si
resultaba acertada la naturaleza ondulatoria. Arago escribe a
Fresnell
y le detalla sus ideas y experiencias a lo que Fresnell le
responde
que si se admitiera un "arrastre parcial" para la luz, se
podr¡an
explicar tanto las experiencias de los prismas como la
aberraci¢n
estelar.
Augusto Jean Fresnell; junto con Young es el gran defensor de
la
luz-onda. Estudia, entre otros, el fen¢meno de la difracci¢n.
Tanto
este como la polarizaci¢n, interferencia, refracci¢n, etc, dan pi‚
a
defender con ‚xito la idea exclusivamente ondulatoria de la
luz.
Fresnell defiende a ultranza esta posici¢n, pero en 1818 publica
su
"COEFICIENTE DE ARRASTRE PARCIAL DE LA LUZ". Es claro que la idea
de
este coeficiente esta precocinada; es decir, puesta para cubrir
las
apariencias y solo se aplicaba a los experimentos de Arago y a
la
aberraci¢n estelar que as¡ se explicaban bi‚n. Durante unos a¤os
tal
coeficiente no tuvo mayor transcendencia y solo, en la d‚cada de
los
cincuenta, cuando el se¤or Fizeau demostr¢, con su famoso
experimento,
la necesidad real de tal coeficiente, fu‚ cuando su aplicaci¢n
se
generaliz¢ y se consider¢ la luz como un tipo especial de onda
que
ten¡a propiedades diferentes al resto de las ondas y que tambi‚n
se
mov¡a en un medio (el ‚ter) diferente a los habituales, aunque
en
parte los medios tambi‚n le afectaban.
Este experimento y su error os lo mandar‚ proximamente a
traves
de este mismo medio. As¡ que a partir de este momento de la
historia,
una vez m s, la teor¡a se aleja de la realidad y nos lleva por
el
camino que vamos a seguir viendo.
En los alrededores de 185O nos encontramos con muchas teor¡as
que
tratan de poner en orden los conocimientos y experimentos que
se
ten¡an sobre la electrodin mica. Grandes hombres de la ciencia
como:
Weber, Rieman, Helmholtz, Maxwell, Newman, etc, hab¡an
construido
otras tantas teor¡as para intentar explicar los fen¢menos. Cada
una
ten¡a su peculiaridad, sus hip¢tesis de partida y sus
conclusiones
finales y la situaci¢n no estaba demasiado clara. De entre todas
ellas
sobresali¢ la teor¡a de:
James Clerk Maxwell que public¢ en 1873 "Un tratado
de
electricidad y magnetismo", bas ndose en los trabajos de
Michael
Faraday. Esta teor¡a sobresali¢ por dos importantes hitos: por
primera
vez, y solo a partir de sus ecuaciones y de forma matem tica,
se
hallaba la velocidad de la luz; y en segundo lugar porque, poco
tiempo
despu‚s, Heinrich Rudolf Hertz encontr¢ como producir y captar
estas
ondas electromagn‚ticas que predec¡a la teor¡a de Maxwell, con
el
consiguiente descubrimiento de que la luz era una
onda
electromagn‚tica. Se unificaban as¡ dos campos de la F¡sica que
hasta
entonces parec¡an diferentes: la Optica y el electromagnetismo lo
que
supon¡a un evidente paso adelante. Pero..., s¡, exist¡a "un pero".
En
efecto "el pero", es que esta teor¡a de Maxwell no explicaba
el
coeficiente de arrastre parcial de Fresnell; y no solo eso, sino
que
tambi‚n quedaba por aclarar que era ese misterioso ‚ter en el que
la
ondas de luz se mov¡an y que no se terminaba de entender.
Buscando soluciones a estas cuestiones parece ser que
Maxwell
escribi¢ a Todd, americano y con grandes conocimientos de
astronom¡a,
indic ndole la posibilidad de medir la diferencia de tiempos
que
tardar¡a un rayo de luz procedente de J£piter en llegar
hasta
nosotros, en un determinado momento y seis a¤os despu‚s, para
intentar
medir as¡ la velocidad a la que el sistema solar se mov¡a respecto
del
‚ter (ese hipot‚tico medio que se trataba de entender). La medida
a
obtener era proporcional al cociente entre la velocidad del
sistema
solar y la velocidad de la luz. Pero Todd contest¢ que cre¡a
poco
menos que imposible tal medici¢n. Parece que entonces Albert
Abraham
Michelson, que trabajaba con Todd en la Nautical Almanac Office,
que
ya hab¡a realizado distintas experiencias con la luz y hab¡a medido
su
velocidad con gran precisi¢n, se enter¢ de esta correspondencia y
se
brind¢ a realizar un experimento que intentaba medir no ya el
cociente
propuesto por Maxwell, que ya era de por si peque¤o, sino su
cuadrado
que todav¡a era mucho m s peque¤o.
Este experimento ser tratado tambien proximamente y
ampliamente
a traves de este medio. En cualquier caso queda todav¡a una
precisi¢n
que hacer. Para los que no lo sepan, el argumento de Arist¢teles
para
demostrar que la Tierra no se mueve y al que tantos y tantos
se
enfrentaron, entre otros Cop‚rnico y Galileo, era el siguiente: si
la
Tierra se moviese, ya sea con una vuelta diaria (rotaci¢n) o bi‚n
con
una vuelta anual alrededor del Sol (traslaci¢n), entonces su
velocidad
ser¡a tal que, tanto las nubes, como los p jaros, como cualquier
cosa
que se alejase de su superficie se quedar¡a atr s. Es decir todo
lo
que no estuviera a ella pegado viajar¡a de Este a Oeste a
gran
velocidad. Es claro que no observamos estos movimientos y por
lo
tanto, queda suficientemente demostrado que la Tierra est fija
y
carece de movimiento, siendo consecuentemente el centro del
Universo.
Es sabido que Galileo di¢ el golpe de gracia a este argumento con
la
historia de un barco que se mueve en el agua, de modo que
los
pasajeros tienen que mirar hacia tierra para averigar si se
est n
moviendo, pues los experimentos realizados en una bodega del barco
dan
los mismos resultados que los realizados en tierra firme. As¡
pues,
para ver que la Tierra se mueve hay que mirar hacia fuera de esta;
es
decir a las estrellas y que es precisamente lo que todos
nosotros
hacemos muy a menudo. Pues bi‚n si os fijais con detenimiento en
la
idea que lleva a Michelson a realizar su experimento, tal
vez
descubrais que es exactamente la misma vieja idea de Arist¢teles.
Hay
que darse cuenta de que la Tierra junto con el aire que la
rodea
equivale a la bodega del barco de Galileo y que la luz
del
interfer¢metro de Michelson no llega a salir de ese sistema
de
referencia y por lo tanto podr¡amos llegar otra vez a la conclusi¢n
de
que "LA TIERRA NO SE MUEVE". Es decir una y otra vez caemos en
los
mismos falaces argumentos y no importa lo astutos que
hayamos
demostrado ser una y otra vez, volvemos a caer; as¡ nos lo
demuestra
la historia. Naturalmente que esto no es tan malo como pueda
parecer,
pues hasta ahora, venimos aprendiendo tanto de nuestros
aparentes
aciertos como de nuestros errores y acaso m s de estos que de
los
otros.
Desde aqu¡ aprovecho para proponer, a alguien que lo pueda
hacer,
un experimento similar al de Michelson. Se trata de enviar dos
se¤ales
simultaneas a las seis de la ma¤ana (o de la tarde), a dos
sat‚lites
que se encuentren en ese momento uno en direcci¢n al Sol y otro
en
direcci¢n opuesta y de tal manera que ambas se¤ales se crucen,
fuera
de la atm¢sfera terrestre, entre los sat‚lites para regresar
a
continuaci¢n hasta el punto de partida, despu‚s de haber circulado
en
direcciones contrarias en circuito cerrado. El tiempo del
experimento
ser¡a inferior al segundo y espero que se pueda observar, ahora s¡,
un
retardo en la se¤al que circula en direcci¢n al Sol en el tramo
entre
los sat‚lites. De la misma manera si se realiza este experimento
a
mediodia (o medianoche) con los satelites colocados uno en las seis
de
la ma¤ana y otro en las seis de la tarde, entonces posiblemente
las
se¤ales llegar¡an simultaneamente igual que se emitieron. Todo
esto
puede ser un poco m s complejo, ya que probablemente se necesitase
de
un tercer sat‚lite que sirviese de puente, e incluso las
diferencias
de tiempos no fuesen m ximas y m¡nimas en las horas citadas (aunque
s¡
aproximadamente), pero de lo que no tengo duda es que con
este
experimento se podr¡a averigar la velocidad del viento solar,
cuando
pasa cerca de la Tierra, y desdeluego tambi‚n obtendr¡amos
la
velocidad de 3O km/s, aproximadamente, con la que viajamos
alrededor
del Sol.
Pero regresemos a nuestra historia sobre la luz.
Despu‚s del "fracaso" del experimento de Michelson, se arm¢
un
cierto revuelo, en el mundillo cient¡fico de la ‚poca, ya que
el
resultado era contrario al coeficiente de Fresnell o
m s
concretamente, a la explicaci¢n del fen¢meno de aberraci¢n
estelar, o
tal vez fuese que el electromagnetismo de Maxwell segu¡a sin
explicar
el dichoso coeficiente (que era en realidad el que se ten¡a
por
bueno). A instancias de A. Lorentz, Lord Rayleigh pidi¢ a
Michelson
que repitiese el experimento con m s exactitud y fu‚ entonces
cuando
en 1887, junto con Edward Williams Morley se repiti¢ con
id‚ntico
resultado que anteriormente, pero no sin antes haber realizado,
con
todo cuidado, el de arrastre parcial, aunque tampoco
lograron
encontrar el error. En fin; a partir de entonces, gran n£mero
de
cient¡ficos como: lord Kelvin, Joseph Larmor, Hertz,
Fitllerald,
Lorentz, Poincar‚, Mach, etc. trataron de poner de acuerdo
los
resultados de Michelson con el de Fresnel y Fizeau. El resultado
al
que se lleg¢ fu‚ que no hab¡a otra posibilidad que admitir que
"EL
ESPACIO SE CONTRAE CON LA VELOCIDAD".
Como ejercicio de estudiante, se puede Vd. fijar en que si
se
hubiera aclarado el tema del coeficiente de Fresnell, el
experimento
de Michelson resulta "pan comido" y no hubiese existido motivo
alguno
de desacuerdo y no se hubiera tenido que inventar lo que hoy
conocemos
como Teor¡a de la Relatividad. Pero como estamos con la
historia,
vamos a seguir viendo lo que ocurri¢.
Ya en 1899 Jules Henri Poincar‚ ten¡a asumido que el espacio
se
contra¡a, etc. , es decir practicamente lo que conocemos por Teor¡a
de
la Relatividad, salvo en un punto concreto: manten¡a que las
ondas
necesitaban de un medio para propagarse.
Por aqu‚l entonces Max karl Ernst Ludwig Plank postulaba que
la
radiaci¢n electromagn‚tica se absorv¡a y se emit¡a en
cantidades
discretas. Este argumento chocaba con la idea ondulatoria y no
hab¡a
muchos cient¡ficos dispuestos a creerlo. Sin embargo, y si mi
mala
memoria no me falla, tengo entendido que Plank era director de
la
revista cient¡fica "Anales de la Fisica" en Alemania, en la ‚poca
en
la que Einstein escribi¢ su art¡culo "sobre la electrodin mica de
los
cuerpos en movimiento", germen de su famosa teor¡a.
Veamos la situaci¢n en aquellos momentos:
1§ Existe una incompatibilidad entre el experimento de Michelson
y
lo que se ven¡a aceptando del coeficiente de Fresnell con el que
se
explicaban el resto de las experiencias ¢pticas.
2§ Plank era director de una revista cient¡fica y pensaba que la
luz
se absorb¡a y emit¡a en cantidades discretas.
3§ Se supon¡a que entre el Sol y la Tierra no exist¡a materia.
4§ Hab¡an teor¡as, con aparato matem tico, que apuntaban hacia
un
acortamiento del espacio con la velocidad.
5§ Se supon¡a la existencia de un misterioso ‚ter que se
comportaba
de forma muy caprichosa.
En resumidas cuentas un verdadero callej¢n al que no se le
ve¡a
salida f cil. As¡ que cuando Einstein dice que la velocidad de la
luz
en "el vac¡o" es constante e independiente del movimiento
del
observador que la mida. Y a¤ade que puesto que viaja en el vac¡o
debe
de tener naturaleza corpuscular, Plank v‚ en esta teor¡a
la
posibilidad de dar una explicaci¢n a sus propias ideas y abraza
las
hip¢tesis de Einstein como suya (le viene como anillo al dedo), y
si a
eso agregamos una revista a su disposici¢n para divulgar tales
ideas,
y si adem s el personaje que defiende el tema es toda una
autoridad,
como lo era Plank, y si adem s con esta teor¡a se pod¡an poner
de
acuerdo los experimentos, y si adem s se pod¡a llevar el
coeficiente
de fresnell al seno de la teor¡a electromagn‚tica, y si adem s
se
postula que la velocidad de la luz no se puede superar y resulta
que
los experimentos que se hacen arrojan ese resultado, y si para
colmo
la idea corpuscular que se resucita es la de la suprema autoridad
de
Newton (2OO a¤os a)....entonces, estaremos todos de acuerdo que
la
posici¢n de esta teor¡a fu‚, ha sido y sigue siendo de m xima
fuerza.
Ahora podemos entender porqu‚ no hubo otro remedio que admitir
lo
inadmisible, en el mundillo cient¡fico de principios de este
siglo, y
adem s ha barrido a todos aquellos que han osado enfrent rsele.
Citar‚, por ser el que mejor conozco, a Julio
Palacios,
cientifico donde los haya, catedr tico de la Universidad
Complutense
en la d‚cada de los 5O y 6O, que no tuvo la suerte de encontrar
el
error que he encontrado yo, aunque s¡ supo ver el error tan enorme
en
el que la Relatividad hab¡a introducido al mundo cient¡fico.
Pero,
azares de la vida, incluso sus propios disc¡pulos dieron la raz¢n
a
Einstein.
He dicho m s arriba que los experimentos sobre velocidad
l¡mite
han dado la raz¢n a los relativistas. En el n§ 56 de esta revista
se
explica uno de estos experimentos y que por motivos de espacio
aparece
con letra muy menuda y los gr ficos son excesivamente diminutos
y
presentan la incomodidad de tener que estar moviendo hojas. Pero
esto
no debe de ser excusa para comprobar que este experimento est
de
acuerdo con la predicci¢n relativista, solo en caso de que
el
investigador que lo realiza as¡ lo quiera interpretar y suponga
de
antemano que son ciertas las hip¢tesis correspondientes. Es claro
que
desde un punto de vista de la relatividad de Galileo (Fisica cl
sica)
ese resultado se puede predecir con toda exactitud sin la m s
m¡nima
dificultad y sin hacer la presunci¢n de que tal velocidad sea m
xima
en modo alguno.
Hay adem s otras experiencias referentes al mismo tema,
que
encontramos en los libros. Se trata de la desintegraci¢n de un
mes¢n þ
(pi¢n), en la que aparece un rayo gamma. Este pi¢n es una
part¡cula
que se mueve a casi la velocidad de la luz y al desintegrarse, el
rayo
gamma que sale viaja a velocidad luz en todas direcciones; de donde
se
deduce que es claro que la velocidad de la luz es insuperable. Y
digo
yo, es que tan ciegos est n los relativistas, que no ven que el
caso
es similar al de un avi¢n que viaja a cualquier velocidad,
incluso
supers¢nica, y sin embargo el ruido de sus motores viaja en
la
atmosfera a la velocidad propia del sonido y en todas
direcciones
igual, es que acaso no entienden, que es una propiedad espec¡fica
de
las ondas viajar a velocidad constante en cada medio, con respecto
a
ese solo medio, sin importar en absoluto el movimiento relativo
que
dicho medio pueda tener respecto de cualquier otro sistema, es que
no
son capaces de entender, la diferencia tan fundamental que
existe
entre los sistemas de referencia para part¡culas y para ondas.
Resulta
muy evidente , a poco que se piense, que las part¡culas se mueven
con
determinada velocidad constante con respecto al sistema que
las
impulsa y poco les importa el medio en el que se est n moviendo.
Por
el contrario las ondas se mueven con velocidad constante en el
propio
medio donde se est n moviendo sin importar la velocidad de qui‚n
las
gener¢ ni la velocidad de ese medio respecto de cualquier otro
ESTO
ES FUNDAMENTAL! y estoy seguro que no es tan dif¡cil de entender,
pero
claro, hay que querer entenderlo.
En fin si estamos viendo que la historia nos condujo, por
un
insospechado camino, a la absurda teor¡a de la relatividad, no
debemos
suponer que ser nada f cil desenbarazarnos de ella. Y el porqu‚
est
en una raz¢n sociol¢gica. No es solo cuesti¢n de hacer
desaparecer
esta teor¡a y nada m s, sino que hay que tener en cuenta que
los
jueces que tienen que juzgar son los propios cient¡ficos (jueces
y
parte) y no est dem s recordar que siempre ha sido as¡.
Recuerden el caso de Galileo. A ‚l le pidieron una prueba de
que
la Tierra se mov¡a y no la pudo dar. Desde este punto de vista,
hemos
de reconocer que ha pesar de la injusticia, el jurado se comport¢
de
manera muy "cient¡fica" y ante la falta de una prueba en
contra,
fallaron en favor de lo establecido. En el caso que nos ocupa sobre
la
Relatividad, la prueba que se aporta es el error de Fresnell, pero
el
jurado en este caso est formado, no solo por relativistas, sino
por
cu nticos y electromagn‚ticos. Es natural que as¡ sea, porque las
tres
teor¡as tienen muchos puntos de acuerdo y como m¡nimo, al suprimir
de
un plumazo la de Einstein, habr que modificar, y tal vez no poco,
las
otras dos. Naturalmente no estamos en el siglo XVII, sino a
finales
del XX, y el n£mero de revistas que publican ha crecido
desde
entonces, pero en estos momentos el tribunal tiene un
tama¤o
excesivamente desproporcionado. Esperemos que el tiempo equilibre
este
disparate.
Paciente compa¤ero aficionado a la Astronom¡a, si has
llegado
hasta aqu¡ en la lectura, me resta una cosa m s que pedirte. Cuando
te
encuentres con alg£n defensor de esta agonizante teor¡a p¡dele que
te
conteste con sinceridad a estas sencillas preguntas: ¨entiende Vd.
que
el espacio se encoja con la velocidad? ¨y la dilataci¢n del
tiempo?
¨el aumento de masa? ¨los viajes en el tiempo? ¨los terribles
agujeros
negros? ¨no cree que la ciencia se ha convertido en
ciencia-ficci¢n
novelesca?. Naturalmente te puede contestar que s¡ que lo
entiende
todo; o bi‚n que no lo entiende, pero que ah¡ est n los
experimentos y
que las cosas est n ya muy comprobadas como para venir con esas
dudas.
Si te contesta que lo entiende, no sigas hablando porque no
te
escuchar m s; le ha costado mucho trabajo llegar a esa
comprensi¢n
del tema y no est dispuesto a admitir que ha sido en
balde,
probablemente se dejar¡a cortar un dedo antes de admitir el error,
de
manera que se encierra en sus "razones" y es incapaz de
seguir
escuchando. En el caso que responda de la segunda manera,
te
encuentras ante una persona que, aunque equivocada, es sincera y
en
tal caso la pol‚mica puede ser constructiva; de hecho as¡
resulta
generalmente.
A los que hayais entendido todo esto os deseo suerte y
paciencia,
porque entrais en el mundo de los disconformes y a partir de
ahora,
para la gran mayor¡a de la sociedad cient¡fica, sois unos ilusos
y
est is un poco locos. Es el mundo en el que me muevo desde hace
unos
a¤os y todo por descubrir un error que pone en la picota
algunas
teor¡as cient¡ficas del siglo XX. Por cierto, son las que manejan
con
soltura nuestros Astrof¡sicos y Cosm¢logos y en las que se apoyan
para
dar sus charlas, conferencias y hacer sus publicaciones. Demos
tiempo
al tiempo, aunque quiera Dios que este no se "dilate" demasiado.
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Saludos, Romualdo
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