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COMPLEMENTO HISTORICO- ERRORES DE LA FISICA



                   HISTORIA DE LA LUZ
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      COMPLEMENTO HISTORICO DE "LOS ERRORES DE LA FISICA"
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      Por Gines Conesa Solano y  J. Romualdo F. Tapioles 
          
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         Estimados amigos y compa¤eros de comunicaciones digitales:

         Muchos  de  vosotros, pioneros en un medio  de 
comunicaci¢n,
por  ordenador  y  radio, curiosos por naturaleza  y 
experimentadores
natos, estoy seguro os habr  interesado la lectura, de "Los Errores
de
la  F¡sica",  cuyos dos primeros temas acabo de mandar a traves de
Internet, y
que  tratan  de  desprestigiar  una teoria tan arraigada  como  la 
de
Relatividad,   del   siempre  admirado  (aunque  creamos  
equivocado)
Sr. Einstein.

Tras mandar pues los dos primeros temas y antes de mandar otros
dos, 
los mas importantes, vamos a dar aqui un somero repaso a la
"Historia de la Luz"

         Ocurre,  que el estudio de la Historia de la Fisica, asi
como
la  de cualquier actividad humana, tiene una importancia crucial a 
la
hora  de enjuiciar el por que‚ en un determinado momento se acepta 
una
teoria  y  no otra.  Muchas veces la acertada es la que no  se 
acepta,
incluso  sabeis  que  hace tan solo unos siglos, acertados  y 
grandes
cientificos acabaron en la hoguera por decir la verdad.


         Sin    llegar   a   tales   extremos,   los   
condicionantes
socioeconomicos,  culturales, religiosos, de prestigio personal, 
etc,
etc,  han  sido, y siguen siendo aun hoy dia de una vital 
importancia
para aceptar una u otra teoria en un determinado momento.

         La    LUZ,    consideranto    tal   a    cualquier   
emision
"electromagnetica",  es  en  Fisica, la piedra angular  de  todas 
las
cosas.  Su comprensi¢n y naturaleza es vital para entender al resto
de
la Naturaleza.

         Creo    que   procede   contaros   como   se   
desarrollaron
historicamente  los  hechos y porque‚ esta teoria de Einstein 
(algunos
dicen  que tambien de su mujer) termino por ser aceptada, durante 
los
primeros años de este siglo.

     Hablar  de la Relatividad y de la luz es practicamente lo 
mismo;
asi  que  veamos entonces una muy resumida historia de lo  que 
parece
haber  sido el pensamiento sobre la naturaleza de la luz, segun nos
lo
cuentan  los libros, que espero sea suficiente para entender mejor 
el
estado actual sobre la cuestion.

     BREVE RESUMEN SOBRE LA HISTORIA DE LA NATURALEZA DE LA LUZ.-

     A  fin  de  no alargarnos demasiado, empezaremos  por  una 
‚poca
reciente: ...los griegos...

     De  estos  solo  decir que seg£n algunos  escritos  nos 
cuentan,
determinadas escuelas griegas supon¡an que la luz eran como unos
rayos
que  sal¡an de nuestros ojos y rebotaban en los objetos para 
regresar
de  nuevo al punto de partida y as¡ era como pod¡amos ver. Visto 
as¡,
es  natural  pensar  que  su velocidad deb¡a de  ser  poco  menos 
que
infinita,  por  aquel entonces, porque tardamos lo mismo en  ver 
esta
revista,  que en observar las lejanas estrellas. Existen tambi‚n
otras
ideas  de  tipo  pseudo corpuscular, etc. Entre  los  griegos 
podemos
encontrar muchas de las ideas que todav¡a hoy nos guian.

     Dando   el   reglamentario  salto  hasta  el  renacimiento,  
nos
encontramos   con   las  primeras  teor¡as  
cientifico-experimentales
"serias"  que  aparecen en nuestra cultura y que podemos suponerlas
 a
partir del siglo XVII con:

     Ren‚ Descartes, en su Dioptrica de 1637, supone a la luz de
todas
las  formas  posibles  al proponer tres similitudes para  explicar 
su
naturaleza.  Dice que percibimos la luz de la misma forma que un
ciego
detecta  los  objetos  cuando  los golpea con su bast¢n,  ya  que 
las
"ondas"  se  transmiten instant neamente a trav‚s del bast¢n hasta 
su
mano:  as¡  es como nosotros detectamos la luz que nos llega  del 
Sol
"como ondas que nos llegan procedentes del astro y que se
transmiten a
trav‚s  del  medio  que existe entre este y  nosotros,  con 
velocidad
infinita".  Tambi‚n  dice que viaja en l¡nea recta; y para 
explicarlo
hace  un s¡mil con el caldo de la uva cuando se pisa en un pisador
que
tiene  el  fondo  lleno de orificios; "pues de la misma forma  que 
el
caldo  se  filtra  desde  el grano de uva reventado  a  los 
distintos
orificios  del  fondo, as¡ la luz llega desde el punto de  origen, 
en
l¡nea  recta,  a  todos  los puntos que  ilumina".  Por  £ltimo, 
para
explicar  la reflexi¢n y la refracci¢n compara el comportamiento de
la
luz  con el de una pelota que rebota (reflexi¢n) o bi‚n pasa del 
aire
al agua (refracci¢n), aunque en este caso con efecto contrario.

     La  conclusi¢n  que yo saco de todo esto es que Descartes 
supone
que  la  luz se comporta como onda (bast¢n) con velocidad infinita,
 o
bi‚n  como corp£sculo (pelota), seg£n sea la circunstancia. 
Descartes
es  uno de los £ltimos fil¢sofos que no se define por una respuesta
 u
otra  sobre la naturaleza de la luz. Poco despu‚s, a partir de 
Hooke,
cada  fil¢sofo  de la ciencia tomar  una u otra postura ante el 
tema,
como  veremos  a  continuaci¢n,  y  tendremos  que  esperar  hasta 
el
nacimiento  de  nuestro siglo XX para que, precisamente de la mano 
de
Einstein,  Plank,  y otros, se regrese a la ya vieja idea de la 
doble
naturaleza  de  la  luz,  que a£n hoy los cient¡ficos  no  saben 
como
resolver.

     Robert  Hooke, en su Micrograf¡a de 1.665, nos dice que la luz
es
un movimiento pulsante. Fu‚ hasta su muerte (1.7O4) rival de
Newton.

     Olaf  Roemer en 1676 midi¢ por primera vez la velocidad de la
luz
observando  los tiempos de las ocultaciones de "Io", que todos
sabemos
que  es  el sat‚lite m s pr¢ximo de J£piter. Seg£n parece  calcul¢ 
un
valor  de  unos 22O.OOO Km/s. No he tenido ocasi¢n todav¡a de leer 
la
historia  de  este  compa¤ero de fatigas, pero ya  me  gustar¡a 
poder
hacerlo en alguna ocasi¢n.

     Christian  Huygens, en su Tratado de la luz de 1.69O, defiende
la
idea   ondulatoria  de  esta,  explicando  de  forma  convincente  
la
propagaci¢n,  la  refracci¢n y la reflexi¢n. "La luz es una 
vibraci¢n
que se propaga en el medio de forma similar a como lo hace el
sonido".
Disc¡pulo de Descartes que asume el aspecto ondulatorio de la luz.

     Isaac  Newton  publica su Optica en 1.7O4 y trata la luz como 
si
esta  tuviera  naturaleza  corpuscular. Supon¡a, por ejemplo,  que 
su
velocidad  en el agua era mayor que en el aire; hip¢tesis contraria
 a
los  que manten¡an la idea ondulatoria. Apoyan a Newton otros 
grandes
hombres  como  el  astr¢nomo  Bradley,  que  descubri¢  el  efecto 
de
"Aberraci¢n  Estelar" de las estrellas en 1.728 (tema muy 
relacionado
con  el arrastre parcial de Fresnell y con la relatividad de
Einstein,
que  dejo  para  un  pr¢ximo art¡culo), y lo  explic¢  suponiendo 
una
composici¢n  de  velocidades de la luz y la Tierra, de la misma 
forma
que  las gotas de lluvia al caer sobre los cristales de un 
autom¢vil.
As¡  que  se  reforz¢  la idea corpuscular de  Newton  que 
prevaleci¢
durante todo el siglo XVIII.

     Ya  que estamos con Newton quiero se¤alarles algo que resulta
muy
curioso; al final de su Optica, en las famosas cuestiones, dice as¡
en
la  N§1: "¨Acaso los cuerpos no actuan a distancia sobre la luz, y
con
su  acci¢n,  doblan  los rayos, no es esta acci¢n mas fuerte  a 
menor
distancia?.....".  En mi opini¢n, Newton se refiere al efecto que 
hoy
conocemos  como DIFRACCION. Pero si suponemos que la luz pueda ser 
un
corp£sculo  con cierto tipo de masa y le damos a la masa esa
propiedad
atractiva  que  Neuton  le otorg¢ (y que tan bi‚n  a  funcionado 
para
explicar la m quina del Universo), entonces no tendremos
inconveniente
en  interpretar esta primera cuesti¢n como atracci¢n entre la luz y
la
masa.  Es decir lo que Einstein denomin¢ efecto de campo 
gravitatorio
sobre  la luz, en su teoria general de la relatividad y que llev¢ a
la
postre a la idea de agujero negro.

     M s  adelante  en  la  cuesti¢n n§ 3O dice:  "Acaso  los 
cuerpos
grandes  y  pesados y la luz no son convertibles unos en otros,  y 
no
pueden  recibir  los  cuerpos  gran  parte  de  su  actividad  de 
las
part¡culas de luz que entran en su composici¢n?.. la transformaci¢n
de
los  cuerpos en luz y de la luz en cuerpos se compadece muy bi‚n en
el
curso  de  la naturaleza....". Pensando con ideas del siglo  XX, 
esto
encaja   a  la  perfecci¢n  en  la  famosa  idea  einsteniana  de  
la
equivalencia  entre masa y energ¡a E=MúCý. Como estamos viendo
existen
en  la  optica  de  Newton algunos indicios de algunas  de  las 
ideas
revolucionarias  que  Einstein  aporta  en  su  famosa  Teor¡a  de 
la
Relatividad.  Y no son estas las £nicas cuestiones de la Optica en
las
que podr¡amos pararnos.

     Siguiendo  con la naturaleza de la luz, diremos que durante 
todo
el siglo XVIII estuvo de moda el modelo corpuscular newtoniano a
pesar
de  la oposici¢n de muchos grandes cient¡ficos como: Herschel, 
Euler,
Laplace,  y  otros,  que  defend¡an la idea  ondulatoria  de 
Huygens.
Llegamos as¡ al siglo XIX con:

     Thomas Joung en su "Analog¡a de la luz y el sonido", publicada
en
1.8OO,  apoya con toda claridad la naturaleza ondulatoria y as¡ 
mismo
en  su  "Filosof¡a Natural" (18O7), discute su famoso  experimento 
de
interferencia  luminosa  por una doble rendija y resulta  evidente 
la
sencillez  con  que se puede explicar el resultado, suponiendo que 
la
luz  se  comporta como lo hacen las dem s ondas. (Esta experiencia 
es
probable  que la hayan hecho todos los estudiantes que hayan tocado
un
l ser.  Al  menos quienes realizan las pr cticas de F¡sica General 
de
primer  curso  en  la Escuela de Ingenier¡a T‚cnica de  Cartagena, 
lo
hacen; lo s‚ porque soy uno de los profesores.)

     Despu‚s  de  todo  esto, Young tratar  de explicar el  efecto 
de
aberraci¢n estelar y para conseguirlo, asume que la Tierra no
arrastra
al  ‚ter.  (Cuando  nos ocupemos de este tema veremos  el  porqu‚ 
del
error).

     Dominique   Francoise   Jean   Arago,  en  18O8,   realiz¢  
unos
experimentos,  con prismas, encaminados a medir el diferente  ngulo
de
refracci¢n  que  deb¡an de tener los rayos de luz procedentes  de 
dos
estrellas,  seg£n  la Tierra se aleje de una y se acerque a  la 
otra.
Arago  part¡a  de  la  ideas  de Newton y result¢  que  el   ngulo 
de
refracci¢n era el mismo en ambos casos, lo que equival¡a a que la
idea
corpuscular  no  se  pod¡a seguir defendiendo y por  el  contrario 
si
resultaba acertada la naturaleza ondulatoria. Arago escribe a
Fresnell
y  le  detalla sus ideas y experiencias a lo que Fresnell le 
responde
que  si  se  admitiera un "arrastre parcial" para la luz,  se 
podr¡an
explicar  tanto  las  experiencias de los prismas como  la 
aberraci¢n
estelar.

     Augusto  Jean Fresnell; junto con Young es el gran defensor de
la
luz-onda.  Estudia,  entre otros, el fen¢meno de la difracci¢n. 
Tanto
este  como la polarizaci¢n, interferencia, refracci¢n, etc, dan pi‚
 a
defender  con  ‚xito  la idea exclusivamente ondulatoria  de  la 
luz.
Fresnell  defiende  a ultranza esta posici¢n, pero en 1818 publica 
su
"COEFICIENTE  DE ARRASTRE PARCIAL DE LA LUZ". Es claro que la idea 
de
este  coeficiente  esta precocinada; es decir, puesta para cubrir 
las
apariencias  y  solo  se aplicaba a los experimentos de Arago y  a 
la
aberraci¢n  estelar que as¡ se explicaban bi‚n. Durante unos a¤os 
tal
coeficiente  no tuvo mayor transcendencia y solo, en la d‚cada de 
los
cincuenta, cuando el se¤or Fizeau demostr¢, con su famoso
experimento,
la  necesidad  real  de tal coeficiente, fu‚ cuando su  aplicaci¢n 
se
generaliz¢  y  se consider¢ la luz como un tipo especial de  onda 
que
ten¡a  propiedades  diferentes al resto de las ondas y que tambi‚n 
se
mov¡a  en  un  medio (el ‚ter) diferente a los habituales,  aunque 
en
parte los medios tambi‚n le afectaban.

     Este  experimento  y su error os lo mandar‚ proximamente a
traves
de  este mismo medio. As¡ que a partir de este momento de la
historia,
una  vez  m s,  la teor¡a se aleja de la realidad y nos lleva  por 
el
camino que vamos a seguir viendo.

     En los alrededores de 185O nos encontramos con muchas teor¡as
que
tratan  de  poner  en orden los conocimientos y  experimentos  que 
se
ten¡an  sobre la electrodin mica. Grandes hombres de la ciencia 
como:
Weber,  Rieman,  Helmholtz,  Maxwell, Newman, etc,  hab¡an 
construido
otras  tantas  teor¡as para intentar explicar los fen¢menos. Cada 
una
ten¡a  su  peculiaridad, sus hip¢tesis de partida y  sus 
conclusiones
finales y la situaci¢n no estaba demasiado clara. De entre todas
ellas
sobresali¢ la teor¡a de:

     James   Clerk  Maxwell  que  public¢  en  1873  "Un  tratado  
de
electricidad  y  magnetismo",  bas ndose en los  trabajos  de 
Michael
Faraday. Esta teor¡a sobresali¢ por dos importantes hitos: por
primera
vez,  y  solo  a partir de sus ecuaciones y de  forma  matem tica, 
se
hallaba la velocidad de la luz; y en segundo lugar porque, poco
tiempo
despu‚s,  Heinrich Rudolf Hertz encontr¢ como producir y captar 
estas
ondas  electromagn‚ticas  que  predec¡a la teor¡a de Maxwell,  con 
el
consiguiente   descubrimiento   de   que   la   luz   era   una  
onda
electromagn‚tica.  Se unificaban as¡ dos campos de la F¡sica que
hasta
entonces  parec¡an diferentes: la Optica y el electromagnetismo lo
que
supon¡a  un evidente paso adelante. Pero..., s¡, exist¡a "un pero".
En
efecto  "el  pero",  es  que esta teor¡a de Maxwell  no  explicaba 
el
coeficiente  de arrastre parcial de Fresnell; y no solo eso, sino 
que
tambi‚n  quedaba por aclarar que era ese misterioso ‚ter en el que 
la
ondas de luz se mov¡an y que no se terminaba de entender.

     Buscando  soluciones  a estas cuestiones parece ser  que 
Maxwell
escribi¢  a Todd, americano y con grandes conocimientos de
astronom¡a,
indic ndole  la  posibilidad  de medir la diferencia  de  tiempos 
que
tardar¡a  un  rayo  de  luz  procedente de  J£piter  en  llegar 
hasta
nosotros, en un determinado momento y seis a¤os despu‚s, para
intentar
medir as¡ la velocidad a la que el sistema solar se mov¡a respecto
del
‚ter  (ese  hipot‚tico medio que se trataba de entender). La medida
 a
obtener  era  proporcional al cociente entre la velocidad del 
sistema
solar  y  la  velocidad de la luz. Pero Todd contest¢ que  cre¡a 
poco
menos  que imposible tal medici¢n. Parece que entonces Albert 
Abraham
Michelson,  que trabajaba con Todd en la Nautical Almanac Office, 
que
ya hab¡a realizado distintas experiencias con la luz y hab¡a medido
su
velocidad  con gran precisi¢n, se enter¢ de esta correspondencia y 
se
brind¢ a realizar un experimento que intentaba medir no ya el
cociente
propuesto  por Maxwell, que ya era de por si peque¤o, sino su
cuadrado
que todav¡a era mucho m s peque¤o.

     Este  experimento ser  tratado tambien proximamente y
ampliamente
a traves de este medio. En cualquier caso queda todav¡a una 
precisi¢n
que  hacer. Para los que no lo sepan, el argumento de Arist¢teles
para
demostrar  que  la  Tierra  no se mueve y al que tantos  y  tantos 
se
enfrentaron,  entre otros Cop‚rnico y Galileo, era el siguiente: si
la
Tierra  se moviese, ya sea con una vuelta diaria (rotaci¢n) o bi‚n
con
una vuelta anual alrededor del Sol (traslaci¢n), entonces su
velocidad
ser¡a  tal que, tanto las nubes, como los p jaros, como cualquier
cosa
que  se  alejase de su superficie se quedar¡a atr s. Es decir todo 
lo
que  no  estuviera  a  ella pegado viajar¡a de Este  a  Oeste  a 
gran
velocidad.  Es  claro  que no observamos estos movimientos  y  por 
lo
tanto,  queda  suficientemente  demostrado que la Tierra est   fija
 y
carece  de movimiento, siendo consecuentemente el centro del
Universo.
Es  sabido que Galileo di¢ el golpe de gracia a este argumento con 
la
historia  de  un  barco  que  se mueve en el agua,  de  modo  que 
los
pasajeros  tienen  que mirar hacia tierra para averigar si  se 
est n
moviendo, pues los experimentos realizados en una bodega del barco
dan
los  mismos  resultados que los realizados en tierra firme. As¡ 
pues,
para  ver que la Tierra se mueve hay que mirar hacia fuera de esta;
es
decir  a  las  estrellas y que es precisamente lo que  todos 
nosotros
hacemos  muy  a menudo. Pues bi‚n si os fijais con detenimiento en 
la
idea  que  lleva  a  Michelson  a realizar  su  experimento,  tal 
vez
descubrais  que es exactamente la misma vieja idea de Arist¢teles.
Hay
que  darse  cuenta  de que la Tierra junto con el aire  que  la 
rodea
equivale  a  la  bodega  del  barco  de  Galileo  y  que  la  luz 
del
interfer¢metro  de  Michelson  no  llega a salir  de  ese  sistema 
de
referencia y por lo tanto podr¡amos llegar otra vez a la conclusi¢n
de
que  "LA  TIERRA NO SE MUEVE". Es decir una y otra vez caemos  en 
los
mismos  falaces  argumentos  y  no  importa  lo  astutos  que 
hayamos
demostrado  ser una y otra vez, volvemos a caer; as¡ nos lo 
demuestra
la  historia. Naturalmente que esto no es tan malo como pueda
parecer,
pues  hasta  ahora,  venimos aprendiendo tanto de  nuestros 
aparentes
aciertos  como  de  nuestros errores y acaso m s de estos que  de 
los
otros.

     Desde aqu¡ aprovecho para proponer, a alguien que lo pueda
hacer,
un experimento similar al de Michelson. Se trata de enviar dos
se¤ales
simultaneas  a las seis de la ma¤ana (o de la tarde), a dos 
sat‚lites
que  se  encuentren en ese momento uno en direcci¢n al Sol y  otro 
en
direcci¢n  opuesta y de tal manera que ambas se¤ales se crucen, 
fuera
de  la  atm¢sfera  terrestre,  entre los  sat‚lites  para  regresar
 a
continuaci¢n  hasta el punto de partida, despu‚s de haber circulado
en
direcciones  contrarias en circuito cerrado. El tiempo del
experimento
ser¡a inferior al segundo y espero que se pueda observar, ahora s¡,
un
retardo  en la se¤al que circula en direcci¢n al Sol en el tramo
entre
los  sat‚lites.  De la misma manera si se realiza este  experimento
 a
mediodia (o medianoche) con los satelites colocados uno en las seis
de
la  ma¤ana  y otro en las seis de la tarde, entonces posiblemente 
las
se¤ales  llegar¡an  simultaneamente igual que se emitieron. Todo 
esto
puede  ser un poco m s complejo, ya que probablemente se necesitase
de
un  tercer sat‚lite que sirviese de puente, e incluso las 
diferencias
de tiempos no fuesen m ximas y m¡nimas en las horas citadas (aunque
s¡
aproximadamente),  pero  de  lo  que no tengo duda  es  que  con 
este
experimento  se podr¡a averigar la velocidad del viento solar,
cuando
pasa  cerca  de  la  Tierra,  y  desdeluego  tambi‚n  obtendr¡amos 
la
velocidad  de 3O km/s, aproximadamente, con la que viajamos 
alrededor
del Sol.

     Pero regresemos a nuestra historia sobre la luz.

     Despu‚s  del  "fracaso" del experimento de Michelson, se arm¢ 
un
cierto  revuelo,  en  el mundillo cient¡fico de la ‚poca,  ya  que 
el
resultado   era   contrario   al  coeficiente  de   Fresnell   o  
m s
concretamente,  a la explicaci¢n del fen¢meno de aberraci¢n
estelar, o
tal  vez fuese que el electromagnetismo de Maxwell segu¡a sin
explicar
el  dichoso  coeficiente  (que  era en realidad el que  se  ten¡a 
por
bueno).  A  instancias de A. Lorentz, Lord Rayleigh pidi¢ a 
Michelson
que  repitiese el experimento con m s exactitud y fu‚ entonces 
cuando
en  1887,  junto  con Edward Williams Morley se repiti¢  con 
id‚ntico
resultado  que  anteriormente, pero no sin antes haber realizado, 
con
todo   cuidado,  el  de  arrastre  parcial,  aunque  tampoco 
lograron
encontrar  el  error.  En fin; a partir de entonces,  gran  n£mero 
de
cient¡ficos  como:  lord  Kelvin, Joseph  Larmor,  Hertz, 
Fitllerald,
Lorentz,  Poincar‚,  Mach,  etc.  trataron de  poner  de  acuerdo 
los
resultados  de  Michelson con el de Fresnel y Fizeau. El resultado 
al
que  se  lleg¢ fu‚ que no hab¡a otra posibilidad que admitir  que 
"EL
ESPACIO SE CONTRAE CON LA VELOCIDAD".

     Como  ejercicio  de estudiante, se puede Vd. fijar en que  si 
se
hubiera  aclarado el tema del coeficiente de Fresnell, el 
experimento
de  Michelson resulta "pan comido" y no hubiese existido motivo
alguno
de desacuerdo y no se hubiera tenido que inventar lo que hoy
conocemos
como  Teor¡a  de  la Relatividad. Pero como estamos con  la 
historia,
vamos a seguir viendo lo que ocurri¢.

     Ya  en 1899 Jules Henri Poincar‚ ten¡a asumido que el espacio 
se
contra¡a, etc. , es decir practicamente lo que conocemos por Teor¡a
de
la  Relatividad,  salvo en un punto concreto: manten¡a que  las 
ondas
necesitaban de un medio para propagarse.

     Por  aqu‚l entonces Max karl Ernst Ludwig Plank postulaba que 
la
radiaci¢n  electromagn‚tica  se  absorv¡a y se  emit¡a  en 
cantidades
discretas.  Este argumento chocaba con la idea ondulatoria y no 
hab¡a
muchos  cient¡ficos  dispuestos a creerlo. Sin embargo, y si  mi 
mala
memoria  no  me  falla, tengo entendido que Plank era director  de 
la
revista  cient¡fica "Anales de la Fisica" en Alemania, en la ‚poca 
en
la  que Einstein escribi¢ su art¡culo "sobre la electrodin mica de
los
cuerpos en movimiento", germen de su famosa teor¡a.

     Veamos la situaci¢n en aquellos momentos:

  1§  Existe una incompatibilidad entre el experimento de Michelson
 y
lo  que  se ven¡a aceptando del coeficiente de Fresnell con el que 
se
explicaban el resto de las experiencias ¢pticas.

  2§ Plank era director de una revista cient¡fica y pensaba que la
luz
se absorb¡a y emit¡a en cantidades discretas.

  3§ Se supon¡a que entre el Sol y la Tierra no exist¡a materia.

  4§  Hab¡an  teor¡as, con aparato matem tico, que apuntaban hacia 
un
acortamiento del espacio con la velocidad.

  5§  Se supon¡a la existencia de un misterioso ‚ter que se
comportaba
de forma muy caprichosa.

     En  resumidas cuentas un verdadero callej¢n al que no se le 
ve¡a
salida  f cil. As¡ que cuando Einstein dice que la velocidad de la
luz
en  "el  vac¡o"  es  constante  e  independiente  del  movimiento 
del
observador  que la mida. Y a¤ade que puesto que viaja en el vac¡o
debe
de   tener  naturaleza  corpuscular,  Plank  v‚  en  esta  teor¡a  
la
posibilidad  de  dar una explicaci¢n a sus propias ideas y abraza 
las
hip¢tesis de Einstein como suya (le viene como anillo al dedo), y
si a
eso  agregamos una revista a su disposici¢n para divulgar tales
ideas,
y  si adem s el personaje que defiende el tema es toda una 
autoridad,
como  lo  era  Plank, y si adem s con esta teor¡a se pod¡an  poner 
de
acuerdo  los experimentos, y si adem s se pod¡a llevar el 
coeficiente
de  fresnell  al  seno de la teor¡a electromagn‚tica, y si  adem s 
se
postula  que la velocidad de la luz no se puede superar y resulta 
que
los  experimentos que se hacen arrojan ese resultado, y si para 
colmo
la  idea corpuscular que se resucita es la de la suprema autoridad 
de
Newton  (2OO  a¤os a)....entonces, estaremos todos de acuerdo  que 
la
posici¢n de esta teor¡a fu‚, ha sido y sigue siendo de m xima
fuerza.

     Ahora podemos entender porqu‚ no hubo otro remedio que admitir
lo
inadmisible,  en el mundillo cient¡fico de principios de este
siglo, y
adem s ha barrido a todos aquellos que han osado enfrent rsele.

     Citar‚,   por  ser  el  que  mejor  conozco,  a  Julio 
Palacios,
cientifico  donde los haya, catedr tico de la Universidad 
Complutense
en  la  d‚cada de los 5O y 6O, que no tuvo la suerte de  encontrar 
el
error  que he encontrado yo, aunque s¡ supo ver el error tan enorme
en
el  que  la Relatividad hab¡a introducido al mundo  cient¡fico. 
Pero,
azares  de  la vida, incluso sus propios disc¡pulos dieron la raz¢n
 a
Einstein.

     He  dicho m s arriba que los experimentos sobre velocidad 
l¡mite
han  dado la raz¢n a los relativistas. En el n§ 56 de esta revista 
se
explica uno de estos experimentos y que por motivos de espacio
aparece
con  letra  muy  menuda y los gr ficos son excesivamente  diminutos
 y
presentan  la incomodidad de tener que estar moviendo hojas. Pero
esto
no  debe  de  ser excusa para comprobar que este experimento  est  
de
acuerdo  con  la  predicci¢n  relativista,  solo en  caso  de  que 
el
investigador  que  lo realiza as¡ lo quiera interpretar y  suponga 
de
antemano  que son ciertas las hip¢tesis correspondientes. Es claro
que
desde  un punto de vista de la relatividad de Galileo (Fisica cl
sica)
ese  resultado se puede predecir con toda exactitud sin la m s 
m¡nima
dificultad  y sin hacer la presunci¢n de que tal velocidad sea  m
xima
en modo alguno.

     Hay  adem s  otras  experiencias referentes al  mismo  tema, 
que
encontramos en los libros. Se trata de la desintegraci¢n de un
mes¢n þ
(pi¢n),  en  la que aparece un rayo gamma. Este pi¢n es una 
part¡cula
que se mueve a casi la velocidad de la luz y al desintegrarse, el
rayo
gamma que sale viaja a velocidad luz en todas direcciones; de donde
se
deduce  que es claro que la velocidad de la luz es insuperable. Y
digo
yo,  es que tan ciegos est n los relativistas, que no ven que el 
caso
es  similar  al de un avi¢n que viaja a cualquier  velocidad, 
incluso
supers¢nica,  y  sin  embargo  el ruido de sus  motores  viaja  en 
la
atmosfera  a  la  velocidad propia del sonido y en  todas 
direcciones
igual,  es que acaso no entienden, que es una propiedad espec¡fica 
de
las  ondas viajar a velocidad constante en cada medio, con respecto
 a
ese  solo  medio, sin importar en absoluto el movimiento relativo 
que
dicho  medio pueda tener respecto de cualquier otro sistema, es que
no
son  capaces  de  entender, la diferencia tan fundamental  que 
existe
entre los sistemas de referencia para part¡culas y para ondas.
Resulta
muy  evidente , a poco que se piense, que las part¡culas se mueven
con
determinada  velocidad  constante  con  respecto al  sistema  que 
las
impulsa  y poco les importa el medio en el que se est n moviendo. 
Por
el  contrario las ondas se mueven con velocidad constante en el
propio
medio  donde se est n moviendo sin importar la velocidad de qui‚n 
las
gener¢  ni la velocidad de ese medio respecto de cualquier otro 
­ESTO
ES FUNDAMENTAL! y estoy seguro que no es tan dif¡cil de entender,
pero
claro, hay que querer entenderlo.

     En  fin  si  estamos viendo que la historia nos condujo,  por 
un
insospechado camino, a la absurda teor¡a de la relatividad, no
debemos
suponer  que ser  nada f cil desenbarazarnos de ella. Y el porqu‚
est 
en  una  raz¢n sociol¢gica. No es solo cuesti¢n de  hacer 
desaparecer
esta  teor¡a  y  nada m s, sino que hay que tener en  cuenta  que 
los
jueces  que  tienen que juzgar son los propios cient¡ficos  (jueces
 y
parte) y no est  dem s recordar que siempre ha sido as¡.

     Recuerden  el caso de Galileo. A ‚l le pidieron una prueba de
que
la  Tierra se mov¡a y no la pudo dar. Desde este punto de vista,
hemos
de  reconocer que ha pesar de la injusticia, el jurado se comport¢ 
de
manera  muy  "cient¡fica"  y ante la falta de una  prueba  en 
contra,
fallaron en favor de lo establecido. En el caso que nos ocupa sobre
la
Relatividad,  la prueba que se aporta es el error de Fresnell, pero
el
jurado  en este caso est  formado, no solo por relativistas, sino 
por
cu nticos y electromagn‚ticos. Es natural que as¡ sea, porque las
tres
teor¡as  tienen muchos puntos de acuerdo y como m¡nimo, al suprimir
de
un plumazo la de Einstein, habr  que modificar, y tal vez no poco,
las
otras  dos.  Naturalmente no estamos en el siglo XVII, sino a 
finales
del  XX,  y  el  n£mero  de revistas que  publican  ha  crecido 
desde
entonces,   pero  en  estos  momentos  el  tribunal  tiene  un 
tama¤o
excesivamente desproporcionado. Esperemos que el tiempo equilibre
este
disparate.

     Paciente  compa¤ero  aficionado a la Astronom¡a, si  has 
llegado
hasta aqu¡ en la lectura, me resta una cosa m s que pedirte. Cuando
te
encuentres  con alg£n defensor de esta agonizante teor¡a p¡dele que
te
conteste con sinceridad a estas sencillas preguntas: ¨entiende Vd.
que
el  espacio  se encoja con la velocidad? ¨y la dilataci¢n del 
tiempo?
¨el aumento de masa? ¨los viajes en el tiempo? ¨los terribles
agujeros
negros?  ¨no  cree que la ciencia se ha convertido en 
ciencia-ficci¢n
novelesca?.  Naturalmente  te puede contestar que s¡ que  lo 
entiende
todo; o bi‚n que no lo entiende, pero que ah¡ est n los
experimentos y
que las cosas est n ya muy comprobadas como para venir con esas
dudas.
Si  te  contesta  que  lo entiende, no sigas  hablando  porque  no 
te
escuchar   m s;  le ha costado mucho trabajo llegar a esa 
comprensi¢n
del  tema  y  no  est   dispuesto a admitir  que  ha  sido  en 
balde,
probablemente  se dejar¡a cortar un dedo antes de admitir el error,
de
manera  que  se  encierra  en sus "razones" y  es  incapaz  de 
seguir
escuchando.  En  el  caso  que  responda  de  la  segunda  manera, 
te
encuentras  ante  una persona que, aunque equivocada, es sincera y 
en
tal  caso  la  pol‚mica puede ser constructiva; de hecho  as¡ 
resulta
generalmente.

     A los que hayais entendido todo esto os deseo suerte y
paciencia,
porque  entrais  en el mundo de los disconformes y a partir de 
ahora,
para  la  gran mayor¡a de la sociedad cient¡fica, sois unos  ilusos
 y
est is  un poco locos. Es el mundo en el que me muevo desde hace 
unos
a¤os  y  todo  por descubrir un error que pone en  la  picota 
algunas
teor¡as  cient¡ficas del siglo XX. Por cierto, son las que manejan
con
soltura nuestros Astrof¡sicos y Cosm¢logos y en las que se apoyan
para
dar  sus charlas, conferencias y hacer sus publicaciones. Demos
tiempo
al tiempo, aunque quiera Dios que este no se "dilate" demasiado.

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Saludos, Romualdo
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