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RE: Los escépticos creen en Dios?



Sobre la pregunta: ¿Es posible ser un escéptico y seguir creyendo en Dios?


La pregunta se la planteó hace dos siglos y medio David Hume en un libro
que no se atrevió a publicar: "Dialogues Concerning Natural Religion"
(1750) y la respuesta de Hume es negativa. Desde entonces, la religión y la
racionalidad han sido conceptos antitéticos dado que un escéptico no puede
someter su opinión a un sistema de creencias dogmático sin renunciar por
ello a su condición escéptica. Es evidente que un escéptico no puede ser al
mismo tiempo un creyente pues ningún escéptico puede incurrir en una
confusión entre su fe y la seguridad de que el enunciado "Dios existe" se
corresponda a una proposición verdadera

El racionalismo iluminista dio lugar a dos corrientes escépticas
principales: la francesa y la inglesa. La primera se atuvo a la tradición
enciclopédica y defendía que la existencia de Dios es un tema que debe
traer al pairo a los escépticos pues, en caso de existir, Dios no
interviene en el decurso cosmico, por consiguiente el escéptico debe ser
agnóstico. La segunda se desarrolló como consecuencia del debate sobre la
convivencia que dio origen al "Leviatán" de Hobbes y por ello tuvo que
preocuparse de la existencia de Dios -si el Rey y la Ley lo son por
convención y no por revelación, ¿cómo justificar un Ser Supremo y un Orden
Moral del cual sólo tenemos noticia por revelación?-.
Por este motivo, para los escépticos anglosajones la refutación de la
existencia de Dios fue un objetivo importante en su estrategia intelectual.
Y pronto descubrieron que, contra toda apariencia, los argumentos
considerados "consistentes" por la tradición cristiana resultaban
fácilmente refutables mientras que los "inconsistentes" no podían ser
refutados. Es decir, la teología aristotélico-tomista con todo su arsenal
teleológico podía ser rebatida pero no lo podía ser el argumento más
ingenuo de la tradición platónico-agustiniana, el famoso argumento
ontológico de San Anselmo: 
1. Por definición, Dios es perfecto en el sentido de que no es imaginable
otro ser más grande.
2. Por definición, un ser imaginario no es tan perfecto como un ser real.
Ergo, si Dios no existe no puede ser el ser más perfecto que podamos
imaginar. Pero como es el ser más perfecto que podamos imaginar, su
existencia queda demostrada.

La habilidad del argumento reside en que la escasa acotación de las
definiciones 1 y 2 en poco o en nada afectan a la consistencia del
corolario. Kant desarrolló un poderoso argumento de contradicción que,
finalmente, se reveló insuficiente: "Una definición de un objeto es una
lista de los predicados que ese objeto debe de satisfacer y la existencia
no puede ser un predicado", o lo que es lo mismo, Kant negó que los objetos
puedan incluir su existencia dentro de su definición. La debilidad del
razonamiento kantiano reside en que su regla de formación de definiciones
puede ser refutada. 

El caso es que mientras no se demostrase la falsedad del argumento
ontológico, la postura agnóstica resultaba notablemente más coherente con
los presupuestos escépticos que la postura atea. Lo cual resultaba
enormemente incómodo para la tradición académica anglo-norteamericana en la
cual el ateísmo goza de un prestigio intelectual inédito en las tradiciones
académicas continentales. Ello es producto del prestigio que tienen los
estudios teológicos en las universidades inglesas y norteamericanas. Un
curso de Teología Natural en el curso 1972-73 en la St. Andrews University,
dio ocasión al filósofo Alfred J. Ayer de refutar definitivamente el
argumento ontológico y como consecuencia, demostrar que el agnosticismo es
una postura intelectual débil y que el ateísmo no es una creencia sino la
consecuencia racional de la demostrada imposibilidad de demostrar la
existencia de un Ser Supremo.

El argumento de Ayer es un prodigio de sutilidad: "A partir de
proposiciones necesarias sólo se siguen proposiciones necesarias". Es
decir, de dos proposiciones abstractas como las de San Anselmo sólo se
puede derivar una conclusión abstracta. Lo que Ayer demostró es que de la
aparente validez lógico del argumento ontológico no se puede inferir su
veracidad en el plano de la realidad. por eso ayer concluye: 
"Si hubiera que justificar las postulaciones de una deidad mediante su
valor explicativo, sería imprescindible dar esa explicación."
El libro de Ayer se titula "The Central Questions of Philosophy". London:
Weidenfeld & Nicolson Ltd., 1973. ´Según un catálogo que he consultado en
mi librería, Alianza Editorial publicó una traducción al castellano en la
colección Alianza Universidad nº 247 en 1979, pero no mi librero no sabe si
sigue disponible. En cualquier caso, debe ser muy fácil de encontrar en las
bibliotecas públicas.

Al revés de lo que sucede en Inglaterra o EEUU, es poco frecuente que los
ateos españoles se expresen públicamente. El Embajador Gonzalo Puente Ojea
conoce en su propia carne el precio a pagar por su pública condición de
ateo pues fue penalizado profesionalmente en 1987 por presiones de la
Iglesia Católica. Puente Los artículos que le valieron la represalia fueron
reunidos en un libro reciente que no dudo en recomendar a los escépticos
contertulios:
"Elogio del ateísmo. Los espejos de una ilusión". Madrid: Siglo XXI, 1995

Xoan M. Carreira
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